La Cueva de los Tayos, la legendaria y misteriosa formación de Ecuador que despertó la fascinación del astronauta Neil Armstrong
Luego de pisar la Luna, el astronauta estadounidense Neil Armstrong se adentró en las profundidades de la Tierra.
El año era 1976, la ubicación, la cordillera de los Andes en el sureste de Ecuador.
Varias decenas de personas participaron en una extraordinaria expedición hacia una fascinante formación geológica llamada la Cueva de los Tayos.
Los indígenas shuar eran los conocedores de hacía décadas de esta cueva, cuya entrada tiene un vacío vertical de unos 70 metros.
Pero fue un viaje del espeleólogo argentino, de origen húngaro, Juan Moricz el que despertó tanto interés que el gobierno de Ecuador y el de Reino Unido financiaron la gran expedición de 1976.
Moricz aseguraba haber encontrado, en las profundidades de la Cueva de los Tayos, una caverna en la que había hojas metálicas grabadas con lo que parecía ser la historia de la humanidad.
Hasta esas profundidades se adentró Armstrong, junto a otros exploradores atraídos por la idea de que esta cueva era la morada de una civilización antigua y desconocida, o quizás hasta la presencia de seres extraterrestres.
"A mí me gusta decir que, en el fondo, todos los seres humanos tenemos esas dos dimensiones: la visión mística y la científica", le dice a BBC Mundo el cineasta Miguel Garzón.
"Y la Cueva de los Tayos es situar el debate en los dos planos", continúa.
Garzón se adentró en esta cueva con su equipo fílmico para crear el largometraje documental Tayos que arroja luz sobre los misterios que guardan estas cavernas del sureste de Ecuador.
¿Cómo es esta cueva?
Los tres días que toma llegar desde Quito hasta la Cueva de los Tayos es la parte sencilla.
Al llegar a la boca de la caverna, los pocos exploradores que se han adentrado se encuentran con una oquedad de 70 metros de profundidad por la que solo se puede bajar a rapel.
"Es muy sobrecogedor, como primigenio, uno ahí siente una fuerza primitiva. Y para quienes no son expertos, vemos galerías en las que cuesta imaginar cómo se pudo crear eso", dice Garzón.
A partir del primer descenso, la cueva se abre hacia cavernas, grandes salones y galerías estrechas, sitios con oquedades y espacios llenos de estalactitas y estalagmitas.
Pero uno de los sitios más impresionantes esel llamadoportal Moricz.
Se trata de una abertura en las rocas que asemeja a una puerta alargada que llama a los ojos por su impresionante forma cuadrada, la cual pareciera que fue tallada.
Esta formación geológica ha alimentado la creencia de muchos de quienes se inclinan por pensar que este espacio fuecho por la mano del hombre, o incluso de otros seres desconocidos.
"Es más espectacular que la mayoría de las cuevas. Tiene unas formaciones que dan lugar a especulaciones sobre su origen", señala Garzón sobre las dos veces que entró ahí en 2014.
"Es un mundo lleno de vida"
Los viajes al interior de la Cueva de los Tayos se deben hacer con un permiso oficial, pero primordialmente con la guía de los indígenas shuar.
Sin embargo, ni ellos mismos conocen todas las cavernas y puntos hasta los que siguen sus bifurcaciones, las cuales también suben y bajan por diversos pasadizos.
Hay un punto llamado "el sumidero", dice Garzón, cuyo camino llega hasta una caverna inundada.
Adentrarse en ella implica sumergirse unos cinco metros bajo el agua cuando no es tiempo de lluvias, lo cual requiere conocimientos de buceo, pero sobre todo valor.
"Una de las personas que vino con nosotros, volvió después, Óscar Leonel Arce, pasó ese punto y lleva recorrido dos kilómetros más. Hay mucho todavía por explorar", dice Garzón.
Llegar a las profundidades de la Cueva de los Tayos también implica quedarse a acampar.
Para la filmación de Tayos, el equipo se tuvo que quedar varias noches, en medio de la fauna que existe en cuevas de este tipo.
"Ese mundo está lleno de vida. Hay insectos, arañas, tarántulas, serpientes, pájaros tayos. Es muy sorprendente", dice Garzón.
Cueva milenaria
El geólogo Theofilos Toulkeridis sabe de todo el misticismo que envuelve a la Cueva de los Tayos, pero como científico ofrece las explicaciones a estas formaciones naturales.
En el mundo existen tres tipos de cuevas: las producidas por accidentes morfológicos, las volcánicas y las kársticas.
A esta última pertenece la Cueva de los Tayos, con la particularidad de que esta formación geológica tiene roca arenisca que la hace única en Ecuador y en esa región de Sudamérica.
"Eso provocó una forma diferente de alteración cuando se formó la cueva, y por lo tanto tenemos paredes lisas, planas, que parece que fueron hechas por humanos", explica Toulkeridis a BBC Mundo.
En el país hay más de 1.000 cuevas, pero esta es la más grande que se conoce.
"Tenemos un nuevo mundo en esta cueva, esto es fascinante. Somos los primeros en podemos pisar estos sitios jamás antes vistos", destaca el geólogo griego-ecuatoriano.
¿Qué hay de sus misterios?
Las supuestas hojas metálicas escritas han generado un debate de décadas entre creyentes y escépticos.
Una serie de libros que defiende su existencia afirman que en este lugar fue encontrado un tesoro, con miles de las planchas metálicas con inscripciones, tumbas y estatuas.
Otras publicaciones se han dedicado a desmentir las afirmaciones, señalando que se trata de "falsificaciones hechas de estaño y latón" e incluso un "flotador de cobre" de un baño que se ha hecho pasar por una herencia del pasado.
Toulkeridis, como hombre de ciencia, señala que sí han hallado vestigios de civilizaciones antiguas, del periodo entre 500 y 1.500 antes de Cristo, pero no acepta las teorías de que esta cueva fue hecha artificialmente.
"Debo de negarlo, porque se puede explicar esto de forma geológica, y hay otros sitios donde se puede encontrar otras cuevas con estas formas", explica.
Garzón dice que no encontró ningún indicio de esas reliquias, aunque en su largometraje presenta un par de sucesos de los que dice que no les encuentra explicación.
Pero primordialmente busca transmitir cómo es estar ahí, en estas cuevas que despertaron el interés del primer hombre en pisar la Luna.
Transmitir eso: "La sensación de estar explorando un mundo poco conocido, de difícil acceso al que normalmente los humanos no nos acercamos".
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