Ajenatón. Un “loco” monoteísta y su ciudad del pecado
Rocío Rivas Martínez
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En la historia del Antiguo Egipto existieron faraones para todos los gustos. Pero, sin duda, el que más impacto causó fue Amenofis IV, después Ajenatón o Akenatón para los amigos con su “nueva moda” por Atón. Hasta tal punto “traumatizó” a la sociedad egipcia, que una vez muerto, lo enterraron no solo en su tumba, sino también en el olvido. Y es que, a un egipcio lo peor que le podías hacer era tocarle la religión y, si a eso le sumas, volverlo monoteísta (con lo que gustaba un dios en Egipto), ¡ya la hemos liado parda! Justo lo que hizo Ajenatón.
Amenofis, de niño marginado faraón de Egipto
Muy poco sabemos de los años mozos de Amenofis, salvo que nació en torno al año 1364 a.C (1). Era hijo del faraón Amenofis III, y el pequeño de varios hermanos. Todo cambió cuando su hermano mayor y heredero Tutmes, el ojito derecho del faraón, muere. En ese momento, Amenofis se convierte en heredero y su vida empieza a interesar. Se convierte en el faraón Amenofis IV (2). Al principio estaba tranquilo, no se había despertado la bestia que llevaba dentro.
Pasados cinco años de reinado la cosa comenzó a cambiar. Decidió cambiar su nombre por el de Ajenatón “El que agrada a Atón”, también conocido como Akenatón. La revolución estaba ya en marcha, aquel niño marginado que poco interesaba se había revelado contra todo lo establecido (3). Los egipcios no sabían lo que les esperaba.
¿Por qué se elige a Atón cómo deidad suprema?
Atón no fue una divinidad inventada por Akenatón, ya existía en el panteón egipcio (4). En concreto era una manifestación de dios Re. Una deidad de segunda división.
La elección de Atón se debió a una estrategia del faraón. Atón es un dios marginado, sin culto ni casta sacerdotal, perfecto para desarrollar un culto nuevo. Se le representa como un simple disco solar. Nada de los gatos, pájaros o cocodrilos.
¿Un hereje inconsciente o estrategia política?
Pasos a seguir para ser un buen monoteísta… Uno, Atón mola más: se promueve el culto al disco solar, Atón. Dos, el dios Amón no me cae bien: inició la persecución del dios Amón y de su clero (borró su nombre de todos los sitios). Tres, soy monoteísta convencido: Atón se convierte en divinidad personal del faraón y, por tanto, en divinidad estatal. Cuatro, hijo y único representante de Atón en la tierra: no existía un clero como intermediario (5). Cinco, Tebas no me gusta, quiero estrenar urbe nueva: decide construir y fundar una capital nueva, Amarna. Y, por último, hago limpieza del personal funcionariado: Akenatón aparta del poder a las familias que tradicionalmente habían ostentado cargos administrativos y religiosos y coloca a aquellos que en su currículum aportaban fidelidad a Atón. ¿De qué me suena esto?
La realidad de la reforma atoniana
Esta reforma tan radical, nunca antes vista en el Egipto faraónico, ha hecho que durante mucho tiempo se considerase a Ajenatón como un místico inconsciente. Pero, en realidad, lo que intentaba era imponer una reforma política: quería quitar poder y privilegios al clero de Amón, ya que durante todo el Reino Nuevo fue acumulando mucho control sobre Egipto. Y, a la vez, aumentar el poder del faraón, focalizarlo en una ciudad nueva e introducir personal leal a la revolución. Quizás le fallaron las forma.. fue excesivamente rápido para una sociedad con fuertes convicciones religiosas.
Akenatón, ¿el faraón de la paz y del buen rollito?
La ausencia de relieves de temática militar y la profusión de imágenes religiosas del faraón sostuvieron la idea de que Akenatón era un personaje dedicado a rezar, dejando de lado la política interior y exterior de Egipto; sin embargo, no fue así. Las últimas investigaciones realizadas en Amarna (6) han desvelado que llevó a cabo una campaña militar en Nubia y posiblemente otra en Siria (7). Ya hizo más que su padre, pues de él no se tiene constancia de que realizase campaña alguna. Pero claro, su padre no se llamaba Ajenatón, ni era monoteísta.
