lunes, 8 de mayo de 2017

La Liga de Obreros y Artesanos: La Primera Agrupación Socialista de la República Dominicana

La Liga de Obreros y Artesanos: La Primera Agrupación Socialista de la República Dominicana

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Las ideas socialistas y su incidencia en los obreros fueron palpables en los países más industrializados; en nuestro país fue necesario esperar el inicio del capitalismo al finalizar el siglo xix.

Las ideas socialistas y su incidencia en la clase obrera europea irrumpieron en el debate político-ideológico a mediado del siglo XIX, especialmente a partir de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista (1848), preparado por Carlos Marx y Federico Engels. En América su presencia fue palpable en los países más industrializados, mientras que en la República Dominicana fue necesario esperar el inicio de la transformación de las relaciones precapitalista en relaciones que apuntaban al capitalismo industrial, fundamentadas en una incipiente economía que descansaba principalmente en la producción de azúcar de caña y en talleres de manufacturas.

Estos cambios en la economía y por tanto en la tecnología, abrieron un importante espacio a la llegada de capitales, culturas productivas y en especial a la inmigración de braceros y técnicos provenientes de las islas del Caribe, tanto de Cuba y Puerto Rico como de las Antillas que estaban bajo el control de Inglaterra. Los dominicanos somos deudores de los inmigrantes, tanto de prácticas como de ideas políticas y administrativas que se pusieron en boga desde finales del siglo XIX.

Los vocablos "socialista", "comunista" y "anarquista" guardan relación, en ciertas formas, con la presencia de esos inmigrantes. Pero además, estos, y en especial las ideas socialistas, comenzaron a popularizarse en la medida que regresaban algunas de las personas que habían visitado Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, como fueron los casos de Manuel Rodríguez Objio y Gregorio Luperón.

Si bien los cambios en las relaciones de producción nos se producían a la velocidad ni con la lógica de los países capitalistas industrializados, tenemos que aceptar como válido la aparición de un sector obrero y artesanal urbano vinculado a los nuevos renglones productivos. Posiblemente algunas prácticas de esas economías, como por ejemplo las huelgas, se hicieron comunes a partir del ingreso a la producción de cientos de campesinos convertidos en trabajadores y los inmigrantes de la industria azucarera que recién comenzaba en los años setenta. En el libro que Rodríguez Objío escribió sobre Gregorio Luperón y la Guerra de la Restauración aparece antes de 1871 el vocablo socialista, mientras que el héroe de la Restauración, a mediado de los años ochenta del siglo XIX, acusó al periodista y político Eugenio Deschamps y a sus relacionados, de ser socialistas y enemigos de la propiedad privada. [1]

El 11de enero de 1885 Gregorio Luperón hizo publicar una carta en el periódico El Eco del Pueblo, en la que refiriéndose a Eugenio Deschamps y sus seguidores, dice: "hoy los socialistas y los visionarios pululan en toda la República, predicando en sus hojas doctrinas desmoralizadoras y la guerra social, que es la mayor calamidad de los pueblos...". A esta acusación Deschamps contestó con un largo artículo en el periódico que dirigía, preguntándose entre otras cosas, "¿Qué es el socialismo?": "Para darnos contestación a esa pregunta, hemos tenido que recorrer a los diccionarios; nosotros ignorábamos su significación.." [2]

También en su libro Notas Autobiográficas, el General Luperón inserta su opinión expresada anteriormente, de que Santo Domingo era "un país sin trabajo industrial, activo y relativo, que corresponda a todas las necesidades de los pueblos más avanzados, no tiene civilización ni libertad, ni seguridad de vida, ni de propiedad, sino comunismo, anarquía y tiranía en todas sus cosas políticas, sociales y comerciales"

