sábado, 2 de julio de 2016

ALEXANDER SELKIRK, LA VERDADERA HISTORIA DE ROBINSON CRUSOE

ALEXANDER SELKIRK, LA VERDADERA HISTORIA DE ROBINSON CRUSOE

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Cuando Daniel Defoe publicó en 1719 su novela Robinson Crusoe no imaginaba que acabaría siendo mundialmente conocido y recordado por esa obra, escrita en forma de autobiografía ficticia.
Sin embargo los hechos narrados en ella ni son tan ficticios ni salieron por completo de la imaginación del escritor. Defoe había leído unos años antes un libro escrito por un corsario, un tal Woodes Rogers, en el que se narraba la aventura de uno de sus marineros, Alexander Selkirk, que estuvo más de cuatro años abandonado en una isla desierta.
Así que Defoe cogió la historia de Selkirk, la exageró, la aderezó, la noveló, y la devolvió al mundo convertida en una de las mejores novelas de aventuras de todos los tiempos.
Esta es la historia de Alexander Selkirk, la verdadera historia de Robinson Crusoe.

El infortunio de William Dampier

William Dampier, inglés hijo de un granjero, había sido marino toda su vida desde que a los diecisiete años se había enrolado en un buque mercante. Debía ser un muchacho despierto, porque cuatro años después entró en la Royal Navy y formó parte de varias expediciones.
Tras treinta años de buenos servicios, ganando ascensos y llamando la atención del Almirantazgo, consiguió que le dieran el mando de un barco. Corría el año 1699 y, por fin, Dampier capitanearía su propia expedición con la misión de explorar la costa oriental de Nueva Holanda (lo que hoy es Australia).
Pocas semanas después navegaba en aguas australianas y la expedición iba viento en popa (literalmente). Era el primer inglés en explorar las costas de Australia, había descubierto la isla de Nueva Bretaña, y estaba recogiendo numerosos especímenes y elaborando un detallado diario de la expedición. Pero pronto la suerte de Dampier se torció.

El hundimiento del HMS Roebuck

Dampier descubrió que el casco del barco tenía una plaga de xilófagos (insectos que se alimentan de madera) y se estaba pudriendo a pasos agigantados. Así que, viendo el grave peligro de naufragio que corrían y la ineptitud del carpintero que llevaba a bordo, puso rumbo de vuelta a Inglaterra.
Mapa de la expedición de William Dumpier a bordo del HMS Roebuck
Mapa de los descubrimientos hechos por el capitán William Dumpier a bordo del Roebuck en 1699
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No consiguieron llegar. El barco se hundió frente a las costas de la isla Ascensión, justo en mitad del Atlántico, entre África y América. Tras unas semanas allí, fueron recogidos por un barco y pudieron regresar a Inglaterra.
Sin embargo no se puede decir que todo acabara bien para Dampier: a su regreso fue sometido a consejo de guerra por crueldad en el uso de su rango, declarado culpable y expulsado de la Royal Navy.
Así que, en el año 1701, William Dampier se encontró en la calle tras una vida de servicio en el mar. Afortunadamente para él ese año estalló la Guerra de Sucesión Española.

Un corsario en busca de fortuna

Una suerte para Dampier como digo porque, como en Europa los países en conflicto se estaban matando mucho y bien a cuenta de la corona española, no había tropas regulares disponibles para enviar a los territorios de ultramar a tocar las narices.
Por ello Inglaterra, siempre feliz de fastidiar a españoles y a franceses, vio la oportunidad de hacerlo a ambos a la vez y además sacar tajada con una actividad que ya venían tiempo practicando y que sus marinos sabían hacer muy bien: el corso.
Así que empezaron a emitir patentes de corso como si no hubiera mañana, patentes que Ana Estuardo (Ana I de Inglaterra) firmaba incluso con los espacios para los nombres del beneficiario y el buque en blanco. Que ya habría tiempo de rellenarlos más tarde.
Y William Dampier encontró un puesto de oficial en uno de esos barcos corsarios.

