Posted: 21 Jun 2018 08:33 AM PDT
Acceso porticado al templo dedicado a la diosa Isis, File, Aswan, Egipto.
Isla de File en 1906 / foto Marques and Fiorillo en Wikimedia Commons
La inscripción de Esmet-Akhom / foto A.Parrot en Wikimedia Commons
Parte superior de la inscripción (jeroglíficos) / foto A. Parrot, Mickey Mystique en Wikimedia Commons
En aquel momento a Esmet-Akhom ni siquiera se le pasó por la cabeza, cómo iba a pensarlo, pero su inscripción fue la última jamás escrita con jeroglíficos. Ninguna otra inscripción ni documento posterior ha sido encontrado. Pero quizá intuía algo y por eso nos dejó su nombre, para que pudiéramos recordarle, y la fecha de aquel día: el aniversario de Osiris en el año 110 de la era de Diocleciano, o lo que es lo mismo el 24 de agosto del año 394 d.C.
Nada más se sabe de Esmet-Akhom. Probablemente fue el último de los egipcios que supo escribir jeroglíficos, el último testimonio de una escritura que duró más de tres mil años. Por lo menos así es como hoy se le recuerda, sin perjuicio de que en el futuro algún sorprendente descubrimiento arqueológico nos diga lo contrario.
Fuente: labrujulaverde.com | 19 de junio de 2018
El año 392 d.C. el emperador Teodosio decretó el cierre de todos los templos egipcios. El Imperio Romano de Oriente era oficialmente cristiano desde el Edicto de Tesalónica de 380 d.C. y las persecuciones de paganos estaban a la orden del día: se destruían sus templos y se les privaba de fondos para mantener sus cultos.
Se creaban leyes contra ellos: en 346 Constancio ya había prohibido el acceso a los templos, y pocos años después la idolatría se castigaba con la pena más severa. Se confiscaban las propiedades y se prohibían los matrimonios mixtos. En 388 se llegaron a proscribir las discusiones religiosas.
No obstante Egipto quedaba lejos, y aunque para finales del siglo IV era esencialmente cristiano, todavía quedaba quien mantenía la antigua religión de los faraones. Concretamente los blemios, un pueblo nómada originario de la Baja Nubia (entre la primera y la segunda catarata y las costas del Mar Rojo) cuya antigüedad se remontaba al II milenio a.C.
Desde el reino de Meroë los blemios habían acosado constantemente a los romanos forzándoles a firmar tratados de paz, aunque siguen realizando incursiones periódicamente. La táctica funciona y para el último cuarto del siglo IV fundan su propio reino en los antiguos territorios meroíticos de la Baja Nubia.
Desde su bastión se atreven a seguir acosando al invasor, y para 374 asaltan la Península del Sinaí, forzando al imperio a concederles el mantenimiento y la gestión de todos los templos paganos egipcios, religión que siguen manteniendo.
En el año 394 d.C. controlan una extensión de territorio que incluye Berenice, Elefantina, File, Faras y Talmis, convirtiendo esta última en su capital y conservándola al menos hasta el siglo siguiente.
Ante la situación los emperadores bizantinos no tienen más remedio que levantar la mano y mantener los templos abiertos, a pesar del edicto de Teodosio, ya que los blemios bajan regularmente desde las colinas del Mar Rojo para rendir culto a Isis.
Los templos de File en la actualidad / foto Zakaria Rabea en Wikimedia Commons
Lo hacen en File, la isla del Nilo (a unos 11 kilómetros al sur de Asuán) que alcanzó fama en la Antigüedad por los numerosos templos erigidos en época helenística y romana dedicados a la diosa. Un lugar sagrado donde el acceso solo está permitido a los sacerdotes y altos funcionarios, pero que se ha convertido en la frontera del imperio con los blemios, una zona libre donde todavía hay libertad de culto.
Si buscan hoy la isla en los mapas no la encontrarán, quedó sumergida bajo las aguas tras la construcción de la presa de Asuán en 1970, aunque los templos fueron desmontados piedra por piedra y vueltos a reconstruir en el islote de Agilkia.
Una mañana un escriba llamado Esmet-Akhom, probablemente un blemio, se encuentra frente al muro norte de la puerta de Adriano, junto al templo de Isis levantado por Ptolomeo Filadelfo en File, donde está la pequeña capilla de Mandulis. Empieza a tallar una inscripción, de manera apresurada dada su tosquedad, en jeroglíficos y demótico (la escritura demótica era una forma abreviada de escritura hierática, que a su vez era una grafía abreviada de la jeroglífica).
La inscripción de Esmet-Akhom / foto A.Parrot en Wikimedia Commons
Quizá el sofocante calor u otra urgencia menos agradable le obliga a escribir rápido su oración sobre la piedra. En la parte superior de la inscripción escribe con jeroglíficos:
Ante Mandulis, hijo de Horus, por la mano de Esmet-Akhom, hijo de Esmet, segundo profeta de Isis, para siempre. Palabras pronunciadas por Mandulis, señor del abatón, gran diós.
Y en la inferior, en demótico:
Yo Esmet-Akhom, escriba del archivo de Isis, hijo de Esmet-Panekhate, segundo profeta de Isis, cuya madre es Eswe-Ra, he grabado esta figura de Mandulis para la eternidad, porque es amable conmigo. Hoy, en el día del aniversario de Osiris, en su fiesta del año 110 (era de Diocleciano).
Mandulis, a quien va dirigido el texto, es el nombre griego del dios Meruel, la personificación de la juventud solar en la mitología egipcia que era adorado principalmente por los blemios. Y abatón es un término griego que significa lugar inaccesible. Se refiere a los 14 lugares donde se creía que habían sido enterradas partes del cuerpo de Osiris. El más documentado de los abatón estaba en la isla de Biga, muy cerca de File.
En aquel momento a Esmet-Akhom ni siquiera se le pasó por la cabeza, cómo iba a pensarlo, pero su inscripción fue la última jamás escrita con jeroglíficos. Ninguna otra inscripción ni documento posterior ha sido encontrado. Pero quizá intuía algo y por eso nos dejó su nombre, para que pudiéramos recordarle, y la fecha de aquel día: el aniversario de Osiris en el año 110 de la era de Diocleciano, o lo que es lo mismo el 24 de agosto del año 394 d.C.
Nada más se sabe de Esmet-Akhom. Probablemente fue el último de los egipcios que supo escribir jeroglíficos, el último testimonio de una escritura que duró más de tres mil años. Por lo menos así es como hoy se le recuerda, sin perjuicio de que en el futuro algún sorprendente descubrimiento arqueológico nos diga lo contrario.
Parte inferior de la inscripción (demótica) / foto A. Parrot, Mickey Mystique en Wikimedia Commons
En cuanto a los blemios, fueron los últimos paganos fieles a la religión egipcia. Aun seguirían adorando a Isis y a Mandulis casi dos siglos más hasta que los dioses abandonaron Egipto, cuando el emperador Justiniano mandó cerrar definitivamente los templos en el año 537, encarcelando a los sacerdotes y trasladando las estatuas sagradas a Constantinopla.
http://www.historiayarqueologia.com/2018/06/el-dia-en-que-los-egipcios-dejaron-de.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+historiayarqueologia%2FhTJR+%28Historia+y+Arqueolog%C3%ADa%29
No hay comentarios.:
Publicar un comentario