viernes, 16 de febrero de 2018

YUCAHU UN DIOS QUE  ENTERRABAN EN LOS CONUCOS.
CULTURA  TAINA.


Nuestros antepasados tenían un sistema teológico  que estaba  directamente  ligado a la  producción y a la  vida diaria, como  lo explica en su libro  “Arte Indígena y Economía en Santo Domingo”, el estudioso de este tema Marcio Veloz Maggiolo. Este  es el verdadero motivo por  el cual la llamada Cultura Taina, comienza desarrollar en un proceso ritual acorde con  sus necesidades económicas. 
Los dioses se multiplican, se personalizan; cada cacique o jefe de poblado los tiene;  cada clan, cada tribu, los tienen; la mujer que pasa de tribu a otra por el proceso de matrimonio exogámica común a los grupos Orinoco-amazónicos, lleva consigo la impronta decorativa de su cerámica y los motivos que predominan en la tribu de la cual provienen.
Así hay todo un  mecanismo de hibridación  artística. Las  representaciones están ligadas, básicamente, al llamado, “ritual  de la cahoba”, en donde el cacique, para decir al pueblo lo que debe hacerse cuando debe esperar un huracán, como combate la plaga de la yuca, o  bien cuando habrá de terminarse el reinado de los hombres de la isla para  dar paso a nuevos.
La muerte fue,  entre los circuncaribes, el  elemento fundamental de su  actividad ritual,  pero también los muertos eran una fuerza social. Parte  de los elementos que influían  en la producción. Si nosotros hacemos un recuento de los  objetos del arte  del mundo mítico de la agricultores tardíos  llegamos a la conclusión  de que  muerte y cahoba tienen una relación  tan profunda que son casi inseparables.
La cahoba  era un viaje al más allá. Pero  ahí están,  de este ritual, las magníficas obras de arte que son las  espátulas vómicas o vomitivas, los amuletos acuchillados con la posición  ritual de esta actividad,  los dujos o  bancos en  donde el cacique se sienta, hecho de madera y trabajados formidablemente;  los inhaladores de  alucinógenos  tanto de barro y hueso, como  en piedra.
Las maracas rituales hecha de madera de guayacán; las vasijas sonajenas, modeladas y posiblemente también del  ritual. El sentido ritual de estos grupos agricultores de la ocupación  final antillana había logrado conjugar las fuerzas de su creencia con la producción. Lo que parece ser obras de arte, para admiración  y respeto, son  realmente mecanismos importantes el proceso de la producción  agrícola. Así  el llamado trigonolito, o   ídolo de tres puntas, cuyas variantes son tan numerosas, es,  a pesar de la  belleza y del trabajo en roca digno de cualquier orfebre una pieza  para  ser colocada en el conuco, debajo de los sembrados, porque ese dios llamado Yucabu, Baigua, Maorocoti, es  ó-realmente, como dijera Fray Ramón Pané, el  dios que hace crecer las hortalizas. La sociedad “Taina’’, había logrado representantaciones materiales para todo aquello que  pudiera influir decisivamente en la vida de la comunidad.

Tomado de la Fuente; Herencia Taina, en las provincias dominicanas. Texto  e iluminación  José Manuel  Osoria.


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