sábado, 16 de julio de 2016

Francisco del Rosario Sánchez El Primer Presidente Dominicano

Francisco del Rosario Sánchez El Primer Presidente Dominicano



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16 julio, 201616_07_2016 Areito 16 julio Areíto2

Lipe Collado
(Con ocasión de haberse cumplido el 4 de julio último los 155 años de su fusilamiento)
A los 27 años –menos 10 días- de edad, Francisco del Rosario Sánchez (9-3-1817/4-7-1861), un saltapatrás, como se le denominaba al hijo de una mulata parda y un negro, asumió en la madrugada del 28 de febrero de 1844 la presidencia de la República Dominicana como primer presidente del primer gobierno dominicano.
Al otro día, el 29 bisiesto, renunció a la presidencia de la Junta Central Gubernativa para cedérsela al blanco conservador Tomás Bobadilla, a pesar de reunir todos los méritos porque dirigió, planificó y ejecutó en los días finales decisivos la conspiración patriótica de un grupo liberal mayoritariamente blanco criollo, que desembocó en la proclamación de la independencia la noche del 27 de febrero y enarboló en un manifiesto el establecimiento de un sistema democrático, la libertad de imprenta y la abolición “para siempre de la esclavitud”, igualando “los derechos civiles y políticos sin atender a las distinciones de origen y de nacimiento”.
El 9 de junio, a los tres meses y once días, Sánchez reasumió la presidencia del gobierno cuando su sector liberal dio el primer golpe de Estado dominicano, pero el 13 de julio, un mes y cuatro días después, fue derrocado por el sector conservador encabezado por el general Pedro Santana, quien sería desde el 6 de noviembre el primer presidente constitucional, y luego traidor a la patria por partida doble al propiciar la pérdida de la soberanía e independencia al anexarnos a Espana en 1861 y al ordenar el fusilamiento el 4 de julio de ese año del dos veces expresidente y patricio Sánchez, herido y apresado al poco de llegar al país por la frontera, a la cabeza de un grupo armado contrario a la anexión.
En el discurrir del tiempo, al enlistarse cronológicamente los presidentes de la República, Sánchez ha sido ignorado y/o saltado y en cambio resaltados los blancos Tomás Bobadilla y Pedro Santana, el primero falsamente como primer Presidente de la República y el segundo como el primer presidente constitucional de la República, a lo que han contribuido una legión de historiadores y de sus vecinos, los inciertos narradores e intérpretes al vuelo tenidos por el público como historiadores, porque enfocan a veces con pertinencia acontecimientos de primer orden y hechos menudos de trascendencia cultural, política, social y económica embutidos en nuestro decurso como nación.
En la galería de presidentes del Palacio Nacional aparece Bobadilla como el primer presidente dominicano en el sitial que le corresponde a Sánchez, el saltapatrás dos veces presidente y uno de los tres Padres de la Patria.
¿Bajo cuáles argumentos de interpretación histórica y de lógica política se escatima su primacía presidencial? ¿Que fue presidente efímero de una junta central gubernativa provisional preconstitucional? Entonces, ¿por qué Bobadilla, presidente de esa junta, aparece en la galería de presidentes dominicanos del Palacio Nacional y en la relación de presidentes? ¿Y por qué figuran también en aquella galería y en la lista los que han sido presidentes de las juntas gubernamentales provisionales patrióticas durante la guerra de la Restauración? ¿Por qué estos? ¿Por qué él no? ¿Por qué aquellos? ¿Por qué él no? ¿Por qué el blanco Bobadilla? ¿Por qué él no? ¿Acaso Bobadilla no lo sucedió en la Presidencia? ¿Acaso él no le sucedió luego a Bobadilla en la Presidencia?
El 9 de marzo de 2017 se cumplirán 200 años de su nacimiento, fecha propicia para hacer justicia reconociéndolo y colocándolo en el Palacio Nacional como el Primer y el tercer Presidente de la República, y haréis justicia a este destello expresivo de la presencia refleja de lo africano –como cuando se ven destellos de luz en una piedra vidriada- y quien tal vez haya sido víctima del inconsciente racial de los cronistas históricos hispanófilos, que hasta décadas pasadas inocularon una falsa interpretación de nuestros orígenes y sus protagonistas.
Solo a partir de entonces podrá descansar tranquilo en su lecho en el Altar de la Patria y los buenos ciudadanos rememorarlo en toda la justa dimensión condensada en su célebre frase, poco celebrada hoy día: “YO SOY LA BANDERA NACIONAL”, pronunciada para despejar cualquier duda al irrumpir al país por Haití para luchar contra la anexión a España.

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