jueves, 15 de septiembre de 2016

¿Qué se sabe de la estrategia Brexit de Reino Unido

¿Qué se sabe de la estrategia Brexit de Reino Unido?

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La primera ministra británica, Theresa May , pasa al lado de banderas de la UE en Berlín, Alemania. Sean Gallup/Getty Images
La primera ministra británica, Theresa May , pasa al lado de banderas de la UE en Berlín, Alemania. Sean Gallup/Getty Images
La primera ministra británica, Theresa May, parece estar interesada en hacer concesiones en libertad de circulación con el fin de conservar el acceso al mercado único.
Ha sido un largo verano para quienes se preguntan qué es lo que el Brexit realmente va a significar en la práctica. Tras aplacarse la conmoción inicial por los nombramientos de Boris Johnson (ministro de Exteriores), David Davis (negociaciones para el Brexit) y Liam Fox (Comercio Internacional), se ha producido un inquietante silencio durante el descanso estival sobre cuál va a ser la estrategia de Reino Unido en las negociaciones que se avecinan.
Más allá del mantra de la primera ministra Theresa May de que “Brexit significa Brexit”, y al margen de un goteo de informaciones económicas que muestran que el anticipado hundimiento de la confianza de los consumidores tras el resultado a favor del Brexit no se ha llegado a producir −por ahora− y de lasespeculaciones sobre si May ha pasado parte de sus vacaciones de verano en Suiza estudiando el modelo de la Asociación Europea de Libre Comercio, ha habido bastante escasa información.
Los últimos días han dado la apariencia de ser un momento clave −un verdadero inicio de mandato−, con la visita de Theresa May a la reunión del G20 en China y el debate de la Cámara de los Comunes sobre una petición para un segundo referéndum que ha obligado al Gobierno a desvelar algo de lo que planea. Así que ¿qué sabemos que no supiéramos ya?
La pregunta del millón sobre la postura negociadora del Reino Unido ha sido si Gran Bretaña buscará la vía de un Brexit duro blando −o, en otras palabras, si dará prioridad a unos fuertes controles a la inmigración y a una reducción sustancial de la contribuciones al presupuesto de la CE por encima del acceso continuado al mercado único (especialmente en lo que respecta a servicios financieros)−.
Cualquier cesión en lo primero probablemente provocaría indignación entre los votantes del Brexit, pero lo segundo es considerado vital por el canciller del Exchequer (ministro de Economía), Philip Hammond. Encontrar un equilibrio entre estas dos exigencias en competición es lo que en la práctica constituirá el trato “especial” que Theresa May afirmó que busca antes de la cumbre del G20 en Hangzhou.
Los líderes europeos quieren seguir manteniendo una buena relación con un Reino Unido fuera de la UE. Durante el verano han manifestado en privado que este es un caso totalmente diferente a los de Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein, y que probablemente merece un trato diferente.
No obstante, en este punto parece bastante improbable que pudieran ir lo suficientemente lejos como para satisfacer los dobles deseos del Reino Unido sin provocar un reforzamiento de los partidos insurgentes y del sentimiento anti-UE en sus propios países haciendo que la salida parezca una opción atractiva. Para los líderes de la UE de los 27, su compromiso es primero con sus propios votantes nacionales y en segundo lugar con el futuro del proyecto europeo. Lograr una nueva relación positiva con Londres está bastante por debajo de estas prioridades.
Todavía es un enigma cómo podría lograr la cuadratura del círculo el gobierno de May, y es probable que continúe siéndolo durante años. Tanto las negociaciones previstas en el Artículo 50, como el acuerdo comercial británico con el resto de la UE y, después, los acuerdos bilaterales con otros Estados miembros sobre los derechos recíprocos de sus ciudadanos están todavía pendientes de ultimar, pero los líderes políticos del Reino Unido y otros países dejaron caer ayer algunas pistas.
May parece buscar un punto de encuentro sobre la libertad de circulación. Al descartar un sistema de puntos al estilo de Australia por considerar que sería inaplicable en el Reino Unido, se ha negado a descartar algún tipo de trato preferente para los ciudadanos de la UE en la futura política migratoria británica. Es posible que la idea de intentar negociar la libertad para ir al Reino Unido a desempeñar un trabajo ya garantizado (a diferencia del derecho a ir para buscar trabajo allí) esté sobre la mesa para ella. Si se lograra, es probable que tuviera un efecto reciproco sobre los derechos de los ciudadanos del Reino Unido en otros Estados miembros.
Existe una clara presión sobre Theresa May por parte de sus colegas en el Parlamento para que encuentre alguna manera de quedarse en el mercado único. Además de las declaraciones a favor de conservar acceso a partes clave del mercado único escuchadas en un reciente debate, Nicola Sturgeon y los políticos del Partido Nacional Escocés (SNP) respondieron rápidamente afirmando que mantenían con firmeza la postura de que esto era lo mejor para los intereses de Escocia y estaban dispuestos a trabajar con el resto de partidos para asegurarse de que se logra.
La visión de David Davis de un Reino Unido con “enormes y emocionantes oportunidades” cayendo a sus pies como resultado de la decisión de dejar el club europeo va a ser difícil que se convierta en realidad. Antes de la cumbre del G20, el Gobierno japonés emitió un informe que reflejaba serias preocupaciones por las incertidumbres globales creadas por la decisión británica de abandonar la UE. El presidente Barack Obama también reiteró su postura previa al referéndum de que el Brexit era la decisión equivocada y un acuerdo comercial entre Reino Unido y Estados Unidos no estaría entre las prioridades inmediatas de Washington.
A pesar de que el objeto oficial del debate en la Cámara de los Comunes fuera la petición para celebrar un segundo referéndum sobre la UE, que ha reunido más de 4 millones de firmas, parece bastante improbable que el Gobierno se comprometa a que el Parlamento o el pueblo británico vayan a votar una vez más. Esto parece aplicarse tanto a la propia decisión del Brexit, como al proceso del Artículo 50 (como han defendido las manifestaciones de March for Europe durante el fin de semana) e incluso al acuerdo para la salida que el Reino Unido finalmente cierre con sus colegas europeos. Diversos diputados de todo el espectro político defendieron esto último en el debate de ayer, pero la única concesión de David Davis fue comprometerse a mantener al Parlamento “informado con regularidad, al día e implicado” en el proceso.
Tras el debate en el Parlamento, David Davis ha sufrido las críticas del Partido Laborista británico que le acusa de “más clichés vacíos”. Los pocos fragmentos de información esbozados anteriormente ponen de manifiesto, en primer lugar, lo poco que sabemos sobre cómo va desarrollarse el proceso del Brexit y, en segundo lugar, lo largo y tortuoso que va a ser todo este asunto.
Esto es frustrante para los observadores y los analistas políticos, pero la incertidumbre tiene ramificaciones más preocupantes para el propio proceso del Brexit. La exasperación de los líderes de la UE ante la aparente indecisión y falta de preparación del Gobierno británico va en aumento. Y, en última instancia, podría minar su inicial predisposición para cerrar un acuerdo en línea con los intereses del Reino Unido.

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