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DE MONTIJO EN LOS RETRATOS DE WINTERHALTER: UN ICONO DE LA MODA DEL SIGLO XIX
En la segunda parte, he querido imaginar lo que pudo suponer una sesión de preparación (junto a Worth, su modisto favorito y creador de la Alta Costura) de uno de aquellos maravillosos y elegantes vestidos de baile que Eugenia lucía en las grandes ocasiones, y que la llevaron a convertirse en un icono de la moda del siglo XIX.
Franz-Xaver Winterhalter, S.M.I. Doña María Eugenia de Guzmán, Condesa de Teba, emperatriz de Francia ,1862
Fundación Casa de Alba
Eugenia de Montijo (1826-1920) fue emperatriz consorte de los franceses al casarse con Napoleón III. Hija de Cipriano Palafox y Portocarrero, Grande de España, y de Manuela Kirkpatrick y Gregviné, nieta de la IV Condesa de Montijo. Nace en Granada y es enviada a estudiar a Francia e Inglaterra desde los nueve años de edad. Conoce a su futuro esposo en 1849, quien era en ese momento presidente de la República francesa, durante una recepción en el Palacio del Elíseo. Se desposa en 1853 y en 1856 da a luz a su único hijo, Luis Napoleón, quien muere en Sudáfrica en 1879 a manos de los zulúes.
Franz-Xaver Winterhalter, La emperatriz Eugenia con su hijo en brazos, 1857 En paradero desconocido |
Fotografía del pintor hacia 1865 Bibliotheque Nationale de France |
Franz Xaver Winterhalter (1805-1873) fue un pintor y litógrafo nacido en la alemana Selva Negra, famoso por sus retratos de la realeza europea, destacando entre los más conocidos los que realizó a las emperatrices Sissí, Eugenia de Montijo, o a las reinas Victoria e Isabel II como protagonistas. Cuando viajó a París, con gran interés por parte de la reina de Francia María Amalia, se convirtió en pintor de moda. Su reputación como retratista frívolo hizo que los críticos le rechazaran, pero nunca tuvo problemas económicos. No se vio jamás afectado por las caídas de las diferentes dinastías, que seguían recurriendo a él para inmortalizar sus egregias figuras.
Franz Xaver Winterhalter, Retrato de la emperatriz Eugenia, 1864 Château de Compiègne |
Andrea Miranda Duque, autora de la introducción ( Blog "Arte XIX")
Franz-Xaver Winterhalter, La emperatriz Eugenia, 1854 The Museum of Fine Arts, Houston |
Nos la podemos imaginar en una tarde de verano, en su gabinete de palacio junto al gran modisto, decidiendo entre ambos qué tejidos serían los más adecuados, para el hermoso vestido que él había diseñado para ella. Un vestido -que luciría en el gran baile de gala que se iba a celebrar en el Palacio del Elíseo- compuesto por un cuerpo escotado, y una espectacular falda con 130 volantes. Tras pasar varias horas contemplando las muestras de encaje, las guarniciones, y los tejidos de muselina, reps, moirèe, y sedas brocadas que Worth le propone, finalmente se decanta por la delicada muselina y un tul de seda para los volantes, ambos de color blanco. Para los adornos, elige un encaje de Malinas, y cintas de gro de diversos anchos, todas en color malva (su color favorito).
Eugenia se deja aconsejar por Worth, sin embargo, ella siempre tiene la última palabra, pues sabe lo que le gusta y lo que mejor le sienta. Como complementos, Eugenia decide que lucirá para la ocasión un hermoso y delicado chal de blonda, que le han enviado desde España, con unos mitones a juego. A pesar de ser verano, las noches parisinas son frescas, y no hay nada mejor que el encaje para cubrir sus blancos y tersos hombros.
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Chaqueta y mantilla de Chantilly de seda que pertenecieron a la emperatriz. Museo del Romanticismo, Madrid Fotografía: Karin Wachtendorff |
Más tarde, la emperatriz hará llamar a su peluquera, para decidir qué tocado será el idóneo para adornar su reluciente y cuidado cabello color miel. Tras contemplar varios modelos, elige un tocado a base de muguet, y cintas de tafetán en tonos malva, rosa y blanco. Por último, una doncella le trae unos delicados zapatos de baile que ha pensado estrenar para la ocasión. Forrados de satén color malva, con pequeñas florecillas bordadas a mano y tacón Luis XV, son los ideales para combinarlos con el vestido.
Eugenia es perfeccionista y no deja nada al azar. Se mira al espejo, y se imagina a sí misma con aquel hermoso vestido, entrando en el luminoso salón de baile del brazo del emperador, despertando a su paso la admiración de todos los asistentes...
Karin Wachtendorff (Historia de la Moda y los Tejidos)
Bibliografía:
- Boucher, François: Historia de la Moda en Occidente. GG Moda. Barcelona, 2009
- De Figueroa, Agustín: Modos y Modas de cien años. Aguiar. Madrid, 1966
- Chauvel, Geneviève: Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses. Edhasa, 2000
- Ormond, Richard/Blackett, Carol: Franz Xaver Winterhalter and the Courts of Europe. National Gallery. London, 1987
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