miércoles, 27 de julio de 2016

DE MONTIJO EN LOS RETRATOS DE WINTERHALTER: UN ICONO DE LA MODA DEL SIGLO XIX

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DE MONTIJO EN LOS RETRATOS DE WINTERHALTER: UN ICONO DE LA MODA DEL SIGLO XIX

Nuevo post dividido en dos partes; en la introducción, descubrimos las claves de la pintura de Winterhalter, y algunos datos biográficos sobre la vida de la que fuera emperatriz de Francia durante el Segundo Imperio: S.M.I. Doña María Eugenia de Guzmán, Condesa de Teba, una de las modelos favoritas del pintor.

En la segunda parte, he querido imaginar lo que pudo suponer una sesión de preparación (junto a Worth, su modisto favorito y creador de la Alta Costura) de uno de aquellos maravillosos y elegantes vestidos de baile que Eugenia lucía en las grandes ocasiones,  y que la llevaron a convertirse en un icono de la moda del siglo XIX. 


Franz-Xaver Winterhalter, S.M.I. Doña María Eugenia de Guzmán, Condesa de Teba, emperatriz de Francia ,1862
Fundación Casa de Alba

Eugenia de Montijo (1826-1920) fue emperatriz consorte de los franceses al casarse con Napoleón III. Hija de Cipriano Palafox y Portocarrero, Grande de España, y de Manuela Kirkpatrick y Gregviné, nieta de la IV Condesa de Montijo. Nace en Granada y es enviada a estudiar a Francia e Inglaterra desde los nueve años de edad. Conoce a su futuro esposo en 1849, quien era en ese momento presidente de la República francesa, durante una recepción en el Palacio del Elíseo. Se desposa en 1853 y en 1856 da a luz a su único hijo, Luis Napoleón, quien muere en Sudáfrica en 1879 a manos de los zulúes.

Franz-Xaver Winterhalter, La emperatriz Eugenia con su hijo en brazos, 1857
En paradero desconocido
Tomó parte activa en la política, defendiendo los poderes del Papa frente a la opinión de su marido, y ejerció tres veces la regencia del Imperio ante la ausencia de su esposo. A la caída del Segundo Imperio francés, vivió exiliada con su familia en Inglaterra, y posteriormente en su villa deBiarritz. Emparentada con la Casa de Alba, se alojó en algunas de sus propiedades, como el Palacio de Liria en Madrid, y a esta casa pasaron algunas de sus propiedades: muebles, pinturas, y un hermoso retrato pintado por Winterhalter, del cual pudimos disfrutar recientemente en elMuseo del Romanticismo de Madrid. La mayor parte de sus joyas, una colección inigualable, fue adquirida más tarde por la multimillonariaAimée de Heeren.
Fotografía del pintor hacia 1865
Bibliotheque Nationale de France

Franz Xaver Winterhalter (1805-1873) fue un pintor y litógrafo nacido en la alemana Selva Negra, famoso por sus retratos de la realeza europea, destacando entre los más conocidos los que realizó a las emperatrices Sissí, Eugenia de Montijo, o a las reinas Victoria e Isabel II como protagonistas. Cuando viajó a París, con gran interés por parte de la reina de Francia María Amalia, se convirtió en pintor de moda. Su reputación como retratista frívolo hizo que los críticos le rechazaran, pero nunca tuvo problemas económicos. No se vio jamás afectado por las caídas de las diferentes dinastías, que seguían recurriendo a él para inmortalizar sus egregias figuras.


Franz Xaver Winterhalter, Retrato de la emperatriz Eugenia, 1864
Château de Compiègne

El  estilo de Winterhalter es lujoso, hedonista, disfrutando del retrato femenino que le dio muchas más memorables obras que los masculinos. intimistas y tiernos, sus retratos eran la perfección absoluta, tanto en los rostros de las protagonistas, como en las pieles, las joyas, la textura de los tejidos que son casi sensibles al tacto. Cada retrato es una hermosa composición teatral en la que las pieles de marfil desprenden el aroma de exquisitos perfumes, y los sedosos cabellos se disponen en los más maravillosos peinados. Se considera que pintaba en el lienzo directamente, sin estudios preliminares, con pinceladas rápidas, apretadas y cuidadosas, siendo él mismo quien decidía la pose y el vestuario de la modelo.


Andrea Miranda Duque, autora de la introducción  ( Blog "Arte XIX")






La belleza de la emperatriz Eugenia de Montijo era admirada y envidiada a la vez. Consciente de su papel como soberana, se preocupaba  por mostrar en todo momento una imagen impecable, acorde a su rango y posición, motivo por el que pasaba tardes enteras junto a su modisto favorito: Charles Frederick Worth.

Franz-Xaver Winterhalter, La emperatriz Eugenia, 1854
The Museum of Fine Arts, Houston

Nos la podemos imaginar en una tarde de verano, en su gabinete de palacio junto al gran modisto, decidiendo entre ambos qué tejidos serían los más adecuados, para el hermoso vestido que él había diseñado para ella. Un vestido -que luciría en el gran baile de gala que se iba a celebrar en el Palacio del Elíseo- compuesto por un cuerpo escotado, y una espectacular falda con 130 volantes. Tras pasar varias horas contemplando las muestras de encaje, las guarniciones, y los tejidos de muselina, reps, moirèe, y sedas brocadas que Worth le propone, finalmente se decanta por la delicada muselina y un tul de seda para los volantes, ambos de color blanco. Para los adornos, elige un encaje de Malinas, y cintas de gro de diversos anchos, todas en color malva (su color favorito). 


Franz-Xavier Winterhalter, La emperatriz Eugenia junto a sus damas de compañía, 1855
Château de Compiègne
Eugenia se deja aconsejar por Worth, sin embargo, ella siempre tiene la última palabra, pues sabe lo que le gusta y lo que mejor le sienta. Como complementos, Eugenia decide que lucirá para la ocasión un hermoso y delicado chal de blonda, que le han enviado desde España, con unos mitones a juego. A pesar de ser verano, las noches parisinas son frescas, y no hay nada mejor que el encaje para cubrir sus blancos y tersos hombros. 


Chaqueta y mantilla de Chantilly de seda que pertenecieron a la emperatriz.
Museo del Romanticismo, Madrid
Fotografía: Karin Wachtendorff

Más tarde, la emperatriz hará llamar a su peluquera, para decidir qué tocado será el idóneo para adornar su  reluciente y cuidado cabello color miel. Tras contemplar varios modelos, elige un tocado a base de muguet, y cintas de tafetán en tonos malva, rosa y blanco. Por último, una doncella le trae unos delicados zapatos de baile que ha pensado estrenar para la ocasión. Forrados de satén color malva, con pequeñas florecillas bordadas a mano y tacón Luis XV, son los ideales para combinarlos con el vestido.

Eugenia es perfeccionista y no deja nada al azar. Se mira al espejo, y se imagina a sí misma con aquel hermoso vestido, entrando en el luminoso salón de baile del brazo del emperador, despertando a su paso la admiración de todos los asistentes...



Karin Wachtendorff  (Historia de la Moda y los Tejidos)






Bibliografía:

- Boucher, François: Historia de la Moda en Occidente. GG Moda. Barcelona, 2009

- De Figueroa, Agustín: Modos y Modas de cien años. Aguiar. Madrid, 1966

- Chauvel, Geneviève: Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses. Edhasa, 2000

- Ormond, Richard/Blackett, Carol: Franz Xaver Winterhalter and the Courts of Europe. National Gallery. London, 1987

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