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jueves, 2 de noviembre de 2017

El reino de Aksum y el “Kebra Nagast”: el esplendor de la tradición etíope 


Aksum ( o Axum) es una pequeña ciudad ubicada en el cuerno de África al pie de los montes Likanos y Zohado a 2.130 m de altura y al borde de la meseta de Azebo del interior de Etiopía (parte norte). Su historia es fascinante porque, aparte de ser la capital religiosa de la iglesia ortodoxa etíope también fue una vez la capital de una gran potencia africana: el “Reino de Aksum” que desarrolló su mayor esplendor entre los años 150 a.C. y 300 d.C. llegando incluso a emitir su propia moneda.

Monedas del Rey Ezana 
Cuenta la leyenda que el fundador de Aksum, fue Aksumai, hijo de Etiópico– uno de los bisnietos de Noé- pero las investigaciones arqueológicas nos dicen que se gestó durante el s.II a.C. gracias a una serie de culturas sedentarias que emergieron en el norte de Etiopia y Eritrea y hacía el año 150 a.C. ya empezó a surgir como Reino con los inmigrantes de Sabea en Arabia. En su período de máximo esplendor, sus fronteras llegaron a extenderse por la zona de la actual Eritrea, norte de Etiopía, Yemen, norte de Sudán y una parte del sur de Arabia Saudí.
Aksum, a comienzos de la era cristiana (siglo I d. C) se convirtió en un estratégico emporio comercial y fue tan importante que en el siglo III, el filósofo Maní llegó a nombrarla como la capital de uno de los cuatro reinos más importantes del mundo junto a Roma, China y Persia, pero además de aquella capital, también florecieron en aquel Reino una serie de urbes comerciales, entre las que destacó principalmente el próspero puerto de Adulis, situado en la costa del Mar Rojo, por el que circulaban ricas sedas, oro, marfil, piedras preciosas, productos agrícolas y marfil. Sus mercaderes establecieron importantes relaciones con las provincias orientales del Imperio Romano, las vecinas ciudades árabes y los lejanos mercaderes de la India.
Mapa de rutas comerciales desde Aksum
Aksum era gobernado por una monarquia en la que su rey era considerado como el hijo de Mahren, dios etíope de la guerra, y como hijo divino eran líder absoluto, juez y legislador. Sus monarcas eran coronados con el título de “rey de reyes
Representación de un rey Aksumita
En torno al siglo VI d.C., los movimientos geopolíticos como la independencia de Yemen y las conquistas de Persia sobre Siria y Egipto incidieron negativamente en este reino y hacia el siglo VII el mismo entró en un claro declive gracias al aumento del poder de los estados islámicos del Mar Rojo y a la pérdida de comercio en ese mar (principal fuente de riqueza del imperio); todo parece indicar que la capital del reino fue abandonada hacia el 630 d.C. 
La tradición atribuye el desmoronamiento final del reino axumita a la reina judía Judith, que en el siglo X, invadió, destruyó iglesias y lo saqueó hasta hacerse con el trono tras la muerte de su último emperador. Bajo el reinado del rey Ezana (siglo IV d.C) la técnica de la elaboración de grandes monolitos de piedra (los llamados “stelae” ) vivió su mayor apogeo, y en Axum podemos llegar a contemplar hasta casi 300. Se trata de una arquitectura monumental, cuya magnitud puede variar entre simples piedras erigidas para marcar tumbas, hasta torres masivas esculpidas a modo de obeliscos . El sitio arqueológico de Aksum es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1980.
Los “stelae” 
En la actualidad casi todas las estelas, están rotas y caídas pero allí se encuentra el obelisco más grande jamás construido por el hombre en el mundo que yace tumbado y roto y que- en sus tiempos- fue una colosal mole de treinta y cinco metros de altura, con un peso de quinientas toneladas y tallado en una sola pieza 

