El Coloso de Rodas

Los orígenes del Coloso de Rodas.

Tras la muerte de Alejandro Magno en Babilonia, en el 323 a.C., estallaron las denominadas luchas de los diádocos, así llamadas por enfrentar a los posibles sucesores de Alejandro, es decir, entre sus antiguos generales e hijos, que pugnaron por su legado a lo largo de seis guerras que duraron cerca de 20 años. En el marco de estas luchas, la isla de Rodas tomó partido por Ptolomeo I, que dominaba la satrapía de Egipto. Esto provocó que la isla fuese invadida por Demetrio Poliorcetes en 305 a.C., hijo de otro de los insignes generales de Alejandro, Antígono.
Con el objetivo de tomar la ciudad, Demetrio ordenó la construcción de torres de asedio. La primera de ellas fue montada sobre seis barcos, pero una tormenta los hizo naufragar. Escarmentado, Demetrio ordenó la construcción de una torre de asedio aún mayor, esta vez sobre tierra firme, denominada Helépolis (en griego ἑλέπολις, tomadora o conquistadora de ciudades).
La gigantesca máquina de asedio rodaba sobre ocho enormes ruedas con cubiertas de madera de casi un metro de grosor, y disponía de ruedas de pivote para desplazarse lateralmente. Su aspecto era el de una gran torre afilada de 70 toneladas de peso, 20,6 metros de ancho y 41,1 metros de altura, con los que rebasaba ampliamente las torres defensivas de Rodas.
Para propulsarla disponía en su interior de espacio para 1.000 soldados, mientras que otros 3.400 lo hacían desde el exterior. Demetrio dispuso que los tres lados expuestos al ataque fuesen resistentes al calor, gracias a unas gigantescas planchas de hierro y bronce, y los portones de salida estaban protegidos por postigos hechos de pieles cubiertas de lana, para amortiguar los proyectiles mientras que los 9 pisos de altura del ingenio estaban artillados con balistas y catapultas, así como con oxibeles.
Sin embargo, el gigantesco ingenio necesitaba de más de medio kilómetro de terreno desbrozado y aplanado para llegar hasta las murallas, y ese fue el único punto débil que encontraron hábilmente los defensores rodios, que inundaron el terreno justo delante de sus murallas, impidiendo que la torre de asedio las alcanzara y dejando así inútil todo el ingenio que Demetrio había puesto en su Helépolis. La llegada de una flota de ayuda enviada por Ptolomeo I en 304 a.C.  hizo huir precipitadamente a Demetrio, abandonando todos sus ingenios y con ellos, sus materiales.

La construcción del Coloso de Rodas

Para celebrar su victoria, los rodios decidieron construir una estatua en honor del dios Helios,  protector de la ciudad.  La financiación se consiguió vendiendo y fundiendo los metales de las máquinas de guerra abandonadas por Demetrio, por las que los rodios consiguieron 300 talentos. El encargo se hizo a un escultor nativo de la isla, Cares de Lindos, que era discípulo de uno de los mas grandes escultores de la gracia clásica, Lisipo. Sin embargo, Cares de Lindos no vio finalizar su obra debido a un error de cálculo. Al parecer los rodios le pidieron precio para una estatua de 15 metros de altura, cuando se lo dio, le preguntaron cuánto costaría una estatua de 30 metros de altura, a lo que Cares de Lindos respondió que el doble, sin tener en cuenta que al doblar la altura, los materiales necesarios se multiplicaban por ocho, lo que le llevó a la ruina y al suicidio, teniendo que terminar el encargo otro escultor nativo, Laques, que la terminó en 292 a.C.

¿ Dónde estaba situado el Coloso de Rodas?

Se ha representado al Coloso de Rodas en múltiples ocasiones erigido con una pierna apoyada en cada parte de la bocana del puerto de Rodas, pero esa localización es bastante improbable. Por un lado, esa postura hubiese provocado que la gigantesca estatua se hundiese por su propio peso. Por otro lado, la construcción de la estatua habría obligado a cerrar el puerto varios años, cosa improbable por la importancia económica y militar del puerto para la isla.
Por lo tanto la situación mas probable del Coloso de Rodas sería sobre la Acrópolis de Rodas, sita en la colina que domina la ciudad, que en vez de estar dedicada a Apolo, estaba consagrada a Helios, teoría que está reforzada por los sobredimensionados cimientos de piedra del templo, que justificarían su uso como base del soporte del Coloso de Rodas.

La caída del Coloso de Rodas

En el año 226 a.C. un terremoto sacudió la isla de Rodas, y la estatua se quebró por las rodillas. Un oráculo aseguró que su destrucción había sido voluntad de los dioses, por lo que los rodios decidieron dejarla acostada en el mismo lugar. Los restos de la estatua siguieron asombrando a los visitantes de Rodas, pues se decía que pocos podían, con los brazos extendidos, abarcar el diámetro de uno de sus pulgares, mientras que el vacío de sus rotos miembros parecían inmensas cavernas, rellenas de pesadas rocas y piedras que se habían usado para estabilizar al Coloso de Rodas.En 654 d.C. los ejércitos árabes de Muawiya ibn Abi Sufyan capturaron la isla de Rodas, y transportaron sus restos a Edesa para venderlos a un comerciante judío, que necesitó de 900 camellos para transportar los restos del Coloso de Rodas.
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