Bellingshausen, el descubridor de la Antártida
29 de marzo de 2016
A principios del siglo XIX el Imperio ruso se consolidó como una de las principales potencias marítimas del mundo.
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Faddéi Bellingshausen y Mijaíl Lázarev, navegantes rusos que descubrieron el continente Antártico en 1820. Fuente: Dominio público
En solo 15 años (de 1803 a 1818) los navegantes rusos llevaron a cabo siete expediciones alrededor del mundo en las que se logró realizar una multitud de descubrimientos geográficos en los océanos Índico y Pacífico.
Sin embargo, todavía quedaban por explorar enormes espacios del Pacífico, el Índico y el Atlántico más allá del círculo polar antártico. De hecho, el interés de los investigadores por este territorio se había extinguido después de que el conocido navegante inglés James Cook declarara de forma contundente que la Antártida o bien no existía, o bien era imposible llegar hasta ella.
“He recorrido todo el océano del hemisferio sur en las más altas latitudes y he descartado la posibilidad de que exista un continente que, si bien todavía podría ser descubierto, se encuentra muy cerca del polo en lugares inaccesibles para la navegación”, escribía Cook en su libro Viaje hacia el polo Sur y alrededor del mundo.
Pero los navegantes rusos no estaban de acuerdo con la opinión de Cook. En diciembre de 1818 el almirante ruso Iván Krusenstern envió al Ministerio de la Marina una carta con la propuesta de organizar una expedición al polo Sur. El ministro informó de ello al emperador Alejandro I, quien ordenó iniciar la expedición de forma inmediata. Como jefe de expedición se nombró a Faddei Bellingshausen, que ya tenía experiencia en viajes alrededor del mundo: de 1803 a 1806 había participado en un primer viaje alrededor del mundo a bordo del barco Nadiezhda comandado por el almirante Krusenstern.
Debido a la premura a la hora de preparar la expedición, para esta misión se escogieron dos barcos que no estaban preparados para navegar en océanos helados: los veleros Mirny y Vostok. Aparte de ello, el resto de la expedición se preparó de forma excelente.
Se prestó una atención especial a la hora de equipar los barcos con las mejores herramientas de navegación y astronomía. La expedición contaba también con medios de prevención de enfermedades como el escorbuto: entre las reservas de provisiones habría limones, col agria y verduras secadas y en conserva. Y para calentar a los marineros durante las horas de guardia expuestos a los fríos vientos antárticos se hizo un gran acopio de ron.
El 16 de julio de 1819, los veleros Mirny y Vostok se pusieron en camino. El objetivo de la expedición era bastante simple: llevar a cabo una exploración del territorio hasta la latitud más meridional que lograran alcanzar.
Del Reino Unido hasta la Antártida
La primera parada de la ruta de los barcos rusos fue Gran Bretaña, donde los navegantes adquirieron los mejores cronómetros y sextantes ingleses. Cabe señalar que en la flota inglesa de aquella época, muchos oficiales despreciaban el uso del cronómetro. El historiador marítimo británico Frank Debenham señala que algunos almirantes ingleses habían hecho retirar los cronómetros de sus embarcaciones. Como resultado, los cronómetros entraron a formar parte del equipamiento de los barcos rusos casi diez años antes que en la flota inglesa.
La siguiente parada de larga estancia de los veleros Vostok y Mirny fue Río de Janeiro. Los navegantes rusos señalan en sus informes la belleza de los paisajes de Sudamérica y la amabilidad de sus habitantes, aunque tratan con gran indignación el tema de la posesión de esclavos que reinaba en el continente en aquella época.
Desde las costas de Brasil, la expedición se dirigió a la isla de Georgia del Sur, donde los navegantes rusos exploraron y añadieron al mapa la parte de la isla a la que James Cook no había logrado llegar anteriormente. Más tarde, los veleros rusos volvieron a enmendar a Cook: la isla Sándwich descubierta por este último resultó ser todo un archipiélago formado por 11 islas. La mayor de ellas fue bautizada por Bellingshausen como la isla Cook.
El propio Bellingshausen fue en este sentido extraordinariamente modesto: en ninguno de sus descubrimientos aparece su nombre. Más tarde otros navegantes pusieron fin a esta injusticia y hoy en día en todos los mapas geográficos figura el mar Bellingshausen y la isla Bellingshausen.
El 27 de enero de 1820, los veleros Vostok y Mirny cruzaron el círculo polar antártico y al día siguiente llegaron a una “barrera de hielo de inusual altura que llegaba tan lejos como la vista podía alcanzar”. De este modo, el 28 de enero de 1820 la expedición de Bellingshausen descubría la Antártida. Los europeos no volvieron a visitar este lugar hasta pasados 100 años, cuando unos exploradores noruegos bautizaron esta parte de la Antártida como la costa de la Princesa Marta.
Los barcos rusos exploraron las costas de la Antártida en otras dos ocasiones (el 2 y el 17 de febrero de 1820), pero más tarde las condiciones atmosféricas empeoraron drásticamente y Bellingshausen decidió esperar en los trópicos a que pasara el invierno polar.
Los veleros rusos pasaron casi un año explorando el océano Pacífico y en enero de 1821 volvieron a las costas de la Antártida. El 22 de enero, los navegantes rusos descubrieron una nueva isla que Bellingshausen bautizó en honor al emperador ruso Pedro I. Y el 28 de enero, exactamente un año después del descubrimiento de la Antártida, el Vostok y el Mirny llegaron a un nuevo punto de la costa antártica. Un día despejado y soleado, las tripulaciones de los veleros rusos lograron vislumbrar una costa montañosa que se extendía hacia el sur más allá de lo que alcanzaba la vista. Ahora ya no quedaba ninguna duda de que la Antártida no era solamente una masa gigante de hielo, sino un verdadero continente. De este modo, en los mapas apareció por primera vez la isla Alejandro I.
Más tarde los navegantes rusos exploraron las islas Shetland del Sur, sobre las que lo único que se sabía anteriormente era que unos marineros ingleses las habían visto en 1818. Los miembros de la expedición de Bellingshausen describieron las islas con todo detalle y las añadieron al mapa.
Después de esto, los veleros Mirny y Vostok pusieron rumbo a Rusia. Durante esta expedición, los veleros rusos recorrieron casi 100.000 kilómetros, una distancia equivalente a casi dos veces y media la longitud del ecuador. Su viaje duró 751 días. Bajo el mando de Faddéi Bellingshausen, los navegantes rusos descubrieron 29 nuevas islas y el continente de la Antártida. El recuerdo de esta heroica expedición se conserva en los nombres de las estaciones científicas rusas en la Antártida: Bellingshausen, Lázarev, Vostok y Mirny.
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