Por Julio César Clavijo Sierra
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En la Biblia, Melquisedec es un personaje enigmático, cuya aparición histórica se registra muy brevemente, en tan solo cuatro versículos del libro del Génesis. En ellos se dice: (1°) que su nombre era Melquisedec que significa Rey de Justicia (del hebreo melek = rey, y tsedek = justicia); (2°) que él era rey de Salem o rey de Paz (salem es transliterado del hebreo shalom que significa paz); (3°) que era sacerdote del Dios Altísimo; (4°) que bendijo a Abram; y (5°) que Abram le dio a él todos los diezmos de un botín de guerra. Veamos:
Génesis 14:17-20. “17 Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. 18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo”.
Aparte de esa aparición histórica, el Antiguo Testamento se refiere por otra única vez a Melquisedec, pero esta vez en una forma mucho más breve y en relación con una profecía mesiánica, donde se asegura que el Mesías, por la propia determinación de Dios, va a tener un sacerdocio perpetuo que seguirá el orden sacerdotal de Melquisedec.
Salmo 110:4: “Juró Yahvé, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el Orden de Melquisedec”.
En el Nuevo Testamento, el escritor a los Hebreos retoma a la figura de Melquisedec, para demostrar que Jesucristo ha cumplido la profecía del Salmo 110:4, siendo ahora nuestro sumo sacerdote perpetuo.
Hebreos 5:6. “Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec”.
Hebreos 5:10. “y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec”.
Hebreos 6:20. “donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.
El capítulo 7 de la Epístola a los Hebreos, entra a sustentar las afirmaciones hechas en los capítulos 5 y 6. Para esto, reflexiona una y otra vez en las breves líneas históricas que el libro del Génesis nos proporciona sobre Melquisedec. El objetivo del autor de Hebreos, es demostrar que el sacerdocio de Jesucristo es superior al sacerdocio Levítico según la orden de Aarón, y que el cambio del sacerdocio de la orden de Aarón al sacerdocio de Jesucristo, es una prueba de que se ha pasado del antiguo pacto (el pacto de la ley), a un mejor pacto establecido sobre mejores promesas (el pacto de la gracia). (Hebreos 7:22, ver también 8:6). Muchas personas están tan atrapadas en su deseo por conocer la identidad de Melquisedec, que pierden de vista que el objetivo bíblico de este personaje, es contribuir al maravilloso significado del sacerdocio supremo de Cristo. Con esto no quiero decir, que desear conocer la identidad de Melquisedec sea algo insignificante o inapropiado, sino que no se debe descuidar lo principal por obsesionarse con lo accesorio. Justamente al no perder de vista lo esencial, podemos contar con elementos significativos para poder investigar acerca de la naturaleza de Melquisedec.
Dado que Melquisedec es llamado sacerdote de Dios, entonces él tuvo que ser necesariamente un hombre. El escritor a los Hebreos, no da lugar para que el sacerdocio pueda ser llevado a cabo por un ser que no sea humano. “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres, es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados”. (Hebreos 5:1). El propio Señor Jesucristo, para poder ser nuestro sumo sacerdote, tiene que ser verdadera y completamente un hombre. “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. (Hebreos 2:14-18). Lo anterior, descarta la idea de que Melquisedec sea algún ser angelical. También descarta la idea de que Melquisedec sea alguna teofanía, pues aunque algunas veces Dios se manifestó tomando una apariencia humana (Génesis 18:1-22; 32:24-30), Él solo participó de carne y sangre hasta que vino como el hombre Jesucristo, que es Emanuel, Dios mismo con nosotros (Isaías 9:6, Mateo 1:23,  1. Timoteo 3:16, Hebreos 1:1-3). Además, Hebreos 7 muestra muy claramente que Melquisedec no es el mismo Señor Jesús en ninguna manera, pues dice que Melquisedec fue “hecho semejante al Hijo de Dios” (v. 3), y que Jesús es “otro sacerdote, según el orden de Melquisedec” (v. 11)  y “un sacerdote distinto” a semejanza de Melquisedec” (v. 15). [1]