Como hemos visto, los cambios en las estructuras económicas también traían nuevas ideas y actores en la política dominicana. Uno de los primeros en estudiar el surgimiento del proletariado dominicano lo fue Juan Isidro Jimenes Grullón, quien en su obra Sociología política aportó interesantes informaciones relativas a la aparición de la clase obrera y las primeras organizaciones de tendencia socialista, aclarando que fue a raíz del fin de la dictadura de Lilís en 1899, que los obreros urbanos comenzaran a desarrollar su interés de clases, y cita como ejemplo la aparición de la Liga de Obreros y Artesanos en 1900 y su llamado a establecer el socialismo en la República Dominicana. Recordemos que ya Luperón apuntó sobre la proliferación de hojas de esa tendencia, y que posiblemente los lideres de ese movimiento habían leído el Manifiesto del Partido Comunista; pero el que con más profundidad a estudiado el surgimiento de las ideas socialistas y la clase obrera dominicana lo ha sido el historiador Roberto Cassá, quien al referirse a estos aspectos, en su libro Movimiento Obrero y lucha socialista en la República Dominicana, explica el proceso histórico que llevó al surgimiento de la clase trabajadora urbana en los años 80 y a finales del siglo XIX, así como la aparición de las primeras organizaciones socialistas vinculados a ella, aportando las causas y los procesos económicos que facilitaron el avance del movimiento obrero en el país, desde el último cuarto del siglo XIX y hasta la muerte del dictador Rafael Leonidas Trujillo.

Ambos, tanto Juan Isidro Jimenes Grullón y Roberto Cassá, hacen referencia al comienzo del capitalismo industrial, el desarrollo de la clase obrera dominicana, la presencia de un importante contingente de trabajadores inmigrantes, principalmente de las Antillas, y la aparición de la Liga de Obrero y Artesanos, organización fundada en noviembre de 1899 en un "mitin celebrado en el patio del colegio San Luis Gonzaga" y un mes después, en una manifestación del 31 de diciembre de 1899, se proclamó el "objetivo de la redención del obrero" y se puso a circular, al día siguiente (1 de enero de 1900), una proclama en la que los integrantes de la primera organización de carácter socialista de la República Dominicana reclamaba la unidad y lucha contra el capitalismo y a favor del socialismo [3].
En ese documento [4] aparecen los objetivos que sustenta la organización, así como el listado de los que, perteneciendo a gremios (como son los casos de José Dolores Alfonseca, Matilde Miñoso la única mujer que firma la proclama, Tulio Cestero y José Ferrer), apoyaban las ideas contenidas en el mismo: 1) La unidad y llamado a participar en las luchas de clases, 2) Los efectos negativos del sistema capitalista sobre la clase obrera, 3) El proletariado es todavía un instrumento de la burguesía, 4) El obrero está fatigado y limitado, impedido de adquirir la educación necesaria, 5) La explotación del hombre por el hombre a través del salario, 6) Las sociedades de hoy sólo tienen clases de explotados y explotadores, 7). El obrero para su emancipación no puede esperar apoyo ni del Estado ni de la sociedad, 8) Apoya la protesta contra la infame burguesía, 9) Deja establecido en su llamado, la existencia de los trabajadores dominicanos y los trabajadores inmigrantes, y 10) Plantea como alternativa, un plan de actividades para garantizar el mejoramiento gradual y relativo de la clase obrera, democratizando los medios de producción hasta llegar en el mañana a una base socialista.

Si bien es cierto que tanto los dos historiadores citados anteriormente hacen referencia a ese documento del 1ro. de enero de 1900, creemos pertinente publicarlo de manera completa como un aporte para las nuevas generaciones de estudiosos de las ideas políticas de la República Dominicana.

A continuación presentamos el manifiesto de la Liga de Obreros y Artesanos, puesto a circular en Santo Domingo, capital de la República Dominicana el 1 de enero de 1900:

"Llamamiento que hace el "Centro Propagador" de la Liga de Obreros y Artesanos a la clase obrera de la República".

Obreros y Artesanos:

Es tiempo ya de renunciar a los nefandos perjuicios de la tradición y a la criminal indiferencia cívica en que vivimos; ha llegado ya el momento de unirnos en legión de convencidos y tomar con abnegación de mártires y resolución de salvadores la indispensable parte defensiva que nos toca en la formidable aunque sorda lucha de clases que tanto nos abate y tanto obstaculiza la emancipación humana!

El sistema de producción económico actual, el acaparamiento individual y fortuito de las fuentes de producción y la industria mayor que originan millares de jornaleros, degradan y aniquilan al obrero en vez de emanciparlo; y en vez de moralizar las instituciones falaxinente llamadas democráticas, vician perniciosamente con repugnantes convencionalismos la educación de nuestras generaciones desgraciadas.

