RENACER CULTIRAL

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domingo, 5 de noviembre de 2017

Espiando desde el escenario, Josephine Baker (1906-1975)

Cuando Josephine Baker, una mujer de raza negra y ligera de ropa dejó con la boca abierta al público del Follies Bergere pocos podían imaginar que tras aquel hermoso cuerpo que bailaba con gran pasión, se escondía una mujer valiente y luchadora dispuesta a colaborar con la Resistencia francesa y a jugarse la vida como espía para detener el oscuro avance de las tropas nazis por Europa. Nada la frenó y su coraje y valor fueron premiados con las más altas condecoraciones norteamericanas y francesas. A su muerte, recibió un funeral de estado en el París por el que estuvo dispuesta a todo. 

Freda Josephine McDonald nació el 3 de junio de 1906 en Saint Louis, Missouri. Su padre, un percusionista de vaudeville llamado Eddie Carson, abandonaría poco después a su esposa, una lavandera llamada Carrie McDonald y a la pequeña Josephine. Cuando Carrie se casó de nuevo, la situación económica no mejoró demasiado. Ahogados por la miseria, Josephine empezó a trabajar a los ocho años como empleada de hogar en la casa de una mujer que no tuvo reparos en maltratarla y a los trece años tuvo que dejar definitivamente la escuela.

Vagabundeando por las calles de la ciudad, Josephine soñaba con convertirse algún día en bailarina. Sus bailes callejeros atrajeron pronto la atención de paseantes y cazatalentos hasta que un día, a los quince años, consiguió su primer trabajo como bailarina. Ya entonces se había casado y divorciado y vuelto a casar con Willie Baker, un guitarrista de blues. Corría el año 1921 y de su segundo matrimonio solamente perduró el apellido. 




Cuando Josephine Baker tenía dieciséis años, divorciada por segunda vez, marchó a probar suerte en Broadway. Después de participar en algunos musicales a Josephine se le planteó la oportunidad de su vida, iniciar una gira de espectáculos en Francia. Lo que Josephine no sabía cuando embarcó en el Berengaria el 25 de septiembre de 1925 era que debería bailar demasiado ligera de ropa. Cuando se topó con la realidad, aceptó y debutó ante un público entusiasmado pocos días después de llegar a París. Su baile exótico y su atuendo, que no era considerado escandaloso como en los Estados Unidos, hicieron de Josephine Baker una auténtica estrella del espectáculo parisino.

Fue la mujer más fotografiada del año 1926 y se convirtió en el símbolo de una década. Inspiró a escritores como Ernest Hemingway y a artistas como Pablo Picasso. Apareció en una película llamada Zou-Zou, y se convirtió en la primera mujer negra en tener un papel protagonista en una película1.

En 1936 volvía a los Estados Unidos donde se encontró con la hostilidad de un público que no estaba dispuesto a aceptar sus espectáculos tildados de escandalosos. Ante el rechazo, Josephine regresó pronto a París donde se casó con un empresario de origen judío, Jean Lion y gracias a este matrimonio consiguió la nacionalidad francesa. 



Convertida en una mujer rica y famosa, Josephine Baker disfrutó de su fama mostrando su talento por toda Europa. Ya entonces, a las puertas del auge del nazismo, los comentarios racistas contra ella empezaron a hacerse habituales y algunos grandes teatros, sobre todo en Alemania y Austria, le cerraron sus puertas. Josephine ya había vivido la agresividad contra los negros en su Norteamérica natal y no estaba dispuesta a quedar de brazos cruzados.

Josephine se unió a la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo y pronto llamó la atención del Deuxième Bureau, una organización de la inteligencia militar francesa2. Josephine convenció a Jacques Abtey, su jefe, de que gracias a su fácil movilidad debida a su profesión y su alto patriotismo por su país de adopción, iba a ser una buena espía. Y así lo demostró durante sus años de colaboración con la resistencia francesa. Su Château Les Milandes situado en el sur de Francia se convirtió en un centro de operaciones para la resistencia donde se ocultaban armas, espías y se intercambiaba información. Josephine también actuó ante las tropas que se encontraban en Marruecos. Su colaboración con el bando aliado le valdría el honor de convertirse en la primera mujer en recibir la Cruz de Guerra de los Estados Unidos. Francia la condecoró con la Legión de Honor y la Medalla de la Resistencia.




Cuando la guerra finalizó, Josephine Baker, quien se había vuelto a divorciar, se casó de nuevo con Joe Bouillon y recuperó el Château Les Milandes. Al no poder tener hijos naturales, la pareja adoptó a doce niños de distintos orígenes. En aquellos años no se desvinculó de la lucha en favor de los derechos de los negros y participó en la marcha por la libertad de 1963 en el Washington que escucharía el famoso discurso de Martin Luther King.

Los últimos años de su vida recibió la ayuda económica de grandes mujeres como la princesa Gracia de Mónaco o la actriz Brigitte Bardot y se trasladó a vivir con su familia a una casa en Roquebrune, Mónaco.




Cuando Josephine fallecía de un derrame cerebral el 12 de abril de 1975, el mundo al que había ayudado a salvar con su valor le dio una merecida y emotiva despedida. Enterrada en el cementerio monegasco, Josephine Baker tuvo un funeral de estado el 15 de abril en la iglesia de la Madeleine de París en el que asistieron altos dignatarios franceses y muchos veteranos de la resistencia.
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Notas: 

1. Heroínas de la Segunda Guerra Mundial, Kathryn J. Atwood. Pág. 93
2. Ídem. Pág. 94
http://www.mujeresenlahistoria.com/2015/01/espiando-desde-el-escenario-josephine.html

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