lunes, 20 de agosto de 2018

¿TE VIENES DE BARES POR SUMERIA?.

http://historiasdelahistoria.com/2017/07/31/te-vienes-bares-sumeria



Dicen que el oficio más antiguo de la humanidad es el de prostituta, aunque yo tengo mis dudas. Si echamos un vistazo a la cultura de los cabezas negras, podría ser cierto, ya que le daban una gran importancia a dicha ocupación, pero hay otra actividad que aparece desde las primeras tablillas cuneiformes. Se trata de la de empinar el codo y todo lo relacionado con esta lúdica actividad. Es posible que, desde que el ser humano descubrió la recolección de frutos y semillas, ya empezara a darse cuenta de ese divertido proceso químico conocido como “fermentación”.
A los sumerios les gustaban las fiestas. Adoraban hacer el amor, divertirse, cantar y beber. Y si esa bebida tenía alguna graduación, mucho mejor. La palabra sumeria para nombrar un banquete es “kas-de-a”, que se traduce como “escanciado de cerveza”. Ya podemos suponer cuál era la actividad principal de una de esas juergas. El consumo de caldos con chispa alcohólica incluía a todos los sectores de la sociedad. En la clase alta tenemos el caso de la reina Kug-Bau, que fue tabernera antes de acceder a la corona, y el del rey Ur-Nammu, que entre copichuela y copichuela escribía poemas báquicos. Hasta los dioses se apuntaban a tener alguna que otra kurda. Así, por ejemplo, la diosa Inanna se convierte en dueña de los ME (leyes sagradas de los dioses y los hombres) gracias a que emborracha a Enki, aprovechando la cogorza para largarse con ellos a la ciudad de Uruk. En los templos los propios dioses exigían que todos los días se les sirviese un elaborado ceremonial de comida y bebida en el que destacaban varios tipos de cervezas y vinos. Hasta el gran superhéroe Gilgamesh recurre a la compañía y consejos de la tabernera Siduri.
Tenemos muestras de proverbios, algunos jocosos y otros sapienciales, en los que se usa como ejemplo alguna bebida espirituosa. De esa forma, de alguien poco habituado a bañarse se decía que era “el que sirve la cerveza sin lavarse las manos”. Un ejemplo de chascarrillo popular…
Una zorra orinó en el mar y dijo: todo es mi orina.
Un borracho orinó en el mar y dijo: todo es cerveza
Suponemos que, aunque los canales sumerios eran muchos y bien cuidados, no debía suceder lo mismo con los caminos, pues un proverbio dice: “El camino es malo; la cerveza es buena”. En otro proverbio se afirma: “Placer es beber cerveza; molestia es ir de viaje”. Por algún otro aforismo sospechamos que ya se daba el fraude comercial: “El que bebe cerveza, bebe agua”.
Los sumerios ya conocían el vino de uva, pero era demasiado caro. A pesar de ello sabemos que lo usaban las mujeres ricas, aparte de para beberlo, para lavarse los cabellos. Tras varios lavados, el pelo oscuro adquiría a la luz de sol un cierto tono y/o reflejo cobrizo. Lo que no sabemos es qué clase de perfume usaban para quitarse el tufo a vinazo. También se degustaba vino de palma, y el más apreciado era el de Uruk, ya que dicha ciudad era famosa por sus plantaciones de palma datilera. El vino de palma se solía entregar como premio a guerreros que habían destacado en la batalla, o como estímulo a soldados especiales, como los honderos. Al vino de palma se le atribuía cierta aura de virilidad, y era ingrediente de pócimas para engendrar hijos.
Pero de todos los caldos fermentados la cerveza era el más popular, en parte porque hasta los más humildes podían costearse una ración. De hecho, en muchos templos o palacios la cerveza era parte de las raciones diarias de comida de los trabajadores. La ciudad de Ur era famosa por su fábrica de cerveza, que pertenecía al recinto sagrado. No solo la exportaba a lugares lejanos, sino que sabemos que se fabricaban más de 30 tipos distintos, entre los que destacaban la diluída, que bebían las personas a las que se colocaba en un lugar destacado de un banquete o  los antepasados en la ceremonia del Día de los Muertos (Kispum); la clara y la turbia; la dulce y la amarga; la de escanda; la negra –por lo visto, los sumerios se adelantaron a la Guinnes; y algunas más exóticas como la de dátiles, la de aceitunas y la de cangrejo. Lo más curioso es que no tenemos ni idea de cómo las hacían, y de algunas de esas especialidades solo sabemos su nombre. Los pormenores de la fabricación de cerveza eran un secreto comercial cuya violación podía castigarse con la muerte. Por ello es obvio que no se han encontrado tablillas con detalles sobre el proceso. Suele pensarse que tenemos un ejemplo de ello en el Himno a Ninkasi, la diosa de la cerveza, a la que se describía como “la Señora que llena la boca, nacida de aguas frescas burbujeantes y que sacia el corazón“. Está claro que quien ideó esos epítetos no se encontraba en estado de mantener la horizontal correctamente. En él se describe lo que aparenta ser un método de fabricación. Se han hecho experimentos reproduciéndolo, como el de Tall Bazi, de la Universidad Técnica de Munich, o el de la Universidad de Pennsylvania, pero la cosa no está clara. Para el historiador Peter Damerow, del Instituto Max Planck, todos los experimentos se lograron a base de cambiar parte del proceso descrito en el himno, como el volumen de agua u otros, de lo que se sospecha que el que escribió el texto se guardó algún detalle en plan secreto comercial o bien que los ingredientes actuales ya no son como los de aquellos tiempos. En todo caso, nunca se ha conseguido más de 3,5 grados, y eso se logró cambiando mucho las condiciones especificadas en la tablilla.
Y ya para terminar, ¿tenían bares los sumerios? La respuesta es que sí. Muchas mujeres abrían una cantina con los bienes de su dote, y vendían el vino de uva que producían en sus propias tierras o cerveza barata hecha en su casa. Las tabernas solían colocarse en los puertos y en las salidas y entradas de las ciudades, ya que muchos de sus clientes eran comerciantes y viajeros. Una tasca podía constar de una simple habitación, pero las había que actuaban como posadas, con un segundo piso donde se alojaban los viajeros. También podían tener un patio central cubierto con un toldo, lo que permitía que en estos locales los clientes no solo bebiesen, sino que asistieran a recitales de arpistas o cantantes. La cerveza era servida en jarros de fondo cónico, ya que se colocaban sobre tablas agujereadas para que se sostuviesen. La cerveza sumeria era rica en posos, por lo que se degustaba con una pajita. Todo sumerio que se preciara de ello tenía su propio pajita personal, aunque podía pedir prestado una en el local. Los ricos los tenían de materias preciosas. Uno de los más famosos que conocemos es el que apareció en las Tumbas Reales de Ur, y que perteneció a la reina Puabi, fabricado en oro y lapislázuli. También, aunque nos resulta culturalmente extraño, los clientes podían requerir los servicios de una “esposa de la cerveza”, que eran esclavas del local que se dedicaban a la prostitución. Hemos encontrado representaciones donde se ven las dos aficiones sumerias juntas: beber cerveza y hacer el amor.
 
Demos, pues, las gracias a los sumerios por su amable detalle de contribuir a inventar las catas de caldos de calidad, y digamos con una jarra en la mano: “¿Borracho yo? ¡Tururú!”. O dicho en acadio-ratonero…
¿Shakiru ramani? ¡Tururum!

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