jueves, 31 de enero de 2019

MASACCIO-La Santísima Trinidad



Fresco de 667 X 317 cm. Santa María de Novella en Florencia. 

El fresco de la Trinidad, realizado para una familia aristocrática florentina que no ha podido identificarse, forma parte de las obras fundacionales de la pintura de Edad Moderna. Aquí se proyecta, por vez primera, es espacio sobre la superficie, con la ayuda de la perspectiva lineal, que acaba de redescubrir Brunelleschi. Surge así la impresión de una autentica ruptura de la pared, que será la base de toda la pintura posterior, hasta producir una pintura “ilusionista” con la intercambiabilidad óptica de la realidad y la ilusión sobre todo durante el Manierismo y el Barroco. 

La posibilidad que tiene el observador de identificarse directamente con el mundo pictórico, se acrecienta por el tamaño natural de las figuras y la coincidencia del punto de visión en el espacio real y en el cuadro. Si bien las formas arquitectónicas se toman de la Antigüedad, se corresponden, al mismo tiempo, con las primeras obras de la arquitectura del Prerrenacimiento (San Lorenzo de Brunelleschi, tabernáculo de San Luis en Or San Michele). Es este otro aspecto que subraya el grado de realismo de la representación para el observador coetáneo. 

Sin embargo el fresco de Masaccio no ha de verse únicamente en relación con las cualidades revolucionarias de la representación, sino también bajo el aspecto de una alta inteligencia artística en la composición. Por un lado, los donantes se encuentran de rodillas delante de las pilastras que sirven de marco, con lo que refuerzan el efecto del espacio y elevan la relación entre el observador y el fresco por otro lado, la distribución de las figuras en un triángulo -es decir, en una forma geométrica- refuerza el plano de la superfiie.

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