Matrimonio, divorcio y adulterio en Bizancio
Estamos en el año 615 d.C.; en la ciudad de Éfeso, Leoncio, un artesano de 25 años trabaja en el taller de un importante alfarero de la ciudad. Sus amigos y compañeros de trabajo le apremian a que busque pronto una esposa y tenga hijos ¿quién sino va a cuidar de él cuando sea anciano?Como es un joven perteneciente a las clases populares, su padre le arregla el matrimonio con la tercera hija de un comerciante de la ciudad. Tras un par de reuniones entre los padres de familia, pronto se cierran los acuerdos matrimoniales y la composición de las dotes respectivas.
Su futura esposa, de nombre Elia, acaba de cumplir los 15 años, la edad ideal para empezar a buscar marido. Los padres conciertan una reunión y los jóvenes se conocen, ambos jóvenes están contentos con la elección de sus padres; él es un joven bastante trabajador y con buena fama en el taller; ella es bastante guapa, tímida y su padre un próspero comerciante heleno. Por lo que en tan sólo unos meses ambos jóvenes se casan en una modesta iglesia de la ciudad por el rito cristiano.
El matrimonio es feliz y pronto llegan los hijos al matrimonio; en total tuvieron hasta 5 hijos, de los cuales, sólo tres lograron sobrevivir hasta la edad adulta. Después del quinto hijo, y tras un parto muy sufrido, Elia decide "vivir como hermano" con su marido, y no arriesgarse a tener más hijos.
Elia se convierte en una eficiente ama de casa, los modestos ingresos de su marido son suficientes para que ella no se vea obligada a trabajar, aunque como se le da bien la costura, consigue unos ingresos extras confeccionando vestidos para sus vecinas. Normalmente sólo sale de casa para ir al mercado o ir a la iglesia a rezar, aunque una vez al mes suele ir al baño de mujeres a disfrutar de un rato de ocio.
A pesar de la fortaleza física de su marido, unas fiebres se llevan a Leoncio en el año 640 d.C., Elia, como cualquier mujer bizantina, tiene el derecho a heredar el dinero y las posesiones de su marido y a administrarlo como a ella le plazca. Aunque por suerte, su primogénito, de nombre Nicéfolo, que cuenta ya con 24 años ha demostrado ser un joven respetuoso y buen trabajador, que se gana la vida en el puerto como estibador. Elia descansa tranquila todas las noches, sabe que cuando ya no pueda valerse por sí misma, sus hijos cuidarán de ella.
Este podría ser el retrato de un matrimonio común de cualquier familia que hubiese vivido en época del Imperio Bizantino. Hemos mencionado algunos de los grandes rasgos que definirán el concepto del matrimonio es esta cultura: el intercambio de dotes económicas, la independencia económica de la mujer, el papel social de la mujer, el componente religioso en el matrimonio, ...
Por lo que a lo largo de este post iremos desgranando algunas de estas características, pero empecemos por un ligero esbozo de quizá el punto más importante: la imagen de la mujer en el mundo bizantino.
La sociedad del imperio Bizantino fue eminentemente patriarcal, ya que las mujeres no podían ocupar ningún cargo importante en el conjunto de la sociedad. Y aunque dedicaremos una entrada aparte sobre la vida la mujer en bizancio, a grandes rasgos se puede decir que el papel de la mujer ideal estaba constituido por cuatro "etapas": La primera es la virgen, una joven que debe permanecer fiel a su padre y familia. La segunda, sería la etapa de esposa, para posteriormente ser madre y finalmente, viuda.
Aunque en el caso de la sociedad bizantina, encontramos una gran diferencia respecto a otras sociedades de la época, ya que aunque la ley discriminaba a las mujeres, al menos les permitía gozar de un alto grado de independencia económica no visto hasta prácticamente nuestros días.
Las mujeres podían heredar las propiedades de sus padres y marido, las mujeres casadas podían gestionar sus dotes e incluso comprar o invertir en propiedades, tiendas o negocios sin necesitar el consentimiento de su marido. Las mujeres, además, también podían gozar de cierta educación cuando eran pequeñas, por lo que no era raro encontrar mujeres que supiesen leer o escribir, y no sólo mujeres de clases altas, cuyo acceso a la educación era mucho más sencilla, a través de turores personales.
