jueves, 12 de julio de 2018

Antonio Guzmán y Jorge Blanco, en una agresiva pre-campaña.

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Publicado el: 11 junio, 2018
e-mail: a.pena@hoy.com.do
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La precampaña electoral del Partido Revolucionario Dominicano de febrero de 1977, cuando Antonio Guzmán compitió con Salvador Jorge Blanco para aspirar a la candidatura presidencial, no solo representó una violenta y agresiva división en la organización sino que fue el comienzo de una oscura maniobra de intrigas y maquinaciones en contra de “Don Antonio” quien, a pesar de haberse impuesto a su contrincante, terminó sus días perseguido y hostigado por algunos de los que lo descalificaron en ese momento.
No se permitió el ingreso de la prensa a la histórica jornada de selección por lo que lo ocurrido es prácticamente inédito. Sonia Guzmán Klang lo revela minuciosamente durante una extensa entrevista sobre su padre.
“La élite del partido estaba con Salvador Jorge Blanco pero la estructura, los municipios, las provincias, estaban con papá”, manifiesta Sonia Guzmán, la hija del expresidente, quien junto a su esposo, José María Hernández, estuvo invariablemente al lado del influyente político. “Papá, creo que nos vas a necesitar”, le confesó con determinación ante el grave panorama que se presentaba al notable dirigente, a pesar de que había dado muestras de su capacidad, entrega y don de mando en la ardua campaña de Juan Bosch, después del ajusticiamiento de Trujillo, y durante la Revolución de Abril en la que llegaron a proponerlo como Presidente provisional.
Sin embargo, ahora unos afirmaban que Jorge Blanco “tenía mejores condiciones y preparación” y entre estos, afirma Sonia, estaban “Peña Gómez y su grupo”, que integraban Hatuey De Camps, Fulgencio Espinal, José Michelén y otros. En la facción que lo consideraba apto para gobernar se encontraban Secundino Gil Morales, Jacobo Majluta, José Delio Guzmán, Ivelisse Prats Ramírez, Frank De Sueza Fleury, Ambiórix Díaz, los hermanos Vicente, Sofía Leonor y Lorenzo Sánchez Baret, José R. Rodríguez Soldevilla, Juan López, Rosa Julia de la Cruz, Frida Aybar, Luis Manuel Caraballo, Amadeo Lorenzo Rodríguez (Mabí) “y todo el sector choferil”, de los que recuerda.
Con expresivo, pormenorizado y enérgico hablar que le son característicos, la exsubsecretaria administrativa de la presidencia expresa que “Salvador no aglutinaba las fuerzas previstas dentro del partido”.
Frente a esta realidad, “la estrategia del grupo de Jorge Blanco fue entusiasmar a Jacobo Majluta para que lograra su precandidatura, lo que creaba una división interna en el grupo de papá. Y Jacobo mordió el anzuelo y se lanzó, entonces se enfrentaron Jacobo, Salvador y papá como precandidatos”.
“Fue una precampaña brutal, de un trabajo intenso, de inmensos recorridos comiendo tierra y polvo. Fue muy dura por lo prolongada, más que una campaña electoral”, exclama. Pero también por las actuaciones, conducta y ataques que refiere, aun tratándose de un proceso entre compañeros de una misma agrupación.
Día de la convención. En noviembre de 1977 en el local de la Asociación de Comerciantes se celebró la convención que cualquiera calificaría de vergonzosa por las acciones que relata Sonia. Comenzó a las 11:00 de la mañana y concluyó a las 6:00 de la mañana del día siguiente.
“Hubo mucho cabildeo” para descartar a Antonio Guzmán, manifiesta y agrega que a los tres precandidatos se añadió un cuarto: Marcio Mejía Ricart.
Vestían de blanco y detrás de cada uno se colocó un gran afiche con sus fotos. Uno tras otro pronunció un breve discurso. Estaban presentes los delegados y equipos de propaganda de los cuatro y, en lugar especial, una reconocida figura política internacional: Rubén Berríos, líder del movimiento independentista de Puerto Rico.
La cantidad de votos establecida para el triunfo era “del 50 más uno, con miras a una segunda vuelta. Papá obtuvo una puntuación alta, pero no llegó; Salvador quedó en segundo lugar, Jacobo en tercero y Marcio muy lejos”.
“Terminando la tarde se dieron los resultados y recuerdo que de Jacobo y de Marcio se bajaron los retratos y quedaron como finalistas papá y Salvador, pero ahí comenzó el cabildeo por las fuerzas de Jacobo: ¿A quién se iban a unir? Obviamente la gran mayoría de su gente abogaba por el apoyo a Guzmán y una mínima parte por Salvador”, comenta.
Y acota: “Mi papá tenía muy claro que él iba a ganar y no iba a permitir que le impusieran un vicepresidente porque de acuerdo a los estatutos el que saliera candidato lo escogía y a él no le quedaban dudas en cuanto a que no elegiría a Jorge Blanco porque en la precampaña le hizo una oposición que rayaba en lo personal, tan profunda, que iba a ser un vicepresidente muy difícil. No era lo más recomendable”.
Narra que hubo recesos para negociar, lo que extendió el proceso, que se reinició en la madrugada. “Le dieron un turno a Majluta y él anunció que dejaba a sus seguidores en libertad de votar” y se le dio la palabra a Jorge Blanco.
“Su discurso consistió en hacer una comparación entre lo que iba a suceder con los que votaran por el señor del retrato a su derecha, resultado de la incapacidad, de la falta de preparación, que, de ganar, iba a ser un gobierno caótico. Y el que votara por el retrato a su izquierda, cosecharía el cambio verdadero, la prosperidad, la capacidad”.
Don Antonio hizo el ademán de pararse para contestarle y relata Sonia que Rubén Berríos lo detuvo: “No, don Antonio, ya usted ganó. Quédese tranquilo”.
Llegado su momento, Guzmán Fernández “arengó a la multitud, que lo aplaudió, habló del engrandecimiento del partido, que representaba la esperanza nacional, y propuso que el candidato se eligiera por aclamación y todo el mundo se paró a aclamar a mi papá. Eso selló la convención y su candidatura”, significa Sonia.
José Francisco Peña Gómez, prosigue, “le quitó el micrófono” y anunció: “¡Vamos a escoger el candidato a la vicepresidencia!”. Don Antonio repitió la misma acción del secretario general del PRD con el micrófono y proclamó que se escogiera por aplausos a Jacobo. Y así lo hicieron. Majluta fue su acompañante de boleta. Con este paso culminó el evento.
“Todo fue entonces alegría. Pero ahí comenzó la lucha contra Balaguer y la lucha interna del partido: empezaron a desencantar a Jacobo, para que renunciara”.
Con las indecisiones de Majluta se emplearon a fondo Milton Ray Guevara y José María y Sonia, definidos por ella como “el equipo sombra de papá”.
Tenían tres mayúsculas tareas por delante: convencerlo y “presionarlo” para que fuera el vicepresidente en la candidatura de don Antonio, enfrentar al poderoso Joaquín Balaguer que ya llevaba 12 años en el poder y desmontar la ofensiva de los derrotados y descontentos jorgeblanquistas.

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