El proletariado ha sido y es todavía un instrumento que manejan los protegidos de la suerte para acumular riquezas y conseguir capital; el jornalero es una maquina viviente comprada al más bajo precio para producir fabulosas riquezas: el obrero un desheredado de la tierra, un infortunado de la instrucción, un degradado social, un sustituto miserable del siervo y del esclavo de ayer….

Es un desgraciado a quien obliga la infame coordinación social imperante a cambiar el capital precioso de su actividad y de su vida, por las migajas de pan que le racione el potentado burgués.

El preeminente influjo que en el desarrollo de la perfectibilidad humana tenemos los obreros y artesanos resulta inexplicable ante los espíritus mediocres que son los más, y muy por el contrario se nos conceptúa por mero capricho de los demócratas demofobos, como a seres de inferioridad social y moral, incapaces de asimilar doctrinas refractarias a la educación y a la instrucción y rehacios hasta para la libertad misma.

Todo, en el actual mecanismo de las sociedades contemporáneas, se urde sentenciosamente contra los obreros, contra nosotros.

Para nosotros, las fatigas, los perennes martirios, la obscuridad intelectual, el desprecio de la Sociedad, el látigo de los políticos y los infortunios del Estado.

Por un cúmulo de deberes que se nos exige, como impuestos morales, sólo nos garantiza la Sociedad, como al antiguo esclavo un día de libertad, un solo y único derecho de vida, el Salario, ese estupendo sarcasmo que la explotación del hombre por el hombre lanza a la faz de la civilización como anatema fulminante contra la democracia criminal.

Toda esa democracia, todo ese régimen político y toda esa libertad mentira, que ostenta la humanidad ciega, es únicamente el bello ropaje de un feudalismo nuevo y de una barbarie moderna estremecida sobriamente cuando de la regeneración de los obreros se trate.

Y puesto que el corazón y la inteligencia está aún al servicio del capital; puesto que hablar de la redención del obrero es locura cuando no crimen; puesto que los liberales de hoy sostienen clases explotadas y explotantes; clases oprimidas y dominantes, capitalistas y jornaleros; puesto que nuestra organización moral exige a un hombre que le regale su salud, su vida y el porvenir de su familia a otro hombre que debe gozar mucho y trabajar poco; puesto que unos deben vegetar y gemir en la miseria, y otros ostentar lujo y malgastar alimentos, justo es que la iniciativa individual arme al obrero y clave la bandera roja del radicalismo honrado imponiendo con la energía de una discreción infalible el ideal económico por encima de todos los ideales políticos.

El obrero y sólo el obrero es el llamado a este combate, pues nada, absolutamente nada harán por su redención ni el Estado, ni la sociedad, ni nadie!

Y es por eso que hoy alzamos nuestra voz de redención, nuestro juramento de concordia obrera y nuestra protesta contra la infame burguesía que nos oprime; y es por esto por qué paseamos por toda la República nuestro redentor saludo, y nuestra desinteresada demanda de apoyo y de ayuda.

¡Obreros y artesanos de toda la República, nacionales y extranjeros! Arriba! Hacia el triunfo de la igualdad; hacia la fraternidad social! Hacia el triunfo del obrero! Unámonos y hagamos de nuestros dolores y de nuestra desesperación un solo dolor y una sola protesta.

Unámonos todos y en todo el territorio bajo una sola promesa, bajo el solemne JURAMENTO DE REDIMIR EL OBRERO.

¡Que nuestra única política sea la sustentación de nuestro ideal económico, y nuestra única ambición, el mejoramiento colectivo del obrero!...

Dediquemos nuestra poderosa actividad al MEJORAMIENTO GRADUAL Y RELATIVO DE LA CLASE OBRERA, DEMOCRATIZANDO LOS MEDIOS DE PRODUCCION, HASTA LLEGAR EN EL MAÑANA A UNA BASE SOCIALISTA.

¡Nuestra misión como entidad social, en las luchas de la sociedad, será el enérgico combate de las tradiciones y de las convenciones de la BURGUESÍA dominante.