El concepto de matrimonio sufrió una mutación según se iba instalando el cristianismo en el Imperio Bizantino, especialmente entre las clases populares. En el mundo antiguo romano existían varias formas de plasmar un matrimonio, la más sencilla era que ambos cónyuges hiciesen una vida en común, sin ser necesario ningún tipo de rito o celebración oficial.
Este cambio de religión, Bizancio se convirtió al cristianismo en el 380 d.C.; trajo importantes cambios sociales. La principal preocupación de la Iglesia era cómo vivían las parejas bizantinas, por lo que empezaran a surgir numerosas reglamentaciones matrimoniales, tanto desde la legislación religiosa como civil. En sus inicios impidiendo los matrimonios mixtos religiosos, regulando los matrimonios consanguíneos , o la cantidad de matrimonios permitidos para una misma persona, buscando preservar la idea de la santidad del matrimonio cristiano.
Pero hay que tener en cuenta que esta tradición romana laxa del matrimonio se perpetuó durante buena parte de la Edad Media, así por ejemplo, la imposición de sacralizar un matrimonio con la presencia de un sacerdote que lo bendiga no se instauró hasta casi finales del primer milenio.
En conclusión, podemos decir que progresivamente la institución del matrimonio pasó de ser un hecho privado entre dos personas o dos familias a un acto oficial, un sacramento religioso, que se oficializa mediante una celebración religiosa, la escrituración u otras medidas externas como la transferencia de bienes.
Por último, añadir que, a grandes rasgos, y para no aburrir con tecnicismos, se pueden diferenciar dos tipos de matrimonios en el derecho bizantino: el matrimonio escrito y no escrito; y aquel que incluye transferencia de bienes o el que no.
Hemos visto como el concepto de matrimonio fue ganando peso paulatinamente en la sociedad romana con la llegada del cristianismo, esto tuvo su reflejo en el mundo del derecho y la legislación.
Por lo que veremos como desde época imperial tardía se pone especial hincapié en legislar sobre aquellas cuestiones más imprescindibles para mantener este nuevo orden social, por lo que las cuestiones matrimoniales ocuparán un lugar preferente en la legislación medieval europea.
La edad del matrimonio como en casi cualquier sociedad preindustrial era muy temprana. La legislación bizantina permitía que una niña se prometiera a la edad de 7 años, y aunque posteriormente se retrasó la edad a los 12 años, sabemos que hubo casos de niñas prometidas con tan sólo 5 años.
El motivo para que las parejas contrajesen matrimonio en edades tan tempranas responde a diversas necesidades: La primera, asegurar la virginidad de la novia, en una sociedad donde el máximo valor de una mujer era su virginidad, cuanto antes se casase menos riesgo a que la perdiese. El segundo gran motivo, era la alta tasa de mortalidad infantil que, sumada a la baja esperanza de vida de las personas, hacía necesario aprovechar al máximo los años más fértiles de una mujer, para que pudiese aportar el mayor número de hijos posibles al matrimonio.
Aunque seguramente la mejor idea sobre el amor en el matrimonio nos los traslada el arzobispo de Constantinopla Juan Crisóstomo, cuando decía que "El amor mutuo y la dedicación de los esposos era una realidad atesorada, un remanente de la existencia paradisíaca original de la primera pareja", es decir, la gente no se casaba por el amor, sino que el amor surgía cuando la gente se casaba.
Durante la ceremonia de los esponsales, y para garantizar el cumplimiento del compromiso, la familia del novio se comprometía con los "arra sponsalicia", un regalo que en caso de romper el compromiso se quedaba la familia de la novia; en el caso contrario, si era la novia la que rompía el compromiso tenía que devolver los arra, más una suma económica equivalente.
En el contrato matrimonial también se le solía exigir al marido una donación para la esposa, denominada "donatio propter nuptias" o "hipóbolon", equivalente a la mitad o a la tercera parte de la dote. En los documentos posteriores al siglo X se menciona otra donación matrimonial por parte del hombre denominada "theóretron". Estas cuotas pasaban a manos de la mujer o de los hijos en casa de fallecimiento del marido.
