jueves, 13 de abril de 2017

El Origen del Condado de Castilla

El Origen del Condado de Castilla

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El proceso de la Repoblación dentro de la Historia Medieval de España es de gran importancia; sobre todo el periodo que comprenden los siglos VIII-XI , será cuando aparezcan los reinos medievales que conformaran la historia medieval y la actual configuración administrativa y política de España y Portugal.
Uno de los reinos que se originan es el de Castilla, el cual nos vamos a centrar. La región donde surge el Condado de Castilla se sitúa entre la Cordillera Cantábrica y la Meseta Interior. Es una zona caracterizada por desfiladeros y alturas fácilmente defendibles, conformando un área de fácil defensa ante las acometidas musulmanas desde el valle del Ebro.
Fue una zona con poblamiento prerromano diverso y en la que existía un limes defensivo de épocas tardorromana y visigoda, que defendía el flanco norte de incursiones de cántabros y vascones, más tarde también de aquitanos y francos.
Se convierte esta zona en la frontera oriental del reino asturiano y se puebla de fortalezas y castillos. El nombre de Castilla, en una forma arcaica Kashtelah, aparece en documentos musulmanes redactados por cronistas de los siglos IX y X, por lo que podría suponerse existente ya a finales del siglo VIII, si bien las diversas actualizaciones de los crónicas citadas desde su redacción original hasta el siglo X aconseja no tomar esta tesis como definitiva. En la crónica del rey Alfonso III, se cuenta cómo los musulmanes fueron expulsados de dicha zona por las huestes del rey asturiano Fruela I (757-768), cuyo reino se extendía hacia Cantabria y Galicia.
En la primavera de 791 un ejército musulmán atacó la zona oriental del reino de Asturias, territorios que las crónicas musulmanas identifican como Álava y al-Qila (los castillos), y desde este momento los historiadores cordobeses denominaran a dicho territorio con ese topónimo.
Las crónicas cristianas, la Albendesene, hacia 881, usan siempre el término  Castella. En la crónica de Alfonso III, redactada hacia el 883, se recoge el termino para referirse a esta zona como “Bardulies… que ahora se llama Castella”. Este término, “Vardulia”, es con el cual denominaban a Castilla hasta el siglo VIII, topónimo referente a la tribu celtíbera, los várdulos, que habitaban la región tras el periodo de romanización, aunque Bardulia ha designado diferentes espacios.
La primigenia Castilla, la antigua Vardulia, será reconocida durante la expansión del condado, cuando comience la repoblación de las tierras del Duero, como Castella Vetula, Castilla la Vieja. Para ello el rey Ordoño delegó el gobierno de dos territorios fronterizos a notables de confianza, según algunos historiadores vinculados a su familia.
Los Anales Castellanos Primeros  hablan de un personaje llamado Rodrigo que ostentaba el cargo de conde de Castilla en torno al año 860. Dicho conde Rodrigo también aparece en las crónicas musulmanas como líder de los ejércitos que se oponen a las incursiones en los territorios de Castilla y Álava nos hace suponer que aquella era la zona abarcada por su autoridad.
El conde Rodrigo recibió el encargo de organizar la repoblación de la zona de Amaya, la antigua capital del ducado de Cantabria, por el rey Ordoño. Según los Anales Castellanos, durante el año 860 Rodrigo repobló dicha ciudad y dirigió, también por orden de Ordoño, una incursión en territorio musulmán en la zona del río Jarama (Talamanca). Acabó en victoria.
El señorío del conde Rodrigo protegía la entrada de aceifas musulmanas y estaba flanqueada por fortalezas. La repoblación de Amaya adelanto la línea de fortalezas hacia las comarcas de Páramos, la Bureba y Oca, con Úrbel del Castillo, Castil de Peones, Moradillo de Sedano, Oca y Crezo del Río Tirón.
Poco después acontecerá la Batalla de Morcuera, cuyo objetivo para las tropas musulmanas era la tierra del condado alavés, y el desfiladero donde aconteció ha sido identificado por diferentes autores como el paso de Pancorbo o como la Hoz de Morcuera, el valle donde nace el río Ega, afluente del Ebro. En esta batalla las tropas cristianas serán derrotadas, pero no supuso grandes consecuencias para el reino asturiano. Las aceifas sarracenas continuaron  pero sin obtener resultados de interés.