A combatir ese enemigo común nos entregaremos, y SOLO NOS DISTRAERÁN LAS CATASTROFES POLÍTICAS DE LA SOCIEDAD PARA PROVECHO Y SUSTENTACION DE NUESTRO IDEAL ECONÓMICO.

Obreros y Artesanos:
Unión y solo unión necesitamos para el triunfo: en la unión nos moralizaremos, nos instruiremos y nos educaremos mal que le pese a ese elemento diligente cuellierguido que nos desprecia en el triunfo y nos implora en las crisis…

Moralizados y realmente unidos los obreros y artesanos, los de aquí, los de allá y los de más allá, levantaremos el mundo, suprimiremos fronteras y emanciparemos la humanidad!

A la obra pues obreros y artesanos! A fraternizar nuestros deseos en una aspiración común! Que el mañana nos sonríe y que a la solidaridad interfederal de las Ligas obreras provinciales o comunales, suceda, una advenimiento de altruismo social de salvación económica y de redención obrera!...

Por ella y para ella Obreros y Artesanos arriba! Siempre arriba!

Santo Domingo, Enero 1 de 1900.

El Centro Propagador:
Manuel M. Velez, J. D. Alfonseca hijo, G. G. Concha, J. R. Vicioso Reyes,Teodoro Martínez, Miguel Veloz Eugenio M. Llaverías, Clemente Jones, Adolfo C. Obregón, Alejandro Lendesbol, Rafael Amiama, José A. Saldaña, Marcelino Guerrero, Adan Reyes, Martín Tejeda, Ernesto Burgo, Florencio Santiago, Eliseo Mirabel, Manuel M. Mirabent, Polidor Bos Henríquez, Pedro Costo, Ángel Perdomo.

Adeptos:

Carpinteros:
Luis Hernández, Emiliano Domínguez, Gabriel Salazar, Bobo Salazar, Félix A. Vidal, J. B. Núñez, José Velásquez, Pepe Salazar, José Paulino, Enrique Yanse, Adolfo Victoria, Juan de la C. Suazo, J. A. Morín, José del R. Morales, Pedro L. Bernal, José Binete, Enrique Pérez, Enrique Segura, Miguel A. Ballista, J. Elías Salazar, José Gros, Gabino Bay, Ramón Suncal, Eligio Letter, José Valverde, Santiago Hermon, José Brito, Manuel J. Báez, Tomás Antonio Hernández, Félix Lora, Rafael Ramírez, Miguel A. Castro, Miguel Celado, Miguel Espinal, Alfonso Curiel, Anastasio Cruzado, Jesús Ma. González, Juan Taverte, J. E. Marcano, Geo E. Hizgino, Antonio González, Carlos Ma. Troncoso, Francisco Cerón, Bernardo Vidal, Felipe Obando, Guillermo Bit, Francisco Nicolás Jaques, Félix Ma. Frías, Pedro B. Frank, Ceferino Guerrero, José G. Miert, Andrés Martínez Villegas, Eugenio A. Ladrillé, José Majica, José F. Pichardo, Agustín Reyes, Juan González, Matilde Miñoso, Máximo Simonó, Pablo Quezada, Clemente Yones, Rafael Sepúlveda, Juan Victorino, G. Varona, Félix Medrano, Eliseo Mirabel, Edmon D. Precopp, Carlos Pina, R. Sepúlveda, Justiniano Heredia, Eugenio Bernal, José Victoriano Biña, Siriaco Mariño, Alfonso Rion, Juan de Dios, Gastón Juan Pedro, Eugenio M. Llaverías.

Albañiles:
Armando Mena, Marcos de Castro, Alejandro Mañón, Santiago González, Eduardo Mena, Manuel Franco, R. Iñigue, José Ramírez, Joaquín Silva, Manuel Miniel, Julián Berlis, Sebastián Llepes, Juan Veloz, Iginio Ariza, Julián Berlis hijo, Andrés T. Domínguez, Jaime Yepe hijo, Teodoro Henríquez, Francisco Henríquez, José Maria Henríquez, José Rodríguez, Idelfonso Iñiguez, Francisco Jirón, Carlos M. Cavelón, Pedro de Castro, Olegario Veloz, Manuel la Puente, Pedro Laucer, Higinio Veloz, Salvador Otero padre, Sebrenio Brito, Manuel Fajardo, Nicolás Martínez, Pedro Oluencia.

