LAS HERMANAS VILLA DEL
ORBE.
El patriotismo
dominicano, ha tenido en las mujeres dignas representantes atreves del tortuoso
camino de su existencia como nación.
Y en la lucha cruenta de
las batallas por la libertad y el decoro nacional hemos tenidos en la ciudad de
la Concepción de La Vega, tres dignas representantes de la mujer que lucharon
por la Libertad de esta nación.
Encontramos en las páginas
de la historia los nombres de tres damas de esta ciudad de La Concepción de La
Vega Real, como realmente se llama La Vega. Distinguidas hijas de esta
sociedad, que nada más se recuerdan algunas personas cuando pasan o cruzan por
la calle que lleva el nombre de Hermanas Villa, pero quizá el nombre de estas
tres ilustres damas no lo saben.
Estas hijas que hoy están
en las páginas gloriosas de nuestra historia son conocidas como las Hermanas Villa del Orbe,
estas distinguidas hijas de La Vega, respondían a los nombres; María del
Carmen, Manuel y María Francisca Agustina. Hijas de los esposos Don Juan
Ramón Villa, quien fuera Regidor y Alférez
Real y Alcalde Ordinario de La Vega y la Señora María de la Angustia del Orbe,
quienes eran una familia de mucha prestancia en la ciudad de la Concepción de La
Vega.
Las Hermanas Villa,
estaban dedicada a la costura y especializada en bordado, como también administraban
los bienes de la familia que estaba situado en el paraje en ese entonces de la
ciudad, denominado, El Tengue, que hoy es una barriada populo de la ciudad.
Este hogar muy respetado
por toda la población era centro de reunión en los días oscuro y tormentoso de
la ocupación haitiana, donde se conspiraba
contra la ocupación y por la liberación del yugo haitiano.
Este trio de veganas
comprometida por la causa de la libertad de esta nación de la dominación extranjera,
eran verdaderas sacerdotisas de la Libertad de esta nación, bondadosas, de un
sentimiento noble, afable, ejemplo de corazones encendidos sentimiento patrio.
Otro aspecto de estas
hermanas era su trato hacia los demás, bondadosas, con una esmerada cultura, que se la trasmitían a los demás
personas, en los días de tinieblas de la ocupación haitiana de 22 años.
El historiador Do Alcides
García, en su inestimable trabajo histórico de Octubre de 1924, acerca de la Concepción de
La Vega, expresa, “ La Concepción de La
Vega”, señala, “Cuando La Trinitaria de Santo Domingo envió para el Cibao a Juan Evangelista Jiménez, con
el manifiesto revolucionario, La Vega abrazó al punto la Santa Causa. Y la
familia Villa escondió a Jiménez, al ser descubierto y perseguido; y en una
fiesta en el Santo Cerro, a donde acudió el dirigente propagandista en
cumplimiento de su misión, Manuel María Frómeta ofreció que sus hijos servirían de cartucho”. Es la familia
Frómeta, emparentada con la familia Villa.”
Y sobre el enhestamiento
de la Bandera Nacional en La Vega, expresa el esclarecido Don José Gabriel García:
“Al llegar Pedro Ramón Mena a La Vega, el día 4 de marzo de 1844 lo encontró todo
preparado y hasta la bandera hecha por Las Señoritas Villa.”
Al calor de la lumbre
hogareña, en noches silenciosas con olor a muerte y desolación, con manos
firme, en un ideal de Libertad,
rompiendo las tiemblas del miedo, con el alma puesta en la Patria pisoteada por
la horda invasora, manos de liberad guiada por la luz de la divinidad que se Horrorizada
a por lo que pasaba por la nación, sin temor a las consecuencia, que son la máxima
expresión de la nacionalidad dominicana, manos gloriosas que bordaron en noches
oscuras por el terror, el Primer Pabellón
tricolor de la Dominicanidad en el Cibao, 4 de marzo de 1844, en la calle que
hoy se llamaba Independencia, que hoy por estrechez política y mental de
politicastros ignorantes e iletrados en los conceptos históricos de su pueblo, le cambiaron el nombre de Independencia, que jamás
debió ser , pero mucho menos la colectividad vegana debió permitir ese adefesio
histórico, pera también saliendo un poco de el relato de las Hermanas Villas,
sucede los mismo con la Restauración, otra andanada con ceguera mental, cambien
el nombre de la Calle Restauración, pero este pueblo, los intelectuales callan
se esconden y por detrás apoyan lo que sectores cavernarios del acontecer histórico
hacen.
Fuente consultada;
Resplandores de Gloria, Por Carmen Lara Fernández, Editora Montalvo, ciudad Trujillo, 1945. pags. 55.
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