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miércoles, 8 de agosto de 2018
Cómo visitar el Prado en una hora a través de 15 obras maestras
El museo propone un itinerario en el que no faltan joyas como «Las Meninas» y «El Jardín de las Delicias», pero también hay destacadas ausencias.
MadridActualizado:
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A Eugenio d’Ors no le bastó con una hora para visitar el Prado. Lo hizo en tres, una mañana de abril, acompañado por un amigo. Tanto le cundió aquella visita («tres horas completas para el goce del arte; ejercicio mejor, y fruición, que el sueño y que la vida») que se convirtió en un ensayo de referencia para los amantes del arte: «Tres horas en el Museo del Prado». La pinacoteca recomienda en su web tres itinerarios para admirar su colección permanente: 15 obras en una hora, 30 en dos horas y 54 en tres horas. El propio D’Ors aconseja en el libro que la visita no exceda de 180 minutos. No vaya a quedar fulminado por el síndrome de Stendhal. El ser humano tiene un límite para soportar tanta belleza. Hasta Jep Gambardella se rindió a la evidencia.
Si optamos por la visita de una hora, buena parte de ella se nos irá en «descifrar» los mensajes ocultos en «El Jardín de las Delicias», ese delirio erótico del Bosco sobre el pecado. Y otra buena parte, en «luchar» con los japoneses por poder acercarnos al tríptico. Reserven al menos diez minutos para admirar la coreografía pictórica más hermosa de la Historia del Arte: «El Descendimiento», de Rogier van der Weyden, cuyas figuras se amontonan asfixiantemente en la tabla. ¿Cómo no emocionarse con las lágrimas de San Juan? Y reserven otros tantos para entender en toda su complejidad la simbología que encierran «Las Meninas» y su fascinante composición. Para ver la bellísima «Anunciación» de Fra Angelico hay que esperar, pues se halla en restauración. Se pone a punto para la muestra que el museo le dedicará en su bicentenario.
Son todos los que están, pero no están todos los que son. Cualquier selección es discutible. Para gustos, los colores. Pero, ¿es la «Inmaculada Concepción» de Tiepolo una de las 15 mejores obras del Prado? ¿Y cómo dejar atrás las Pinturas Negras de Goya y sus «Majas»? ¿Y la «Dánae» de Tiziano? Por cierto, la pintura más «erótica» del Prado. ¿Y «El triunfo de la muerte» de Bruegel el Viejo? ¿Y dónde están Zurbarán, Murillo, Tintoretto...? Y, aunque «Las tres Gracias» de Rubens sea muy popular, ¿podemos irnos sin degustar ese festín pictórico de las mitologías que el maestro hizo para la Torre de la Parada? Y una recomendación particular. No salgan del museo sin contemplar el sobrecogedor «Cristo muerto sostenido por un ángel» de Antonello da Messina. «El mejor fruto de una visita de tres horas al Museo del Prado está seguramente en la necesidad de volver», decía Eugenio d‘Ors. Sabio consejo.
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