Aunque la Biblia no da muchos detalles, sí demuestra que aparte de Melquisedec y antes del establecimiento del sacerdocio levítico establecido en la ley de Moisés, hubo hombres que fueron sacerdotes del Dios vivo. Por ejemplo, Jetro el suegro de Moisés, era sacerdote en Madián y honraba a Dios. “Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y como Jehová había sacado a Israel de Egipto” (Éxodo 18:1). “Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios”. (Éxodo 18:12) (Ver también Éxodo 3:1). También Job, quien pareciera ser contemporáneo de Abraham, ejerció funciones sacerdotales al ofrecer holocaustos a favor de sus hijos (Job 1:5). Aún más, antes del establecimiento del sacerdocio levítico, otros dentro del pueblo de Israel ejercieron funciones sacerdotales, como se hace claro en Éxodo 19, donde inmediatamente antes de que Dios le diera la ley a los Israelitas, se dice: “Y Yahvé dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Yahvé, porque caerá multitud de ellos. Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Yahvé, para que Yahvé no haga en ellos estrago”. (Éxodo 19:21-22).
Una vez que Dios comenzó a revelar la ley, restringió el sacerdocio a Aarón y su descendencia, como se registra en Éxodo 28:1-2 que dice: “Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes… y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura”(Éxodo 28:1-2. Ver también, Éxodo 29:29-30, 29:44, 30:30, 31:10, 39:41). Pronto, toda la tribu de Leví se ganó una participación en el ministerio del tabernáculo, a fin de que apoyaran a la orden de Aarón, en razón a que ellos se pusieron del lado de Dios cuando el pueblo se pervirtió rindiendo culto al becerro de oro. “Se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Yahvé? Júntense conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví… Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Yahvé, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que Él de bendición hoy sobre vosotros”. (Éxodo 32:26-29). Los levitas fueron consagrados para ministrar en el tabernáculo, y Dios dijo: “y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos de Israel, para que ejercen el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario” (Números 8:19). Ninguno que no fuera de la tribu de Leví estaba autorizado para transportar las cosas santas del tabernáculo o ministrar en él, pues moriría (Números 1:51-53, 18:4-6), y ninguno que no fuera descendiente de Aarón estaba autorizado para ofrecer incienso o para ministrar adentro del velo (en el lugar santísimo), pues moriría (Números 16:40, 18:7).
Hemos visto que en el tiempo de la ley, la genealogía fue un requisito indispensable para ejercer el sacerdocio. Todo aquel que no fuera descendiente de Aarón, no tenía ningún derecho para desempeñar dicho ministerio. Por el contrario, en el sacerdocio de Melquisedec la genealogía no tenía ningún valor, al punto de que la Escritura no menciona ni a su padre, ni a su madre, ni dice cuando principiaron sus días ni cuando terminaron, o cuántos años vivió, o quienes fueron sus descendientes, todo lo cual es requerido en una genealogía. “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre” (Hebreos 7:3). A continuación, el escritor de Hebreos hace claro que Melquisedec sí era un hombre con una genealogía, con la diferencia de que su genealogía no es contada entre los hijos de Leví. “Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas” (Hebreos 7:5-6). Melquisedec permanece sacerdote para siempre, no porque sea un hombre inmortal, sino porque su orden sacerdotal quedó abierta para que sin importar cuántos siglos transcurrieran, fuera luego asumida por Jesús quien es el sacerdote perpetuo. Si alguien insiste en que el personaje llamado Melquisedec ejerce actualmente el sacerdocio, entonces en definitiva está hablando de dos sacerdotes perpetuos, negando así la Escritura que dice que Jesucristo hombre es el único mediador entre Dios y los hombres (1. Timoteo 2:5).
