sábado, 29 de junio de 2019

La batalla de los empleados de Tragsa por la recompensa de las 52.308 monedas romanas del tesoro de Tomares.

National Geographic sitúa el hallazgo en el número 3 de los 10 descubrimientos arqueológicos más importantes de 2016 a nivel mundial
Una de las ánforas halladas en Tomares (Sevilla) en 2016Una de las ánforas halladas en Tomares (Sevilla) en 2016 EFE.
Hay muchas veces en las que digo: 'Maldita sea la hora en la que estaba yo allí aquel día'". Francisco Cansino trabajaba el 28 de abril de 2016 en la construcción del parque metropolitano de la localidad de Tomares (Sevilla), contratado por la empresa pública Tragsa. A las 12.00 horas realizaban la zanja en la que irían metidos los tubos para los cables de la luz. El cazo de la excavadora chocó entonces con unas antiquísimas ánforas, rompiendo 10 de las 19 que había y dejando ver lo que a ojos de los empleados allí presentes parecían "chapas oxidadas".

En realidad acababan de desenterrar 52.308 monedas romanasde los siglos III y IV, con las efigies de DioclecianoMaximianoGalerio Maximiano y Constancio I labradas en los anversos y muy apreciadas por ser algunos de ellos emperadores de cortos reinados. National Geographic situaría el hallazgo en el número 3 de los 10 descubrimientos arqueológicos más importantes de 2016 a nivel mundial.
Los tres supuestos descubridores del que se ha sido bautizado como el tesoro de Tomares se hicieron una fotografía -la que acompaña estas líneas- para inmortalizar el momento. En el centro está Pepe Cano, de 50 años, vecino de Córdoba, empleado fijo de Tragsa y el hombre que accionaba la excavadora. A la izquierda de la imagen, Francisco Cansino, 57 años, vecino de Tomares, albañil con contrato temporal, quien estaba ubicado en el momento del hallazgo unos 40 metros más atrás del maquinista y quien se encargaba de ir metiendo las tuberías en la zanja. El mismo cometido tenía Antonio Guerra (a la derecha), 53 años, también albañil y de Tomares.
Trabajadores de la empresa Tragsa
Pepe Cano notó que la excavadora había topado con algún elemento extraño, avisó a los otros dos y los tres juntos contemplaron por primera vez las monedas. Llamaron por teléfono a un capataz y este acudió al lugar y alertó a la Guardia Civil y las autoridades. Este es al menos el relato que Cansino hace de lo sucedido, coincidente con el que siempre han sostenido los dos colegas que lo acompañan en la fotografía.
Nos referimos a ellos tres como "supuestos descubridores" porque, cuando trascendió que quienes encuentran objetos considerados Patrimonio Histórico tienen derecho a una recompensa económica, comenzaron a aparecer otros empleados de Tragsa que aseguraban que ellos también estaban al pie de la zanja o cerca cuando el tesoro afloró. La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, a quien compete gestionar este "premio por hallazgo", ha recibido un total de nueve peticiones de trabajadores que reclaman su parte de recompensa, incluyendo las de los tres de la imagen. Aún tienen pendiente responder a uno de ellos, pero a los ocho anteriores ya les denegó la solicitud, aduciendo entre otros argumentos que el Ayuntamiento de Tomares no había comunicado el descubrimiento conforme a lo que estipula la ley.

"EL INFILTRADO"

Ante esta negativa de la Administración, algunos empleados continuaron el pleito por vía judicial. Así lo hicieron los albañiles Francisco y Antonio. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) les dio la razón el 28 de mayo de 2018 reconociéndoles el derecho "a percibir el premio legal correspondiente al hallazgo de las 19 ánforas y 600 kilogramos de monedas romanas, una vez evaluado el tesoro". El TSJA admitió también como descubridor a un capataz que, según Francisco Cansino, no se encontraba allí ni mucho menos. El familiar de Cansino que descuelga el teléfono cuando lo llamamos se refiere a él como "el infiltrado". A Pepe Cano, sin embargo, el TSJA lo dejó fuera porque no recurrió tras la negativa de la Consejería de Cultura. Cano, que se considera el verdadero y único descubridor por ser él el que manejaba la excavadora, sigue pleiteando para que se le reconozca la condición de descubridor. Hace 10 días, a la pelea judicial se ha unido otro empleado de Tragsa. El resto de reclamantes desistieron tras el no de la Consejería de Cultura. En resumen, ahora mismo hay tres descubridores reconocidos judicialmente y dos pendientes de sentencia.
"Allí sólo estábamos Pepe, Antonio y yo", insiste Francisco Cansino. "Y el maquinista, que es el artífice, no lo tiene reconocido", dice defendiendo a su colega Pepe. Francisco responde al teléfono con desgana, hastiado de que se le pregunte por el tesoro. "Esto me está perjudicando bastante. Ando por el pueblo y no puedo dar dos pasos sin que me saquen el tema. La envidia es muy mala. El domingo mismo me dijeron: 'Menudo dineral habrás cogido...'. Y no he cogido ni un duro", dice.
Antes de que las monedas se valoraran se especuló con cifras astronómicas. Ocho millones de euros, se llegó a decir, lo que hubiera supuesto una suculenta recompensa. El 23 de mayo la Consejería de Cultura dio a conocer la tasación oficial, mucho más modesta. La realizó una comisión de tres expertos, entre los que había uno nombrado por la Junta y otro por los descubridores reconocidos. El valor de las 53.208 monedas se fijó 468.230 euros. La Consejería estableció la recompensa en 125.000 euros a repartir entre los descubridores, el 25% de lo tasado. Lo hizo en base al artículo 50.5 de la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía: "La persona que descubra y la propietaria del lugar en que hubiere sido encontrado el objeto o los restos materiales tienen derecho, en concepto de premio en metálico, a la mitad del valor que en tasación legal se le atribuya".
Los asesores legales de los descubridores ya reconocidos hacen otra lectura de este punto de la ley, considerando que en realidad le corresponde un 50% al descubridor y un 50% al dueño del terreno. Planean pedir que la recompensa se eleve al 50% del valor de las monedas, estudian pedir otra tasación y no descartan personarse contra los nuevos peticionarios para no tener que repartir entre más el botín. "Lo que dicte el juez será", dice Francisco. "Yo lo que tengo es ganas de terminar y que me dejen tranquilo".


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