4 bibliotecas secretas que revelaron grandes tesoros de la historia
Debajo de las calles de un barrio de Damasco, hileras de estantes contienen libros rescatados de edificios bombardeados. En los últimos cuatro años, durante el asedio a Darayya, los voluntarios han recogido 14.000 libros de casas dañadas por los bombardeos.
Se llevan a un lugar mantenido en secreto por temor a que sea blanco de las fuerzas gubernamentales y pro Assad, y los visitantes tienen que esquivar las balas y proyectiles para llegar al espacio de lectura subterráneo.
Se le ha llamado biblioteca secreta de Siria, y muchos lo ven como un recurso vital.
"En cierto sentido, la biblioteca me devolvió la vida", le dice a la BBC un usuario sistemático, Abdulbaset Alahmar.
"Yo diría que al igual que el cuerpo necesita alimento, el alma necesita libros".
Presiones religiosas o políticas han hecho que los libros se hayan ocultado a lo largo de la historia, ya sea en alijos secretos o colecciones privadas. Estos son algunos de los casos más célebres.
La cueva biblioteca
Al borde del desierto de Gobi en China, parte de una red de santuarios rupestres de Dunhuang llamada "Grutas de mil Budas" estuvo sellada por casi 1.000 años.
En 1900, el monje taoísta Wang Yuanlu - guardián no oficial de las cuevas- descubrió la puerta oculta que conducía a una cámara llena de manuscritos que datan del siglo IV cuarto al siglo XI.
Las autoridades provinciales mostraron poco interés en los documentos, pero la noticia de la cueva se propagó, y el explorador de origen húngaro Aurel Stein los convenció de que le vendieran cerca de 10.000 manuscritos.
Delegaciones de Francia, Rusia y Japón le siguieron, y la mayor parte de los textos antiguos salieron de la cueva.
A pesar de ello, muchos de los manuscritos originales pueden verse ahora: una iniciativa para digitalizar la colección fue lanzada en 1994.
El Proyecto Internacional Dunhuang -dirigido por la Biblioteca Británica, con socios en todo el mundo- significa que, como dice The New Yorker, "ahora se puede examinar el mapa de estrellas más antiguo en el mundo, leer una oración escrita en hebreo por un comerciante en su camino desde Babilonia a China, (...) examinar un contrato fijado para la venta de una esclava para cubrir una deuda del comerciante de seda".
Nadie sabe por qué la cueva estaba sellada.
Uno de los documentos de Dunhuang, el Sutra del Diamante, es una obra sagrada budista clave: de acuerdo con la Biblioteca Británica, la copia en la cueva se remonta a 868 y es el libro impreso completo y fechado más antiguo que se haya descubierto hasta ahora.
Los secretos del Vaticano
La ubicación de otro alijo oculto de textos religiosos se ha conocido desde que fue fundado en 1612.
Sin embargo, eso no ha impedido que sea objeto de teorías de la conspiración.
El Archivo Secreto del Vaticano cuentan con correspondencias papales que se remonta a más de 1.000 años, y apareció en la novela "Ángeles y demonios" de Dan Brown, en la que un "experto en simbología" de Harvard se enfrenta a los Illuminati.
El Papa León XIII permitió por primera vez que estudiosos cuidadosamente escogidos lo visitaran en 1881, y ahora muchos documentos pueden ser vistos por los investigadores. El acceso a las áreas de archivos sigue prohibido.
Ubicado en un búnker de hormigón, que forma parte de un ala detrás de la basílica de San Pedro, los archivos están protegidos por guardias suizos y policías del Vaticano.
Contiene la correspondencia entre el Vaticano y figuras como Mozart, Erasmo, Carlomagno, Voltaire y Adolfo Hitler y la petición del rey Enrique VIII de anular su matrimonio con Catalina de Aragón. Cuando esta fue rechazada por el papa Clemente VII, Enrique se divorció de ella y provocó la ruptura de Roma con la Iglesia de Inglaterra.
También está el decreto de 1521 del Papa León X excomulgando a Martín Lutero, una transcripción escrita a mano del juicio contra Galileo por herejía y una carta de Miguel Ángel, donde se queja porque no le habían pagado el trabajo en la Capilla Sixtina.
Más que otro ladrillo en la pared
Defendido no por la guardia armada, sino por siglos de olvido, una colección en el Cairo Viejo (Fustat), de Egipto quedó olvidada hasta que un judío rumano reconoció su importancia.
Jacob Saphir describió el alijo en un libro de 1874, pero no fue hasta 1896, cuando las hermanas gemelas escocesas Agnes Lewis y Margaret Gibson mostraron algunos de sus manuscritos al académico Salomón Schechter de la Universidad de Cambridge que el hallazgo se hizo ampliamente conocido.
Ocultos en una pared de la sinagoga Ben Ezra estaban casi 280.000 fragmentos de manuscritos judíos, el conjunto de lo cual se ha dado en llamar el Genizá de El Cairo.
Según la ley judía, los escritos que contienen que el nombre de Dios no se pueden tirar: los que han caído en desuso se almacenan en un área de una sinagoga o el cementerio hasta que puedan ser enterrados. El repositorio se conoce como Genizá, que viene del hebreo y originalmente significaba "esconderse", y más tarde pasó a ser "archivo".
Durante 1.000 años, la comunidad judía en Fustat depositó sus textos allí. Y el Genizá de El Cairo quedó intacto.
Los fragmentos revelan que los comerciantes judíos colaboraron con los cristianos y musulmanes; que los judíos fueron tratados con más tolerancia de lo que se creía previamente, y que el antisemitismo era menos común de lo pensado.
Entre líneas
En 2013, el historiador de libros medievales Erik Kwakkel describió un "notable descubrimiento" realizado por estudiantes en la Universidad de Leiden.
"Mientras estaban revisando sistemáticamente los restos de encuadernación en la biblioteca", escribió en su blog, encontraron "132 notas, cartas y recibos de un tribunal no identificado en la región del Rin, apuntados en pequeños trozos de papel. Estaban ocultos dentro de la encuadernación de un libro impreso en 1577".
Los fragmentos eran ejemplos de desperdicios reciclados por los encuadernadores.
Incluyen recibos, solicitudes a los criados y listas de compras, y es una colección rara para los historiadores. "Mensajes como estos nos llevan lo más cerca posible a la sociedad medieval real que se puede lograr", escribe Kwakkel.
Y es una colección que podría ser mucho más grande de lo que se pensaba.
Usando una tecnología de rayos X creada para mirar debajo de la superficie de las pinturas y detectar las primeras etapas de composición, Kwakkel ha desarrollado una manera de ver a través de las frágiles encuadernaciones de libros. En octubre de 2015, comenzó a escanear antiguos libros impresos en la Biblioteca de la Universidad de Leiden.
Aunque la tecnología debe mejorarse, es un proceso que podría revelar una biblioteca secreta dentro de una biblioteca.
"Podríamos ser capaces de acceder a una "biblioteca" medieval oculta si somos capaces de acceder a los miles de fragmentos manuscritos escondidos en las encuadernaciones", dijo.
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