jueves, 11 de julio de 2019

Sociedad, Orden y Libertad
La sociedad es el estado natural del hombre. Díos al criarle, no le destinó á vivir solitario consumiendo su existencia en su aislamiento, sin expansión, sin dar ni recibir. Le hizo fecundo poniendo en su seno el germen de la generación que transmitiera de uno a otro siglo su pensamiento, su palabra, sus aspiraciones y su amor.

Así es que el hombre nace en medio de la sociedad que le recibe con los brazos abiertos, le alimenta, auxilia en su triple desarrollo físico, intelectual y moral, dando parte de sus ideas, de sus paciones y le ennoblece con sus virtudes o lo degrada con sus vicios, hasta que recibe de él sus despojos mortales y él depósito de una memoria honrada o digna de vilipendiar

La sociedad comienza en la familia, fecundada por el amor, crece, se desarrolla y propaga, sin que el hombre pueda disolver los vínculos de afectos que ella crea con los cuales va secretamente articulando a todos sus miembros.

Por eso el ser humano pertenece siempre a los suyos con especialidad; así por un instinto natural, busca en sus días de dolor el seno familiar para desahogar en él el llanto de su corazón, como también en días de placer le vierte la alegría de que rodea su alma

Sin embargo, las necesidades de la vida le hacen ensanchar la esfera de sus intenciones, obligándole a salirse más allá de la familia sin soltar, los lazos que le ligan a ella. El amor le impulsa a solicitar otras relaciones que aumentan la suma de bienes de que se disfruta en el hogar doméstico y va contrayendo nuevos vínculos sociales en la comunicación de ideas, pensamientos y afectos en el cruzamiento de los interese con los demás seres humanos

Por una ley de su naturaleza, el hombre prefiere las conveniencias que ofrecen las relaciones más próximas, más cercana a su centro de movilidad, aquella comunicación la establece con los individuos que respiran su mismo aire, se mueven sobre su mismo suelo y bajo la dorada techumbre de su mismo sol

Así se forma la comunidad, la sociedad civil, que no es otra cosa que un conjunto de voluntades, moviéndose en un mismo espacio y teniendo todas las consecuciones de un bien sin estorbo en su expansión progresiva

De este modo, ligados los hombres y mujeres por la comunidad por efectos e intereses en un mismo suelo, se constituye en nación formulando sus instituciones patria, consagrando el principio de su soberanía,

La misma naturaleza, que ha grabado en la conciencia del hombre la noción de este derecho, hace que la sociedad lo conserve y luche defendiéndolo, si se ve amenazado o recuperarlo cuando se le ha usurpado. Los pueblos en cuyo corazón late el sentimiento de la dignidad nacional, no toleran, no pueden consentir el triunfo de una fuerza invasora que los subyugue.

Imposible que permanezcan en un reposo indiferente, no hay indiferencia en la servidumbre. El siervo involuntario no se habitúa con el ruido de sus cadenas; tiene un momento de firme resolución en que las destroza y la arroja a la faz de su injusto dominador, con la pujante fuerza que inspira el amor a la libertad que jamás se extingue ni en el corazón del esclavo más estúpido.

Pero el hombre en su vida social por razón de las relaciones necesarias que promueve con sus semejantes no puede estar abandonado a sus impulsos naturales o al arbitro de su voluntad. Tienes deberes que le ligan y los cuales debe cumplir para con sus asociados, así como también tiene derechos inalienables de los que no puede desprenderse sin abdicar a su propia dignidad

Para armonizar unos y otros, la conveniencia social, ajustada al derecho de la comunidad, le traza la órbita en donde puede moverse, independiente en medio del movimiento general, pero sujeto a la influencia del orden.

El orden, el primer elemento de la sociedad, es su base y apoyo. Sin él, la unión de los asociados es imposible; porque es el verdadero sostén de la fuerza moral de las instituciones y el regulador del movimiento social en el uso del derecho común o individual.

Siendo la sociedad un ente que marcha sin detenerse, que existe renovándose, siempre en crecimiento, porque no puede estar sin moverse ya que en su seno se agita un conjunto de actividades libre para desarrollarse. El orden tiene que estar ligado a la libertad social, ambos entes tienen que comunicarse mutuamente

Orden y Libertad, dos condiciones necesarias para la vida social, el verdadero sentido del progreso. Si se suprime el primero la sociedad perecerá abismándose en la anarquía, si se extermina el segundo Subsistirá pero estéril en una lamentable movilidad




Fuente.
Obra, Fernando Arturo Meriño
Apuntes para semblanza por José Manuel Arredondo
Fragmento del sermón, en la Catedral Primada de América
El 27 de febrero de 1867, Págs.55 al 59
Editorial La Nación 1960, Ciudad Trujillo

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