Kurdistán, el país inexistente
Kurdistán, el país inexistente
De Sèvres, a las afueras de París, a Lausana, al oeste de Suiza, hay aproximadamente unos 550 kilómetros. Para los kurdos, en cambio, la distancia entre las dos ciudades europeas supone la separación entre la posibilidad de formar un Estado propio a ver repartido su territorio
Conocemos como Kurdistán a la región montañosa que une Anatolia con Oriente Próximo, históricamente habitada por el pueblo kurdo. Es esencial remarcar la difícil orografía que forma la superficie kurda, pues, si bien les ha permitida vivir bajo una relativa autonomía, también marca el carácter fuertemente tribal de la sociedad kurda y su dificultad para formar una organización administrativa central. Por otra parte, hemos de subrayar que en el subsuelo del Kurdistán se encuentran una de las mayores reservas de petróleo de Oriente Próximo.
Al inicio de la Primera Guerra Mundial, la mayor parte del Kurdistán se encontraba bajo el dominio del Imperio otomano, el cual participó en la contienda junto a la coalición de los Imperios Centrales. La derrota de éstos en 1918 dará lugar al armisticio de Mudros entre el Imperio otomano y los Aliados, donde se decretaba la partición del Imperio otomano entre las potencias ganadoras. En él se establecía que el Imperio otomano, aún bajo el mandato del sultán Mehmed VI, quedaría reducido a tres cuartas partes de su territorio, mientras que su ejército sería desmovilizado.
Ante esta situación, emergió una corriente de resistencia turca contra la ocupación de los ejércitos aliados. Como líder de este movimiento, surgió la figura del militar Mustafa Kemal, el cual, considerando que el poder imperial de Estambul no podía asegurar la independencia y unidad de los turcos, creó un gobierno provisional con sede en Ankara. El gobierno de Mustafa Kemal no reconocería cualquier tratado firmado por el gobierno del sultán.
El espíritu del armisticio de Mudros sería recogido, en agosto de 1920, en el Tratado de Sèvres. Bajo este tratado, que recogía la doctrina del presidente de los EEUU Woodrow Wilson sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos, el Imperio otomano quedaba limitado a Estambul y parte de Anatolia; se establecía la creación de un Estado para los armenios; Grecia recibía la Tracia Oriental; Irak, Palestina y Transjordania pasaban a administración británica; y Siria y Líbano a administración francesa. Por lo que respecta a los kurdos, Sèvres preveía la creación de un Estado kurdo. El Kurdistán diseñado, por otra parte, no englobaba la totalidad de la superficie kurda, limitándose a una reducida franja al sur de Armenia y obviando los demás territorios de mayoría kurda. Además, la constitución del nuevo Estado kurdo debía contar con el apoyo expreso de sus habitantes y, en última instancia, de Turquía. Más allá de las dificultades, el Tratado de Sèvres suponía el reconocimiento internacional de la cuestión kurda. Para desgracia de los intereses del pueblo kurdo, sin embargo, las circunstancias pronto cambiarían.
La interesada alianza entre Mustafa Kemal y la recién establecida URSS supondría el impulso necesario para que el gobierno de Ankara se impusiera al poder imperial otomano y, por consiguiente, expulsara a las potencias aliadas de Anatolia. El nuevo escenario turco forzó a los países occidentales a reunirse de nuevo para definir el estatus político de Turquía. El resultado será el Tratado de Lausana, firmado en junio de 1923, y que significará el reconocimiento internacional de la nueva Turquía de Mustafa Kemal, que recupera así el control de Anatolia, incluyendo regiones armenias y kurdas. Los kurdos, que no pudieron enviar ningún representante a Lausana, verían como finalmente su territorio quedaba dividido en cuatros Estados: Turquía, Irak, Irak y Siria.
¿Por qué las potencias aliadas, en apenas tres años, modificaron sus políticas respecto a la situación política de Turquía? ¿Por qué, de Sèvres a Lausana, negaron la opción del Kurdistán de formar un Estado? Para contestar a ello, tenemos que tener presente el nulo interés de ingleses y franceses de iniciar un nuevo conflicto con los turcos después del horror de la Primera Guerra Mundial. Además, habían conseguido, respectivamente, sus objetivos territoriales en Oriente Próximo, incluyendo tierras kurdas. En relación al olvido de la causa kurda, sumado a la hipocresía y al interés geoestratégico y económico de los países occidentales respecto al Kurdistán, hemos de añadir la división interna entre los diferentes clanes kurdos, así como su diversidad religiosa, lo cual dificultó la creación de un proyecto común para la totalidad del pueblo kurdo.
A partir de la negación de Sèvres y de la declaración de Lausana, la visión conjunta kurda se dividirá en los cuatro Estados que forman actualmente el Kurdistán, cada cual con las disparidades propias de la desigual evolución política y social de Turquía, Irak, Irak y Siria.Bibliografía:
Los Kurdos: Kurdistán: el país inexistente / Nazanín Amirian
Kurdistán, una colonia internacional: reflexiones críticas sobre la realidad del pueblo kurdo / Ismail Besikçi
Kurdistán: el país mental / Enrique Vicién Mañé
La Qüestió kurda, passat i present / Jordi Tejel, coordinador
Els Kurds, a l’ombra de la història / Jordi Tejel
Los Kurdos: un pueblo en busca de su tierra / Kevin McKiernan ; traducción de Ana Herrera
Kurdos / Manuel Martorell
El turco / Francisco Veiga
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