sábado, 13 de julio de 2019

Salomé Ureña de Henríquez.

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Publicado el: 6 julio, 2019
En su obra “El pueblo dominicano” Harry Hoetink, al referirse a la sociedad de esa época, dice lo siguiente: “La ausencia casi total de medios de transporte y carreteras obligó a la población rural a llevar una existencia casi autárquica que no dejaba lugar a la producción para un mercado nacional ni mucho menos internacional, a menos que el área de producción estuviera muy cerca de los puertos naturales, como en el caso del azúcar azuano…la escasez poblacional y por consiguiente el poco valor de la tierra, la ausencia de empleados calificados…la infraestructura deficiente, la inestabilidad política…fue causada por la decadencia económica y demográfica que resultó de las numerosas guerras y turbulencias internas”
En esa sociedad marginada del progreso y de los avances técnicos que ya habían tocado a otras naciones, en la época que aconteció su nacimiento, los dominicanos que siguieron en acontecer de su vida hablan de una mujer alta, delgada, sencilla, modesta y de poco hablar.
Su afición por la literatura empezó en la infancia. Leía los clásicos españoles, franceses e ingleses. Al referirse a ella su amiga y compañera de labores Abigaíl Mejía la describía como “Tímida y discreta. A los 17 años se lanzó- escudada con el nombre de Herminia (…) a publicar sus primeros versos, si bien escribía desde los 15, es a partir de 1874 cuando ella empieza a asumir sus escritos con su verdadero nombre.
Se educó al calor de un hogar donde se leía y al cual acudían intelectuales de la época. Tanto los vinculados a la vida política y a las letras, tales como Ulises Francisco Espaillat, que ocupó la presidencia de la República. Este ambiente de intelectuales también influyó en su espíritu.Su poesía contribuyó al fomento y difusión de los ideales patrios, traduciendo la inspiración de los hombres y mujeres que contribuyeron a conformar nuestra nacionalidad a través de su imaginación creadora y su impulso nacionalista.
Se manifiesta en ella la delicadeza, el amor y la ternura de la mujer que combina su vida con la maternidad y el magisterio.
Dio a la patria hijos de un talante intelectual paradigmático.
El amor y el fervor patriótico han sido profesados en casi todas las épocas de la historia. Y es a partir de la vida republicana, cuando este instinto late con más fuerza en el corazón de los dominicanos.
Salomé albergó en su alma un intenso fervor por la Patria.
Luego en otros procesos históricos donde la Patria ha perdido su soberanía, otros poetas le cantan y se deleitan con temas que invitana conservar nuestra bandera tricolor y los símbolos patrios.
En su poema Mi ofrenda a la Patria manifiesta un patriotismo puro y exalta los anhelos de paz y de progreso y exhorta a los dominicanos a ahogar sus supremas ambiciones. Se refería a como las pasiones se desbordan en el país por causa de las ambiciones políticas.
Su preocupación por la Patria no solo era en el contenido de su poesía, sino siempre en el interior de su alma.Bajo la inspiración de Hostos, fundó el Instituto de Señoritas, que nació bajo su acertada dirección.
Contribuyó tal como dice don Emilio Rodríguez Demorizi a alzar a la mujer al estado de perfección. Entregó toda su energía e inteligencia a la difícil tarea del Magisterio. Estaba consciente que la educación de la niñez y la juventud era lo más importante para servir de fuente y cimiento de una vida virtuosa y honrada. Según Hostos: Ella era el alma de una gran mujer hecha institución, y que, al hacerse conciencia de la mujer dominicana, puso en favor de la obra de bien la voluntad primero, de todas las mujeres de la Republica y la conciencia después, de la sociedad entera. Especialmente se encargó de formar un discipulado que la supo emular.
El 17 de abril de 1887 se efectuó la primera investidura de maestras normales del Instituto de Señoritas, seguidoras de su ideal, alumnas de ella fueron: Leonor Feltz, Luisa Ozema Pellerano, Catalina Pou, Ana Josefa Puello, Mercedes Laura Aguiar, Altagracia Henríquez Perdomo y otras.
Salomé Ureña fue el punto de partida de las generaciones de maestras consagradas al difícil quehacer educativo, con resultados positivos a la instrucción, a la vida espiritual, a la dignificación del ser humano, y a lo digno y delicado que encierra la tarea educativa. Supo cambiar la gloriosa paz de sus versos por el constante,agotador y silencioso anhelar del Magisterio. Como todos sabemos el magisterio cuando se toma en serio con responsabilidad y decoro, es una de las tareas más difíciles, pero de mayor satisfacción.
Su discipulado hizo nuevas contribuciones a la educación. Y en el discurso que pronunció para recibir la medalla de oro de la Sociedad Amigos del país dice: “La Patria para mí es el conjunto de todo lo bueno, lo grande y lo sublime; en ella se hallan comprendidos todos los bienes de mi espíritu; y es en ella en quien vinculada tengo toda mi dicha. Tal es, pues la razón por la que he cantado sus victorias, he llorado por tus ruinas y clamado por tu progreso y bienestar”. Según su hijo Max Henríquez Ureña Salomé Ureña, no solo modificó “el sentido de nuestra poesía patriótica, sino que en ella el verso fue “signo de concordia y de amor entre los dominicanos”.
Su hija Camila Henríquez en un homenaje que se realizó a su memoria dijo: “Así la obra de Salomé Ureña en pro de la elevación del nivel cultural y social de la mujer; labor que hoy puede considerarse feminista, aunque ella jamás usara esa expresión se enlaza en unión perfecta con su propósito de servir a la Patria y al mundo(…) el espíritu de Salomé Ureña fue rico en virtudes de entusiasmo, las virtudes ardientes de la fe, la esperanza y el amor”. (Demorizi, Emilio. Salomé y el Instituto de Señoritas, página 405).

En un fragmento dedicado a su muerte en un editorial publicado el 8 de marzo de 1897 en el Listín Diario dice en uno de sus párrafos:“…La eminente poetisa, que era nuestro orgullo, dominicana ilustre que supo con su fama salvar los límites estrechos de la Patria para espaciarse en más amplios horizontes, ha caído en el abismo insondable de la muerte (…) triste, muy triste es el dolor que en torno a esta tumba nos reúne”. (Fragmento).
Loor a Salome Ureña pionera de la educación dominicana y mujer que enorgullece a la Patria con su vida y su ejemplo.

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