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lunes, 12 de agosto de 2019

La dama de compañía de Josefina saca a la luz los peores secretos de Napoleón Bonaparte.

Retrato de madame de Rémusat y de Napoleón Bonaparte
Retrato de madame de Rémusat y de Napoleón Bonaparte
Madame de Rémusar escribió sus memorias y describió al emperador como friolero, maniático de la limpieza y misógino
Las memorias de madame de Rémusat, dama de compañía de la emperatriz Josefina y conversadora predilecta de Napoleón, son un retrato íntimo del clan Bonaparte y su corte, lleno de celos, rencillas familiares, amenazas de divorcio, amantes...
El libro Las guerras privadas del clan Bonaparte: Memorias de una dama de palacio en la corte de Josefina y Napoleón Bonaparte (Ed. Arpa) ofrece una selección de los mejores pasajes de las memorias inacabadas de madame de Rémusat, escritas después de la caída del emperador, y que comprenden el periodo entre 1802, cuando la autora es nombrada a los 22 años dama de palacio de madame Bonaparte, y 1808, con la amenaza de divorcio entre el emperador y la emperatriz planeando sobre la corte. Sus memorias no fueron publicadas hasta 1880, cuando todos los que aparecen en ellas ya habían muerto.
Claire de Vergennes (1780-1821), cuyo padre y abuelo fueron guillotinados durante la Revolución, tenía 16 años cuando se casó con el futuro conde Laurent de Rémusat. La joven pareja cayó en gracia a Josefina. Tanto que Claire fue nombrada dama de compañía y su marido, prefecto de palacio, hasta que en 1808 recibió el título del conde del Imperio, pasando ambos a formar parte de la nueva aristocracia.
De sus cuatro damas oficiales, Claire de Rémusat era la favorita de madame Bonaparte y pronto se convirtió en su amiga y confidente. "No tardó en hacerme partícipe de sus secretos, que guardé con total discreción", escribe en sus memorias, en las que también descubre que Napoleón despreciaba a las mujeres, las cuales, a su juicio, "solo sabían impresionar a los hombres con el colorete y las lágrimas". "Conviene que las mujeres no pinten nada en mi corte. No me amarán, pero yo estaré mucho más tranquilo", repetía. Josefina, por si parte, tenía "tendencia a los celos" y no sólo por las numerosas amantes de su marido, sino porque "vivía como una auténtica pesadilla la imposibilidad de dar hijos a su esposo" y temía que, por esa razón, su marido se fuera a divorciar de ella, como finalmente ocurrió.
Pintura 'Napoleón Bonaparte en la Isla de Elba' de Paul Delaroche
Madame de Rémusat se hace eco en sus memorias de las calumnias de la prensa inglesa, que retrataba a Napoleón como un depredador sexual, que habría seducido a sus hermanas y a su nuera, Hortensia de Beauharnais. También se le atribuía falsamente la paternidad de Napoleón-Charles, el hijo mayor de Hortensia y su hermano, Luis.
Napoleón, revela madame de Rémusat, era friolero, estaba obsesionado con la limpieza, utilizaba hasta "60 garrafas de colonia al mes" y prestaba atención a sus uñas. Tenía un carácter irascible y era propenso a ataques de cólera con sus subordinados, que le temían.
Madame Bonaparte, por su parte, "jamás abría un libro, cogía una pluma ni hacía labor alguna y, sin embargo, no parecía aburrirse. Tampoco le gustaban los espectáculos". Era muy derrochadora, "en todas las tiendas de París se estaba confeccionando algo para ella".
La dama de compañía de Josefina actúa a menudo de mediadora entre el matrimonio y trata de calmar los ataques de celos de Josefina que, con ayuda de sus criados, trata de conseguir pruebas de que su marido le era infiel.
Entre las conquistas de Napoleón, la dama de compañía destaca a mademoiselle George, una actriz de la Comedia Francesa; a la italiana Carlotta Gazzani, nombrada lectora de la emperatriz, y a madame Duchatel, una dama de la corte de Josefina, de la que también estaba prendado su hijastro, Eugenio de Beauharnais. La propia Claire fue víctima de las habladurías y envidias de la corte por pasar "largos tête-à-têtes" con Napoleón conversando a solas. Ella afirma que la conducta con su amo fue siempre "sencilla e inocente".
El divorcio de Napoleón y su esposa en diciembre de 1809 recluyó a Josefina en el castillo de Malmaison, a unos 12 kilómetros de París, con sus damas de compañías, entre las que se encontraba madame de Rémusat.
Napoleón, que no había tenido hijos con Josefina, se casó después con la princesa María Luisa de Habsburgo, que le dio un hijo: Napoleón II, que pese a que nunca reinó, recibió al nacer el título de rey de Roma. En 1820, Rémusat fue presentada a la nueva emperatriz y dividió sus lealtades entre Josefina y María Luisa.
Cuando el imperio napoléonico se fue al traste y volvieron los Borbones al trono francés en la persona de Luis XVIII, hermano menor del decapitado Luis XVI, los Rémusat, que llegaron pobres a la corte napoléonica, no dudaron en cambiarse de chaqueta y, como muchos, se reinventaron y adaptaron a la nueva situación criticando al hombre al que poco antes hacían tantas reverencias.

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