Al morir el rey Ordoño I en el 866, debía sucederle su hijo Alfonso; pero el conde gallego Fruela Bermúdez se opuso arrebatándole el trono. El joven Alfonso se refugió en Castilla, donde lo acogió el conde Rodrigo. Al recuperar el trono Alfonso uno de los hombres que le escoltaron y formo parte de su corte fue el conde Rodrigo.
Durante este tiempo las incursiones musulmanas se repitieron, afectaron al valle de Mena y Álava, a las que enfrento don Rodrigo. Surgirá una rebelión contra el rey por parte del conde alavés llamado Eylo o Egylon, en el 867, la cual sofocará el conde Rodrigo. A partir de ese momento ostentó los títulos de conde de Castilla y de Álava.
El territorio castellano se refuerza, creándose una línea fronteriza en la zona del valle del Ebro ocupando Pancorbo y Cerezo del Río Tirón y quedando Cellórigo y Buradón dependientes del vecino condado alavés. En el año 873 muere el conde Rodrigo, sucediéndole su hijo Diego rodríguez. Será el primer momento en que el título de conde de Castilla es hereditario.
Al  igual que su padre hará frente a las aceifas musulmanas, ampliara la línea defensiva hacia el sur del condado, afianzara la frontera en el valle del Ebro y restaura la antigua sede episcopal de Oca. La Cronica Najerense data la muerte del conde Diego en el año 885 utilizando el término interfectus, que indica que murió de forma violenta, quizás asesinado o ejecutado en un lugar llamado Cornuta (Cornudilla, Burgos). Al respecto hay diversas hipótesis, que cayera en una emboscada musulmana o que fuera ejecutado por apoyar una rebelión contra Alfonso III, todo queda en especulaciones.
Cuando muere Diego Rodríguez no aparece la existencia de conde alguno en la zona durante varios años, al menos en la documentación no se cita. Este territorio está bajo la autoridad del rey Alfonso III, que gobernaría apoyado por delegados. Los conflictos internos en el emirato cordobés provocaron una pausa en las periódicas aceifas contra el reino asturiano.
Munio Núñez aparece en las crónicas del año 882 como defensor de la fortificaciones de Castrogeriz. Siete años más tarde ya es citado como conde de Castilla. En este momento aparece la época un nuevo condado, el de Burgos, lo que supone una división del territorio castellano, cuyo gobierno se encarga a Gonzalo Fernández. El conde de Castilla sería responsable de una zona comprendida entre Brañosera, al norte y el río Esgueva, al sur. El condado de don Rodrigo acabará dividiéndose en varios condados de menor entidad hacia el 897, ya que en dicha fecha aparece un documento donde se nombra a Gonzalo Téllez como conde de Lantarón, territorio que abarcaría las estribaciones de la sierra de la Demanda hasta el río Nervión, siendo sus fortalezas más destacas Lantarón, Pancorbo y Cerezo del Río Tirón, zona fronteriza con los Banu Qasi.
En el año 910 muere Alfonso III, repartía su reino de Asturias entre sus hijos: García I obtuvo León, Álava y Castilla; Ordoño II recibió Galicia, y Fruela II Asturias. En este momento surgen crisis sucesorias en lo que pasará como consecuencia  a denominarse el reino de Asturias como reino de León. En estas crisis sucesorias la identidad de los condes que gobernaron los distintos territorios en que se fragmento Castilla  ofrecen ciertos problemas historiográficos.
El afianzamiento de Ramiro II de León en el trono es paralelo a la aparición de un único conde de Castilla y Álava, FERNÁN GONZÁLEZ. Las primeras noticias que tenemos de él es en un documento diplomático del año 932 conservado en el monasterio de San Pedro de Cardeña, el cual dice: “ Reinando el rey Ramiro en Oviedo y el conde Fernán González en Castilla”. Es el comienzo de la leyenda.

Vía|Martínez Canales, F. : “Fernán González. El condado de Castilla en la reconquista de la frontera del Duero.” Ed. Alamena, 2015. VV.AA: “Historia de Castilla y León. El nacimiento de León y Castilla (siglos VIII-X) vol. 3”. Ed. Ámbito, 1986.

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