Primero fue la popular cantante
Marta Sánchez y, ahora, le ha tocado el turno al no menos conocido cantautor y productor musical
Alejandro Abad . Desde hace algunos meses, son varios los músicos que se han propuesto otorgar una letra al himno de España y han logrado hacerse oír gracias a
YouTube . Y todo ello, en vísperas de que se celebre en nuestro país la
Copa del Rey (donde se augura una sonora pitada a esta marcha por parte de la facción más independentista de los seguidores del Barcelona).
Más allá de estos intentos, lo cierto es que el himno de nuestro país no cuenta a día de hoy con letra debido a que está inspirado en una marcha castrense . Es decir, en una tonadilla del siglo XVIII pensada para ser tocada exclusivamente con instrumentos mientras las tropas desfilaban. Y, en este caso, para la honra de los que -en su día- fueron unos de los soldados de élite de nuestro ejército: los granaderos .
Estos combatientes, tal y como explica
Francisco de P. Mellado en su «
Enciclopedia moderna » (editada en 1853), eran seleccionados en principio para arrojar explosivos al enemigo por su corpulencia física: «Los granaderos, soldados escogidos y de preferencia, cuyo principal instituto es asaltar las plazas y
arrojar granadas de mano ».
Sin embargo, su utilidad en combate hizo que, posteriormente, los granaderos empezasen a aglutinarse en unidades de feroces combatientes que eran considerados la «créme de la créme» de los ejércitos. «Mientras que los
fusileros eran la masa de la infantería y formaban el centro de la línea, los
cazadores y los
granaderos eran soldados escogidos. Para los cazadores se preferían los soldados de baja estatura, rápidos, ágiles y buenos tiradores, puesto que su función era servir como infantería ligera. […] Los granaderos, en cambio, eran los soldados
más altos y fuertes . Su rol era defender a ultranza una posición importante o tomar por asalto las fortificaciones contrarias», determina
Alejandro Rabinovich en «
Ser soldado en las guerras de independencia ».
Marcha militar... sin letra
Y es que, el himno cuenta con tres siglos de vida a sus espaldas en los que –aunque ha mutado de marcha militar a Real- se ha mantenido ligado a nuestro país de forma irremediable. En todo este tiempo, tan sólo ha habido 10 años en los que la melodía oficial de nuestro país pasó a ser el «
Himno de Riego ». Así pues, durante penurias tales como la
Guerra de la Independencia (en la que andábamos dándonos de bofetones contra
Bonaparte ) los habitantes de estos lares usaban la «
Marcha Granadera » como un canto de unión frente al enemigo.
Para hallar el alumbramiento del himno español es necesario viajar en el tiempo hasta el principio del siglo XVII (más concretamente, hasta
1749 ). Fue en aquellos años cuando
Fernando VI decidió unificar y reglamentar los «
toques de la guerra ». Es decir, aquellas melodías o tonos diferentes que hacía sonar cada unidad militar cuando –por ejemplo- rendía honores a su rey.
Dentro de esa ingente cantidad de piezas musicales que se debían regular se hallaba una tonadilla llamada «Marcha de los Granaderos » (debido a que era usada por estos grupos de infantería). Eso sí, algunos estudiosos como Juan María Silvela Miláns del Bosch (coronel de Caballería y autor del dossier «El Himno nacional ») creen que, por entonces, aún no se había puesto todavía por escrito.
A pesar de ello, en la primera reglamentación oficial que se hizo de los «toques de guerra » (la cual finalizó en 1751 ) ya se hacía referencia a la «Marcha de Granaderos ». «Siempre que cualquiera tropa marche con las formalidades correspondientes, tocarán marcha los tambores que haya en ella; y si los granaderos marchan solos, utilizarán entonces la “Marcha Granadera”», determina, refiriéndose a un documento de la época, del Bosch en su obra. Esta canción, todavía sin escribir (aunque probablemente tocada ya por bandas militares) fue el germen de nuestro actual Himno español.
«El libro era de Manuel Espinosa de los Monteros , por lo que se atribuye la creación de la marcha a él, pero realmente no se puede certificar su autoría. Puede ser que solo la arreglara (la adaptara) para los “toques de guerra”. En la carpeta de un compositor puede haber muchas partituras, pero eso no significa que sean suyas, pueden ser simplemente partituras que esté recopilando o arreglando» explicaba en 2015, en declaraciones a ABC, Antonio Lillo Parra , responsable de los archivos musicales de la Biblioteca Central Militar.