La celebración del matrimonio implicaba un complejo ritual con numerosos actos simbólicos y ceremonias. Se iniciaba con un baño ritual donde la novia se purificaba, después se dirigía a la novia vestida de blanco, dónde el novio la esperaba. Después del típico sermón, la pareja erabendecida por el sacerdote encargado de conducir la ceremonia y los coronaba con unas coronas matrimoniales. La ceremonia terminaba con el intercambio de anillos y bebiendo la sangre de cristo del mismo cáliz.
Una vez terminada la ceremonia oficial la pareja se dirigía a casa del novio seguida de toda la comitiva nupcial que entonaba canciones nupciales llamadas "epithalamia", de claro carácter jocoso y algo subidas de tono, para animar a los novios a consumar el matrimonio en la habitación, mientras el resto de invitados seguía de celebración.
Por lo que, tras numerosas regulaciones, finalmente fue Justiniano el que sentó las bases sobre el derecho al divorcio en el mundo bizantino.
Las causas de divorcio para el varón eran:
- Que la mujer conociese un crimen de alta traición y no lo revelase.
- Que la mujer fuese adúltera
- Intento de asesinato contra el marido.
- Actos moralmente sospechosos contra la voluntad del marido (pasar la noche fuera del hogar, participar en banquetes o baños colectivos con otros hombres, etc)
Las causas de divorcio para la mujer eran:
- La participación del marido en crímenes de alta traición.
- Atentado contra la vida de la mujer.
- Atentado contra el honor de la mujer (ser acusada falsamente de adulterio).
- Relación extraconyugal estable del marido.
Después existían otros motivos como podían ser la impotencia o la esterilidad de alguno de los miembros del matrimonio, la elección de la vida monástica o un cautiverio de larga duración. Pero como vemos el divorcio sólo podía darse por causas muy graves dentro del matrimonio, siendo un estigma social para la mujer divorciada, lo que provocaría que su vida se volviese aún más difícil. Así que la única solución para cualquier mujer que se divorciase era ingresar en un convento.
Aunque en los primeros siglos las penas podían contemplar la muerte de los adúlteros, con el paso de los siglos, se fue suavizando la legislación a penas de mutilación (se les cortaba la nariz), destierro, penas económicas o encierros en conventos. El marido, sólo era sancionado, si cometía adulterio con otra mujer casada. El derecho canónico también contemplaba graves penas para las adúlteras como podía ser la excomunión o penitencias.
Pero si a alguien hay que agraedecer el aumento de los derechos de las mujeres en la cultura bizantina es a la emperatriz Teodora, quién se involucró personales en las reformas legales y espirituales de Justiniano, sobre todo en aquellas que otorgaban mayores derechos a las mujeres, especialmente los de las mujeres de más baja extracción social.
Así entre sus logros podemos destacar la prohibición de la prostitución forzosa, el aumento de derechos para la mujer en los casos de divorcio y en los referentes a sus derechos de propiedad, y fue quien promulgó la prohibición de asesinato sobre las mujeres que habían cometido adulterio.
Women and marriage in Early Byzantium
https://globalconnections.champlain.edu/2015/04/17/women-and-marriage-in-early-byzantium/
Spyros Troianos, EL DIVORCIO EN EL DERECHO BIZANTINO
Y POSBIZANTINO, Ivs Fvgit, 20, 2017, pp. 443-448, Universidad de Atenahttp://historsex.blogspot.com/2018/06/matrimonio-y-adulterio-en-la-cultura_24.html
Recreación de Bizancio. |
El matrimonio es feliz y pronto llegan los hijos al matrimonio; en total tuvieron hasta 5 hijos, de los cuales, sólo tres lograron sobrevivir hasta la edad adulta. Después del quinto hijo, y tras un parto muy sufrido, Elia decide "vivir como hermano" con su marido, y no arriesgarse a tener más hijos.
Elia se convierte en una eficiente ama de casa, los modestos ingresos de su marido son suficientes para que ella no se vea obligada a trabajar, aunque como se le da bien la costura, consigue unos ingresos extras confeccionando vestidos para sus vecinas. Normalmente sólo sale de casa para ir al mercado o ir a la iglesia a rezar, aunque una vez al mes suele ir al baño de mujeres a disfrutar de un rato de ocio.
