lunes, 28 de enero de 2019


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Enrique III, rey de Castilla y abuelo de Isabel la Católica

Enrique III nace en Burgos el 4 de octubre de 1379. Hijo de Juan I de Castilla y de Leonor de Aragón. Fue nieto del fundador de la dinastía Trastámara, Enrique II, por parte de su padre, y de Pedro IV de Aragón por parte de su madre. Fue llamado el Doliente por su precaria salud.

El primer rey del reino de Castilla y León del siglo xv comienza su reinado en 1390, siendo menor de edad, por lo que no será hasta 1393, con 14 años, cuando tome en sus manos las riendas del poder.
Se casó con la princesa Catalina de Lancaster, hija del matrimonio entre Juan de Gante y Constanza. El matrimonio fue fruto del acuerdo tras la guerra entre Inglaterra y Castilla. Constanza era la hija heredera del último monarca de la dinastía borgoñona, Pedro I el Cruel, asesinado por su hermanastro, Enrique II de Castilla, quien con el apoyo de los nobles más poderosos y de Francia se proclama rey. No tenía línea sucesoria directa por ser hijo bastardo del penúltimo rey de la dinastía borgoñona, Alfonso XI.
Enrique II (llamado el de las Mercedes por los bienes y rentas con los que dotó a la nobleza) se casó con Juana Manuel, hija de la nobleza más poderosa, la familia Lara, y se alió con Francia en la guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia. Pedro I era aliado de Inglaterra. Inglaterra reclamaba el trono de Castilla y León por el matrimonio de su príncipe Juan de Gante, duque de Lancaster, con la princesa heredera Constanza, hija de Pedro I, al morir este, quien era el heredero legítimo de Alfonso XI. Inglaterra, aliada con Portugal, invadió Castilla hasta cerca de Toro, pero Juan I, hijo de Enrique II, pudo rechazar el avance de las tropas inglesas. Finalmente, llegan al acuerdo de que los hijos de ambos contendientes, Enrique (futuro Enrique III) por parte de Castilla y Catalina por Inglaterra, se casen para la resolución del conflicto. Sus abuelos, Pedro I y Enrique II, eran hermanastros, hijos de Alfonso XI. Así se consolida la dinastía Trastámara, por el hecho de ser Catalina nieta de Pedro I, último monarca de la anterior dinastía que comenzó la reina Urraca, hija de Alfonso VI, casada con Raimundo de Borgoña a principios del siglo xii.
En 1390 su padre, Juan I, muere por una caída de caballo en Madrid y Enrique se proclama rey con 11 años. El arzobispo de Toledo, D. Pedro Tenorio, oculta la muerte del monarca hasta el reconocimiento de Enrique. El Consejo de Regencia gobierna durante la minoridad de Enrique III. Estará constituido por sus parientes: su tío Fadrique, duque de Benavente; otro tío, Alfonso Enríquez, conde de Noreña; su primo Pedro, conde de Trastámara, y Alfonso de Aragón, marqués de Villena. También forma parte del Consejo el arzobispo de Toledo y de Santiago. Los parientes de Enrique intentaron controlar la gobernación del reino, pero Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo, lo impide y salva la situación. Algo parecido ocurría en Francia con el reinado de Carlos VI, rodeado por sus tíos, los duques de Borgoña, de Berry y de Orleans.
Enrique tenía un trato directo, áspero y frío, pero era amante de la justicia. Demostró un carácter enérgico e inteligente desde joven. La regencia iba a durar hasta que cumpliera 16 años, es decir, hasta 1395, pero esa fecha se adelantó al 2 de agosto de 1393. El arzobispo Pedro Tenorio se rebela contra el Consejo y no jura, y se marcha a Alcalá después de haber sido convocadas cortes en Madrid, en 1391. Los regentes pretenden crear una regencia triunviral, pero fracasan porque se procede a introducir una mayoría de procuradores, evitando así el gobierno de los parientes del rey. Enrique III demostró su madurez y buen criterio a los 14 años de edad y decide proclamarse rey en Las Huelgas (Burgos) sin contar con el Consejo de Regencia. Una vez subido al trono en 1393 viaja al señorío de Vizcaya, donde jura los Fueros y Libertades. Preside la Junta de Villas y la Tierra Llana al pie del árbol de Guernica. Establece la institución de la Hermandad para pacificar la zona. Empiezan a aparecer enfrentamientos entre sus parientes de la nobleza y los nobles elegidos por él mismo. Su tío Fadrique, duque de Benavente, fue preso en Burgos, y otro pariente, Alfonso Enríquez, conde de Noreña, se enfrenta en Gijón con el monarca, pero al fin se rinde. Establece tres instituciones para su reinado: el Consejo Real, la Audiencia y las Hermandades, es decir, gobierno, justicia y orden público. Se eligen cuatro lugares para la Audiencia: Medina del Campo, Olmedo, Madrid y Alcalá de Henares. La Audiencia se ubicará durante tres meses del año en cada una de estas ciudades. Durante su reinado de apenas trece años se construyen importantes edificios: monasterio de Santa María de El Paular (Rascafría, Madrid), monasterio de San Benito (Sahagún, León), monasterio de los Jerónimos (Toledo), monasterio de San Jerónimo de Valparaíso (Córdoba), conventos de Carmelitas de Ávila y de Villaviciosa (Asturias), segunda cartuja de Santa María de las Cuevas (Sevilla), palacios de Madrid, de El Pardo y de Miraflores (Burgos). También se funda la villa segoviana de Santa María la Real de Nieva por intercesión de su esposa Catalina. Fue un rey piadoso del que se recuerda la frase:
«temo más las lágrimas de mi pueblo que las armas de mis enemigos».