Zapateros:
Luís Penson, Benigno Núñez, Cristóbal Pulido, enrique Apolito, Abelardo Lamutt, Angel Gatón, Teodoro Gorge, Ramón Penson, Felipe Contrera, Manuel Valentin, Pancho Apolito, Marcelino Henríquez, José Gatón Hernández, Pedro Bastardo, Juan Fco. Pereyra hijo, Oscar Ortiz, Alejandro Lustrino, Lorenzo González, Rafael Velásquez, Pedro Acosta, José Pérez, Bienvenido Rojas, Ramón Puezan, Eleuterio Meléndez, Gregorio Brito, José Ma. Castillo, Rogelio Bacó, Pablo Acevedo, Jesús Sánchez, Henry A. Neuman, Narciso Bueno, José Magdaleno, Pedro Julio Padilla, Juan de la C. Cro, Manuel Elpidio Pérez, Carlos M. Landerborg, Virgilio Urives, Eduardo Hilario, Gregorio García, Manuel de los Santos, Rafael A. Concha, Tomas Bruni, Enrique Villalón, José Deduto, L. M. Caminero, Luís Cepeda, Manuel Antonio Burgo, Federico Ramos, Emeterio Torre, Santiago P. Barina, Leon, N. Vaugieken, Alejandro Fanduiz, Gustavo G. Cocha, Julio de Peña, R. López, Teodor Sani, Francisco Janecson, José Rodríguez hijo, Antonio Torres, Jesús M. Guerrero, Marcelino Barrera, Liborio Rivera, Gerardo Piter, Pedro Yepes, R. A. Sepúlveda, Juan de los Reyes, Igenio Robarcao, Felipe Aguiar, Manuel Salazar, Alberto Güilamo, Tomás Mercedes, Francisco R. López, Pancho Senclo, Telesforo González, Manuel Sención, Juan M. Ballester, Marcos Gatón, Juan González (Sob.), M. de J. Ramírez, José Martínez, M. Heredio, Salvador Hernández.

Talabarteros:
Manuel Mirobent, Jose A. Saldaña, Antonio Cruz, Rafael Ramírez, Carlos Beniel, Joaquín Martínez, Felipe Irugo (criador), Feliciano Remón, Narciso Alonzo.

Tabaqueros y Cigarreros:
Gregorio Martínez, Andrés Pérez Bigo, Pedro Llenti, Arturo Urraca, José Maria Henríquez, José Clodomiro Alisa, Francisco Sánchez Sosa, Eduardo Moreno, José Otilio Salado, Eduardo Garcau, Gerardo Hernández, José Sánchez, Casimiro Félix, Félix Sánchez, Francisco Saviñón Gotos, Rafael Sánchez, Juan B. Moreno, José A. Patin, Emo Pagán, Manuel Carvajal, José D. Per, Leoncio Henríquez, Eustaquio Gos, José Martín Bobea, Manuel Borgeruan B. Nina, Juan González.

Panaderos:
Virgilio Acevedo, Gregorio Oller, Juan Oller, Alberto Acevedo, Severo Méndez, Tomás Lebrón, Wenceslao Sedeño, Juan Whatts, Ramón Carménate, Federico Vicioso, Francisco de la Cruz, Ramón Vargas, Juan Tejeda, Fermín Marty, Francisco Morales, Mauricio Brea, Augusto González, José Luna, Juan Pelaez, Nepomuseno Garay, José Monserrat, Ricardo Cruz, Alfonso Torres, Juan Hernández, Esteban Santana, Luís M. Ponserrate, Feliz M. Girón.

