miércoles, 16 de agosto de 2017

Truman: Contención y Guerra Fría

Truman: Contención y Guerra Fría

Winston Churchill, Harry Truman e Iosif Stalin.

Pese a los esfuerzos conjuntos librados por los aliados para ganar la guerra y fundar un orden mundial pacífico en la posguerra, basado en la coexistencia y la cooperación de las dos potencias emergentes de la conflagración bélica, las tensiones pronto afloraron entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En una Europa en ruinas, suma de todas las precariedades económicas, sociales y de infraestructura, la izquierda ganaba terreno político. En Inglaterra los laboristas se impusieron en las elecciones parlamentarias de julio de 1945, desplazando su líder Clement Atlee al conservador Winston Churchill. Paradójicamente el emblemático primer ministro que encabezó en los años duros la estoica resistencia británica a los terribles y sincronizados bombardeos de la fuerza aérea alemana. Los laboristas plantearon un programa de nacionalizaciones -el Banco de Inglaterra, el sistema eléctrico, los combustibles, el carbón, el hierro, las acerías y el transporte público-, al tiempo de ofertar el pleno empleo y la provisión de servicios de salud, educación y seguridad social. Churchill trató de asustar al electorado con imágenes chocantes que identificaban la aplicación de políticas socialistas con una suerte de Gestapo estatista. Aun así, el laborismo obtuvo 393 escaños frente a 213 de los conservadores y 12 de los liberales.

En la Europa de postguerra los casos de Francia e Italia son ilustrativos del peso político alcanzado por la izquierda formada por socialistas y comunistas, cuya gravitación en el sistema electoral sería duradera. Los comunistas, que habían liderado la resistencia partisana bajo la ocupación nazi, resultaron validados bajo los liderazgos históricos de Maurice Thorez y Palmiro Togliatti en las consultas electorales con un legítimo cuarto de la votación, dando paso a su participación en gobiernos de coalición que integraron a socialistas, católicos o democristianos, liberales y republicanos. Algo similar a lo sucedido en Bélgica. En Checoslovaquia recibieron más de un tercio de apoyo electoral, con una participación equivalente en el gabinete de unidad nacional encabezado por el demócrata liberal Edvard Benes. 

El otro componente de esta efervescencia lo aportaba el dominio que ejercía el Ejército Rojo en los territorios del este y el centro europeo liberados por los soviéticos. En febrero de 1946 el diplomático norteamericano George F. Kennan -a quien conocí en Washington en The Wilson Center siendo yo entonces guest scholar de esa institución entre 1977-78- envió desde Moscú su célebre "Long Telegram" (16 páginas), en el cual alertaba sobre las intenciones expansionistas de los líderes soviéticos. Poco después el veterano Winston Churchill pronunció el 5 de marzo su famoso discurso sobre la Cortina de Hierro en Westminster College (Fulton, Missouri), precedido en la tribuna por el presidente Harry Truman, un egresado de dicho centro. Ante la audiencia el orador apeló a la urgencia de una alianza anglo-americana para detener el avance de la Unión Soviética, tras acusarla de trazar una Iron Curtain desde el mar Báltico hasta el Adriático. Ese año, como parte de la diplomacia cultural, Truman firmó el Acta Fulbright-Hays promovida por el senador William Fulbright para impulsar el intercambio internacional de estudiantes y académicos. Un programa seminal que ha permitido en unos 60 años el perfeccionamiento profesional y el desarrollo académico de casi 300 mil beneficiarios en el mundo.

El 12 marzo de 1947, con motivo la situación de guerra civil existente en Grecia -cuyas fuerzas insurgentes apoyadas desde Yugoslavia por Tito debilitaban a un gobierno conservador respaldado por los ingleses- y ante las presiones soviéticas sobre Turquía, EEUU adoptó la doctrina Truman, apropiando el Congreso $400 millones de dólares "para apoyar a los pueblos libres que resisten los intentos de subyugación por parte de minorías armadas o por presiones externas". Harry Truman planteó la existencia de una confrontación "entre pueblos libres y regímenes totalitarios", formulando así la política de contención. En mayo, George F. Kennan, su verdadero ideólogo, amplió el enfoque en una reunión de planificación del Departamento de Estado. "Las actividades comunistas no eran la raíz de los problemas en Europa, sino que éstos se originaban en los efectos disruptivos que había tenido la guerra sobre la estructura económica, social y política". Según Kennan, esas crisis "eran explotadas por los comunistas para ganar poder". 

El propio Kennan divulgó sus ideas sobre la naturaleza del comportamiento soviético en un artículo publicado en julio de 1947 en la influyente revista Foreign Affairs, calzado con el enigmático seudónimo X. Una vía escogida por la comunidad de inteligencia para alertar a la élite del poder y a la opinión pública mundial acerca de los riesgos consignados en el Long Telegram, cuando el autor era el segundo hombre de la legación diplomática en Moscú que encabezaba Averell Harriman, a quien conocí en un almuerzo efectuado en Washington en 1964, tras asistir al congreso de la World Assembly of Youth (WAY) celebrado en Amherts, en el campus de la Universidad de Massachusetts.

