lunes, 15 de febrero de 2016

[ Aristóteles· Moral a Nicómaco· libro octavo· I· II· III· IV· V· VI· VII VIII· IX· X· XI· XII· XIII· XIV ] Moral a Nicómaco · libro octavo, capítulo III Especies de amistad Los motivos de afección son de diferentes especies, lo repito; y por consiguiente los amores y las amistades que causan deben diferir igualmente. Así hay tres especies de amistad que responden a los tres motivos de afección; y para cada una de ellas, debe haber reciprocidad de amor, el cual no ha de quedar oculto a ninguno de los dos que le experimentan. Los que se aman quieren el bien recíproco en el sentido mismo del motivo porque se aman; por ejemplo, los que se aman por interés, por la utilidad que pueden sacar el uno del otro, no se aman por sus personas precisamente, sino en tanto que sacan algún bien y algún provecho de sus relaciones mutuas. Lo mismo sucede con los que sólo se aman por el placer. Si aman a personas de costumbres también ligeras, no es a causa del carácter de éstas, sino únicamente por los placeres que les proporcionan. Por consiguiente, cuando se ama por interés y por utilidad, sólo se busca en el fondo el propio bien personal. Cuando se ama por placer, sólo se busca realmente el placer mismo. En estos dos casos, no se ama aquel que se ama por lo que es realmente, sino que se le ama sólo en tanto que es útil y agradable. Estas amistades sólo son amistades indirectas y accidentales; pues no se ama porque el hombre amado tenga tales u cuales cualidades, cualesquiera que por otra parte sean ellas; sino que se le ama en un caso por el provecho que procura y por el bien que facilite, y en otro por el placer que proporciona. Las amistades de este género se rompen muy fácilmente, porque estos pretendidos amigos no subsisten largo tiempo semejantes a sí mismos. Tan pronto como tales amigos dejan de ser útiles o no presentan el aliciente del placer, se cesa al momento de amarles. Lo útil, el interés, no tiene nada de fijo , y varía [216] de un instante a otro de una manera completa. Llegando a desaparecer el motivo que les hacia amigos, la amistad desaparece en el acto con la única causa que la había formado. La amistad, entendida de esta manera, parece encontrarse principalmente en los hombres de mucha edad; la ancianidad no va en busca de lo agradable, sólo busca lo que es útil. también es este el defecto de los hombres que están en toda la fuerza de la edad y de los jóvenes, cuando sólo buscan su interés personal. Los amigos de esta clase no tienen gusto, ni poco ni mucho, en vivir habitualmente juntos. lejos de esto gustan poco el uno del otro, y no advierten la necesidad de una comunicación íntima, fuera de los momentos en que deben satisfacer recíprocamente su interés. Se complacen puramente mientras dura la esperanza de sacar alguna ventaja el uno del otro. En esta clase de relaciones es donde debe colocarse también la hospitalidad{162}. El placer parece ser el único que inspira las amistades de los jóvenes; ellos viven dominados por la pasión y sólo buscan el placer, y aun puede decirse el placer del momento. Con el tiempo, los placeres cambian y se hacen distintos. Así es que los jóvenes contraen de relámpago sus relaciones amistosas, y cesan del mismo modo en ellas. La amistad pasa con el placer a que debía su nacimiento; y el cambio de este placer es muy rápido. Los jóvenes se ven arrastrados por el amor; y el amor las más veces no se produce sino bajo el imperio de la pasión y del placer. He aquí por qué aman tan pronto y tan pronto cesan de amar, como que cambian veinte veces de gusto en un mismo día; pero no por eso dejan de querer pasar todos los días y vivir constantemente con el objeto amado; porque de este modo se produce y se comprende la amistad en la juventud. La amistad perfecta es la de los hombres virtuosos y que se parecen por su virtud; porque se desean mutuamente el bien en tanto que son buenos, y yo añado, que son buenos por sí mismos. Los que quieren el bien para sus amigos por motivos tan nobles son los amigos por excelencia. De suyo, por su propia naturaleza, y no accidentalmente es como se encuentran en tan dichosa disposición. De aquí resulta, que la amistad de estos corazones generosos subsiste todo el tiempo que son ellos [217] buenos y