Uruk, uno de los lugares más emblemáticos de la Historia del Mundo.
Sería la primera existencia de casas y granjas individuales en las riberas del Éufrates y Tigris lo que daría lugar con el paso de los años a los primeros asentamientos sedentarios del tipo de poblados y ciudades en Mesopotamia. En Uruk, sus primeras y más antiguas construcciones constatadas por la arqueología siguen los tipos y formas de lugares anteriores como EL Ubaid y Eridú.
La simple estructura urbana de Uruk tenía en su lugar central una especie de "acrópolis" formada por dos importantes estructuras o distritos bien diferenciados: el barrio de Eanna y el barrio de Anu, también llamado "El Kullaba". A su alrededor más tarde, se construyó una gran muralla que rodea esta "acrópolis". Extramuros y alrededor de esa muralla se habrían dispuesto los barrios del pueblo, sus casas y negocios de la multitud de familias que constituyeron la masa de la ciudad. Esta zona de vecinos sería la encargada de cuidar el "anillo agrícola" que todo lo rodeaba hasta la misma ribera del Éufrates por el este y los límites del desierto por el oeste.
El distrito de Eanna.- En el distrito de Eanna la construcción más antigua es el llamado Edificio del Cono de Piedra, hecho sobre un edificio anterior hacia el 3.800 ante de n.e. Este edificio podría haber sido una de las primeras oficinas de contabilidad y organización de la ciudad, pero fue destruido por causas desconocidas hacia el 3.400 antes de nuestra era.
Al otro extremo del distrito y sobre otro edificio anterior se levantó hacia el 3.400 antes de n.e., el llamado Templo de Piedra Caliza. En el espacio entre esas dos estructuras extremas del distrito de Eanna y entre los años 3.400 y 3.200 antes de n.e. se construyeron una serie de edificios de aspecto residencial y de reunión asamblearia. Así mismo apareció el edifico Riemchen (llamado así por los arqueólogos alemanes debido a la forma de sus ladrillos) y adosado a las ruinas del más antiguo, el Edifico del Cono de Piedra. Aparece también el llamado Edificio E, primero interpretado como palacio, pero más tarde se pensó que estaría dedicado a funciones de asambleas. Entre el 3.200 y el 3.000 antes de n.e. y en seguimiento de la dinámica construcción-destrucción se erige el Templo Rojo sobre los restos del Templo de Piedra Caliza y el Gran Patio Real, un gran patio hundido con dos filas de bancos que lo rodean y decorado en sus paredes con medios cilindros de mosaicos.
El distrito de Anu o Kullaba
Este distrito que se sitúa al oeste y al Sur del ya descrito Eanna es anterior en el tiempo y es de un aspecto simple o desarrollo elemental, aunque no inferior en superficie, grandiosidad e importancia pues está compuesto de tres estructuras principales: el gran Zigurat de Anu cuyos más antiguos estratos se datan hacia el año 4.000 antes de n.e., en un lugar superior del mismo se halla otro de los elementos importantes del distrito, el llamado Templo Blanco construido hacia el año 3.000 antes de n.e. y un tercer y extraño elemento de aspecto rectangular y fabricados sus muros en adobe y betún, que no es otro que el llamado Templo de Piedra datado hacia el 3.500 antes de n.e.
Es precisamente a este edificio, El Templo de Piedra, a lo que aquí y en líneas siguientes se tratará de conseguir una utilidad práctica y acaso crucial y una referencia interpretativa como "el tasador de diamante" de Uruk. Aquí lo hemos llamado "tasador de diamantes", pero la definición para ese edificio ha de ser más amplia, pues allí se tasarían, es decir, cobrarían valor de cambio cualquier pequeño objeto precioso, piedras preciosas o semipreciosas, pepitas de oro y plata, ámbar, metales, piedras y objetos de valor de cualquier tipo puestos en circulación en el torrente del comercio.
