viernes, 19 de agosto de 2016

Cuando los Padres Agustinos llegaron a La Vega y pensaron en la apertura de un Colegio

Cuando los Padres Agustinos llegaron a La Vega y pensaron en la apertura de un Colegio, -centro de educación únicamente para varones- existían ya en la ciudad varios centros educativos. Pero la mayoría de ellos eran colegios particulares para niñas; pero no para niños. Esto les hace reflexionar sobre la mentalidad de las familias veganas. El criterio más extendido en todo el país respecto a la educación de la juventud era el siguiente: el pueblo dominicano, teniendo como premisa la inestabilidad del matrimonio, miraba de distinta manera el porvenir de la mujer que el del hombre. Los padres de familia no se preocupaban de la suerte que correría dentro del matrimonio su hijo si era varón. En cambio, si se trataba de su hija, cambiaba completamente el panorama. A la hija había que defenderla, más aún, dotarla de defensas propias por lo que pudiera deparar la vida. A las hembras había que educarlas esmeradamente en centros donde se les enseñase buenos modales, religión, moral y buenas costumbres... para el varón no eran necesaria una preparación tan exquisita.
Teniendo en cuenta este ambiente y mentalidad, se hizo un sondeo entre las familias veganas antes de decidir con cuantos cursos convenía empezar el Colegio. También se hizo un estudio económico para no fracasar por falta de prevención. Había muchísimas inscripciones, y muchas promesas de enviar sus hijos al Colegio, y no se estaba seguro de que hubiera sinceridad.

Del estudio que se hizo hubo más peticiones para hembras que para varones, a pesar de haber dicho bien claro que el colegio era sólo para varones. No obstante este inconveniente se miró siempre adelante.
Una vez echo ese sondeo el P. Marín inició el estudio de los modelos de construcción que se iban a aplicar. También se habló de contratar a un ingeniero que se encargara de toda la obra. Todos estos planes concluyeron con la orden del P. Provincial que lo hiciera por administración propia.
El 2 de enero de 1955 fue bendecido el terreno por el obispo de La Vega, Mons. Francisco Panal, estando acompañado por el P. Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien hoy en día ostenta el título de Cardenal. El P. Pablo Marín, en carta al P. Provincial del 14 de junio de 1955, envía un informe junto a los planos de la distribución de la planta física del futuro Colegio. En su totalidad consta de tres plantas. El diseño es copia de los edificios construidos por Trujillo para la Feria de la Paz. De galerías amplias con mucha luminosidad por la entrada del sol. Las aulas son de 8 m de ancho por 7,20 de largo, copias del Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo de León. Los planos fueron examinados y aprobados por el Consejo Provincial.
El día 14 de junio de 1955, tres meses justos de estar el P. Marín en La Vega, eran taladas las primeras palmas, sobreabundantes en los terrenos que ocuparía el edificio del Colegio. El mismo P. Marín se encargaría de dirigir las obras. El edificio en su proyecto inicial mediría 116 m de largo por 12 de ancho. Serían tres cuerpos separados únicamente por una junta de expansión. Se pensó en 22 salones de clases con capacidad para unos 40 ó 45 alumnos a lo sumo, equipadas con todos los materiales necesarios, laboratorio de Física, Química y Ciencias Naturales.

El edificio como tal no se construyó por completo debido a que faltó dinero por haberse hecho mal el presupuesto y no darse cuenta de la falta de solidez del terreno. La parte terminada fue la correspondiente al ala izquierda según se entra; del ala derecha sólo quedaron los cimientos o zapata y de la parte central no fue terminada por completo. Con estas partes construidas el edificio estaba apto para iniciar las clases.
El día 1 de octubre de 1956 abrió sus puertas el Colegio Central Agustiniano. El número de solicitudes presentadas por profesores para entrar a trabajar en él fue de ciento veinte, entre ellos fueron elegidos por su experiencia en el trabajo: Luis Santana, Roselia Concepción, Haidée Ovalles, Ileana Gómez y Nancy Santiago. Los cuales trabajaban junto a los Padres Pablo Marín (Director y Secretario), Aurelio Pardo y Luis Rufino.
En cuanto a los estudiantes a pesar de que las solicitudes realizadas en su mayoría fueron para niñas, los Padres Agustinos mantuvieron su pensamiento inicial de abrirlo para varones. Los resultados fueron escasos, se abre el Colegio Central Agustiniano con treinta y dos alumnos. El primer inscripto fue Jesús Gilberto Concepción García. Siempre se sintió atraído por los aspectos científicos de los procesos; esto le llevó a alcanzar el grado de Doctor en Filosofía (Ph.D) con honores en Físico-Química relacionados con la calidad. Actualmente se dedica al área de la consultoría en los aspectos de Gestión de Calidad y Gestión Empresarial. Ha escrito más de 200 artículos sobre la gestión de calidad, la ciencia básica y aplicada y el mejoramiento de los procesos. Pertenece a más de veinte instituciones científicas, profesionales y de servicio y ha recibido varios galardones por el trabajo realizado en el área de la calidad, la gerencia y la ciencia.
Otra gran dificultad a la que tuvieron que hacer frente los Agustinos en el Colegio fue al sistema educativo. Cuando ellos llegaron al país, éste consistía básicamente en la potenciación de la memorización de contenidos. Si había que impartir educación a los alumnos, era necesario apartarse de aquella manera de hacerlo, y adoptar otra, que proporcionara resultados más efectivos. El conseguirlo, fue otra de las pendientes no fáciles de escalar, a la que tuvieron que enfrentarse. Maestros y alumnos se resistían por igual a abandonar una costumbre que había hecho mella en ellos a través de los años. Convencidos como estaban, que “aprender” era “memorizar”, no eran capaces de dar el salto hacia el “comprender”, meta fundamental de toda educación. Poco a poco, y con un tesón a toda prueba, se consiguió implantar el método cimentado en la comprensión de lo aprendido.

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