jueves, 24 de enero de 2019

El Gobierno cívico militar de 48 horas del general Rodríguez Echavarría

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23 enero, 2019
Por:
PEDRO GIL ITURBIDES escribeapedro@yahoo.es
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El día 18 de enero de 1962 pudo leerse una escueta noticia én los diarios del día, “El Caribe“ y “La Nación”, difundían una nota sobre la renuncia de Joaquín Balaguer. Abandonaba los cargos de Presidente de la República y del Consejo de Estado, asumidos dieciséis días antes.
Presidente de la República lo era desde la sustitución del Presidente electo, Héctor Bienvenido Trujillo Molina, en agosto de 1960. En adición a estas funciones, lo era también del Consejo de Estado, desde el 1 de enero de 1962.
En paralelo con él, aunque por razones distintas, renunciaron también el Vicepresidente de la República y del Consejo, licenciado Rafael Filiberto Bonnelly y ocho secretarios de Estado.
En “La Voz del Trópico”, base de la cadena radial del partido “Unión Cívica Nacional”, daban lectura a la infinidad de funcionarios y empleados públicos renunciantes.
“Radio Santo Domingo”, hasta poco antes “La Voz Dominicana”, también comenzó a transmitir los innumerables listados de renunciantes. Pero los militares cerraron sus transmisiones.
Las renuncias expresaban una protesta generalizada contra el golpe de Estado del 16 en la noche, cuando se sustituyó el Consejo de Estado encabezado por Joaquín Balaguer, por una Junta o Consejo Cívico Militar.
Al atardecer del 18 se anunció el apresamiento de los integrantes de esta Junta y del mayor general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría.

La acción fue ejecutada por un comando de oficiales militares encabezados por el capitán Elías Wessin y Wessin, el coronel Miguel Atila Luna Pérez, el mayor Rafael Tomás Fernández Domínguez y otros militares.
Esa noche se repuso el Consejo de Estado depuesto horas antes, ahora bajo la presidencia del licenciado Bonnelly.
Al parecer, bajo la nueva situación se ordenó la detención del expresidente Balaguer, quien se acogió a la protección de la representación diplomática de la Santa Sede, ubicada al lado de su residencia en la avenida Máximo Gómez.
Yo le había informado al presidente Balaguer, en el ejercicio de sus nuevas dobles funciones, de pronunciamientos hechos por Julio César Martínez en la redacción de “La Nación”.
Con frecuencia prenunciaba una situación, tal vez próxima, con “mi cuñado” al mando. (“Mi cuñado” era el mayor general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría).
-¿Y qué hace usted en “La Nación”? Le dije a García Castro que le diese las funciones de subdirector de Prensa. ¿Lo sacó de la radioemisora? ¿Por qué está en el periódico?.
Ese mandato –tal vez solicitud- la transmitió a raíz de encomendar a García Castro la dirección de la radiodifusora.
En tales funciones me hallaba, aunque desde “La Nación” debido a la falta de facilidades en el edificio del “Teatro Agua Luz”, cuyo esplendor se conservaba por entonces.
Todo el equipo de prensa laboraba en ese edificio. Yo, en cambio, escribía las noticias nacionales desde el diario. Enviaba a la redacción cables de noticias internacionales y deportivas.
Luego de explicar este arreglo al presidente Balaguer, le reiteré lo dicho sobre los pronunciamientos de Martínez.
Montándose ya en el vehículo, volvió la vista hacia mí y definió al periodista como un hombre fantasioso.
Martínez tomó posesión como dueño de la “Editora La Nación, C. por A.”, a fines de diciembre. A cada rato hablaba sobre el momento en el cual su cuñado asumiese posiciones señeras en el país.

En horas de la tarde del día 16 nos expulsó del diario. Nos habló de la incompatibilidad nuestra con la nueva época. Tuve necesidad de hablarle sobre nuestro trabajo para “Radio Caribe”. Aún tras lo expresado, nos pidió abandonar el diario.
-Arregle sus bártulos, pidió esa tarde. ¡Y váyase!
Llamé a García Castro desde la redacción, para que me esperase. Y en efecto, conversé con él. Le pedí lo comentase al presidente Balaguer.

Intentó llamarlo, tal vez para concertar una cita. No consiguió, sin embargo, la comunicación. En un momento decidió ir a Palacio. “Espérame”, pidió.
Varias horas más tarde, llamó.

-Si lo deseas, vete. No debo irme ahora, porque aquí se cocina un sancocho prieto. ¿Recuerdas de tus sospechas sobre las palabras de Julio César? ¡Pues están dándose! Te hablo después.
Cerró. En la noche tomaba posesión la nueva Junta, faltantes algunos de sus designados. Su composición, conforme lo anunciado, fue la siguiente: Doctor Huberto Bogaert, presidente; miembros: licenciado Armando Oscar Pacheco; los sobrevivientes de la liquidación física de Rafael L. Trujillo, Antonio Imbert Barreras y Luis Amiama Tió; el contralmirante de la Marina de Guerra Enrique Valdez Vidaurre; el coronel del Ejército, Neit Rafael Nivar Seijas; y el mayor piloto de la Aviación Militar Dominicana, Wilfredo Medina Natalio.
Pero ese gobierno duró menos de 48 horas en el Poder.
Los integrantes de la Junta Cívico Militar fueron apresados en la tarde del día 18 de enero de 1962, por un grupo militar encabezado por el entonces capitán Elías Wessin y Wessin.

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