El edificio conocido como "Templo de Piedra" en el distrito de Anu fue construido como ya se ha dicho hacia el año 3.500 antes de n.e., medio milenio aproximadamente después de las estructuras más antiguas del zigurat. El edificio habría surgido como una necesidad perentoria y vecino inmediato a las grandes estructuras del zigurat e interactuando con las mismas, talleres y escuelas, centros de comercio, almacenes y lugares residenciales, una necesidad relacionada con la tasación de los diferentes materiales usados en aquellos tiempos para las transacciones comerciales, diversos materiales que serían pequeños pedazos de minerales, plata, oro, cobre, hierro, piedras preciosas, esmeraldas, rubíes, diamantes, zafiros, cuentas de ámbar y semipreciosas, berilos, lapislázulis, corindones, gemas de cualquier tipo, es decir dedicado en exclusiva a la diferenciación de cualquier objeto que sirviera como dinero, como material de intercambio.
Todos esos materiales serían convenientemente tasados y evaluados en ese "templo de piedra" y en otros tasadores que hubiere y puestos después en circulación en el torrente de comercio.
Es asombroso el parecido singular entre el Edificio Riemchen en el distrito de Eanna con el Templo de Piedra en el distrito de Anu. Otro edifico el Riemchen que también habría sido usado con las mismas funciones de tasación de oro y plata pues en su interior fue hallado un lugar significativo para el fuego, un lugar interpretado como de "fuego ritual", pero que habría sido allí donde se sometiera a los pedazos y lingotes de oro a la "prueba del fuego" y, según como respondieran esos lingotes o pedazos a la exposición ígnea se conocería la calidad y potencia de ese oro. En el Eclesiastés (Biblia) hay unas palabras que dicen: "...porque el valor del oro se prueba en el fuego..."
Pero con seguridad existieron otros edificios de tasación en la propia ciudad Uruk quizás no tan ampulosos e importantes como los mentados y de materiales más perecederos y que habrían dado clase y autoridad a una serie de artesanos y especialistas -los tasadores- pero esto no solo en esta ciudad, sino en las otras importantes ciudades en Mesopotamia y resto del mundo antiguos.
El Templo de Piedra y quizás también el Edificio Riemchen están construidos de una manera especial que escapa de la norma arquitectónica del resto de los edificios construidos en la acrópolis de Uruk. Tiene - el Templo de Piedra- una serie de muros perfectamente rectangulares en sus ángulos y en sentido concéntrico y debía quedar rematado por un recio techo de vigas y barro sin posible contacto con el exterior. En su estructura singular y concéntrica tiene tres entradas, una en el muro exterior, otra opuesta en el muro intermedio y una tercera en un lateral del muro interior que no corresponde tampoco con la anterior entrada, ni con la primera. Esta singular manera de construir las entradas tenía acaso, una finalidad precisa, la de captar de una manera especial la luz que llegaba desde el exterior. Sería allí, entonces, donde los expertos dedos y la vista de los tasadores tratarían de arrancar algún destello de las diferentes piedras que llegaban al tasador, es decir, conseguir los rayos de luz y la difracción en colores de los cristales de esas piedras con la la luz quebrada conseguida por la especial estructura del edificio.
A esto pueden referirse los canales de agua potable y los abundantes pequeños recipientes encontrados en el suelo para libaciones, no por supuesto de carácter ritual ni mucho menos, sino como algo práctico para aliviar la sed y el cansancio de los hombres artesanos tasadores reunidos en tan recóndito y caluroso espacio.
La historia del dinero como material de transacción. materia prima intermedia, es muy antigua o quizás relativamente moderna. Las primeras evidencias arqueológicas de la existencia de monedas en la cultura occidental provienen de lugares en Anatolia y oeste de Turquía y más tarde en la zona de Tarento al sur de Italia, hacia los 800 o 700 años antes de n.e. Pero sin duda esta práctica de utilizar pequeños objetos para los intercambios comerciales es algo que se pierde en la noche de los tiempos. La manera primordial de intercambio de objetos, alimentos y utensilios debe provenir desde el preciso instante en que los humanos supiesen fabricarlos, es decir, se cambiarían unos objetos por otros, unos alimentos por otros alimentos, unos productos por otros productos. En esta práctica se habrían alcanzado una serie de hitos y costumbres para hacerlo más simple, una serie de baremos y especulaciones para hacerlo más rápido, más interesante.
