MAIMON, PUERTO PLATA, el 20 de junio de 1959, llegaron por Maimón y Estero Hondo, en la provincia Puerto Plata, los integrantes del segundo grupo de expedicionarios de la gesta de junio de 1959.
Del grupo al mando de José Horacio Rodríguez sólo pudo desembarcar una parte de sus integrantes, porque los demás murieron en aguas del Océano Atlántico, en Maimón, cuando la lancha Carmen Elsa, fue cañoneada por la Marina de Guerra.
Otro grupo llegó en la lancha La Tinima, y pudo desembarcar por Estero Hondo, pero al igual que sus compañeros de la Carmen Carmen, fueron diezmados por los bombardeos de aviones de la Aviación Militar y los ataques por tierra del Ejército Nacional. Algunos fueron fusilados en el lugar del arresto.
Vinieron al país con el propósito de unirse a los expedicionarios del 14 de junio que seis días antes llegaron en un avión y se internaron en la zona montañosa de Constanza, pero como los servicios de inteligencia de la dictadura de Trujillo estaban enterados, lograron aniquilar el grupo con rapidez. Incluso, José Horacio Rodríguez, comandante de la lancha Carmen Elsa, cayó a pocos minutos del desembarco.
Pero los expedicionarios a pesar de la lucha desigual mantenían la resistencia en las primeras horas que siguieron al desembarco.
Los expedicionarios llegaron en las lanchas Carmen Elsa y La Tinima, que habían zarpado de la bahía de Nipe, Cuba, el día 13 de junio de 1959. En el viaje se produjeron múltiples dificultades y en el momento de la salida las dos naves estuvieron a punto de chocar.
El día 16 de junio perdieron contacto con la Tinima, el combustible se le agotó, había poco alimento y el agua se acababa. Temieron un sabotaje y trataron de linchar al capitán de la Carmen Elsa, Stelio Bellelis (El Griego), ya que algunos sospecharon que podrían estar confabulados para impedir el viaje.
La intervención del comandante José Horacio Rodríguez, impidió que Ercilio García disparara su pistola para matar al timonel. Luego se hizo una revisión y se comprobó que los motores de la lancha tenían desperfectos que ponían en peligro el viaje a República Dominicana.
Luego de horas por tratar de comunicarse con la Marina Cubana, hicieron contacto con un radio aficionado de Camagüey, Cuba, quien posibilitaría la comunicación con la Marina Cubana. En efecto, fueron auxiliados por la tripulación de la Fragata José Martí, que remolcó a la Carmen Elsa hasta el islote de Gran Iguana, allí recibieron asistencia médica los más afectados por el hambre y la falta de agua.
A pesar de los momentos difíciles, la mayoría estaba decidida a seguir su ruta. En consecuencia, la noche del 19 de junio, retomaron la ruta hacia Puerto Plata.
El periodista Juan Delancer, en su obra Desembarco de la Gloria, resalta que en ese instante “La Tinima había aparecido poco antes y volvía a la cola de la Carmen Elsa escoltada por las fragatas José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, que protegieron las lanchas hasta escasas millas de las costas dominicanas”.
Los servicios de seguridad de la dictadura de Trujillo, estaban enterados de la expedición y tenían el propósito de hundir las dos lanchas. El General José Arturo Espaillat, publicó la versión de que el 18 de junio los agentes de la dictadura en Cuba, informaron que una flota cubana de invasión había zarpado del puerto cubano de La Chiva.
Desde Sosúa hasta Montecristi, la vigilancia estaba a cargo de la fragata F-103 y el guardacostas GC-101. Delancer anota que los últimos informes de inteligencia obtenidos por el régimen trujillista señalaban que las embarcaciones expedicionarias navegarían paralelamente a la costa norte, y que, ubicado el punto de desembarco, bajarían perpendicularmente en la noche”.
La Marina de Guerra y el Estado Mayor Conjunto se mantenían en comunicación. En tierra todo estaba preparado para proceder contra los expedicionarios.
“Los principales contingentes de tropas se hallaban listos en Santiago y Mao, lo mismo que las escuadrillas de cazas en San Isidro, Aeropuerto General Andrews, Barahona, Dajabón y Santiago”.
