domingo, 14 de mayo de 2017

La primera corresponsal, Sofía Casanova (1861-1958)

La primera corresponsal, Sofía Casanova (1861-1958)

http://www.mujeresenlahistoria.com/2017/05/la-primera-corresponsal-sofia-casanova.html
Sus circunstancias personales llevaron a Sofía Casanova a convertirse en la primera mujer española considerada corresponsal en el extranjero. De origen gallego y grandes dotes como escritora, su matrimonio con un diplomático polaco la llevó a viajar por la Vieja Europa y a ser testigo de los principales acontecimientos del siglo XX. Fue la voz de distintos periódicos españoles para los que escribió artículos sobre las dos grandes guerras o la Revolución Rusa. A pesar de sus dificultades físicas, llegó a perder buena parte de su visión, Sofía realizó una ingente labor literaria no sólo como periodista, también como novelista, poeta y dramaturga. 

Sofía Guadalupe Pérez Casanova de Lutosławski nació el 30 de septiembre de 1861 en La Coruña, en el seno de una familia acomodada. Sin embargo, la infancia de Sofía no fue fácil. Siendo ella muy pequeña, su padre abandonó a su mujer y a sus tres hijos que tuvieron que vivir bajo el amparo de sus familiares. Sofía empezó a estudiar en la escuela de Doña Concha y a los doce años continuó su formación en Madrid, donde se trasladó a vivir con su madre y sus hermanos. Desde muy joven, Sofía sintió deseos de escribir y con tan sólo quince años vio publicados sus primeros poemas que fueron alabados por los principales círculos literarios del país. Tal fue la fama que empezó a cosechar que llegó incluso a participar en las reuniones literarias de la corte del rey Alfonso XII. El mismo monarca, admirador de la obra poética de Sofía, corrió con los gastos de la edición de un libro con sus versos. 

Cuando Sofía tenía veintiséis años, contrajo matrimonio con Wincenty Lutosławski, un profesor y diplomático de origen polaco con quien tuvo cuatro hijas. La pérdida prematura de una de ellas sumiría a Sofía en una profunda depresión. 



La pareja se trasladó a vivir a Drozdowo, en una zona polaca que entonces era territorio ruso. Debido a la labor como diplomático de su marido, la pareja viajó constantemente por Europa. Sofía aprovechó las circunstancias para empezar a trabajar como periodista y aprender varios idiomas que le servirían para trabajar también como traductora. Años después, cuando la relación entre ambos empezó a deteriorarse, Sofía se trasladó a vivir a Madrid. Tenía entonces cuarenta y tres años y, a pesar de sus problemas de visión, trabajó intensamente como periodista de las principales cabeceras españolas de principios del siglo XX, mientras que su hogar se convirtió en centro de reunión de la intelectualidad madrileña. En 1906 era admitida en la Real Academia Gallega

Sofía viajaba constantemente a Polonia, donde sus hijas se habían instalado. En uno de aquellos viajes se vio atrapada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, hecho que la marcó profundamente y que narró a sus colegas del diario ABC que la nombraron corresponsal de guerra en la zona. Además de escribir, Sofía trabajó de manera incansable en distintos hospitales como enfermera de la Cruz Roja cuidando de los heridos. El avance de los alemanes sobre Polonia obligó a Sofía y sus hijas a huir de Varsovia. Instalada en San Petersburgo, la periodista fue testigo de la caída de la dinastía Romanov y de la Revolución de Octubre. 



Finalizada la guerra, Sofía vivió a caballo entre Polonia y España y mantuvo una intensa labor como escritora y periodista, publicando varios libros e infinidad de artículos. Desde Polonia, Sofía relató sus impresiones sobre la Guerra Civil Española, posicionándose abiertamente a favor del bando franquista. De hecho, Franco la invitó a entrevistarse con él, encuentro que tendría lugar en Burgos en 1938. De nuevo en Polonia, estallaba la Segunda Guerra Mundial y tuvo que huir de Varsovia, pudiendo llegar a España gracias a la intercesión de la embajada española en Berlín. 

Sofía Casanova continuó escribiendo a pesar de haber alcanzado los ochenta años y sufrir de una profunda ceguera. Al final de sus días había publicado poesía, cuentos, novelas, obras de teatro, y miles de artículos, no sólo para cabeceras españolas como ABC La Época, también para periódicos extranjeros como el New York Times y la Gazeta Polska

Sofía fallecía en Polonia el 16 de enero de 1958, a los noventa y seis años de edad. 

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