domingo, 30 de abril de 2017

Los indios yanomamis y su ritual sagrado: comer las cenizas de sus muertos

Los indios yanomamis y su ritual sagrado: comer las cenizas de sus muertos




Estos indios forman la comunidad indígena seguramente más aislada de América del Sur. Se cree que emigraron hace unos 15.000 años a través del Estrecho de Bering y poco a poco fueron bajando hasta Sudamérica.  Yanomami significa hombre, especie o gente y quien no es yanomami es nape, o lo que es lo mismo, extraño o gente peligrosa.
Viven en las montañas y selvas del Norte de Brasil y Sur de Venezuela en aldeas llamadas "shabono", construidas en forma circular y que no albergan más de 40 ó 50 personas. Las viviendas tienen forma cónica y conviven en comunidad formada por grupos de familias. Estos grupos comparten entre sí los productos que obtienen de la cosecha, de la caza o de la pesca, y suelen reunirse alrededor de la hoguera en el centro de la aldea, momento en el que aprovechan para comer, conversar, fabricar su utillaje, comentar sus historias, mitos y leyendas, y transmitir a los niños sus tradiciones ancestrales.


Vivienda de forma cónica


 Debido al clima, su forma de vestir es muy sencilla, basada más en fines ornamentales que de protección. De este modo, los hombres no suelen llevar más que unas cuantas cuerdas de algodón en muñecas, tobillos y cintura con el prepucio sujeto a una de las cuerdas de esta última. Las mujeres se pintan el cuerpo de muchos colores, si bien predominan el rojo y el negro, se ponen collares, pendientes y plumas en la cabeza o atadas a sus brazos.

Mujeres yanomami

 Son nómadas, y su continuo desplazamiento se debe al corto periodo de productividad de sus cultivos, que suele durar dos o tres años.  En sus huertos producen plátano, ñame, batata y malanga, aunque también recolectan productos silvestres y comen ranas. Durante todo el año practican la caza, utilizando el arco y la flecha, que impregnan de un veneno llamado "curare" obtenido de plantas que paraliza al animal cazado sin alterar sin embargo su consciencia ni su sensibilidad.. También, aunque en menor medida, practican la pesca, y para pescar utilizan igualmente  la flecha y el "timbó", que es una especie de planta que sacuden en el agua para "atontar" a los peces.

Hombres con el arco y la lanza
Los yanomami han vivido sin apenas contacto con la vida moderna, lo que les ha permitido conservar muchas de sus antiguas costumbres. Una de las más curiosas y a la vez primitivas es la práctica del canibalismo endogámico como ritual sagrado. Su tradición religiosa les impide conservar cualquier parte del cuerpo de sus muertos, por ello cuando un individuo muere es quemado o incinerado. Posteriormente los huesos se trituran y se "juntan" con las cenizas, y la mezcla es distribuida e ingerida entre los miembros de la familia para finalmente romper el recipiente que la contenía. Durante la celebración del ritual funerario, las mujeres lloran, mientras los hombres, parientes y amigos del fallecido se colocan en círculo y toman una sopa de plátano que se ha mezclado con las cenizas. El origen de esta tradición radica en que creen que en los huesos está la energía vital de la persona fallecida y que al ingerir sus cenizas la reintegran al grupo familiar.
En sus rituales curativos, los chamanes consumen una planta llamada virola que es una sustancia alucinógena que "les permite" comunicarse con los espíritus, se hace en pequeñas cantidades , en polvo, y se introduce en las fosas nasales con un palo hueco y se sopla.


Varones en pleno ritual

El principal problema de esta etnia son los buscadores de oro independientes, conocidos como garimpeiros. A mediados de la década de los 70 comenzaron a entrar en su territorio, llegando incluso a establecerse y matar a miembros de la tribu, utilizando además técnicas mineras que causaban un evidente deterioro medioambiental. En el año 1990 fueron más de 40.000 los garimpeiros que penetraron en territorio yanomami, lo que sirvió para dar el empuje definitivo a  una campaña de Survival  International iniciada a principios de los años 70 y que culminó en 1992 cuando el presidente brasileño Color de Mello aceptó la inauguración del Parque Yanomami. A pesar de ello, los gobiernos brasileño y venezolano no desarrollan programas adecuados para evitar las incursiones en sus territorios, prueba de ello es que hay documentadas matanzas en los años 1993 (masacre Haximu) y 2012. Además de este tipo de matanzas, los buscadores de oro llevan consigo enfermedades no habituales en la zona, lo que expone a un evidente peligro a los aproximadamente 35.000 individuos que actualmente constituyen esta etnia. Incluso entre los propios yanomami hay grupos de individuos que deciden vivir totalmente aislados como medida de protección, son los conocidos por ellos mismos como "moxateteus" y que empezaron a surgir en las zonas con mayor incidencia o concentración de buscadores de oro ilegales.

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