virtuosos; porque la virtud es una cosa sólida y durable. Cada uno de los dos amigos es bueno absolutamente en sí, y es bueno igualmente para su amigo; porque los buenos son a la vez y absolutamente buenos y útiles los unos para los otros. también se puede añadir que son mutuamente agradables, y esto se comprende sin dificultad. Si los buenos son agradables absolutamente y si lo son también los unos para con los otros, es porque los actos propios, así como los actos que se parecen a los nuestros, nos causan siempre placer, y que las acciones de los hombres virtuosos son virtuosas también o por lo menos son semejantes entre sí. Una amistad de esta clase es durable, como puede fácilmente concebirse, puesto que reúne todas las condiciones que deben encontrarse en los verdaderos amigos. Y así toda amistad se forma con la mira de alguna ventaja o con la mira del placer, sea absolutamente, sea por lo menos con relación al que ama; y además sólo se forma a condición de una cierta semejanza. Todas estas circunstancias se encuentran esencialmente en el caso que indicamos aquí: en esta amistad hay semejanza al mismo tiempo que hay todo lo demás, es decir, que de una y otra parte son absolutamente buenos y absolutamente agradables. Nada hay en el mundo más digno de ser amado que esto, y en las personas de este mérito es donde se encuentra generalmente la amistad, y la más perfecta. Es muy claro, por otra parte, que amistades tan nobles han de ser raras, porque hay pocos hombres de este carácter. Para formarse estos lazos se necesita además tiempo y hábito. El proverbio tiene razón cuando dice que no pueden conocerse mutuamente los amigos, «antes de haber consumido juntos una talega de sal.» Tampoco pueden dos aceptarse ni ser amigos antes de haberse mostrado uno y otro dignos del mutuo afecto, ni antes de haberse establecido entre ellos una recíproca confianza. Cuando dos crean amistades tan rápidas, desean indudablemente hacerse amigos; pero no lo son y no lo llegan a ser verdaderamente sino a condición de ser dignos de la amistad y de conocerse bien mutuamente. El deseo de ser amigo puede ser rápido; pero la amistad no lo es. La amistad sólo es completa cuando media el concurso del tiempo y de todas las demás circunstancias que hemos indicado; y gracias a estas relaciones llega a ser igual y semejante por ambas partes, condición que debe existir también cuando se trata de verdaderos amigos. ——— {162} Es de temer que esto sea una glosa de un comentador; pues no se comprende bien a qué viene traer aquí a cuento la hospitalidad.

http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01215.htm

Aristóteles· Moral a Nicómaco· libro octavo· I· II· III· IV· V· VI· VII
VIII· IX· X· XI· XII· XIII· XIV ]
Moral a Nicómaco · libro octavo, capítulo III

Especies de amistad

Los motivos de afección son de diferentes especies, lo repito; y por consiguiente los amores y las amistades que causan deben diferir igualmente. Así hay tres especies de amistad que responden a los tres motivos de afección; y para cada una de ellas, debe haber reciprocidad de amor, el cual no ha de quedar oculto a ninguno de los dos que le experimentan. Los que se aman quieren el bien recíproco en el sentido mismo del motivo porque se aman; por ejemplo, los que se aman por interés, por la utilidad que pueden sacar el uno del otro, no se aman por sus personas precisamente, sino en tanto que sacan algún bien y algún provecho de sus relaciones mutuas. Lo mismo sucede con los que sólo se aman por el placer. Si aman a personas de costumbres también ligeras, no es a causa del carácter de éstas, sino únicamente por los placeres que les proporcionan. Por consiguiente, cuando se ama por interés y por utilidad, sólo se busca en el fondo el propio bien personal. Cuando se ama por placer, sólo se busca realmente el placer mismo. En estos dos casos, no se ama aquel que se ama por lo que es realmente, sino que se le ama sólo en tanto que es útil y agradable. Estas amistades sólo son amistades indirectas y accidentales; pues no se ama porque el hombre amado tenga tales u cuales cualidades, cualesquiera que por otra parte sean ellas; sino que se le ama en un caso por el provecho que procura y por el bien que facilite, y en otro por el placer que proporciona.