A pesar de la fortaleza física de su marido, unas fiebres se llevan a Leoncio en el año 640 d.C., Elia, como cualquier mujer bizantina, tiene el derecho a heredar el dinero y las posesiones de su marido y a administrarlo como a ella le plazca. Aunque por suerte, su primogénito, de nombre Nicéfolo, que cuenta ya con 24 años ha demostrado ser un joven respetuoso y buen trabajador, que se gana la vida en el puerto como estibador. Elia descansa tranquila todas las noches, sabe que cuando ya no pueda valerse por sí misma, sus hijos cuidarán de ella.
Recreación ideal de Bizancio. |
Por lo que a lo largo de este post iremos desgranando algunas de estas características, pero empecemos por un ligero esbozo de quizá el punto más importante: la imagen de la mujer en el mundo bizantino.
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Ser mujer en Bizancio
La sociedad del imperio Bizantino fue eminentemente patriarcal, ya que las mujeres no podían ocupar ningún cargo importante en el conjunto de la sociedad. Y aunque dedicaremos una entrada aparte sobre la vida la mujer en bizancio, a grandes rasgos se puede decir que el papel de la mujer ideal estaba constituido por cuatro "etapas": La primera es la virgen, una joven que debe permanecer fiel a su padre y familia. La segunda, sería la etapa de esposa, para posteriormente ser madre y finalmente, viuda.
El papel de la mujer estaba enfocado al matrimonio como objetivo final para una mujer de respeto, siendo sus principales ocupaciones el cuidado del hogar y de los hijos.
Aunque en el caso de la sociedad bizantina, encontramos una gran diferencia respecto a otras sociedades de la época, ya que aunque la ley discriminaba a las mujeres, al menos les permitía gozar de un alto grado de independencia económica no visto hasta prácticamente nuestros días.
Mosaico bizantino. |
Las mujeres podían heredar las propiedades de sus padres y marido, las mujeres casadas podían gestionar sus dotes e incluso comprar o invertir en propiedades, tiendas o negocios sin necesitar el consentimiento de su marido. Las mujeres, además, también podían gozar de cierta educación cuando eran pequeñas, por lo que no era raro encontrar mujeres que supiesen leer o escribir, y no sólo mujeres de clases altas, cuyo acceso a la educación era mucho más sencilla, a través de turores personales.
Las leyes, en ausencia del marido, convertían a las mujeres en dueñas del hogar, con un control total de las propiedades y los intereses de los hijos.
Evolución del concepto de matrimonio
El concepto de matrimonio sufrió una mutación según se iba instalando el cristianismo en el Imperio Bizantino, especialmente entre las clases populares. En el mundo antiguo romano existían varias formas de plasmar un matrimonio, la más sencilla era que ambos cónyuges hiciesen una vida en común, sin ser necesario ningún tipo de rito o celebración oficial.
Pero según fue ganando peso la Iglesia, el matrimonio fue adquiriendo mayor importancia en la sociedad y por lo tanto en la legislación.
Roma, Santa Maria in Trastevere.
Mosaico. S.XIII |
Pero hay que tener en cuenta que esta tradición romana laxa del matrimonio se perpetuó durante buena parte de la Edad Media, así por ejemplo, la imposición de sacralizar un matrimonio con la presencia de un sacerdote que lo bendiga no se instauró hasta casi finales del primer milenio.
En conclusión, podemos decir que progresivamente la institución del matrimonio pasó de ser un hecho privado entre dos personas o dos familias a un acto oficial, un sacramento religioso, que se oficializa mediante una celebración religiosa, la escrituración u otras medidas externas como la transferencia de bienes.
Por último, añadir que, a grandes rasgos, y para no aburrir con tecnicismos, se pueden diferenciar dos tipos de matrimonios en el derecho bizantino: el matrimonio escrito y no escrito; y aquel que incluye transferencia de bienes o el que no.
Legislación y matrimonio
Hemos visto como el concepto de matrimonio fue ganando peso paulatinamente en la sociedad romana con la llegada del cristianismo, esto tuvo su reflejo en el mundo del derecho y la legislación.
Por lo que veremos como desde época imperial tardía se pone especial hincapié en legislar sobre aquellas cuestiones más imprescindibles para mantener este nuevo orden social, por lo que las cuestiones matrimoniales ocuparán un lugar preferente en la legislación medieval europea.