Bajo estas premisas, la doctrina Truman fue complementada a mediados de 1947 con el Programa de Recuperación Europeo -popularmente conocido como Plan Marshall en alusión al ex general George C. Marshall, ahora secretario de Estado y cabeza de esta iniciativa, quien lo anunció el 6 de junio en un discurso pronunciado en Harvard-, orientado a brindar ayuda económica multimillonaria y asistencia técnica para reconstruir Europa sobre un modelo de democracia occidental y economía de mercado. Uno de los pivotes fundamentales del resurgimiento y modernización de las economías europeas más avanzadas, clave en el famoso "milagro alemán" encabezado por el democristiano Konrad Adenauer en la República Federal. Y en su versión asiática en la industrialización japonesa. Marshall entendía que el programa propuesto por Estados Unidos era fundamental y debía requerir la unidad de las naciones beneficiarias en un esquema de cooperación regional, precedente del actual modelo de integración representado por la Unión Europea. Era menester "romper el círculo vicioso y restaurar la confianza de los europeos en el futuro económico de sus países". EEUU debía hacer "cuanto esté a su alcance para ayudar a devolver la salud económica en el mundo, sin la cual no cabe estabilidad política ni paz segura". Advertía, "nuestra política no va dirigida contra ningún país, ni doctrina alguna, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos". A fin de crear condiciones para el funcionamiento de "instituciones libres". En su defecto, "los gobiernos, partidos políticos o grupos que trataren de aprovecharse" de estas circunstancias "encontrarán la oposición de los Estados Unidos".

La respuesta soviética no se hizo esperar. En septiembre de 1947 se creó el Kominform (Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros) como un mecanismo de coordinación de estrategias en el nuevo escenario. Respecto al Plan Marshall, la URSS presionó a Checoslovaquia para que rechazara su ayuda, antes aceptada.

De esta forma se abriría el prolongado período de hostilidades de la Guerra Fría (1947-1990), con sus episodios iniciales en Grecia y Turquía, la salida de los ministros comunistas de los gobiernos de coalición en Francia, Italia y Bruselas, seguida por el bloqueo soviético de Berlín occidental (junio 1948-mayo 1949), origen de las dos Alemanias y la sangrienta guerra de Corea (1950-53), partida en dos mitades. Esta Era se expresaría en la formación de sendos pactos militares: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949 y el Pacto de Varsovia en 1955, bajo la respectiva égida norteamericana y soviética. Y en la concreción de dos bloques de países con sistemas económicos contrapuestos que competían en la promoción de sus bondades: c apitalismo de mercado versus socialismo centralmente planificado. 

Ambos bloques asociados -en términos de tipo ideal ya que en la práctica existieron múltiples y aberrantes variantes- a regímenes políticos radicalmente distintos. Por un lado la democracia pluripartidista parlamentaria o presidencialista, con elecciones competitivas periódicas, libertad de prensa y pluralidad de ideas, derecho de asociación sindical y empresarial, basada en valores de tolerancia. El "Mundo Libre" (América, Europa Occidental, Japón, Taiwan, Oceanía) hegemonizado por USA, contó con la aberrante presencia de gobiernos como el de Trujillo, que al amparo indulgente de la Guerra Fría prolongó su estancia en el poder tras la guerra. La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre conmemoró el 25 aniversario de su dictadura monocorde.

La otra faz de esta Luna maniquea con vigencia de más de cuatro décadas la encarnó el llamado "modelo soviético", con sus variantes de "democracias populares" en Europa, el "modelo chino" -que ha evolucionado exitosamente hacia un capitalismo dirigido por el Partido Comunista- y el terrible "modelo albanés". Sustentado en el monopolio o hegemonía del partido comunista -"vanguardia organizada del proletariado" que impone en su nombre el socialismo mediante una "dictadura de clase", realmente del "aparato"-, con elecciones verticales, cooptación de dirigentes, dominio del aparato sindical y de la prensa, rígido régimen de seguridad del Estado y prevalencia de una cultura autoritaria. El "Campo Socialista" (Europa Central y del Este, China, Corea del Norte, Vietnam del Norte, Cuba) fue encabezado hasta 1990 por la Unión Soviética. Con un Tercer Mundo basculando entre ambos polos, con la India, Indonesia, Egipto, Siria, Argelia y otros países africanos y asiáticos.

Esta gélida confrontación abarcaría todas las esferas de la vida moderna, en un juego de competencia y emulación, a ratos sofisticado, en ocasiones rudo. El fin de la Guerra Fría se produciría con el derrumbe del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS en 1990. Desde entonces, una ola de democratización se ha desplegado a nivel global con el resurgimiento de la economía de mercado en las antiguas naciones socialistas.

https://www.diariolibre.com/opinion/lecturas/truman-contencin-y-guerra-fra-BKDL209697

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