En 1395, ante la insistencia de Carlos III de Navarra para que retornara a su reino su esposa Leonor de Trastámara, que residía en Castilla hacía siete años separada de su esposo y rey, Enrique III decide entregarla a Navarra una vez obtenido el compromiso de que su tía Leonor recibiría mejor trato que antaño en dicha corte. Leonor formaba parte de los descendientes de la casa de Trastámara que Enrique III quería liquidar en Castilla. Tras la vuelta de Leonor a Navarra, ya solo quedaba su hermano Fernando en el entorno familiar. El resto eran los fieles servidores del Consejo a los que él podía manejar. Fue una victoria de la monarquía enriqueña. Las personalidades importantes que rodeaban al rey eran Ruy Lopéz Dávalos, condestable; Juan Hurtado de Mendoza, de la Casa del Rey, y Diego López de Estúñiga, de Justicia.
En 1396 ratifica la alianza con Francia y toma decisiones respecto al Cisma. También negocia la tregua con Portugal. La ventaja de Enrique III consistía en que podía tener buena relación con Inglaterra a pesar de ser aliado de Francia, gracias al lazo matrimonial con su esposa Catalina, que era hija de Juan de Gante (duque de Lancaster). Ello propiciará que su hermanastro Enrique IV se convierta en rey de Inglaterra en 1399. El 12 de mayo de 1396 Badajoz fue conquistada por Portugal, lo que provocó que se reanudara la guerra con Portugal en 1397. Se negocia la paz y se firma la tregua de seis meses desde febrero a julio de 1399. Castilla tenía esta vez mejor fuerza militar que hacía quince años, cuando sufrió la derrota en Aljubarrota (1385). La tregua se prolonga hasta 1401. Portugal envía una embajada a Segovia para firmar la paz, pero Castilla la rechaza exigiendo compensaciones económicas al rey y a Beatriz, viuda de Juan I. Finalmente se firma una tregua de diez años, hasta marzo de 1413.
En 1397 otorga privilegios a Bilbao y Sevilla para que los mercaderes extranjeros tengan que utilizar barcos vizcaínos y sevillanos en sus transportes de mercaderías. La postura de Enrique III sobre el Cisma básicamente coincidía con la de los reyes de Francia e Inglaterra, aunque al principio apoyó al papa Luna de Aviñón. En junio de 1394, la Universidad de París se pronuncia partidaria de la liquidación del Cisma, y los consejeros de Carlos VI de Francia intentan promover la figura del rey como pacificador. Por aquel entonces, Francia apoyaba al pontífice de Aviñón, pero Clemente VII muere el 16 de septiembre de 1394 dejando solo al papa de Roma. Cuando estaba pendiente de celebrarse un cónclave para terminar con el Cisma, el 27 de septiembre Pedro de Luna, aragonés y cardenal de Santa María, fue elegido pontífice con el nombre de Benedicto XIII. Los tres duques de sangre real de Francia (los de Borgoña, de Berry y de Orleans), tíos y hermano de Carlos VI, solicitan de Benedicto XIII la abdicación voluntaria y cercan Aviñón. El pontífice, después de dos meses de enfrentamientos alrededor del palacio de Aviñón, se niega a abdicar.