La previsión permitió a las Fuerzas Armadas de la dictadura de Trujillo, aniquilar a los expedicionarios. A las 5:30 de la mañana del día 20 de junio la lancha Carmen Elsa, fue detectada a media milla de Puerto Plata, por la tripulación del guardacostas CG-101, denominado Sánchez, cuyo comandante al no lograr la señal de identificación del Carmen Elsa, la atacó a cañonazos.
Los expedicionarios contestaron de inmediato, mataron a un miembro de la Marina de Guerra, pero los ataques impidieron que el capitán desviara la nave hacia la bahía de Maimón. Rápidamente la Aviación Dominicana entró en acción.
La Carmen Elsa, encalló en la ensenada La Pava. Fue destrozada y una parte de los expedicionarios murió en el lugar. Los demás lograron tomar tierra. El hecho de que el área es muy despejada, facilitó los ataques que se llevaron a cabo desde aviones cazas P-51 y Vampiros.
Deláncer refiere que “Antes de que un contingente de los guerrilleros pudiera parapetarse detrás de las Dos Hermanas, dos promontorios rocosos, la aviación había diezmado a los antitrujillistas en apreciable cantidad. José Horacio, comandante de la Carmen Elsa, cayó a sólo pocos minutos del desembarco”.
En dos días de bombardeo la aviación trujillista logró aniquilar a los antitrujillistas. Algunos de los detenidos fueron fusilados y otros trasladados a Puerto Plata, que vivía desde el día 20 una situación de tensión.
En cambio, La Tinima entró por Estero Hondo. Los 60 hombres que la ocuparon lograron desembarcar sin novedad. Los enfrentamientos entre los expedicionarios y las fuerzas regulares se prolongarían por varios días, pero terminarían aniquilados.
Una parte de los prisioneros fueron fusilados en los lugares de los arrestos y otros ejecutados en San Isidro, por disposición del jefe del Estado Mayor Conjunto, general Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis).
A pesar de que los organismos de seguridad de la dictadura tenían la información de que los guerrilleros zarparon de Cuba, el mismo día 20 no tenían conocimiento del número de hombres que vinieron al país en las dos lanchas.
Un informe del general del Ejército José René Román Fernández, fechado el 30 de junio de 1959, en Santiago, al general Ramfis Trujillo sobre las acciones militares, anota que en el frente de Maimón hubo 20 muertos identificados, 48 muertos sin identificar y 28 prisioneros “gravemente heridos o estado agónico”.
Declarar los prisioneros “gravemente heridos o estado agónico”, fue un recurso que utilizó la dictadura para tratar de ocultar la ejecución de los prisioneros”, como lo dispuso el general Ramfis Trujillo, como medida de escarmiento.
En virtud de su orden, los militares tenían la instrucción de fusilar en el lugar del arresto a los heridos y trasladar a San Isidro, los detenidos ilesos.
En San Isidro y la 40 eran torturados y luego ejecutados. Ramfis Trujillo había advertido que “a los traidores hay que fusilarlos para dar un ejemplo”. El diario El Caribe, bajo control de la dictadura, publicó como su principal información, una que dada cuenta que las expediciones fueron aplastadas y que el dictador Trujillo, como estratega dirigió “personalmente” las operaciones.
Entre los que sufrieron las mayores torturas, por su condición de ex militares, figuran Juan de Dios Ventura Simó, un capitán piloto de la Aviación Militar, que desertó a Puerto Rico y se unió a los antitrujillistas, y el ex sargento de la Marina de Guerra, José Messon.
Ventura Simó fue el instructor de ruta en el avión que aterrizó en Constanza el 14 de junio de 1959, con el primer grupo de la gesta de junio de ese año.
El 24 de junio las Fuerzas Armadas informaron que el total de expedicionarios muertos ascendía a 217.
En el frente de Estero Hondo se reportaron 22 muertos identificados, 19 muertos no identificados y 19 prisioneros “gravemente heridos o en estado agónico”.
Con respecto a las fuerzas regulares, el general Román Fernández indica en su informe que murieron 13 militares, entre los que había un oficial, un voluntario y 11 rasos. Agrega que sufrieron heridas el mayor Anselmo Pilarte, el segundo teniente José Guzmán Fernández, 14 rasos y un voluntario.