El obelisco roto
Y uno de estos gigantescos monolitos de veinticuatro metros de altura; fue trasladado por el ejército italiano durante su invasión de Abisinia en 1937 y llevado a Italia como trofeo de guerra. Los soldados de Mussolini se llevaron aquel obelisco aplanando 400 kilometros de terreno entre Aksum y el puerto de Massaua, en el mar Rojo, y desde allí fue transportado en barco hasta Italia donde el Duce lo instalo en Roma, en la Piazza di Porta Capena delante del Ministerio de Asuntos Africanos. Su restitución se hizo en el año 2005 para lo que hubo que cortarlo en tres trozos 
El Obelisco devuelto desde Italia
Según los axumitas, su historia está ligada a Makeda (reina de Saba) que-supuestamente- está enterrada justo enfrente, del campo de las “stelae” y hay una curiosa historia sobre la conversión al cristianismo de Etiopía. Aunque los Hechos de la Biblia nos hablan de unos remotos orígenes del cristianismo allí, el mismo se remonta al siglo IV cuando dos monjes sirios: Frumencio y Edesio, fueron apresados por los piratas y vendidos al rey Ezana, al que hicieron cristiano. Tras esto, se cambió la filiación divina de los reyes de Aksum y desde entonces, estos empezaron a tomar nombres bíblicos . 
La transición al cristianismo de Etiopia se conoce gracias a la famosa “Piedra de Ezana” descubierta por un agricultor en la década de los 80 y en la que se documenta la conversión del rey Ezana al cristianismo, con un texto trilingüe en griegosaba ( lenguaje del sur de Arabia ) y ge’ez ( etíope clásico), de manera parecida a la Piedra Rosetta.
La “Piedra de Ezana” 
Desde aquellos tiempos, el cristianismo en Etiopía quedo lo suficientemente arraigado como para sobrevivir a la destrucción de aquel reino tras la invasión islámica de Egipto del siglo VII. Después del Concilio de Calcedonia del año 451 el cristianismo de Aksumquedó incluido en el grupo que conocemos como “iglesia monofisita” cuya diferencia dogmática respecto a las demás iglesias cristianas está en la interpretación de la naturaleza de Jesucristo. Los católicos y ortodoxos le adjudican dos naturalezas ‘divina y humana‘ , pero las iglesias monofisitas insisten en que Jesucristo sólo tiene una naturaleza, ‘divina y humana a la vez
Y fue así, con el aislamiento de los etiopes, cuando se fomentó una tradición literaria que fue capaz de realizar el gran libro sagrado de la tradición etíope: el ‘Kebra Nagast‘ cuyo primer borrador se compiló entre los siglos IV y VI, pero cuya recopilación definitiva data de los siglos XIII y XIV. Está escrito en amárico (idioma etíope Ge’ez arcaico) y su significado es: ‘la Gloria de los Reyes’, siendo considerado por muchos miembros de la iglesia ortodoxa etíope como una obra de inspiración divina y un libro sagrado no sólo para los cristianos ortodoxos de África, sino también para los rastafaris del Caribe. 
El ‘revolucionario’ libro recopila textos judíos del Antiguo Testamento, Evangelios cristianos, extractos del Corán, leyendas árabes, y textos apócrifos y sostiene (de ahí su titulo) que existe una continuidad de la dinastía de los Reyes de Israel con la dinastía de los emperadores de Etiopía, que descienden directamente de la estirpe del Rey David (a la que pertenecía también Jesucristo). Es difícil encontrarlo editado en castellano aunque hay publicaciones del mismo en España que datan del siglo XVI (ediciones incompletas traducidas del portugués al castellano y publicadas en Toledo en 1528 y en Barcelona en 1547) pero hoy en día se encuentra ‘online’ en internet, traducido al inglés por Sir. E. A. Wallis Budge en 1922 y fiel al texto amárico. Para los que tengan interés aquí les pongo el enlace de la página 
La primera parte del ‘Kebra Nagast‘ (capítulos uno al treinta) nos presenta historias bíblicas muy similares: desde Adán y sus hijos AbelCaín y Seth hasta Noé, y Abraham, pero la clave de este libro es la parte en la que nos narra la historia que explica el por qué sus reyes descienden de Makeda o Belkis (nombres históricos con los que se conocería a la mítica reina de Saba) y el sabio rey hebreo Salomón.
Funda moderna de un cojín etíope que muestra a Salomón y la reina de Saba junto las ‘stelae’ de Aksum
Una curiosa historia que además está relacionada con el Arca de la Alianza (es decir el Tabernáculo de la Ley de Yahvé). La Biblia, nos cuenta que las tablas de piedra con los Diez Mandamientos que Dios entregó a Moisés (posiblemente hacia el año 1440 a.C.) están en aquella ‘Arca de la Alianza’ construida en madera y cubierta de oro puro con dos querubines enfrentados, cuyas alas formarían el llamado “trono de Dios” .