El Galeón de Manila

Dampier se enroló como comandante en una expedición con dos barcos, el St. George y el Cinque Ports cuyo principal objetivo, además de rapiñar entre los barcos franceses y españoles que fueran encontrarlo, era capturar el Galeón de Manila.
El Galeón de Manila o, como también era conocido, Nao de China, recorría una vez al año (dos en algunas ocasiones) la ruta entre Acapulco, el principal puerto de Nueva España en el Pacífico, y Manila y regresaba con la recaudación anual del comercio español en el mar de China.
Galeón de Manila
Réplica del Galeón de Manila (el pabellón es el actual)
Una vez en Acapulco, su carga se transportaba en burros o en carros hasta Veracruz, donde se embarcaba en la Flota de Indias rumbo a Sevilla (destino que más adelante se cambiaría por Cádiz).
Así que, como puedes ver, Dampier no apuntaba bajo. Su plan era pasar al Pacífico por el cabo de Hornos, hacer un poco el corso por aquellas aguas mientras se dirigían al norte, quizá atacar una o dos poblaciones, y llegar a tiempo de apresar el Galeón de Manila antes de su llegada a Acapulco.

Alexander Selkirk

Y ahora sí, amigo lector, es cuando Alexander Selkirk se cruza en esta historia. Selkirk era piloto (un cargo similar al actual de primer oficial) a bordo del Cinque Ports, por lo que participaba en la expedición de Dampier.
Poco se sabe de Selkirk anterior a esta aventura, excepto que había nacido en 1676 (es decir, en la época en que cruzaba el cabo de Hornos a bordo del Cinque Ports tenía 28 años) y que en su juventud, en Escocia, había sido convocado por un tribunal local en relación a una “conducta indecorosa en la iglesia”. En lugar de acudir al requerimiento, huyó y se enroló en un buque.

Un náufrago con un destino afortunado

Tras el paso del cabo de Hornos, una escaramuza con un barco francés y un ataque con pocos resultados a una población minera en la costa, los dos barcos de la expedición se separaron por discrepancias entre los capitanes. Thomas Strading, capitán del Cinque Ports, puso rumbo al deshabitado archipiélago de Juan Fernández, mientras que Dampier continuó viaje a bordo del St. George. Nos volveremos a encontrar con él.
Llegado al archipiélago de Juan Fernández, 670 kilómetros Pacífico adentro frente a la ciudad chilena de Valparaíso, el Cinque Ports atracó en la isla más cercana a la costa, isla que entonces recibía el nombre deMás a Tierra, con intención de aprovisionarse, hacer la aguada y continuar camino.
Sin embargo Alexander Selkirk no estaba de acuerdo con el plan del capitán. Una tormenta en el cabo de Hornos y el posterior enfrentamiento con el navío francés habían dejado al Cinque Ports seriamente dañado, y Selkirk se negó a continuar si no se efectuaban las reparaciones oportunas.
El capitán Strading le tomó la palabra. Si Selkirk se negaba a continuar, pues no continuaría y punto. A pesar de sus protestas le hizo desembarcar en la isla con sus efectos personales, una biblia, un hacha, un cuchillo, un arma, una libra de pólvora y algunas balas y zarpó, abandonándolo allí.
Que no te resulte extraño. Éste era un castigo que se aplicaba habitualmente a los amotinados, y el capitán Strading interpretó (bastante libremente, eso sí) la negativa de Selkirk a continuar como un conato de motín.
El Cinque Ports no regresó a por Selkirk.Strading no tenía ninguna intención de hacerlo, pero aunque la hubiera tenido no le habría sido posible. El barco se hundió poco después de abandonar a Selkirk frente a laisla de Malpelo, hoy perteneciente a Colombia. Los supervivientes fueron capturados por los españoles, acusados de piratería y llevados a Perú, donde tuvieron que soportar un duro encarcelamiento.

Robinson Crusoe

Si crees que la imagen que Daniel Defoe (y las adaptaciones posteriores al cine) nos dieron de un Robinson Crusoe vestido con pieles, constructor de cabañas y cazador de cabras asilvestradas es exagerada, te equivocas por completo.
A pesar de que las primeras semanas no se separó de la playa en previsión de que sus compañeros volvieran a por él, pronto acabó convenciéndose de que no lo harían. Y, sabiendo que el archipiélago se encontraba fuera de todas las rutas comerciales y que a la isla sólo llegaban piratas y corsarios de tanto en tanto, comenzó a explorar el interior.
En cuanto a la vida de Selkirk en la isla, si has leído Robinson Crusoe (¿alguien no lo ha leído?) te puedes hacer una idea muy aproximada de cómo fue. Elimina todos los pasajes referentes a Viernes y a los caníbales (invención de Defoe), y tendrás un cuadro bastante completo de su estancia allí.
Robinson Crusoe
Intenta recordar dónde estabas hace cuatro años y cuatro meses. En qué lugar y situación, cómo era tu vida entonces. Ahora, piensa en todo lo que has hecho y vivido desde entonces, cómo ha cambiado tu vida y lo que has experimentado. Pues bien, todo ese tiempo es el que Alexander Selkirk estuvo en su isla.