Portada del «Libro de la Ordenanza de los toques de pífanos y tambores que se tocan nuevamente en la Infantería española»-ABC
A lo largo de esa década se sucedieron varias reglamentaciones para los «toques de guerra» (todos ellos, interpretados por los militares a pífano -una pequeña flauta- y tambor) hasta que, finalmente, quedaron todos regulados en 1769. El resultado fue recogido en un «Cuaderno impreso » (como así se llamaba) que contenía todas las tonadillas de infantería y que fue entregado a cada unidad española. «En el “cuaderno” citado nos encontramos con la “Marcha de Granaderos ” cuya instrumentación incluye, además de los pífanos, dos clarinetes. A Espinosa se le reconoce en la citada portada del cuaderno como concertador», añade del Bosch en su obra.
A pesar de que varios expertos como
Begoña Lolo reconocen como autor de la «Marcha Granadera» a Espinosa, existen otras tantas teorías sobre la melodía en la que se basó para idearla o el lugar del que la recopiló. La primera de ellas es la que afirma que la música original data de mediados del Siglo XII. «Es probable que la “
Marcha de Granaderos ” tenga su antecedente en la
Cantiga de Alfonso X el Sabio , concretamente en la número 42. En ella hay unos compases que puede ser que inspirasen al autor», destaca Lillo.
Otras posibilidades
Con todo, también se baraja la posibilidad de que el futuro himno español fuese un regalo del rey
Federico II de Prusia a
Carlos III a través del Conde de Aranda. Este mito se dio a conocer gracias a un periódico llamado «
La España Militar », que lo publicó en 1861. Sin embargo, a día de hoy se ha descubierto que es totalmente falso.
«Ha quedado descartado con absoluta certeza que la Marcha Real haya sido un regalo de Federico II . Ricardo Fdez. de Latorre el más prestigioso historiador de la música militar en su obra la Música Militar de España nos aclara con rotundidad y nos da las siguientes razones. En primer lugar, afirma que el conde de Aranda era embajador en Polonia no en Prusia. Por otro lado, La entrevista no se halla fechada ni documentada ni consta en la hoja de servicios de Conde de Aranda quien, además, regresó a España en 1762 para dirigir la campaña de Portugal. Finalmente, El Manuscrito de la Música Militar de Ordenanza es de 1761», añade Lillo.
A su vez, también se cree que puede estar basado en una
pavana de Enrique de Valderrábano . «Una pavana es una parte de una suite en la que se baila como un pavo», añade el militar a ABC. De la misma opinión es del Bosch, que afirma que ambas melodías cuentan con grandes similitudes: «Esta pavana es una sucesión de 18 acordes con sus notas de paso y no es posible atribuir al azar tan exacta correspondencia. La “
Pavana Real ”, de la que ignoramos su autor, debió ser encargada por
Gonzalo de Ayora , capitán de la guardia personal de
Fernando el Católico , con el fin de acompañar a los reyes y desfilar con andar rítmico».
Se generaliza
Con el paso de los años, la «Marcha de Granaderos» empezó a ser ampliamente conocida a lo largo y ancho de nuestro país lo que, sin duda, garantizó que se fuera ganando un hueco entre los españoles. La razón fue sencilla: como los granaderos eran las tropas que, usualmente, desfilaban ante los reyes, la banda siempre entonaba esta melodía. «Cómo resultado lógico, los madrileños y los visitantes de la ciudad terminaron por identificar la composición de Espinosa con las personas de la realeza», añade del Bosch. De hecho, tal fue su arraigo que en la
Guerra de la Independencia esta composición se usó para representar la resistencia contra los hombres de
Napoleón Bonaparte .
Napoleón Bonaparte, invasor de España durante la contienda de 1808
«Estas circunstancias pudieron ser algunos de los motivos de que se decretase, el 3 de febrero de 1815, que la marcha designada como “española” se interpretase como único toque de honor en cualquier circunstancia e independientemente de la unidad que rindiera honores [a los reyes], pero muchas ya la estaban utilizando. Lo que se buscaba principalmente es que las unidades españolas no utilizaran músicas francesas», añade el español en su obra. Así pues, de escucharse ya en la mayoría de los actos de la realeza, la «Marcha de Granaderos» pasó a estar en todos los lugares de España de manos del ejército.
La «Marcha Real» continuó su andadura –siendo suprimida y posteriormente readmitida- hasta mediados del Siglo XIX. Aquella época fue sumamente convulsa para España, pues -en el año 1868- los generales Prim y Serrano y el almirante Topete se rebelaron contra Isabel II y las viejas instituciones de la Península. Tras lograr vencer a los partidarios de la reina, los «progresistas» (como se les conocía) decidieron renovar radicalmente las instituciones nacionales y los símbolos asociados a nuestro país. La antigua «Marcha de Granaderos» no se libró de este lavado de cara, pues era vista como una música del Antiguo Régimen.