También dio cuenta de un raso del Ejército desaparecido, 10 civiles muertos y seis heridos.
Texto: Héctor Tineo
Del grupo al mando de José Horacio Rodríguez sólo pudo desembarcar una parte de sus integrantes, porque los demás murieron en aguas del Océano Atlántico, en Maimón, cuando la lancha Carmen Elsa, fue cañoneada por la Marina de Guerra.
Otro grupo llegó en la lancha La Tinima, y pudo desembarcar por Estero Hondo, pero al igual que sus compañeros de la Carmen Carmen, fueron diezmados por los bombardeos de aviones de la Aviación Militar y los ataques por tierra del Ejército Nacional. Algunos fueron fusilados en el lugar del arresto.
Vinieron al país con el propósito de unirse a los expedicionarios del 14 de junio que seis días antes llegaron en un avión y se internaron en la zona montañosa de Constanza, pero como los servicios de inteligencia de la dictadura de Trujillo estaban enterados, lograron aniquilar el grupo con rapidez. Incluso, José Horacio Rodríguez, comandante de la lancha Carmen Elsa, cayó a pocos minutos del desembarco.
Pero los expedicionarios a pesar de la lucha desigual mantenían la resistencia en las primeras horas que siguieron al desembarco.
Los expedicionarios llegaron en las lanchas Carmen Elsa y La Tinima, que habían zarpado de la bahía de Nipe, Cuba, el día 13 de junio de 1959. En el viaje se produjeron múltiples dificultades y en el momento de la salida las dos naves estuvieron a punto de chocar.
El día 16 de junio perdieron contacto con la Tinima, el combustible se le agotó, había poco alimento y el agua se acababa. Temieron un sabotaje y trataron de linchar al capitán de la Carmen Elsa, Stelio Bellelis (El Griego), ya que algunos sospecharon que podrían estar confabulados para impedir el viaje.
La intervención del comandante José Horacio Rodríguez, impidió que Ercilio García disparara su pistola para matar al timonel. Luego se hizo una revisión y se comprobó que los motores de la lancha tenían desperfectos que ponían en peligro el viaje a República Dominicana.
Luego de horas por tratar de comunicarse con la Marina Cubana, hicieron contacto con un radio aficionado de Camagüey, Cuba, quien posibilitaría la comunicación con la Marina Cubana. En efecto, fueron auxiliados por la tripulación de la Fragata José Martí, que remolcó a la Carmen Elsa hasta el islote de Gran Iguana, allí recibieron asistencia médica los más afectados por el hambre y la falta de agua.
A pesar de los momentos difíciles, la mayoría estaba decidida a seguir su ruta. En consecuencia, la noche del 19 de junio, retomaron la ruta hacia Puerto Plata.
El periodista Juan Delancer, en su obra Desembarco de la Gloria, resalta que en ese instante “La Tinima había aparecido poco antes y volvía a la cola de la Carmen Elsa escoltada por las fragatas José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, que protegieron las lanchas hasta escasas millas de las costas dominicanas”.
Los servicios de seguridad de la dictadura de Trujillo, estaban enterados de la expedición y tenían el propósito de hundir las dos lanchas. El General José Arturo Espaillat, publicó la versión de que el 18 de junio los agentes de la dictadura en Cuba, informaron que una flota cubana de invasión había zarpado del puerto cubano de La Chiva.
Desde Sosúa hasta Montecristi, la vigilancia estaba a cargo de la fragata F-103 y el guardacostas GC-101. Delancer anota que los últimos informes de inteligencia obtenidos por el régimen trujillista señalaban que las embarcaciones expedicionarias navegarían paralelamente a la costa norte, y que, ubicado el punto de desembarco, bajarían perpendicularmente en la noche”.
La Marina de Guerra y el Estado Mayor Conjunto se mantenían en comunicación. En tierra todo estaba preparado para proceder contra los expedicionarios.
“Los principales contingentes de tropas se hallaban listos en Santiago y Mao, lo mismo que las escuadrillas de cazas en San Isidro, Aeropuerto General Andrews, Barahona, Dajabón y Santiago”.