Hasta llegar a la situación en la que el matrimonio debía darse dentro de las leyes religiosas y legislativas del Imperio Bizantino, que regulaban de forma bastante específica como debía ser.
Edad del Matrimonio
La edad del matrimonio como en casi cualquier sociedad preindustrial era muy temprana. La legislación bizantina permitía que una niña se prometiera a la edad de 7 años, y aunque posteriormente se retrasó la edad a los 12 años, sabemos que hubo casos de niñas prometidas con tan sólo 5 años.
La edad mínima para el matrimonio eran los 12 años para las chicas y 14 para los chicos. Por lo que normalmente todas las mujeres estaban casadas antes de cumplir los 18 años.
Vestidos de mujer. Siglo VI d.C. |
Estos matrimonios a edades tan tempranas podían acarrear numerosos problemas para las mujeres, especialmente si se casaban con hombres ya adultos. Así sabemos, por ejemplo, que la hija de Andrónico II, con tan sólo 5 años se comprometió con el rey de Serbia, y debido a las prematuras relaciones sexuales sufrió lesiones irreversibles que le impidieron engendrar hijos.
Como era habitual el matrimonio no era cosa de amor, normalmente eran las familias las que acordaban el enlace, atendiendo más bien a cuestiones económicas o hacendísticas que a la opinión que pudiesen tener los futuros esponsales. Hay que pensar que era dífícil que una simple niña se opusiese a la opinión de su familia sobre el matrimonio concertado, aunque en caso de negarse siempre podía optar por entregarse a Dios.
¿Matrimonios por amor?
Aunque existe cierta idea general que esto de casarse por amor es un concepto relativamente contemporáneo, hemos visto en nuestro ejemplo como en la mayoría de familias humildes, aunque los matrimonios los organizasen los padres, sí que se tenía en cuenta que existiese cierta compatibilidad entre los futuros esposos, o al menos se podía tener en cuenta su opinión. También si los jóvenes habían crecido juntos en un mismo pueblo o barrio y se conocían y se llevaban bien, era probable que las madres, siempre conocedoras de todo lo que les pasa a sus hijos, intentasen arreglar ese matrimonio a través de sus maridos.
Pero en una sociedad tan patriarcal como la bizantina, donde las mujeres, incluso antes de dar sus primeros signos de madurez sexual, eran estrechamente vigiladas y controladas, es difícil imaginar un matrimonio por amor, como lo conocemos actualmente.
Otro caso distinto eran los matrimonios entre familias ricas y poderosas, donde primaban mucho más intereses económicos o hacendísticos a la hora de programar el matrimonio de los hijos.
A todo esto, hay que sumar la edad de los futuros esposos, y analizar que capacidad de crítica o de rebeldía podía tener una niña, apenas entrada en la adolescencia, para oponerse a la opinión de sus progenitores.
Aunque seguramente la mejor idea sobre el amor en el matrimonio nos los traslada el arzobispo de Constantinopla Juan Crisóstomo, cuando decía que "El amor mutuo y la dedicación de los esposos era una realidad atesorada, un remanente de la existencia paradisíaca original de la primera pareja", es decir, la gente no se casaba por el amor, sino que el amor surgía cuando la gente se casaba.
Para aquellas personas de corazón más romántico decirles que sabemos que, incluso entre las clases sociales más altas, existieron historias de amor románticas, como bien refleja su literatura. Relatos de amor cuyos protagonistas solían ser un hombre común o un caballero torturados de amor al ver que su amada ingresaba en un convento.
Acuerdos Matrimoniales
Durante la ceremonia de los esponsales, y para garantizar el cumplimiento del compromiso, la familia del novio se comprometía con los "arra sponsalicia", un regalo que en caso de romper el compromiso se quedaba la familia de la novia; en el caso contrario, si era la novia la que rompía el compromiso tenía que devolver los arra, más una suma económica equivalente.
Por contra, la familia de la novia era la encargada de aportar un elemento esencial para cerrar el acuerdo matrimonial: la dote. Y aunque el marido tenía derecho a administrar la dote, ésta seguía perteneciendo a la mujer de por vida. Así, si el marido fallecía o si había divorcio la dote volvía a la mujer, o en caso de que muriese la mujer y ésta no hubiese aportado hijos, la dote volvía a la familia de la mujer.