En julio de 1395 Enrique III recibe la noticia sobre el suceso estando en Gijón y apoya al papa Luna. El 17 de agosto de 1396 firma en Segovia un acuerdo con Francia donde se compromete a trabajar para terminar con el Cisma. El 18 de enero de 1397 Carlos VI, rey de Francia, escribe a Enrique III quejándose de la situación del papa Luna (Benedicto XIII). Enrique se posiciona a favor del fin del Cisma. Castilla, pues, se desmarca de Benedicto XIII mientras Aragón seguirá apoyándole. En marzo de 1401, para poner en marcha la reforma de las costumbres del clero y la limitación de exenciones al pago de tributos, Enrique III obra con decisión celebrando las Cortes de Tordesillas.
El 14 de noviembre de 1401 nace la primogénita María en Segovia, alejando del trono al infante Fernando (futuro Fernando I de Aragón), hermano de Enrique III, el único familiar que quedaba al lado del rey. María fue jurada como heredera el 5 de enero de 1402. Debido a la presión ejercida por Francia, decide restituir a Benedicto XIII. Los aragoneses ayudan al papa Luna a huir de su refugio, protegiéndole con sus tropas para instalarle en territorio aragonés. Hasta entonces Enrique III y Luis de Anjou, duque de Borgoña, junto con Aragón y Navarra apoyaban a Benedicto XIII.
En enero de 1403 nace su segunda hija, Catalina, y el 6 de marzo de 1405, su primer hijo varón, Juan, en Toro, que será jurado en las Cortes de Valladolid por los procuradores. Con el nacimiento de Juan se pierde definitivamente la posibilidad del infante Fernando de ser el sucesor a la corona de Castilla. Enrique III, por ser aliado de Francia y familiar de Inglaterra, obtiene ventaja para conseguir una posición privilegiada en la negociación de los tratados de navegación en el canal de la Mancha para los marinos vascos y los mercaderes de Burgos. En 1406, año de su muerte, intentó remediar los conflictos con el reino de Granada, donde se estaba deteriorando la situación en las fronteras. El rey Muhammad VII atacaba Murcia a gran escala y, por otro lado, la plaza de Ayamonte caía en manos de los musulmanes. Martín I de Aragón apoyaba a Castilla en la guerra de Granada, pero Carlos III de Navarra, en cambio, temiendo el aumento del poder de Castilla, incluso avisó a Muhammad VII de los preparativos castellanos para la guerra contra Granada. Enrique III intentó resolver el conflicto de manera diplomática, pero no llegaron a entenderse y Granada volvía a atacar las comarcas de Medinasidonia. La tregua se firmó en Madrid por dos años, el 6 de octubre de 1406, pero aquello era una trampa de los musulmanes ya que Muhammad VII preparaba otro ataque, esta vez en Quesada y Baeza. La tregua quedó, pues, sin vigor y en diciembre se convocan Cortes en Toledo a fin de reunir los medios necesarios para una guerra a fondo contra Granada. Enrique III ya estaba muy enfermo y débil.
No pudiendo dirigir el proyecto, decide encargar el dispositivo de guerra a su hermano Fernando. El infante Fernando solicita 10 000 lanzas, 4 000 jinetes, 50 000 peones, artillería, 80 buques de guerra y dinero. Enrique III no pudo ver el resultado de tan grandioso plan de guerra porque fallecía ese mismo mes de diciembre. Enrique III quiso poner orden en la sociedad y se hizo popular, a pesar de su carácter distante, entre la población. Si hubiera vivido más años, habría conseguido grandes logros para el reino de Castilla y habría sido reconocido como uno de sus mejores reyes, pero su estado de salud no se lo permitió. A pesar de su corta vida, en su reinado incorpora las islas Canarias, funda el palacio de El Pardo, organiza la gobernación del territorio…
Muere el 25 de diciembre de 1406, a los 27 años de edad, y deja un hijo de un año como sucesor, que reinará como Juan II. Su madre, Catalina, y su tío Fernando se hacen cargo como regentes del gobierno hasta la mayoría de edad del nuevo monarca. A pesar de su corto tiempo de reinado, se interesó por la política internacional en aquella época de incertidumbre por la amenaza turca. Organizó dos embajadas con Tamerlán, dirigente turco-mongol del imperio de los descendientes de Gengis Khan que dominaba un amplio territorio al lado del Imperio turco como potencia que competía con él. Igual que otros dirigentes de Europa, Enrique III hizo lo propio para sellar la alianza con Tamerlán en contra del poder turco que amenazaba a la sazón el territorio europeo. Aunque demostró tener mucho interés en avanzar la guerra contra Granada, no le fue posible dedicarse a ello, ya que debió solucionar problemas internos de su propio reino. Murió en Toledo y fue enterrado en la Capilla de los Reyes Nuevos de la catedral toledana.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
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