Cápsulas genealógicas : Libros parroquiales de Moca (1822-1854).
Publicado el: 1 junio, 2019
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Para conocer los más antiguos orígenes familiares mocanos es necesario estudiar las partidas de bautismo, matrimonio y defunción de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Moca instrumentadas entre 1822 y 1854, un período sin dudas formativo de la mocanidad desde el punto de vista genealógico. En esta etapa se contabilizan 2,040 actas de defunciones (1822-1854), 2,970 de bautizos (1822-1836) y 1,215 de matrimonio (1822-1851); en total 6, 225 actas.
El examen de estas partidas revela, en forma común, la ortografía original de determinados apellidos, tales como Ximenes, Texada o Roxas, así como la deformación que, en su escritura y/o pronunciación, prohijaron generaciones sucesivas de determinados patronímicos en torno a la real e inicial ortografía de los mismos, como es el caso especial de Bencomo, transformado en Bencosme. En otros casos, consonantes y vocales aparecen trastocadas por otras, o eliminadas, acaso por una pronunciación dificultosa. Ejemplo de estos son los apellidos Acebedo-Acebeo-Aseveo, Almanza, Allala, Albares-Alvare,Anduja, Balenzuela, Balerio, Baptista, Barga-Burgas-Valga-de Valgas, Barensuela,Basques, Bentura, Bulgo, Carabajal, Caravallo, Caseres, Cava, Chave, Contrera,Coronao, Cortorrial, Dias, Ernandes,Estreya,Ferreyra, Garcías, Geres, Gomes,Gonsales, Henrique, Iciano-Yciano, Lopes, Maldonao, Megía, Mendes, Mendosa, Molla, Oballe-Obaye, Obiedo, Olibares, Olibero, Pallero, Peres, Regalao, Ribera, Salasar, Sanhes, Sapata, Sepeda, Sevallo, Sisnero,Surier, Tabera, Tavera, Torrez, Trofel, Vidó y Xaques.
Para conocer los más antiguos orígenes familiares mocanos es necesario estudiar las partidas de bautismo, matrimonio y defunción de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Moca instrumentadas entre 1822 y 1854, un período sin dudas formativo de la mocanidad desde el punto de vista genealógico. En esta etapa se contabilizan 2,040 actas de defunciones (1822-1854), 2,970 de bautizos (1822-1836) y 1,215 de matrimonio (1822-1851); en total 6, 225 actas.
El examen de estas partidas revela, en forma común, la ortografía original de determinados apellidos, tales como Ximenes, Texada o Roxas, así como la deformación que, en su escritura y/o pronunciación, prohijaron generaciones sucesivas de determinados patronímicos en torno a la real e inicial ortografía de los mismos, como es el caso especial de Bencomo, transformado en Bencosme. En otros casos, consonantes y vocales aparecen trastocadas por otras, o eliminadas, acaso por una pronunciación dificultosa. Ejemplo de estos son los apellidos Acebedo-Acebeo-Aseveo, Almanza, Allala, Albares-Alvare,Anduja, Balenzuela, Balerio, Baptista, Barga-Burgas-Valga-de Valgas, Barensuela,Basques, Bentura, Bulgo, Carabajal, Caravallo, Caseres, Cava, Chave, Contrera,Coronao, Cortorrial, Dias, Ernandes,Estreya,Ferreyra, Garcías, Geres, Gomes,Gonsales, Henrique, Iciano-Yciano, Lopes, Maldonao, Megía, Mendes, Mendosa, Molla, Oballe-Obaye, Obiedo, Olibares, Olibero, Pallero, Peres, Regalao, Ribera, Salasar, Sanhes, Sapata, Sepeda, Sevallo, Sisnero,Surier, Tabera, Tavera, Torrez, Trofel, Vidó y Xaques.
Las actas de defunción. El primer libro de defunciones de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario abarca el período comprendido entre 1822 y 1849 y sus actas fueron instrumentadas por los sacerdotes fray Juan Antonio Hernández – entre febrero de 1822 y junio de 1823 – y Gabriel Sánchez, este último a partir de junio de 1823 hasta octubre de 1849.En el segundo libro, los asientos registrales aparecen suscritos por el sacerdote Silvestre Núñez a partir de octubre de 1849, figurando en ellos todavía en diciembre de 1854. Hay que suponer que los fallecimientos ocurridos antes de 1822 en esta demarcación eran igualmente registrados, ya fuese en la ermita existente en el lugar o en la parroquia de La Vega, de la que era sucedánea.
En contados casos, las actas orientan sobre las condiciones de la muerte. Hay algunas en las que se indica que la persona falleció “de repente”, acaso por un ataque cardíaco, o como la singular acta de Lorenza Arias, cónyuge de Juan Aurriques, de quien se dice que fue encontrada muerta en su cama el 19 de enero de 1834, contando con 60 años.
El lugar del entierro debió ser el cementerio de la población, lo que podría explicar su no mención en las partidas, aunque tal vez las personas cuyo deceso ocurría en la zona rural eran enterradas en sus respectivos sitios de residencia. En el caso de Dorotea Sánchez Cabrera, cuya muerte la causó un accidente no especificado – razón por la cual no se le pudieron administrar los sacramentos – el 5 de diciembre de 1829 a la edad de 27 años, fue enterrada en el cementerio del Santo Cerro, después de una misa de cuerpo presente.
Instituto Dominicano de Genealogía, Inc.
En contados casos, las actas orientan sobre las condiciones de la muerte. Hay algunas en las que se indica que la persona falleció “de repente”, acaso por un ataque cardíaco, o como la singular acta de Lorenza Arias, cónyuge de Juan Aurriques, de quien se dice que fue encontrada muerta en su cama el 19 de enero de 1834, contando con 60 años.
El lugar del entierro debió ser el cementerio de la población, lo que podría explicar su no mención en las partidas, aunque tal vez las personas cuyo deceso ocurría en la zona rural eran enterradas en sus respectivos sitios de residencia. En el caso de Dorotea Sánchez Cabrera, cuya muerte la causó un accidente no especificado – razón por la cual no se le pudieron administrar los sacramentos – el 5 de diciembre de 1829 a la edad de 27 años, fue enterrada en el cementerio del Santo Cerro, después de una misa de cuerpo presente.
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