domingo, 11 de junio de 2017

La obra de Picasso está llena de guiños a sus orígenes mediterráneos

La obra de Picasso está llena de guiños a sus orígenes mediterráneos

La muestra 'Picasso y el Mediterráneo' expone 91 trabajos del artista malagueño en la Fundación Canal.

 09/06/2017 07:41 CEST | Actualizado 09/06/2017 07:41 CEST
http://www.huffingtonpost.es/2017/06/09/la-obra-de-picasso-esta-llena-de-guinos-a-sus-origenes-mediterra_a_22119019/
Cuando era todavía un niño Pablo Picasso acudió por primera vez a una corrida de toros. Fue en la plaza de La Malagueta, en su Málaga natal, y allí conoció a una de las estrellas de la jornada, el torero Cara-Ancha, que sentó sobre sus rodillas a un joven Pablo que quedaría impactado por el ambiente de la tauromaquia. De hecho, su obra está plagada de esa obsesión por la temática taurina y de guiños a sus vivencias y recuerdos de infancia.
Muchos de ellos se exponen hasta el 15 de agosto en las salas de la Fundación Canal de Madrid en la exposición Picasso y el Mediterráneo, producida en colaboración con la Fundación Picasso-Museo Casa Natal de Málaga y que incluye litografías, cerámica e ilustración.
"La tauromaquia para él no era solo un espectáculo, era una forma de volver a sus orígenes", cuenta el comisario, Mario Virgilio Montañez, que explica que a través de las 91 obras de la muestra se intenta transmitir "la influencia de la vida mediterránea" en la trayectoria del artista. Esto se aprecia en los cuatro ambientes en los que se organiza la exposición: TauromaquiaEl esplendor de los cuerposCelebración mitológica y Expresiones del Mundo Antiguo.
© FUNDACIÓN CANAL
Vista de dos litografías en la primera sala de la exposición.
El primero de los apartados, Tauromaquia, es el más extenso de la muestra, haciendo patente su afición y la importancia de esta tradición en la cultura mediterránea. En la primera sala encontramos una serie de litografías en las que el artista malagueño va despojando de elementos la figura del toro hasta hacerlo cada vez más abstracto, pero sin llegar a perder las líneas. "Es la demostración de que era un artista valiente y de vanguardia", destaca el comisario.
Este estudio de la figura del animal viene de lejos y muestra de ello son los juguetes de la infancia cedidos por una de las hijas del pintor, Maya, a la Fundación Picasso. Se trata de 36 figuritas de plomo, de los que seis eran toros y que contribuyen a entender las constantes referencias a lo largo de su obra.
En esta primera gran sala también se pueden observar escenas en las que Picasso aprovecha para confesar rasgos de su personalidad, como aquellas en las que aparecen picadores, la figura con la que más se identifica dentro de la cultura taurina. El artista malagueño se sentía atraído por la naturaleza arriesgada y valiente de esta profesión.
Un concepto que también conecta con la mitología, presentando en una de las obras, El centauro Picador (1948), en la que se pone de manifiesto de forma clara esta mezcla con la tauromaquia. A través de la mitología el pintor explora la dicotomía entre razón e instinto, hombre y animal, lo que se presenta como una "confesión de la naturaleza del propio Pablo Picasso".
© SUCESIÓN PABLO PICASSO, VEGAP, MADRID, 2017.
Salomé (1959).
"Decía que cada vez que pintaba a un hombre estaba pintando a su padre", explica Mario Virgilio sobre la influencia de José Ruiz Blasco, padre de Picasso, en su obra. Guiños y referencias constantes, algunas más obvias como aquellas en las que lo retrata como un voyeur —hombre observando a las mujeres— en la última parte de la exposición, en obras como Salomé (1905) o David y Bethsabé (1947). Podemos identificarlo como el hombre con barba vestido al estilo del siglo XIX que aparece en estas obras que buscan la inspiración en el mundo antiguo y clásico.
Otras referencias son menos aparentes y Picasso se fija en algunos de las preferencias y obsesiones de su padre, como su gusto por pintar palomas. Esto se hace patente en una de las litografías, Planta con toritos (1959), en las que representa unos toros sobre las ramas de un árbol como si fuesen los pájaros que tanto amaba su padre. Esta relación no era una novedad en su obra, como se observa en una cerámica que lleva inscrito "Los toros son ángeles que llevan cuernos", en la que Picasso dibujó un toro alado.
La exposición deja patente la continúa necesidad de Picasso de volver a sus orígenes, a los recuerdos de su vida y a la cultura mediterránea. Un nostálgico recorrido bañado en el color azul del mar que pintó Picasso por primera vez desde el puerto de Málaga. El cuadro, Crepúsculo en el puerto de Málaga, se considera su primer óleo y todavía lo conserva su hija.
© SUCESIÓN PABLO PICASSO, VEGAP, MADRID, 2017.
Pan (1948).
Picasso en blanco y negro
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