Los seguidores etíopes de estas creencias sostienen que tras la destrucción del Templo de Salomón en Jerusalén, este arca (que desapareció sin dejar rastro) se encuentra en su tierra cerca de Askum, o Lalibela. Esta historia se cuenta en el ‘Kebra Nagast‘ en donde se afirma que los orígenes de la historia etíope, están íntimamente ligados con el mundo bíblico, y se remontarían a la corta pero fructífera relación que mantuvieron la Reina de Saba y Salomón. La primera, viajó a Jerusalén cargada de valiosos tesoros (joyas, piedras preciosas, especies…) en busca de los sabios consejos de aquel afamado monarca, el cual aseguró a su honorable huésped que únicamente le exigiría una compensación en caso de que ‘tomase algún bien del pueblo de Israel
Y con gran astucia Salomón urdió una estratagema y dio a la reina una copiosa y especiada cena, que la obligó a levantarse sedienta en mitad de la noche para beber un vaso de agua que él, maliciosamente, le había colocado junto a su lecho. Como el agua era un bien muy preciado para los israelitas y la reina lo había tomado, Salomón se sintió legitimado para cobrar  el tributo. Cuentan las crónicas reales que tras este breve encuentro la reina de Saba regresó a su país con un hijo de Salomón en sus entrañas; un niño que sería coronado como el primer rey del país etíope con el nombre de Menelik.
El joven Menelik primero fue enviado a su padre para recibir la formación adecuada de un futuro rey y cuando cumplió su ciclo educativo- con 19 años de edad- Salomón dispuso lo necesario para su regreso a la corte etíope. Como regalo de despedida, el monarca Israelita mandó construir una “réplica exacta” del Arca de la Alianza para que Menelik la llevase consigo, pero por extrañas razones, su astuto hijo, en lugar de llevarse esa  ‘replica del Arca’, se las arregló, con la colaboración de un personaje llamado Azarías, para sustituir la copia por ‘la auténtica’ y cuando los sacerdotes del templo se dieron cuenta del engaño, la comitiva se encontraba ya demasiado lejos. Así fue- según el ‘Kebra Nagast‘ el Arca de la Alianza, llego a Etiopia través de Menelik, y fue depositada en el templo de Aksum.
Cuando la reina de Saban abdicó a favor de su hijo, comenzó la dinastía Salomónida que ha perdurado en Etiopía hasta bien entrado el siglo XX y que-supuestamente-conecta la línea dinástica de DavidMoisésAbraham y Adán con la dinastía real de Etiopía, sin interrupciones hasta el moderno y último Rey de Etiopía, Ras Tafari Makonnen, coronado Emperador en 1930 con el título de Negus Haile Selassie I (que significa ‘Poder de la Santa Trinidad’) y que se mantuvo en el trono entre los años 1931-1974). Como dato curioso, hay que señalar que la Constitución etíope recogía en uno de sus artículos que el emperador era descendiente “sin interrupción, de la dinastía de Menelik I, hijo de la reina de Etiopía y de Salomón de Israel.”
Fuente
Así es como según la tradición etíope su venerado Tabot (el Arca de la Alianza) se encuentra actualmente en la Iglesia de Nuestra Señora de Sión de Axum, uno de los lugares más importantes para la Iglesia Ortodoxa de Etiopía, y que es un complejo de dos iglesias, una antigua, construida por el emperador Fasilidas a principios del siglo XVII y otra nueva, mandada construir por Haile Selassie I
Iglesia de Santa María de Sión. Crédito: sacredsites.com
En 1992, el autor británico Graham Hancock publicó su bestseller “The Sing And The Seal“, en el que defendía esa tesis de que la reliquia del ‘Arca de la Alianza’ se encontraría en Etiopía y las historias relatan que el citado Talbot está custodiado por ‘la única persona autorizada para verlo o tocarlo’, un sacerdote descendiente directo de los levitas, la tribu de Israel responsable de su cuidado desde que fue construida. El vigilante del arca duerme supuestamente tan sólo dos horas al día y toma una única comida a las siete de la tarde y durante 22 horas, reza junto al cofre, que está siempre cubierto por un imponente manto en una de las siete salas de la capilla. 
No sé si creerme todo esto, pero lo que sí tengo es una cosa clara: el reino de Aksum, el “Kebra Nagast” y todo el mito del ‘Arca de la Alianza‘ elevan mis fantasías al máximo y desde que en 1980 vi aquella película de “Indiana Jones” con sus aventuras para conseguir “el arca perdida” nunca me había sentido tan fascinado por una historia 
https://mrjaen.com/2016/08/20/el-reino-de-aksum-y-el-kebra-nagast-el-esplendor-de-la-tradicion-etiope/
Fuentes:
El Reino de Aksum – J. Carballo Pérez y A. Nolasco Ferrer 
MUNRO-HAY, S. Aksum: An African Civilisation of Late Antiquity. British Library. 1991. 
PHILLIPSON, D.W. Aksum and the Northern Horn of Africa. Archeology International (2011) 15 : 29-32. 
SELAND, E.H. Les débuts du Christianisme en Afrique de l’est et le commerce de la mer Rouge et de l’Océan Indien. African Archeology Review (2014) 31 : 637-647.

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