Esta superior convención del intercambio se complica sobre manera con la llegada de las nuevas prácticas neolíticas, recordemos la gran demostración en grabados pétreos en Gobleki Tepe y que todos se refieren a lo mismo, el intercambio y el comercio. Nuevas prácticas neolíticas que hablan del uso de semillas y animales, consecución artificial de alimento, la puesta en marcha de diversas fábricas (vestido, calzado, telares, utensilios de barros para el hogar), pero sobre todo la comercialización de los excedentes de las cosechas, los rebaños y los productos de esas fábricas. Es precisamente ahora cuando aparecen las primeras técnicas que facilitan el intercambio y lo hacen más rápido, cuentas y bolas de cerámica con la mercancía escrita en sus bordes, granos de café tostados (27 granos de café por una gallina), y los diversos abalorios en metales y piedras preciosas. Quizás sería ahora con el descubrimiento. ambición y afición de las gentes por los objetos preciosos y la existencia de unas primigenias clases sociales -los ricos y los pobres- cuando toda esa quincallería comenzaría a ser usada como material de intercambio, como dinero, tantas cuentas de piedras, tanto oro o tanta plata, valdrían tantas docenas de animales, banastas de ropa o cestas de grano.
Pero de cierto el auténtico problema a la hora de teorizar estas costumbres viene a ser la existencia de pruebas en arqueología y observación que lo atestigüen. No existen esas pruebas porque, además, todos esos materiales debían ser objeto de cuidados especiales, es decir, no se irían dejando por ahí como los trastos de cerámica o las cuentas en tablillas de barro. Pero que esa clase de comercio existió resulta algo evidente cuando se habla de oro o de plata, pues los pesos, medidas y simbología se suceden en la mayoría de las culturas avanzadas. Es decir, un barco con un cargamento de madera o de productos de la tierra se pagaba en piezas de oro, unos rebaños de cabras y ovejas, acaso también, o por productos de fábrica y comenzaría ya por esta época los típicos puestos de mercado, donde haría falta alguna forma de dinero, pues en esos puestos el intercambio de mercancías sería algo inviable.
Por lo general se considera que las cuatro piedras preciosas son: diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros azules.
Se piensa que la presencia de los diamantes en la historia podría llegar hasta los 3.000 años antes de n.e. y que las primeras minas de esa preciosa piedra se situaron en la India. Habrían sido invasores desde Asia quienes primero habrían puesto en circulación ciertas cantidades de diamantes procedentes de las minas de aquel lugar. En la Biblia aparecen citados en El Éxodo que relaciona hechos en torno al año 1.447 antes de n.e. La primera afluencia de diamantes a Europa se asocia al comercio suscitado por las conquistas de Alejandro Magno y en la Antigua Roma se mientan en los años 70-80 de nuestra era en la Mineralogía de Plinio El Viejo. En este mismo lugar, Roma, existen evidencias de diamantes engastados en anillos de hierro.
Los rubíes son piedras menos frecuentes que los diamantes, son de la familia de los Corindones y están compuestos de hierro y cromo. Las esmeraldas son Berilos y es pura, se trata de una piedra muy deseada desde la antigüedad, desde hace más de 4.000 años y era usada en rituales religiosos. El zafiro es también un Corindón.
El uso del oro y la plata en Mesopotamia está suficientemente demostrado y la simbología es precisa en la mayoría de los soportes rescatados. Hay que recordar aquí una clase de sellos y grabados en placas de barro cocido en las que aparece la figura del En o señor sentado en un trono, en una de sus manos tiene casi siempre una especie de bastón de mando y en la otra casi también de manera habitual aparecen dos formas, una circular y otra alargada en forma de varilla. Esos dos objetos, la forma circular y la varilla representarían sin más el oro (acaso la forma circular) y la plata (la forma de varilla). Esos dos pequeños y a veces no tan pequeños objetos se repiten por doquier en las representaciones del En o señor más tarde divinizado y debido sin duda a la importancia real que esos metales tenían en la sociedad y el gozne económico y comercial en esas épocas.