Las amistades de este género se rompen muy fácilmente, porque estos pretendidos amigos no subsisten largo tiempo semejantes a sí mismos. Tan pronto como tales amigos dejan de ser útiles o no presentan el aliciente del placer, se cesa al momento de amarles. Lo útil, el interés, no tiene nada de fijo , y varía [216] de un instante a otro de una manera completa. Llegando a desaparecer el motivo que les hacia amigos, la amistad desaparece en el acto con la única causa que la había formado.
La amistad, entendida de esta manera, parece encontrarse principalmente en los hombres de mucha edad; la ancianidad no va en busca de lo agradable, sólo busca lo que es útil. también es este el defecto de los hombres que están en toda la fuerza de la edad y de los jóvenes, cuando sólo buscan su interés personal. Los amigos de esta clase no tienen gusto, ni poco ni mucho, en vivir habitualmente juntos. lejos de esto gustan poco el uno del otro, y no advierten la necesidad de una comunicación íntima, fuera de los momentos en que deben satisfacer recíprocamente su interés. Se complacen puramente mientras dura la esperanza de sacar alguna ventaja el uno del otro. En esta clase de relaciones es donde debe colocarse también la hospitalidad{162}. El placer parece ser el único que inspira las amistades de los jóvenes; ellos viven dominados por la pasión y sólo buscan el placer, y aun puede decirse el placer del momento. Con el tiempo, los placeres cambian y se hacen distintos. Así es que los jóvenes contraen de relámpago sus relaciones amistosas, y cesan del mismo modo en ellas. La amistad pasa con el placer a que debía su nacimiento; y el cambio de este placer es muy rápido. Los jóvenes se ven arrastrados por el amor; y el amor las más veces no se produce sino bajo el imperio de la pasión y del placer. He aquí por qué aman tan pronto y tan pronto cesan de amar, como que cambian veinte veces de gusto en un mismo día; pero no por eso dejan de querer pasar todos los días y vivir constantemente con el objeto amado; porque de este modo se produce y se comprende la amistad en la juventud.
La amistad perfecta es la de los hombres virtuosos y que se parecen por su virtud; porque se desean mutuamente el bien en tanto que son buenos, y yo añado, que son buenos por sí mismos. Los que quieren el bien para sus amigos por motivos tan nobles son los amigos por excelencia. De suyo, por su propia naturaleza, y no accidentalmente es como se encuentran en tan dichosa disposición. De aquí resulta, que la amistad de estos corazones generosos subsiste todo el tiempo que son ellos [217] buenos y virtuosos; porque la virtud es una cosa sólida y durable. Cada uno de los dos amigos es bueno absolutamente en sí, y es bueno igualmente para su amigo; porque los buenos son a la vez y absolutamente buenos y útiles los unos para los otros. también se puede añadir que son mutuamente agradables, y esto se comprende sin dificultad. Si los buenos son agradables absolutamente y si lo son también los unos para con los otros, es porque los actos propios, así como los actos que se parecen a los nuestros, nos causan siempre placer, y que las acciones de los hombres virtuosos son virtuosas también o por lo menos son semejantes entre sí. Una amistad de esta clase es durable, como puede fácilmente concebirse, puesto que reúne todas las condiciones que deben encontrarse en los verdaderos amigos. Y así toda amistad se forma con la mira de alguna ventaja o con la mira del placer, sea absolutamente, sea por lo menos con relación al que ama; y además sólo se forma a condición de una cierta