domingo, 4 de febrero de 2018


 
ERIK LEONARD EKMAN
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la calle de entrada a Arroyo Hondo viejo fue nombrada en su honor. ( Entrando por Federal Express). Aprendamos quien fue.

El botánico Erik Leonard Ekman nació el 14 de octubre de 1883 en Estocolmo (Suecia) en 1883. Su padre era tipógrafo y, la familia, que contaba con escasos recursos se mudó, con 5 hijos, al poblado de Jönköping (al sur de Estocolmo) cuando Erik Leonard tenía 11 años de edad.

En Jönköping asiste a la escuela y es allí donde empieza con sus colecciones botánicas, lo que vendría a convertirse en la pasión de su vida.

Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad de Lund, terminando su grado de Licenciatura en 1907. En eso, consiguió un viaje gratuito para Argentina en un barco de una compañía naviera sueca. Ekman aprovechó esta oportunidad y se quedó 3 meses en el norte argentino (Misiones), dedicándose a un intenso trabajo de recolección de plantas.

A raíz de este viaje, publicó varias obras sobre plantas suramericanas, principalmente Gramíneas, que parece haber sido su grupo preferido, al menos durante sus años en Suecia.

Durante su permanencia en Argentina, le ofrecieron el puesto de Regnellian amanuensis en el Museo Sueco de Historia Natural en Estocolmo, lo cual aceptó, empezando a trabajar en el Museo en 1908. Gracias al apoyo económico del fondo Regnell, pudo realizar viajes de estudio a Berlín, Bruselas, Ginebra, Londres, Munich y París, relacionándose con los más eminentes botánicos de su época.

El 2 de marzo de 1914 defendió, en la Universidad de Lund, su tésis doctoral titulada "West Indian Vernionae" (Las Vernionae de las Antillas), un grupo de la flora tropical de la gran familia de las compuestas.

Al crecer su interés por la flora suramericana, presenta su petición de la Beca Regnell para estudiar y recolectar en Brasil durante 2 años. Obtuvo la beca y se disponía partir hacia Brasil, pero el Profesor Ignacio Urban, Director del Museo y Jardín Botánico de Berlín, solicitó del Dr. C. Lindman, Intendente del Departamento Botánico del Museo Sueco de Historia Natural, su intervención para que la beca de Regnell fuera utilizada en una expedición a la Hispaniola, con el propósito de aumentar las colecciones de la isla, y obtener mayor material para su Flora Domingensis que empezaba a preparar.

Aceptada la solicitud del eminente sabio alemán, fue dispuesto que Ekman viniese a esta isla en viaje de exploración, deteniéndose antes en la isla de Cuba, para realizar determinados estudios, desembarcando en La Habana en abril de 1914. Debido a la guerra mundial que estalló en Europa en agosto de 1914, y a las condiciones políticas que prevalecían en nuestra isla en ese entonces, el viaje del botánico explorador fue pospuesto hasta mayo de 1917, fecha en que llegó a Haití, comenzando sus excursiones por el Departamento del Sur, donde recolectó unos 3,000 ejemplares de plantas, entre ellos muchas especies nuevas e interesantes en el hasta entonces inexplorado Morne de la Hotte, a cuya cima llegó en dos ocasiones.

En septiembre del mismo año, Ekman volvió a Cuba, donde permaneció hasta fines de 1924. Vuelto a Puerto Príncipe, Haití, en esa fecha, el Dr. Ekman continuó sus excursiones por la región montañosa de Haití, explorando los sitios de Limbé, Puerto Margot, Cabo Haitiano, La Sierra de los Cahos, y el Departamento del Artibonito (Gonaïve, San Marcos, la Cadena de los Matheux, etc.), llegando a una altura de 1,150 metros sobre el nivel del mar.

En enero de 1925, el explorador hizo una excursión al monte La Selle (2,680 m), montaña la más alta del territorio haitiano, en cuyos flancos y cima, muy pobres en vegetación, encontró algunas especies nuevas. En el mes de marzo del mismo año, el Dr. Ekman exploró el Departamento del Noroeste. Plantas descritas por Plumier 150 años atrás, fueron encontradas nuevamente en esta región por el Dr. Ekman, quien, entusiasmado por sus interesantes herborizaciones, volvió a explorar el referido Departamento en el verano y otoño del año en cuestión, escalando todas o casi todas las alturas montañosas y una parte de la costa NE del mismo Departamento. Antes de su excursión por las montañas de la península de San Nicolás, Ekman había explorado la isla Tortuga, adyacente a Haití, en la que colectó muchas plantas interesantes.