Sastres:
J. M. Hernández, Ant. M. Rondon, Aristir J. Homes, Mario Peguero, Mario Mendoza, Marquito Neiman, Juan José Hipolites, Felipe Pérez, Pablo Escalante, José Báez, Arturo Medina, Menandro Jones, Teodoro Berg, Maximiliano Cheroder, Julio R. Rodríguez, Ernesto Burgo, Pelegrín Andujar, Marcelo Pérez, Rogelio E, Burgo, Leopoldo de Peña, Martin Tejada, Pablo Escalante, Miguel A. Begazo, Virgilio Escalante, Jacinto Matos hijo, Eugenio Martínez hijo, Gregorio Martínez, Manuel Hernández Castro, Francisco Sosa, Lorenzo Veloz, Isaac Brum, Alvaro F. Felipe, Luís Veloz, Mariano González, Vicente Báez, Alejandro Martínez, Manuel J. Acevedo, Angel M. Valentín, Álvaro Hidalgo, M. de J. Espinal, M. de J. Guerrero, Ignacio Moreno, Rodolfo Laracuent, Ramón Larancuent, Estanislao, Salla, Luís Parahoy, Arquímedes Robert, Rafael Moscoso, Julio Suncart, Eliseo Guio, Herminio Rivera, Auro Michel, Bienvenido Falé, Manuel Hidalgo, Manuel Veloz, Pedro Guerrero, Joaquín Puesan.

Tipógrafos:
J. R. Viciosos Reyes, Tulio Cestero, Arnold Specht, Víctor Henríquez, Carlos Gruning, Buenaventura Ureña, José Ferrer y Ferrer, Saturnino Dones, Julio Gneco, Francisco Ureña, J. B. Gómez, Joaquín Reyes Castillo, Miguel Malespin, Clodomiro Espinal, Ramón Roldan, Esteban R. Suazo, Manuel Pérez, Florencio santiago, Narciso Feliz, Johan de Windt.

Carreteros:
Gerbasio Álvarez, José Jerbasio Martínez, Carlos M. Eneria, José J. Adamia, José López, Ramón Díaz, Ambrosio Abriles, Ramón Rosa, Manuel Curiel, José Litren, Manuel M. Veloz.

Barberos:
Antonio Palma, Laureano Herrera, Bernardo Bitini, Arístides Rojas, Etanislao Prestol Mella, Antonio Mueses.

Pintores:
Pedro de Castro Vigía, Feliz Figuereo, Ramón Arage, A. G. Obregón, J. M: Anzon, Rafael Amiama.

Cocheros:
Pedro S. Atiles, Rosendo Díaz, Luciano Nolasco, Juanico Peña, Antonio Escarré.

Camiseros, Planchadores y Sombrereros:
Carlos Santoní, E. Arredondo, Carlos Vasallo, José Muñoz, M. Llanes Sandoval, Guillermo Garcia Martín, M. E. Padrón, M. Arias, Francisco Santiago, Pedro Costa.

Armeros, Herreros y Ojalateros
Juan G. Larancuent, D. Vásquez, Damián de la Vega, Antonio Baró Pacheco, Miguel Faxas, Abelardo Rosa, Juan Creus, Joaquín Toro, R. Newton.

Chocolateros:
Bernardo Bello, Pablo López, G. Contreras, Herminio Pelaez, Felipe Laucer, Enrique Alonso.

Toneleros:
Carlos Bellnanch, Damian Morey, J. José Cerra.

Plateros:
M. A. Soler, Pedro Robert, Antonio Frias, José de la M. Acevedo.

Oficios Varios:
Juan E. Lebrón, Alejandro Caraquel, Manuel M. Velez, Manuel Caballero, Adán Reyes, J. de J. Brenes, José F. del Billar, R. A. Gotos, Francisco Ozuna, Delfin Torres de la Cruz, M. Camarena.

NOTAS:
[1] Véase Alejandro Paulino Ramos, Las ideas marxistas en la República Dominicana , Santo Domingo, UASD, 1985, PP. 17-19
[2] Eugenio Deschamps, "Una Carta del Señor G. Luperón", , Periódico La República, 17 de enero 1885.
[3] Véase a Juan Isidro Jimenes Grullón, Sociología política Dominicana, 1844-1966, Vol. II, Santo Domingo, Editora Taller, 1975, pp. 53-56, y a Roberto Cassá, Movimiento obrero y lucha socialista en la República Dominicana, Santo Domingo, Fundación cultural dominicana, 1990, pp.80-88.
[4] El documento forma parte de la colección de documentos impresos que posee el Archivo General de la Nación, tanto en su biblioteca como en la hemeroteca

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