sábado, 16 de febrero de 2019

Gamundi se involucró en movimiento armado que invadiría el país para derrocar al dictador Trujillo

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Desde la Sierra Perijá, sección Machique, de Venezuela, vendría una expedición contra Trujillo de la que pocos están enterados. Pablo Silva era el jefe y Rafael Gamundi Cordero tenía a su cargo la parte militar. Se entrenaron en las selvas durante meses, con ejercicios y prácticas de alto riesgo.
Los revolucionarios fueron visitados por Juan Bosch y Ángel Miolán luego de que el profesor decidiera que el PRD se desvincularía de la incursión de 1959 tras disgustarse con Enrique Jimenes Moya, lo que fue duramente criticado por los líderes del exilio.
“Nosotros seguimos con nuestro plan de venir”, cuenta Rafa Gamundi Cordero, quien se incorporó a este proyecto tras lograr salir del país gracias a gestiones de Telésforo Calderón Gil, colaborador del trujillato, que consiguió sacarlo de La Vega donde era perseguido y amenazado por calieses trujillistas.
Rafa estudiaba en la escuela de Artes Manuales de su pueblo y fue severamente castigado por burlarse de una escultura de Trujillo, obra de Joaquín Priego.
Estando en cuarto teórico, la profesora Petra Durán organizó un acto en homenaje al “Benefactor”, al que asistieron comisiones especiales locales y de Moca y Gamundi Cordero, al hacer uso de la palabra, expresó: “¡Señoras y señores, el doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina es el dictador más feroz de América Latina!”.
“Doña Petra se desmayó”, cuenta alarmado, con voz impetuosa el infatigable luchador cuya familia era antitrujilista, aunque su padre simpatizaba con el generalísimo Franco. Lo llevaron al local del Partido Dominicano donde ya estaba fichado por pertenecer a una célula de Máximo Reynoso Solís, quien junto a su hermano Miguel Ángel hacía oposición clandestina al régimen.
Por otro lado, Rafa era el autor de una sección en el periódico local “La Palabra” en el que con el seudónimo de “Ragaco” escribía opiniones “indirectas” contra el Gobierno.
Era sumamente inquieto y tenía entre sus amigos a Manfredo Moore, miembro de una connotada parentela antigobiernista.
En Caracas. Aunque Rafa no fue nunca un bailador, asistía en Venezuela a las fiestas que tocaba Billo Frómeta, otro antitrujillista del exilio que convocaba a sus bailes a los opositores dominicanos residentes en Venezuela.
Para principios de los años 50, cuando se vio forzado a marcharse, se formaba en el solidario país el Ejército de Liberación Dominicano y así conoció a Pablo Silva y a Virgilio Gell, dos de sus fundadores.
Llevaba un año en Caracas cuando fue a buscarlo su tío Armando Cordero. “Vine, pero desde que llegué me involucré con la familia de Juancito Rodríguez, que era de Bacuí, principalmente con los López Rodríguez. Me juntaba de noche con Perfecto López para ir a escuchar emisoras de fuera que atacaban la dictadura. Perfecto y sus hermanos, entre ellos Juan, y doña Delia, sobrina de Juancito, se identificaban con Rodríguez. Todos eran enemigos del Jefe”, cuenta.
Descubierto en estos pasos y por estar relacionado con los familiares del intransigente enemigo de Trujillo, Rafa fue perseguido nuevamente y sus padres avisados de que fusilarían al muchacho. Los “carritos cepillos” del Servicio de Inteligencia Militar no cesaban de pasar por su casa. Volvió al exilio.
Silva y Gell lo designaron la cabeza de una columna del movimiento que se entrenaba. “Nos preparaban unos marinos de Wolfgang Larrazábal”, relata. La instrucción consistía en armar y desarmar ametralladoras M-1, Thompson y Fal, aparte de las rudas maniobras físicas.
“Yo mandé cartas con un amigo de Puerto Plata a Carlos Finke, nativo de ese pueblo, y a Luis Ángel Carretero, de La Vega, para que me apartaran un grupo de hombres y que me esperaran. Esos hombres estaban atentos para la expedición de 1959” y ahora Gamundi los requería para el proyecto sustituto.
Contaba, además, con unos 200 participantes que “se encontraban en Centroamérica y el Caribe”.
Los revolucionarios llegarían a las costas dominicanas en horas tempranas de la tarde “por la parte de atrás de la fortaleza Ozama” y “al estilo comando urbano”, irrumpirían “directamente” en el Palacio Nacional.
Rafa Gamundi detalla el destino de los tres frentes que se formaron en las espesuras caraqueñas: El primero, dirigido por él, “avanzaría por la calle El Conde, pasaría por el parque Independencia y enfilaría por la calle Uruguay, atacando de frente”.
El segundo, bajo el mando de Jorge de La Hoz, “se desplegaría por la calle Mercedes hasta la 30 de Marzo, embistiendo por ese lado, y Pablo Silva comandaba el tercero, que respaldaría a De La Hoz”.
Simultáneamente serían tomadas La Voz Dominicana, Radio Caribe y HIZ “para exhortar al pueblo a levantarse contra la tiranía”.
También ocuparían el periódico El Caribe y las compañías Dominicana de Teléfonos y de Electricidad. Tenían visto el barco que asaltarían y contaban con que el pueblo, el 14 de Junio “o simplemente, antitrujillistas”, se movilizarían en su apoyo “apresando a gobernadores y otros funcionarios”.
Pero estas acciones no se produjeron porque próximo a la fecha programada para salir ajusticiaron a Trujillo.
“Se cambiaron los planes”. La decisión entonces fue “enviar una comisión a la República Dominicana para explorar la posibilidad, no de venir a pelear, sino de tomar el poder políticamente”, explica Gamundi Cordero, quien regresó al país en septiembre de 1961 junto a Silva y De La Hoz. Además de una comisión del PRD que encabezaba Nuna Weber, los recibieron palos y pedradas de trujillistas que se enteraron de su arribo.
“Ramfis no debía irse”. Rafa, que junto al entrenamiento con las armas había ejercitado su mente con lecturas como “La nueva democracia”, de Mao Tse Tung, y “La historia me absolverá”, por Fidel Castro, ya que sentía inclinación por la izquierda, vino decidido “a matar el miedo y democratizar el país con los Trujillo dentro”, considerando “que Ramfis no debía irse en ese momento”.
“Ahí hubo un acuerdo entre Balaguer y Bosch. Balaguer quiso salvar a su gente, descomponer al Partido Dominicano para que sus miembros se sintieran seguros en el PRD, y entonces se formaron comisiones para atraer trujillistas no ligados a hechos de sangre. El acuerdo se hizo a través de Sacha Volman”, relata.
Afirma que “por eso ganó el PRD”. Para ese triunfo, Rafael Gamundi debió librar batallas y enfrentar situaciones para las que no se había entrenado y prepararse para el asombro después de la sorpresa que le produjeron los rompimientos con el PRD de dos de sus miembros más emblemáticos: Nicolás Silfa y Ramón Castillo.
Las pequeñas diferencias y conductas negativas del exilio perredeísta empezaban a aflorar con intensidad, ahora al regresar a la Patria.

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