En todas estas excursiones recogió Ekman más de 700 ejemplares. No fueron estas las únicas exploraciones realizadas por el infatigable botánico sueco en Haití. Durante el año 1926 y parte del 1927, volvió a recorrer todos los sitios que antes había visitado, para colectar aquellas especies que en sus primeras excursiones había encontrado estériles y que a su juicio ya estarían florecidas, o aquellas que tal vez pasaron inadvertidas a su mirada escudriñadora.

En 1928 dió el Dr. Ekman por terminada su misión botánica en Haití y fijó su residencia en nuestro país, para proceder a su exploración. Ya antes había el botánico-viajero hecho una incursión en territorio dominicano aledaño al de Haití, en las provincias de Azua, Barahona y Monte Cristi. Ekman exploró en esta ocasión, la Sierra del Baoruco, la Sierra de Neyba, el Maciso Central de la Cordillera Central, etc.

En 1929 visitó Ekman los Cayos Siete Hermanos, al Oeste de la Bahía de Monte Cristi; la región oriental de la Isla, donde estuvo cuatro meses, y a fines del mismo año colectó plantas en Moca y en Santiago, especialmente en la Cordillera Septentrional (Loma Diego de Ocampo) y en la Cordillera Central (Monte Banilejo).

Las primeras plantas colectadas en la Isla por el Dr. Ekman en número de 882, llegaron a los Museos de Europa en 1920, dos años después del armisticio de la guerra mundial, cuando ya estaba editado el tomo VIII de la Symbolae Antillanae, el cual comprende la Flora Domingensis del eminente Profesor Ignatius Urban.

Se transportaba en mulos y burros. El vaso en que tomaba agua era su sombrero o bombo que también utilizaba para sentarse, asegura Jiménez. Es que, “después que salió de Suecia, el dinero que le enviaban lo devolvía”, cuenta, pues Erik Ekman no amaba otra cosa más que la ciencia. Añade que exploró en San José de Ocoa, el Pico Duarte, Baní, Valle Nuevo, donde encontró tantas especies como en Haití, en los montes del Massif de la Hotte y Massif de la Selle, prolongaciones de la Sierra de Bahoruco. Hoppe lo ubica también en Barahona, Azua, Montecristi, San Juan, San José de las Matas, Constanza, Moca, Samaná, Higüey. “Ni el terrible huracán de San Zenón quitó su ánimo de seguir su trayecto”, comenta el escritor.

Apunta que “existe una descripción detallada sobre su viaje a las montañas dominicanas que trata de probar que éstas y en especial La Pelona, son las más altas de las Antillas

Ekman ha sido el último y el más notable explorador botánico de la Hispaniola desde los tiempos de Plumier hasta nuestros días. Contribuyó al conocimiento de la flora del Caribe más que lo que había hecho cualquier otro científico anterior. Descubrió más de 2,000 especies nuevas para la ciencia, y eso en una época que se consideraba como bien conocida la flora caribeña. Sus colecciones todavía son usadas muy activamente en las investigaciones sobre la flora del Caribe. Colectó alrededor de 36,000 números lo que, con los duplicados, representa más de 150,000 especímenes. Ekman también hizo algunos descubrimientos geográficos, dibujó nuevos mapas de las montañas de Haití y determinó que el pico más alto de la isla, y del Caribe, era el Pico Duarte, con una altitud de 3,175 metros sobre el nivel del mar (corregido a 3,068 en la actualidad). Ekman también hizo colecciones de aves, mamíferos y reptiles.

“Era un hombre incansable, que anteponía siempre su trabajo y dedicación a la comodidad. Recolectó en condiciones que hoy no han podido ser repetidas. Pero su interés no se limitó a la flora: dedicó parte de su tiempo a la avifauna, interés que siempre ha sido subestimado”, observa Jürgen Hoppe. En cartas a ornitólogos, Ekman informaba haber visto u oído a las aves popularmente llamadas Bubí, Pitangua o Don Juan, Cigüita del Pinar, Cigüita Común, el Pega Palo Carpintero, el Cao, la Loxia Megaplaya, el Piquito en Cruz, la Garza Ceniza y otras. Decía: “También aparecen patos, pero no los vi. Creo que pueden ser “Zaramagullones”, pero la gente dice que tienen un collar blanco”. Afirmaba que también estaban presentes las cotorras y aseguraba haber encontrado garzas enormes en la Cuenca del río Nizao.

El Dr. E. L. Ekman murió en la ciudad de Santiago de los Caballeros, República Dominicana, el 15 de enero de 1931, donde reposan sus restos mortales.

Compilación de H.D.G. sacada de artículos de J. Marcano y Angela Peña

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