semejanza. Todas estas circunstancias se encuentran esencialmente en el caso que indicamos aquí: en esta amistad hay semejanza al mismo tiempo que hay todo lo demás, es decir, que de una y otra parte son absolutamente buenos y absolutamente agradables. Nada hay en el mundo más digno de ser amado que esto, y en las personas de este mérito es donde se encuentra generalmente la amistad, y la más perfecta. Es muy claro, por otra parte, que amistades tan nobles han de ser raras, porque hay pocos hombres de este carácter. Para formarse estos lazos se necesita además tiempo y hábito. El proverbio tiene razón cuando dice que no pueden conocerse mutuamente los amigos, «antes de haber consumido juntos una talega de sal.» Tampoco pueden dos aceptarse ni ser amigos antes de haberse mostrado uno y otro dignos del mutuo afecto, ni antes de haberse establecido entre ellos una recíproca confianza. Cuando dos crean amistades tan rápidas, desean indudablemente hacerse amigos; pero no lo son y no lo llegan a ser verdaderamente sino a condición de ser dignos de la amistad y de conocerse bien mutuamente. El deseo de ser amigo puede ser rápido; pero la amistad no lo es. La amistad sólo es completa cuando media el concurso del tiempo y de todas las demás circunstancias que hemos indicado; y gracias a estas relaciones llega a ser igual y semejante por ambas partes, condición que debe existir también cuando se trata de verdaderos amigos.
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{162} Es de temer que esto sea una glosa de un comentador; pues no se comprende bien a qué viene traer aquí a cuento la hospitalidad.

Los motivos de afección son de diferentes especies, lo repito; y por consiguiente los amores y las amistades que causan deben diferir igualmente. Así hay tres especies de amistad que responden a los tres motivos de afección; y para cada una de ellas, debe haber reciprocidad de amor, el cual no ha de quedar oculto a ninguno de los dos que le experimentan. Los que se aman quieren el bien recíproco en el sentido mismo del motivo porque se aman; por ejemplo, los que se aman por interés, por la utilidad que pueden sacar el uno del otro, no se aman por sus personas precisamente, sino en tanto que sacan algún bien y algún provecho de sus relaciones mutuas. Lo mismo sucede con los que sólo se aman por el placer. Si aman a personas de costumbres también ligeras, no es a causa del carácter de éstas, sino únicamente por los placeres que les proporcionan. Por consiguiente, cuando se ama por interés y por utilidad, sólo se busca en el fondo el propio bien personal. Cuando se ama por placer, sólo se busca realmente el placer mismo. En estos dos casos, no se ama aquel que se ama por lo que es realmente, sino que se le ama sólo en tanto que es útil y agradable. Estas amistades sólo son amistades indirectas y accidentales; pues no se ama porque el hombre amado tenga tales u cuales cualidades, cualesquiera que por otra parte sean ellas; sino que se le ama en un caso por el provecho que procura y por el bien que facilite, y en otro por el placer que proporciona.
Las amistades de este género se rompen muy fácilmente, porque estos pretendidos amigos no subsisten largo tiempo semejantes a sí mismos. Tan pronto como tales amigos dejan de ser útiles o no presentan el aliciente del placer, se cesa al momento de amarles. Lo útil, el interés, no tiene nada de fijo , y varía [216] de un instante a otro de una manera completa. Llegando a desaparecer el motivo que les hacia amigos, la amistad desaparece en el acto con la única causa que la había formado.