Jesús, pudo llegar a ser nuestro sumo sacerdote perpetuo, no en razón a su genealogía, sino al poder de la vida indestructible que tomó tras su resurrección, a fin de que pudiera interceder para siempre a favor de nosotros como el varón perfecto (Efesios 4:13). De manera que Jesús puso fin al sacerdocio levítico, y al cambiar el sacerdocio hubo también cambio de ley, por lo cual se quitó de en medio el antiguo pacto de la ley de Moisés, y se estableció un mejor pacto establecido sobre mejores promesas, que es conocido también como el pacto de la gracia (ver Gálatas 5:4, Hebreos 12:15).
Hebreos 7:11-28. “11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; 13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar 14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 15 Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 17 Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. 18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia 19 (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. 20 Y esto no fue hecho sin juramento; 21 porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. 22 Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. 23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; 24 mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. 26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. 28 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre.
En Hebreos capítulo 7, hay otros puntos de relación entre Melquisedec y Jesucristo que debemos analizar. Melquisedec era tanto rey como sacerdote; sin embargo en Israel estos dos oficios se mantuvieron separados. Jesucristo es sacerdote según el orden de Melquisedec, pero también es el León (o Rey) de la tribu de Judá (Apocalipsis 5:5). La unión de estas dos funciones en Jesucristo, demuestra la superioridad de su sacerdocio en comparación con la orden sacerdotal de Aarón, y requiere la cancelación del pacto de la ley.
El nombre de Melquisedec significa Rey de Justicia, y la Ciudad-Estado que él gobernó se llamaba Salem, que traduce Paz. De acuerdo con el Salmo 76:1-2, Salem es el mismo lugar que luego se llamó Jerusalén (o Ciudad de Paz). “Dios es conocido en Judá; en Israel es grande su nombre. En Salem está su tabernáculo, y su habitación en Sion”. [2] Estaba profetizado que el Mesías entrelazaría perfectamente la justicia y la paz. El profeta Isaías escribió que “para justicia reinará un rey” (Isaías 32:1) y “se llamará su nombre… Príncipe de Paz” (Isaías 9:6), “Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre” (Isaías 32:17). Los hijos de Coré también cantaron: “Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen, para que habite la gloria en nuestra tierra. La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85:9-10). Jesucristo entrelaza perfectamente las virtudes de la justicia y la paz, pues Él es el verdadero Rey de Justicia y de Paz.
Otro detalle importante que encontramos sobre Melquisedec en Hebreos 7, es que él es considerado mayor que Abraham, y como Abraham era antepasado de Leví, por ende Melquisedec es considerado superior a Leví. Abraham consideró la grandeza de Melquisedec, al punto de que le dio los diezmos de todo el botín de guerra que adquirió tras derrotar a Quedorlaomer y los reyes que con él estaban. Por medio de una declaración enigmática, el escritor de Hebreos asegura que con esa acción de Abraham, Leví también le diezmó a Melquisedec, porque por ese tiempo Leví se encontraba en los lomos (o cuerpo) de su antepasado Abraham. Pero la superioridad de Melquisedec sobre Abraham, es subrayada en el hecho de que Melquisedec estuvo autorizado por Dios para bendecir a Abraham. Como Leví estuvo incluido dentro de esa bendición, por ende Melquisedec es considerado mayor que Leví. Como Jesús es sacerdote según el orden de Melquisedec, entonces otra vez se destaca que el sacerdocio de Jesús es superior al sacerdocio levítico.
Hebreos 1:1-11. “1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo… 4 Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aún Abraham el patriarca dio diezmos del botín. 5 Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham. 6 Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. 7 Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. 8 Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. [3]9 Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro”.
Aún más importante, la superioridad del sacerdocio de Jesús se dio porque Dios mismo lo declaró así con juramento inquebrantable. “porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”(Hebreos 7:21). La profecía del Salmo 110:4, supuso la extinción del sacerdocio levítico y con ella de la ley de Moisés. El sacerdocio de Jesús es el sacerdocio superior y permanente que nosotros necesitábamos.