Recursos

El archipiélago de Juan Fernández no siempre había estado deshabitado. Tanto su descubridor a finales del siglo XVI, el portugués al servicio de la corona española Juan Fernández, como después los jesuitas, habían tratado de colonizar en un par de ocasiones la isla de Más a Tierra.
Como consecuencia de esos frustrados intentos, en la isla abundaban ahora las cabras que los colonizadores habían abandonado. Allí se habían reproducido en condiciones de libertad y campaban por toda la isla.
Esas cabras fueron la salvación de Selkirk, ya que le sirvieron de alimento y vestido. Contó además con langostas y peces, además de con nabos que pudo plantar gracias a semillas que habían dejado los antiguos colonizadores o, quizá, algunos piratas que habían usado la isla como refugio.
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Un rescate a su pesar

Cuatro años y cuatro meses, como decía, pasó Selkirk en aquella isla. Durante ese tiempo sólo dos barcos pasaron por allí. Ambos, sin embargo, eran españoles.
Recuerda que, como ya vimos en el artículo sobre el fin de la independencia de Escocia, aunque la Union Actque unía políticamente los países de Escocia e Inglaterra se firmó en 1707 (es decir, mientras Selkirk se encontraba en la isla), la unión de las coronas era efectiva desde hacía ya un siglo así que, como escocés, Selkirk era enemigo de España.
Por si eso fuera poco, Alexander Selkirk era corsario, así que lejos de resultar una salvación los barcos españoles eran para él una amenaza, y se escondió de ellos so pena de haber terminado rescatado y llevado a un presidio, todo en la misma acción.

Un barco inglés, al fin

Por fin, tras esos cuatro años y cuatro meses, en febrero de 1709, Selkirk vio aproximarse a la isla un barco con bandera inglesa y encendió un fuego en la playa.
Resultó ser el Duke, el mítico barco del famoso corsario Woodes Rogers. Cuál no sería la sorpresa de Selkirk cuando supo que el piloto del barco era… ¡William Dampier! Selkirk se negó a subir a bordo (calcula cómo debió haber sido servir bajo sus órdenes), y no pudieron convencerle hasta que le juraron y perjuraron que Dampier no era el comandante, que la expedición (había un segundo barco, el Duchess) estaba bajo el mando de Rogers.

El Nuestra Señora de la Encarnación y Desengaño

Y, como si de un sencillo paréntesis se hubiera tratado, allí estaba de nuevo Alexander Selkirk, a bordo de un barco corsario, con William Dampier, y con el objetivo de… capturar el Galeón de Manila.
Sí, así es. Tras la fracasada expedición de hacía cuatro años en la que había perdido dos barcos (el St. George y su tripulación corrieron un destino parecido al del Cinque Ports), Dampier había propuesto a Woodes Rogers su plan de hacerse con el Galeón de Manila, y ahí estaban de nuevo, intentándolo.
Y, esta vez sí, lo consiguieron. Unos meses depués de rescatar a Selkirk, a finales de 1709, la expedición de Rogers fue capaz de capturar el barco español Nuestra Señora de la Encarnación y Desengaño, que realizaba la ruta Manila-Acapulco transportando el tesoro español de Filipinas para embarcarlo en la Flota de Indias.
Todo un logro, que podía haber hecho ricos a los miembros de la expedición… si no hubiera ocurrido lo que ocurrió.