La amistad, entendida de esta manera, parece encontrarse principalmente en los hombres de mucha edad; la ancianidad no va en busca de lo agradable, sólo busca lo que es útil. también es este el defecto de los hombres que están en toda la fuerza de la edad y de los jóvenes, cuando sólo buscan su interés personal. Los amigos de esta clase no tienen gusto, ni poco ni mucho, en vivir habitualmente juntos. lejos de esto gustan poco el uno del otro, y no advierten la necesidad de una comunicación íntima, fuera de los momentos en que deben satisfacer recíprocamente su interés. Se complacen puramente mientras dura la esperanza de sacar alguna ventaja el uno del otro. En esta clase de relaciones es donde debe colocarse también la hospitalidad{162}. El placer parece ser el único que inspira las amistades de los jóvenes; ellos viven dominados por la pasión y sólo buscan el placer, y aun puede decirse el placer del momento. Con el tiempo, los placeres cambian y se hacen distintos. Así es que los jóvenes contraen de relámpago sus relaciones amistosas, y cesan del mismo modo en ellas. La amistad pasa con el placer a que debía su nacimiento; y el cambio de este placer es muy rápido. Los jóvenes se ven arrastrados por el amor; y el amor las más veces no se produce sino bajo el imperio de la pasión y del placer. He aquí por qué aman tan pronto y tan pronto cesan de amar, como que cambian veinte veces de gusto en un mismo día; pero no por eso dejan de querer pasar todos los días y vivir constantemente con el objeto amado; porque de este modo se produce y se comprende la amistad en la juventud.
La amistad perfecta es la de los hombres virtuosos y que se parecen por su virtud; porque se desean mutuamente el bien en tanto que son buenos, y yo añado, que son buenos por sí mismos. Los que quieren el bien para sus amigos por motivos tan nobles son los amigos por excelencia. De suyo, por su propia naturaleza, y no accidentalmente es como se encuentran en tan dichosa disposición. De aquí resulta, que la amistad de estos corazones generosos subsiste todo el tiempo que son ellos [217] buenos y virtuosos; porque la virtud es una cosa sólida y durable. Cada uno de los dos amigos es bueno absolutamente en sí, y es bueno igualmente para su amigo; porque los buenos son a la vez y absolutamente buenos y útiles los unos para los otros. también se puede añadir que son mutuamente agradables, y esto se comprende sin dificultad. Si los buenos son agradables absolutamente y si lo son también los unos para con los otros, es porque los actos propios, así como los actos que se parecen a los nuestros, nos causan siempre placer, y que las acciones de los hombres virtuosos son virtuosas también o por lo menos son semejantes entre sí. Una amistad de esta clase es durable, como puede fácilmente concebirse, puesto que reúne todas las condiciones que deben encontrarse en los verdaderos amigos. Y así toda amistad se forma con la mira de alguna ventaja o con la mira del placer, sea absolutamente, sea por lo menos con relación al que ama; y además sólo se forma a condición de una cierta semejanza. Todas estas circunstancias se encuentran esencialmente en el caso que indicamos aquí: en esta amistad hay semejanza al mismo tiempo que hay todo lo demás, es decir, que de una y otra parte son absolutamente buenos y absolutamente agradables. Nada hay en el mundo más digno de ser amado que esto, y en las personas de este mérito es donde se encuentra generalmente la amistad, y la más perfecta. Es muy claro, por otra parte, que amistades tan nobles han de ser raras, porque hay pocos hombres de este carácter. Para formarse estos lazos se necesita además tiempo y hábito. El proverbio tiene razón cuando dice que no pueden conocerse mutuamente los amigos, «antes de haber consumido juntos una talega de sal.» Tampoco pueden dos aceptarse ni ser amigos antes de haberse mostrado uno y otro dignos del mutuo afecto, ni antes de haberse establecido entre ellos una recíproca confianza. Cuando dos crean amistades tan rápidas, desean indudablemente hacerse amigos; pero no lo son y no lo llegan a ser verdaderamente sino a condición de ser dignos de la amistad y de conocerse bien mutuamente. El deseo de ser amigo puede ser rápido; pero la amistad no lo es. La amistad sólo es completa cuando media el concurso del tiempo y de todas las demás circunstancias que hemos indicado; y gracias a estas relaciones llega a ser igual y semejante por ambas partes, condición que debe existir también cuando se trata de verdaderos amigos.
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{162} Es de temer que esto sea una glosa de un comentador; pues no se comprende bien a qué viene traer aquí a cuento la hospitalidad.

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