lunes, 14 de diciembre de 2015

Editorial Domingo 13 de diciembre, periódico camino

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Editorial Domingo 13 de diciembre

Edicio´n Num. 1657

40 años esperando transparencia

“Es lamentable tener que confesar que, entre nosotros, la corrupción va llegando a adquirir niveles indecibles. Casi todo lo invade y lo que es peor va obteniendo carta de impunidad y de descaro público. No es algo que se trama a la sombra, se consigue ­ocultamente y se disfruta con disimulo al revés, se trama a gritos, se consigue a la luz pública y se disfruta con ostentación y provocación, sobre todo de los que nada o muy poco tienen, o puede tener, en este país, tierra de todos”.
Así se expresaron nuestros Obispos en el año 1975, viendo la realidad que vivía el pueblo dominicano. 40 años después da la impresión de que el tiempo se detuvo porque lo que estamos observando ahora es similar, o peor. Antes un acusado de corrupción en la administración pública sentía vergüenza, pero hoy se ha creado una cultura de permisividad ante los actos de corrupción que lo justifica todo. La opulencia es estrujada en la cara de aquellos que se ganan el pan dignamente. Es una burla a la pobreza y la ­miseria. Se ha montado un andamiaje de impunidad que trata de sepultar la esperanza de un futuro promisorio para todos.
Desalienta pensar que a través de cuatro décadas nos han prometido enfrentar este mal de la corrupción que se ha ido convirtiendo en cultura. Lamentablemente nos han engañado.
20 años después, en 1995, nuestros Obispos volvieron a poner el dedo sobre la llega recordándonos: No se puede ser hijo de Dios y hermano de los que nos rodean con un corazón corrupto. Decir que amamos a Dios y al prójimo y practicar la corrupción es algo contradictorio, es negar claramente con las obras y la vida aquello que proclamamos ­fácilmente con palabras mentirosas.
Y en febrero del 2015 plantearon: “Se hacen grandes esfuerzos por adecentar el aspecto institucional del poder judicial. Pero todavía hay mucha impunidad cuando se tratan casos en los que están envueltos políticos, militares, narcotraficantes y gente de dinero. Lo mismo cuando se trata de atracadores, rateros y ladrones, que en su mayoría actúan en contubernio con autoridades policiales o con políticos”.
La corrupción le ha hecho un daño profundo al pueblo, porque destruye la vida de tantos ciudadanos/as que ven transcurrir sus días en una miseria espantosa, mientras otros derrochan lo que pertenece a todos.
La Conferencia del Episcopado Dominicano, a través del Secretariado, nos invita en estos días a una profunda reflexión sobre la corrupción, y nos llama a la conversión. Que los últimos días del año 2015 nos marquen la ruta a seguir para ponerle fin a la ­corrupción, y que la misma pase a ser una página vergonzosa de nuestra historia. Podemos lograrlo.

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