La previsión permitió a las Fuerzas Armadas de la dictadura de Trujillo, aniquilar a los expedicionarios. A las 5:30 de la mañana del día 20 de junio la lancha Carmen Elsa, fue detectada a media milla de Puerto Plata, por la tripulación del guardacostas CG-101, denominado Sánchez, cuyo comandante al no lograr la señal de identificación del Carmen Elsa, la atacó a cañonazos.
Los expedicionarios contestaron de inmediato, mataron a un miembro de la Marina de Guerra, pero los ataques impidieron que el capitán desviara la nave hacia la bahía de Maimón. Rápidamente la Aviación Dominicana entró en acción.
La Carmen Elsa, encalló en la ensenada La Pava. Fue destrozada y una parte de los expedicionarios murió en el lugar. Los demás lograron tomar tierra. El hecho de que el área es muy despejada, facilitó los ataques que se llevaron a cabo desde aviones cazas P-51 y Vampiros.
Deláncer refiere que “Antes de que un contingente de los guerrilleros pudiera parapetarse detrás de las Dos Hermanas, dos promontorios rocosos, la aviación había diezmado a los antitrujillistas en apreciable cantidad. José Horacio, comandante de la Carmen Elsa, cayó a sólo pocos minutos del desembarco”.
En dos días de bombardeo la aviación trujillista logró aniquilar a los antitrujillistas. Algunos de los detenidos fueron fusilados y otros trasladados a Puerto Plata, que vivía desde el día 20 una situación de tensión.
En cambio, La Tinima entró por Estero Hondo. Los 60 hombres que la ocuparon lograron desembarcar sin novedad. Los enfrentamientos entre los expedicionarios y las fuerzas regulares se prolongarían por varios días, pero terminarían aniquilados.
Una parte de los prisioneros fueron fusilados en los lugares de los arrestos y otros ejecutados en San Isidro, por disposición del jefe del Estado Mayor Conjunto, general Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis).
A pesar de que los organismos de seguridad de la dictadura tenían la información de que los guerrilleros zarparon de Cuba, el mismo día 20 no tenían conocimiento del número de hombres que vinieron al país en las dos lanchas.
Un informe del general del Ejército José René Román Fernández, fechado el 30 de junio de 1959, en Santiago, al general Ramfis Trujillo sobre las acciones militares, anota que en el frente de Maimón hubo 20 muertos identificados, 48 muertos sin identificar y 28 prisioneros “gravemente heridos o estado agónico”.
Declarar los prisioneros “gravemente heridos o estado agónico”, fue un recurso que utilizó la dictadura para tratar de ocultar la ejecución de los prisioneros”, como lo dispuso el general Ramfis Trujillo, como medida de escarmiento.
En virtud de su orden, los militares tenían la instrucción de fusilar en el lugar del arresto a los heridos y trasladar a San Isidro, los detenidos ilesos.
En San Isidro y la 40 eran torturados y luego ejecutados. Ramfis Trujillo había advertido que “a los traidores hay que fusilarlos para dar un ejemplo”. El diario El Caribe, bajo control de la dictadura, publicó como su principal información, una que dada cuenta que las expediciones fueron aplastadas y que el dictador Trujillo, como estratega dirigió “personalmente” las operaciones.
Entre los que sufrieron las mayores torturas, por su condición de ex militares, figuran Juan de Dios Ventura Simó, un capitán piloto de la Aviación Militar, que desertó a Puerto Rico y se unió a los antitrujillistas, y el ex sargento de la Marina de Guerra, José Messon.
Ventura Simó fue el instructor de ruta en el avión que aterrizó en Constanza el 14 de junio de 1959, con el primer grupo de la gesta de junio de ese año.
El 24 de junio las Fuerzas Armadas informaron que el total de expedicionarios muertos ascendía a 217.
En el frente de Estero Hondo se reportaron 22 muertos identificados, 19 muertos no identificados y 19 prisioneros “gravemente heridos o en estado agónico”.
Con respecto a las fuerzas regulares, el general Román Fernández indica en su informe que murieron 13 militares, entre los que había un oficial, un voluntario y 11 rasos. Agrega que sufrieron heridas el mayor Anselmo Pilarte, el segundo teniente José Guzmán Fernández, 14 rasos y un voluntario.
También dio cuenta de un raso del Ejército desaparecido, 10 civiles muertos y seis heridos.
Texto: Héctor Tineo
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