Los capítulos 8, 9 y 10 de la Epístola a los Hebreos, continúan desarrollando el mismo tema del sacerdocio supremo y perpetuo de Jesucristo. Destaco estas porciones que fortalecen nuestro entendimiento sobre este misterio.
“el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre” (Hebreos 8:1-2).
“6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. 8 Porque reprendiéndoles dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; 9 no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. 10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; 11 y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos. 12 Porque seré propicio a sus injusticias y nunca me acordaré de sus iniquidades”. (Hebreos 8:6-12).
“1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal… 9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas… 24. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; 25 y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. 27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. (Hebreos 9).
“19 Así que hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sumo sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. (Hebreos 10:19-23).
Notas al Pie:
[1] Una importante tradición rabínica, aseguró que Melquisedec era en realidad Sem, el hijo de Noé. Tomando como base las cifras de la genealogía de Sem que se encuentran en Génesis 11:10-26, hallamos que Sem vivió hasta 502 años después del diluvio (vv. 10-11). De esos mismos datos, se obtiene que Abraham nació unos 297 años después del diluvio, y con la información adicional de Génesis 25:7 obtenemos que murió unos 472 años después del diluvio. Así que en efecto, Sem fue contemporáneo de Abraham. Sin embargo, aparte de la especulación, no queda claro que Melquisedec fuera realmente Sem. Y en caso de que se asumiera que lo fue, surgen estas preguntas sin respuesta: ¿Por qué cambió su nombre? y ¿Por qué se vino a vivir a Canaán? Hay un libro apócrifo conocido como el Libro de Jaser, que asegura que Abraham adquirió el conocimiento de Dios de parte de Noé y de Sem. “5 Y cuando Abram salió de la cueva, él fue a Noé y su hijo Sem, y el permaneció con ellos para aprender la instrucción de YAHWEH y sus sendas, y ningún hombre supo donde Abram estaba, y Abram sirvió a Noé y su hijo Sem por largo tiempo. 6 Y Abram estuvo en la casa de Noé por 39 años, y Abram conoció a YAHWEH desde que tenía 3 años, y él camino en las sendas de YAHWEH hasta el día de su muerte, como Noé y su hijo Sem le habían enseñado”. (Libro de Jaser, 9:5-6. Versión en línea, en:  https://archive.org/stream/LibroDeJaser/El_libro_de_jaser_djvu.txt).
[2] Como hemos visto, el Salmo 76:2 declara que Salem (o Paz) fue el antiguo nombre de la ciudad. Con el tiempo, una tribu llamada los jebuseos, conquistó a Salem y le cambió el nombre por Jebús. Pero cuando los israelitas vencieron a los jebuseos, le restituyeron su nombre original y la llamaron Jerusalén, que significa Ciudad de Paz (Josué 15:8, 18:28, 19:10, 2. Samuel 5:6-10, 1. Crónicas 11:4-9).
[3] En Hebreos 7:8, se compara a los hombres mortales de la tribu de Leví con Melquisedec, y se dice que Melquisedec tiene testimonio de estar viviendo (en tiempo presente). Hay varias hipótesis para explicar esto: (1°) Podría significar que Melquisedec, al igual que Enoc y Elías fue transpuesto sin ver muerte (Confrontar con Génesis 5:24, 2. Reyes 2:11-12 y Hebreos 11:5), pero no contamos con ningún dato bíblico que nos permita corroborarlo, por lo que esto solo queda en el campo especulativo. (2°) Podría explicarse en el sentido de que no hay ningún dato bíblico que registre su muerte, por lo cual el único testigo es su vida. Esto no quiere decir que Melquisedec no haya muerto, sino que no hay anotación de su muerte. (3°) Podría explicarse con base en el mismo pensamiento expresado por Jesús en Lucas 20:37-38, donde Él dijo que Dios ve a los hijos de la resurrección como si estuvieran vivos. “Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”.
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