Anillo de boda |
En el contrato matrimonial también se le solía exigir al marido una donación para la esposa, denominada "donatio propter nuptias" o "hipóbolon", equivalente a la mitad o a la tercera parte de la dote. En los documentos posteriores al siglo X se menciona otra donación matrimonial por parte del hombre denominada "theóretron". Estas cuotas pasaban a manos de la mujer o de los hijos en casa de fallecimiento del marido.
Ritual del matrimonio
La celebración del matrimonio implicaba un complejo ritual con numerosos actos simbólicos y ceremonias. Se iniciaba con un baño ritual donde la novia se purificaba, después se dirigía a la novia vestida de blanco, dónde el novio la esperaba. Después del típico sermón, la pareja erabendecida por el sacerdote encargado de conducir la ceremonia y los coronaba con unas coronas matrimoniales. La ceremonia terminaba con el intercambio de anillos y bebiendo la sangre de cristo del mismo cáliz.
Una vez terminada la ceremonia oficial la pareja se dirigía a casa del novio seguida de toda la comitiva nupcial que entonaba canciones nupciales llamadas "epithalamia", de claro carácter jocoso y algo subidas de tono, para animar a los novios a consumar el matrimonio en la habitación, mientras el resto de invitados seguía de celebración.
Mosaico religioso. |
Divorcio
A pesar de la libertad absoluta que existió en el derecho romano para la disolución unilateral del matrimonio, bajo el gobierno de los emperadores cristianos, se empezó a cuestionar el divorcio, por el carácter sagrado que adquiría el matrimonio.
Por lo que, tras numerosas regulaciones, finalmente fue Justiniano el que sentó las bases sobre el derecho al divorcio en el mundo bizantino.
Las causas de divorcio para el varón eran:
- Que la mujer conociese un crimen de alta traición y no lo revelase.
- Que la mujer fuese adúltera
- Intento de asesinato contra el marido.
- Actos moralmente sospechosos contra la voluntad del marido (pasar la noche fuera del hogar, participar en banquetes o baños colectivos con otros hombres, etc)
Las causas de divorcio para la mujer eran:
- La participación del marido en crímenes de alta traición.
- Atentado contra la vida de la mujer.
- Atentado contra el honor de la mujer (ser acusada falsamente de adulterio).
- Relación extraconyugal estable del marido.
Después existían otros motivos como podían ser la impotencia o la esterilidad de alguno de los miembros del matrimonio, la elección de la vida monástica o un cautiverio de larga duración. Pero como vemos el divorcio sólo podía darse por causas muy graves dentro del matrimonio, siendo un estigma social para la mujer divorciada, lo que provocaría que su vida se volviese aún más difícil. Así que la única solución para cualquier mujer que se divorciase era ingresar en un convento.
Adulterio
Se daba por hecho que una mujer debía obedecer siempre a su marido y serle fiel, por lo que el adulterio era un delito bastante grave, especialmente si la infiel era la mujer.
Mosaico de la emperatriz Teodora de Bizancio |
Pero si a alguien hay que agraedecer el aumento de los derechos de las mujeres en la cultura bizantina es a la emperatriz Teodora, quién se involucró personales en las reformas legales y espirituales de Justiniano, sobre todo en aquellas que otorgaban mayores derechos a las mujeres, especialmente los de las mujeres de más baja extracción social.
Así entre sus logros podemos destacar la prohibición de la prostitución forzosa, el aumento de derechos para la mujer en los casos de divorcio y en los referentes a sus derechos de propiedad, y fue quien promulgó la prohibición de asesinato sobre las mujeres que habían cometido adulterio.
Bibliografía
Guiglielmo CAVALLO y OTROS: El Hombre bizantino; Alianza Ed. Madrid, 1994.
Alice‑Mary TALBOT: La Mujer en Bizancio Medieval; 153‑184
Women and marriage in Early Byzantium
https://globalconnections.champlain.edu/2015/04/17/women-and-marriage-in-early-byzantium/
Spyros Troianos, EL DIVORCIO EN EL DERECHO BIZANTINO
Y POSBIZANTINO, Ivs Fvgit, 20, 2017, pp. 443-448, Universidad de Atenahttp://historsex.blogspot.com/2018/06/matrimonio-y-adulterio-en-la-cultura_24.html
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