sábado, 11 de noviembre de 2017

LAS HERMANAS VILLA DEL ORBE.



El patriotismo dominicano, ha tenido en las mujeres dignas representantes atreves del tortuoso camino de su existencia como nación.
Y en la lucha cruenta de las batallas por la libertad y el decoro nacional hemos tenidos en la ciudad de la Concepción de La Vega, tres dignas representantes de la mujer que lucharon por la Libertad de esta nación.
Encontramos en las páginas de la historia los nombres de tres damas de esta ciudad de La Concepción de La Vega Real, como realmente se llama La Vega. Distinguidas hijas de esta sociedad, que nada más se recuerdan algunas personas cuando pasan o cruzan por la calle que lleva el nombre de Hermanas Villa, pero quizá el nombre de estas tres ilustres damas no lo saben.
Estas hijas que hoy están en las páginas gloriosas de nuestra historia son  conocidas como las Hermanas Villa del Orbe, estas distinguidas hijas de La Vega, respondían a los nombres; María del Carmen, Manuel y María Francisca Agustina. Hijas de los esposos Don Juan Ramón  Villa, quien fuera Regidor y Alférez Real y Alcalde Ordinario de La Vega y la Señora María de la Angustia del Orbe, quienes eran una familia de mucha prestancia en la ciudad de la Concepción de La Vega.
Las Hermanas Villa, estaban dedicada a la costura y especializada en bordado, como también administraban los bienes de la familia que estaba situado en el paraje en ese entonces de la ciudad, denominado, El Tengue, que hoy es una barriada populo de la ciudad.
Este hogar muy respetado por toda la población era centro de reunión en los días oscuro y tormentoso de la ocupación haitiana, donde se  conspiraba contra la ocupación y por la liberación del yugo haitiano.
Este trio de veganas comprometida por la causa de la libertad de esta nación de la dominación extranjera, eran verdaderas sacerdotisas de la Libertad de esta nación, bondadosas, de un sentimiento noble, afable, ejemplo de corazones encendidos sentimiento patrio. 
Otro aspecto de estas hermanas era su trato hacia los demás, bondadosas, con una  esmerada cultura, que se la trasmitían a los demás personas, en los días de tinieblas de la ocupación haitiana de 22 años.
El historiador Do Alcides García, en su inestimable trabajo histórico  de Octubre de 1924, acerca de la Concepción de La Vega,  expresa, “ La Concepción de La Vega”, señala, “Cuando La Trinitaria de Santo Domingo envió  para el Cibao a Juan Evangelista Jiménez, con el manifiesto revolucionario, La Vega abrazó al punto la Santa Causa. Y la familia Villa escondió a Jiménez, al ser descubierto y perseguido; y en una fiesta en el Santo Cerro, a donde acudió el dirigente propagandista en cumplimiento de su misión, Manuel María Frómeta ofreció que sus hijos  servirían de cartucho”. Es la familia Frómeta, emparentada con la familia Villa.”
Y sobre el enhestamiento de la Bandera Nacional en La Vega, expresa el esclarecido Don José Gabriel García: “Al llegar Pedro Ramón Mena a La Vega, el día 4 de marzo de 1844 lo encontró todo preparado y hasta la bandera hecha por Las Señoritas Villa.”

Al calor de la lumbre hogareña, en noches silenciosas con olor a muerte y desolación, con manos firme, en un  ideal de Libertad, rompiendo las tiemblas del miedo, con el alma puesta en la Patria pisoteada por la horda invasora, manos de liberad guiada por la luz de la divinidad que se Horrorizada a por lo que pasaba por la nación, sin temor a las consecuencia, que son la máxima expresión de la nacionalidad dominicana, manos gloriosas que bordaron en noches oscuras por el terror, el Primer  Pabellón tricolor de la Dominicanidad en el Cibao, 4 de marzo de 1844, en la calle que hoy se llamaba Independencia, que hoy por estrechez política y mental de politicastros ignorantes e iletrados en los conceptos históricos de su pueblo,  le cambiaron el nombre de Independencia, que jamás debió ser , pero mucho menos la colectividad vegana debió permitir ese adefesio histórico, pera también saliendo un poco de el relato de las Hermanas Villas, sucede los mismo con la Restauración, otra andanada con ceguera mental, cambien el nombre de la Calle Restauración, pero este pueblo, los intelectuales callan se esconden y por detrás apoyan lo que sectores cavernarios del acontecer histórico hacen. 

Fuente consultada;
Resplandores de Gloria, Por Carmen Lara Fernández, Editora Montalvo, ciudad Trujillo, 1945. pags. 55.

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