A eso se suma la intensa labor de relaciones diplomáticas, conservadas en las conocidas cartas de Amarna, halladas en el archivo real de la ciudad y que nos muestran que el faraón no lo hizo tan mal.
Atón así lo quiere, voy a construir una ciudad para él
En esas largas charlas hasta las tantas de la madrugada entre Atón y Akenatón, el dios debió manifestarle al faraón que no estaba contento con los cambios llevados a cabo y que quería más. En concreto, quería una ciudad dedicada a él. Y ¿qué hizo a Ajenatón? Pues, efectivamente, construirle una ciudad. Pero cualquier sitio no servía, tenía que ser elegido por el dios. Esto implicaba la búsqueda de un espacio que no perteneciera a otro dios, pues la propiedad privada existía en el panteón egipcio. A pesar de que Atón estuviera con el ego subido, había que respetarla.
De esta forma, el nombre dado a la nueva capital fue Ajetatón “El horizonte de Atón”; y el lugar elegido para levantar la ciudad fue una llanura a camino entre Menfis y Tebas. Una zona rica en cultivos por el oeste, cercana al Nilo y de acantilados rocosos (11) por el noreste, que dejaban libre una explanada destinada a albergar la nueva ciudad.
Marcar mi territorio (por si acaso), antes de construir
Antes de comenzar la construcción (12) de la ciudad se delimitó el área (15×20 Km a ambos lados del río) con un conjunto de 14 estelas fronterizas que cerraban mágicamente los límites de la ciudad. Es decir, que no solo se marcaba el espacio físico, sino también el simbólico. “…Yo mismo fundaré Ajetatón como residencia para mi padre (…) Delimitaré Ajetatón en sus lados sur, norte, oeste y este…” (13) ¡Esta zona es de Atón, prohibido el paso a deidades antropomorfas y animales del mundo politeísta!
Procedamos a la construcción
Una vez delimitada la zona, se procedió al levantamiento de la ciudad bajo un esquema urbano que se componía de cuatro áreas (Ciudad Norte, Barrio Norte, Ciudad Central y Barrio Sur). Ademas, se organizaba en torno a “La Vía Real”, una gran avenida paralela al Nilo que conectaba la Ciudad Central (núcleo administrativo y religioso de la ciudad) con la Ciudad Norte.
Como construir una capital en tiempo récord
En apenas diez años la ciudad estaba prácticamente terminada (14), en el cuarto año de construcción ya había gente viviendo y en el sexto año de reinado el faraón se traslado a su ciudad. Ya sabemos que la paciencia no fue la virtud más destacable de Atón y de Ajenaton.
Aún así, levantar una ciudad tan rápido no era tarea fácil. Primero, la idea fue utilizar ladrillos a la egipcia: una de las grandes aportaciones del periodo amarniense fueron los talatats, pequeños bloques de arenisca que permitían que la construcción fuera más rápida. Y segundo, usar mano de obra masiva, “pongo a los menores a trabajar”. En el cementerio sur se hallaron 150 individuos de entre 7 y 25 años, de entre ellos, la mayoría de restos pertenecían a individuos entre los 15 – 25 años que presentaban lesiones en los huesos, provocadas por mover y cargar material de construcción pesado repetidamente (fracturas, enfermedades degenerativas). Y, en el caso de los restos infantiles, los huesos porosos evidenciaban malnutrición. Todo hace pensar que la rápida construcción de la ciudad tuvo que ser especialmente dura para los más jóvenes.
El final de un hereje y de su ciudad del pecado
Su atípico reinado y su ciudad no duraron mucho pues el decimoséptimo año de su reinado, la figura de Ajenatón desaparece y esa ciudad que en su cenit llegó a tener de 20.000 a 50.000 habitantes, empezó a despoblarse hasta que quedó abandonada, olvidada y enterrada.
Para bien de los egipcios, Ajenatón murió, y comenzaron a respirar porque su heredero Tutakamón, el de la famosa momia, estableció el orden anterior. ¡Egipto dejó de ser hereje! Volvía el culto politeísta con preeminencia de Amón, y Ajenatón /Atón fueron condenados al olvido. ¡Vade retro Satanás!
Bibliografía y referencias
Para acceder a la bibliografía y referencias usadas en este artículo: https://khronoshistoria.com/bur-aulmcp/
https://khronoshistoria.com/akenaton-aton/
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