¿CÓMO ERA EL CULTO A MITRA?
«Si el cristianismo hubiera sido detenido en su crecimiento por una enfermedad mortal, el mundo hubiera sido mitraísta» (Ernest Renan, Marco Aurelio y el fin del mundo antiguo).
Las religiones mistéricas —del griego μύστης ‘quien ha sido iniciado— son aquellas en las que se exige un rito o prueba de iniciación para abrazar la espiritualidad. En las próximas líneas vamos a hablar sobre los orígenes del culto a Mitra, así como de sus rituales y la importancia que tuvieron en el mundo romano.
ORIGEN
El dios Mitra (también conocido como Mithra) es un dios de origen indoiranio venerado, principalmente, en cuatro religiones diferentes: el hinduismo, el zoroastrismo, el maniqueísmo y en los misterios mitraicos romanos. En sus orígenes era un dios del sol; no obstante, depende de las fuentes que se consulten. En los Vedas —los libros sagrados del hinduismo— se considera a mitra como el dios de la luz celeste, mientras que en el Avesta —los textos sagrados de la religión zoroastriana— aparece como un dios guerrero (Royston Pike, 1996, p. 322).
Según este autor (ibid.), «Mitra nació en forma humana de una roca (o en una gruta), y sus primeros adoradores fueron pastores. Realizó después muchos milagros y, como servidor elegido por Dios, mató a un toro sagrado, cuya sangre fertilizó la tierra. Finalmente, Mitra ascendió a los cielos, donde mora entre los inmorales. Sin embargo, está siempre pronto a ayudar y a bendecir a los que en él confían» (p. 322). Otros autores consideran el culto a Mitra como la consecuencia de la relación entre el sincretismo grecorromano—esto es, de la conjunción y combinación de sus dioses— y la herencia irania.
EXPANSIÓN
Al caer el imperio persa en el año 330 a. C., el culto a Mitra fue expandiéndose por el mundo romano. Rápidamente fue acogido por los soldados romanos, que practicaron el culto al Sol invictus. Estos conocieron el culto, precisamente, en las campañas contra los persas.
La expansión y difusión del mitraísmo en el mundo antiguo se produjo desde Escocia hasta Mesopotamia y desde el norte de África hasta los Balcanes. Prueba de ello son los santuarios de época romana descubiertos en provincias como la Dacia (actual Rumanía), Pannonia (actual Hungría) y Germania (Eliade, 1999, p. 181). Los santuarios eran una de las tres partes en que se dividían los mitreos; según la leyenda, esta divinidad nació en el interior de una gruta, y por este motivo el culto a Mitra se realizaba en cuevas naturales o artificiales.
CARACTERÍSTICAS
En el Imperio Romano tuvo una gran acogida entre el estamento militar, pues era una religión que se basaba en la disciplina, la jerarquía y en la moral de sus miembros. El culto a Mitra en Roma era, además, casi de uso exclusivo para hombres. Como hemos mencionado líneas atrás, se trataba de una religión mistérica, esto es, que requería una serie de pruebas iniciáticas para ser admitidos. Es interesante conocer los ritos de iniciación a la religión mitraica. Antes de dicha iniciación los candidatos debían comprometerse a no desvelar los misterios de la religión.
Se ha escrito mucho acerca de cómo eran los rituales de iniciación en el mitraísmo. M. Eliade (1999, p. 380) señala, por ejemplo, que había una especie de bautismo en el que, con un hierro candente, se marcaba la frente del iniciado. En otros casos, los candidatos debían saltar sobre una fosa llena de agua con las manos unidas con tripas de pollo.
DESAPARICIÓN
El mitraísmo comenzó a desparecer a comienzos del siglo IV d. C. Se calcula que en Roma desapareció durante la época de Valentiniano II —emperador del Imperio Romano de Occidente entre los años 375 y 392 d. C.—. Los motivos de la desaparición del culto a Mitra pudieron ser varios; durante los años que más adeptos tuvieron, coincidieron con los años de expansión del cristianismo. Mientras que el culto a Mitra se basaba en el secreto de un grupo reducido de iniciados, el cristianismo procuraba extender su mensaje al mayor número de personas posible. (Blázquez, Martínez-Pinna y Montero, 1999, p. 608).
No obstante, parece haber conexiones entre el cristianismo y el mitraísmo; por ejemplo, en la idea de que esta vida es solo la antesala a una vida eterna —que podía ser de felicidad o de sufrimiento—. Es decir, los bienaventurados ascenderían a los cielos, mientras que los perversos acabarían en el reino de las tinieblas. Además, se sitúa el nacimiento de Mitra el día 25 de diciembre, es decir, en el solsticio de invierno; a este respecto, conviene mencionar que hasta el siglo IV se celebraba su nacimiento el día 6 de enero —y aún hoy en día es así para los cristianos ortodoxos—. Sin embargo, se desplazó la fecha del nacimiento de Jesús para ocupar en el calendario la fecha de nacimiento de Mitra o, en otros términos, para cristianizar el nacimiento del dios Sol.
Referencias bibliográficas:
Eliade, M. (1999). Historia de las creencias y las ideas religiosas. Barcelona: Paidós.
Blázquez, J.M., Martínez-Pinna, J. y Montero, S. (1999). Historia de las religiones antiguas. Oriente, Grecia y Roma. Madrid: Cátedra.
Royston Pike, E. (1996). Diccionario de religiones. Madrid: Fondo de cultura económica de España.
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