Concurso curioso
Así pues, se suprimió la categoría de «Marcha Real» de la «Marcha de Granaderos» y, el
4 de septiembre de 1870 , fue convocado un concurso para buscar una nueva melodía con la que el ejército pudiera honrar a sus superiores. O eso se creía en principio. Sin embargo, la idea de
Prim (líder por entonces del movimiento) iba mucho más allá, pues pretendía que la composición que se alzase con la victoria pasase a ser considerada «Marcha Nacional». Es decir, que se transformara en el Himno de España.
A su vez, en la orden que establecía las normas del concurso (firmada por el mismísimo Prim) se establecía también que la melodía debía ser compuesta «a paso regular en compás de compasillo, de estilo brillante y majestuoso» y que se otorgaría al compositor ganador con «una distinción honorífica y 2.000 pesetas».
General Prim
Para garantizar la objetividad a la hora de seleccionar la música (y que no influyeran las ideas políticas del compositor) el gobierno ordenó enviar la partitura en un sobre lacrado en el que se incluiría el nombre, la dirección de su autor y, finalmente, la forma en la que sería llamada la marcha. Acababa de comenzar una competición para determinar qué música representaría a nuestro país a nivel internacional en los años venideros.
Tras la inauguración del concurso se aceptó la participación de 447 melodías aunque, según afirma del Bosch, es muy probable que se recibieran muchas más. «Entre los autores se encontraban los mejores músicos de la época, como Tomás Bretón, Ruperto Chapí con cuatro marchas, Federico Chueca, Manuel Penella …», añade el experto.
Los temas, como cabía esperar tras una revolución, hicieron en muchos casos referencia a la caída de la monarquía, a la batalla de Alcolea (una contienda a orillas del Guadalquivir entre las tropas de Isabel II y los sublevados con victoria de los segundos) y a la patria. Muchas de ellas, incluso, tenían ciertas similares con la
Marsellesa . Algo lógico si se tiene en cuenta que los gabachos acababan de pasar (como aquel que dice) por la Península.
Granaderos españoles
Para elegir la melodía se seleccionó un jurado formado por tres compositores: Miguel Hilarión Eslava, Francisco Asenjo Barbieri y Pascual Juan Emilio Arrieta . No obstante, el primero tuvo que ser sustituido por el también musicólogo Baltasar Saldoni debido a una enfermedad. Sobre ellos recayó la difícil tarea de elegir un máximo de tres composiciones. Parece que fue una tarea demasiado ardua pues, tras pasar varios días, decidieron que ninguna contaba con tanta calidad como para ser el himno de nuestro país, con lo que el concurso fue declarado «desierto».
«Ninguno de los cuatro compositores quiso pasar a la historia por ser el protagonista de la supresión de un himno tan arraigado ya en la conciencia popular. No insistieron mucho en su calidad artística, pues entre las composiciones presentadas habría seguramente algunas extraordinarias, aunque afirmaban de “nuestra antigua Marcha Real que era artísticamente de lo mejor y de lo más apropiado que puede inventarse”. Justificaron su decisión, en consecuencia, con el siguiente argumento: “en los cantos nacionales, a pesar de su mayor o menor bondad artística, entra por mucho la significación que les presta la costumbre o el capricho de los pueblos», determina del Bosch.
Hasta hoy
Con la decisión tomada en firme, el 8 de enero de 1871 la «Marcha Real » (antigua «Marcha de Granaderos ») fue seleccionada como «Marcha Nacional» española. El artífice de la decisión no fue otro que Amadeo I de Saboya (un monarca que vino desde Italia tras ser elegido por el Parlamento). De esta forma, se oficializó como himno una melodía que, hasta ese momento, ya lo había sido a todos los efectos. Con todo, hubo que esperar hasta el Siglo XX para que, mediante unos arreglos, pudiese ser tocada por una banda de música.
Amadeo I de Saboya
«Hasta ese momento la Marcha era tocada por una banda de guerra (y por lo tanto, por instrumentos de guerra –pífanos y tambores principalmente-). Tras los arreglos ya pudo ser tocada por una banda de música (con instrumentos de armonía, es decir oboes, clarinetes, liras etc.). Los arreglos se oficializaron el 27 de agosto de 1908 y el encargado de llevarlos a cabo fue Pérez Casas –director de la banda de alabarderos de Alfonso XIII -», explica Lillo en declaraciones a ABC.
Así continuó la «Marcha Nacional» hasta la llegada de la II República, cuando fue sustituida por el «Himno de Riego». Por su parte,
Francisco Franco volvió a recuperarla en 1937. Desde ese momento, se han sucedido algunos arreglos del himno, aunque siempre manteniendo como fondo la canción con la que los granaderos, la infantería de élite del Ejército español, marchaba en el Siglo XVIII ante el rey.
http://www.abc.es/historia/abci-verdad-historica-tras-himno-espana-marcha-para-soldados-mas-letales-imperio-201804201229_noticia.html
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