Pero existen aquí, para nuestra teoría una serie de imposibles. En primer lugar es lo mentado más arriba de la inexistencia de pruebas fehacientes arqueológicas que demuestren esa forma de hacer las cosas, esa clase de intercambio y de comercio, es decir, el comercio suscitado por los pequeños objetos preciosos, objetos que serían tasados en los tasadores oficiales de las ciudades. En segundo lugar no existen evidencias del uso de piedras preciosas en la joyería de esos lugares mesopotámicos, los collares, brazaletes, pendientes, coronas u otras joyas se trata siempre, siempre de otra clase de piedras, de piedras semipreciosas: lapislázulis, cornalinas, perlas, jaspes, ónix, ágatas, turquesas, granates, ámbar, etc. lo más parecido a un diamante o una esmeralda son las pastas vítreas y los cristales de cuarzo. ¿Se habrían tasado, entonces, piedras preciosas en los tasadores de Uruk? ¿Son esos edificios tan singulares tasadores o se trata de otra historia, del cómputo de las horas de luz o de otra función de aspecto cosmológico, se trata de simples templos o se trata de cualquier otras cosa de sentido práctico o ceremonial?
Una cosa es cierta, es muy probable que ya para los años 3.500 antes de n.e. ya existiesen diamantes y otras piedras preciosas en circulación, aunque las evidencias arqueológicas no nos hablen de ello, pero sin duda la construcción magnífica de esos tasadores exigiría un uso y práctica habitual de esas cuatro piedras ya para esos años.
Pero tampoco existen evidencias arqueológicas del uso del grano de café tostado o crudo para el intercambio y el comercio y, sin embargo, esa evidencia del uso de los granos de café es patente y reiterativa en la manifestación artística de aquellos lugares y desde épocas tan remotas como los 6.000 años antes de n.e. Es importante pensar que las estatuillas de importantes personajes en el cementerio de Eridú usen rasgos muy marcados en grano de café, si éste tan solo se utilizara para hacer infusiones. Pero tampoco existen evidencias de que toda esa quincallería sirviese para facilitar los intercambios comerciales y, sin embargo, existen unos botes, los llamados "vasos votivos", de uso en las costumbres de las ricas mujeres que reciben embajadas y que esas embajadas desfilaban hasta la presencia de la reina y debían llenar con algo, con alguna clase de abalorios importantes esos botes. O quizás sí existiesen las piedras preciosas en los tiempos de Uruk, pero estas tuviesen otra mera función u otra clase de circuitos no relacionados con las labores de joyería. Aunque sin duda esa función de tasadores para esos edificios puede seguir siendo válida con el simple movimiento y tasación de las piedras semipreciosas. Y un último detalle en ese sentido, no puede saberse por qué en Roma, en su opulencia, no engastaban los diamantes en oro, como habría sido lo habitual, sino en simples anillos de hierro, quizás por su leyenda o poder simbólico -los anillos de hierro eran usados en las ceremonias matrimoniales- como si esas piedras, los diamantes, poseyeran vida propia y al margen de la producción artesanal de joyería.
Edificios para tasar pequeños objetos preciosos en Uruk, objetos que según su valor estimado se pondrían más tarde en circulación y servirían sin más en las labores de comercio, una manera de transacción que habría estado presente a lo largo de casi todo el Neolítico y sobre todo hacia sus finales con la llegada de la Era de los Metales y la propia Historia, forma de intercambio que más tarde sería sustituida y con reglas muy parecidas por la puesta en marcha del dinero, de las monedas, algo promovido también desde los estamentos del poder y la riqueza. Tasadores atendidos por una clase de personal autorizado del que no se podría decir falto de trabajo por las diversas evidencias arqueológicas allí encontradas, terminales de agua potable, un sinnúmero de pequeñas vasijas de uso individual, señal así mismo de los cuidados en que se tenía ese precioso menester.
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