viernes, 15 de abril de 2016

El fascinante crisol musical que he descubierto desde que llegué a Colombia



El fascinante crisol musical que he descubierto desde que llegué a Colombia

  • 8 abril 2016
Goyo, cantante de ChocQuibTownImage copyrightGetty
Image captionChocQuibTown: hip hop y algo más.
Salsa, cumbia y algo de vallenato, gracias al alcance internacional de Carlos Vives.
Y Shakira y Juanes, claro.
Carlos VivesImage copyrightGetty
Image captionCarlos Vives difundió el vallenato más allá de Colombia.
La confesión lo dice todo: mi conocimiento de la diversidad musical colombiana era escaso cuando llegué al país hace poco más de un año.
Todavía soy un lego en materia de ritmos, sones y melodías de esta parte del mundo, pero mi educación musical algo ha avanzado.
Y ese crisol que se hizo sentir en mis oídos amerita un repaso, que es a la vez un agradecimiento.

A ritmo de champeta

Antes de venir había intuido todo eso con Bomba Estéreo.
Y ya aquí escuché a su banda electrónica hermana, Mitú.
En Bomba Estéreo hay elementos de la música del Caribe y de ese género bailable fascinante que es la champeta, del que me enamoré la primera vez que lo escuché, en una improvisada pista de baile en el que las rodillas de los presentes empezaron a moverse como si las articulaciones se les hubieran salido de lugar.
Hay un pronóstico que leí hace poco en una nota que el diario español El Mundo publicó sobre este género, extrañamente acusado de promover la sexualidad entre jóvenes y niños (qué se diría entonces del reggaeton y la antigua ya lambada brasileña).
Allí dice uno de sus grandes exponentes, Charles King: "Pronto viviremos un boom internacional de la champeta".
Así lo creo también, sin ser experto. Es demasiado contagiosa, demasiado divertida, demasiado festiva como para no desparramarse ya por el mundo.
Asistentes a un concierto en ColombiaImage copyrightAFP
Image captionMuchos pronostican un próximo "boom internacional" de la champeta.
Quién sabe, a lo mejor lo consiga el propio King, o Abelardo Carbonó, otro ícono del género que ha emergido en los escenarios de Bogotá con éxito rotundo.
A Carbonó le dicen el Jimi Hendrix de la champeta, pues en vivo toca su guitarra con una botella de aguardiente.
Por música de la costa también me toca mencionar a las Estrellas del Caribe, que tuve la suerte de disfrutar en las calles de Barranquilla.
Pero el regalo musical no se acaba en esos ritmos sabrosos.
El juguetón grupo Monsieur Periné, por ejemplo, fue otro de mis descubrimientos al llegar a Colombia.
Hay fusiones encantadoras, como la de Sidestepper, que combina ritmos tradicionales con bases electrónicas.
O aquellas que se atreven a jugar y proponer combinaciones inesperadas, comoSystema SolarLos Pirañas o Frente Cumbiero.
Y también lugar para el hiphop –y más– de ChocQuibTown o el rock de Revólver Plateado.
Con todo, sigo sintiéndome profundamente ignorante de la diversidad sónica colombiana.
Pero ahora tengo mucho más para disfrutar; se me abrió el apetito musical.
Nota: este es un texto personal, que no pretende ser exhaustivo ni enciclopédico. Sí un retrato de impresiones, percepciones, experiencias. También una introducción, una invitación, a descubrir la variedad musical de Colombia.

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