De cómo la historia llegó a Daniel Defoe

Durante la captura del Galeón de Manila uno de los barcos que lo acompañaban protegiéndolo, el Nuestra Señora de Begoña, presentó dura batalla. Durante el enfrentamiento Rogers sufrió una fea herida en la cara al recibir una bala que quedó alojada en su paladar. Suena doloroso, ¿verdad?
El caso es que en el viaje de vuelta la expedición hizo un alto en la colonia holandesa de Batavia (la actual Yakarta), donde pasaron varias semanas mientras Rogers se sometía a cirugía y se recuperaba de su herida. Y claro, durante esos meses utilizaron las mercaderías que habían capturado en la expedición para obtener víveres y (supongo) algo de diversión.
Y ahí es donde metieron la pata, si me permites la expresión, porque resulta que el comercio con los holandeses era monopolio de la Compañía Británica de las Indias Orientales por prerrogativa real, como estuvimos viendo en el artículo que dediqué a las compañías de las Indias Orientales.
Por eso cuando los barcos finalmente echaron el ancla en el Támesis en octubre de 1711 (Alexander Selkirk volvía a Inglaterra después de ocho años) todas las mercancías fueron requisadas y comenzó una batalla legal, que terminó con una indemnización para la Compañía de Indias y con Woodes Rogers arruinado.
Sin embargo, a cambio, Rogers se había convertido en algo así como un héroe nacional gracias a haber conseguido capturar el Galeón de Manila: en doscientos cincuenta años que se utilizó la ruta, sólo cuatro barcos fueron apresados. El Nuestra Señora de la Encarnación y el Desengaño fue el segundo de ellos; el primero había sido presa del pirata Thomas Cavendish nada menos que ciento veintidós años antes.
Así que figúrate la publicidad que se le dio al asunto no sólo en Londres, donde estaba teniendo lugar el juicio, sino en toda Inglaterra. Por eso a pesar de la ruina que supuso para Rogers, éste finalmente consiguió obtener beneficio… escribiendo un libro en el que narraba sus aventuras.
Y el libro, A Cruising Voyage Round the World, se vendió muy bien, en parte debido a la fascinación que despertó entre el público todo lo relativo al rescate de Selkirk, y le ayudó a recomponer su fortuna.
Y claro, lo has adivinado: ese libro cayó finalmente en las manos de Daniel Defoe, plantando en su imaginación la semilla que pocos años más tarde se convertiría en, como decía al principio (y supongo que estarás de acuerdo conmigo), una de las mayores novelas de aventuras de todos los tiempos.

La isla de Robinson Crusoe

Aunque he hablado a lo largo del artículo de “casi” todos los personajes de esta historia, me he dejado para el final a uno de los principales protagonistas: la isla de Robinson Crusoe.
Isla Robinson Crusoe
La isla Robinson Crusoe, vista desde su costa occidental
Porque efectivamente así se llama desde que, en 1966, se cambiaran los nombres de las dos principales islas del archipiélago: Más a Tierra pasó a llamarse Robinson Crusoe y Más Afuera se rebautizó comoAlejandro Selkirk.
Es una lástima que no esté disponible Google Street View para la isla, porque sería toda una experiencia poder pasear por las calles del pequeño poblado de San Juan Bautista, aunque sólo fuera de forma virtual.
Bahía Cumberland
La Bahía de Cumberland, en la costa norte de la isla, con el poblado de San Juan Bautista
San Juan Bautista, fundado en 1877, se encuentra en la costa septentrional de Robinson Crusoe, en la bahía de Cumberland, y en ella se concentra la población ya que el resto de la isla es Parque Nacional de Chile y Reserva de la biosfera de la UNESCO.
Mapa de la isla Robinson Crusoe
  1. San Juan Bautista
  2. Punta Lobería
  3. Mirador de Selkirk
  4. Bahía de Villagra
  5. Aeródromo
  6. Bahía del Padre
  7. Punta de Isla
  8. Puerto Inglés (donde está la cueva de Selkirk)
  9. Puerto Francés
  10. Mirador Salsipuedes
La isla está, por supuesto, llena de referencias a Selkirk y a su trasunto novelesco, y nombres como Mirador de Selkirk o la Cueva de Alejandro Selkirk hacen referencia a lugares donde el corsario escocés pasó aquellos años.
Mirador de Selkirk
Mirador de Selkirk
Lo cierto es que, viendo esas imágenes, dan ganas de perderse allí una temporada, ¿verdad?

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1 comentario:

  1. Bastante buena la descripcion de la historia. Vengo llegando desde la isla y no deje un solo dia de pensar en Alejandro Selkirk y lo vivifo alli.
    Gracias
    Patricio_murga@hotmaio.com

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