La batalla de Lepanto, la humillación de Don Juan de Austria al Imperio otomano.
Hace 445 la Santa Alianza se enfrentó en el Golfo de Lepanto al poderoso Imperio otomano, en lo que Miguel de Cervantes definiría como «la más alta ocasión que vieron los tiempos
ABC Historia analiza los movimientos tácticos de ambas escuadras en un interactivo que permite a los lectores avanzar a golpe de ratón por un Mediterráneo teñido de sangre.
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La batalla de Lepanto, minuto a minuto con @abc_historia
Momentos previos
El fracaso de una alianza cristiana contra los turcos a principios de siglo, que incluía a Venecia, había obligado a los venecianos a estrechar lazos con los turcos. Sin embargo, al inicio del reinado de Selim II, los turcos dinamitaron las buenas relaciones con los venecianos al conquistar en 1571 la rica isla de Chipre con la intención de acabar con el llamado «cordón veneciano». El Papa Pio V vio en las desavenencias entre turcos y venecianos la ocasión perfecta para formar su anhelada Santa Liga que comenzó con la recaudación de impuestos en más de 300.000 parroquias y más de 150.000 conventos. Finalmente, en la Liga se integraron España, Génova, Venecia, el Papado, la Orden de Malta y varios ducados italianos, pero Francia y Austria, que prefirió evitar un nuevo enfrentamiento con los turcos, se quedaron al margen.
Cronología
Agosto. 1570.
Los turcos desembarcan en Chipre.
9 de sep. 1570.
La ciudad de Chipre, Nicosia, no puede resistir el asedio de los turcos y cae ante el poderío otomano después de dos meses de asedio. Mueren más de 30.000 personas y son hechas presas otras 20.000.
24 de mayo. 1571.
Pío V fuerza una reunión con los representantes de Venecia y España y, finalmente, se firman los acuerdos de la Santa Liga. La decisión es tomada ante el pavor que genera la potente flota que han logrado reunir los turcos y la conquista de Chipre. Así pues, quedan unidas bajo la misma bandera las regiones de España (que debía sostener el peso de la mitad del total de las naves y los hombres), Venecia, Génova, Malta, el ducado de Saboya, Toscana y los Estados Pontificios. Todos, dispuestos a expulsar a la flota infiel de las aguas del Mediterráneo.
Mayo. 1571.
Como comandante en jefe de esta alianza se seleccionó a Don Juan de Austria, hijo bastardo de Carlos I y favorito del Papa. De hecho, se contaría después que Pío V supo que él iba a ser el elegido mientras ofrecía una misa en Roma. Se había percatado de ello al repetir tres veces durante la oración la frase siguiente: «Hubo un hombre enviado por Dios llamado Juan».
Mayo. 1571.
Viaja a Madrid el cardenal Miguel Bonelli para presidir en la iglesia de Santa María una misa en honor a Juan de Austria, nuevo Generalísmo de la Armada aliada. El hijo bastardo es visto ya como un salvador de la cristiandad por parte no solo de los líderes y los soldados, sino también del pueblo llano. Los turcos, por su parte, se enteran de que se está armando una flota a su mando y aumentan sus ataques a buques católicos.
6 de junio. 1571.
Sale para Barcelona en coche de caballos Don Juan de Austria para ultimar los preparativos de la gran operación naval que se plantea realizar contra la flota turca. En su viaje, el bastardo se detiene enMontserrat para visitar y orar a la virgen.
16 de junio. 1571.
Don Juan de Austria entra en Barcelona bajo salvas de artillería, sonido de campanas y la aclamación de cientos de personas que han ido a disfrutar de su presencia. Una vez en la zona, convoca a los generales hispanos para que se reúnan con él y puedan iniciar el camino a Mesina. Allí se unirían con su flota a las galeras papales y venecianas y saldrían a dar caza a la potente armada turca que había asolado Chipre.
20 de julio. 1571.
Don Juan de Austria sale de Barcelona con 47 galeras españolas en dirección a Mesina.
26 de julio. 1571.
El comandante en jefe llega a Génova para unirse a los buques comandados por el condotiero (mercenario) al servicio de España Juan Andrea Doria.
Agosto. 1571.
Las flotas comienzan a reunirse en Mesina (al sur de Italia). Los primeros en llegar son los malteses con tres navíos.
Una vez reunida en el puerto de Mesina, la armada combinada pudo vanagloriarse de estar formada por una intimidante fuerza de galeras (más de 200), fragatas y barcos de menor importancia. Todo ello, aderezado por los soldados españoles más valerosos de la época.
Septiembre. 1571.
La armada turca al mando de Ali Pachá (el general en jefe enviado por el sultán Selim) se posiciona a finales del verano en Prevesay, desde allí, se dispone a pasar el golfo de Lepanto. Su objetivo es llegar a la zona, asentarse en la posición y aguardar en un lugar seguro por si la flota cristiana se plantea atacarles. Los turcos ya saben de su existencia, pero no tienen constancia de su verdadera magnitud debido a los datos precarios ofrecidos por los soldados cristianos capturados.
Septiembre. 1571.
Las órdenes del sultán han sido claras y directas para sus oficiales: combatir a los cristianos allí donde les encuentren.
Agosto - septiembre. 1571.
Llega a Mesina un nuevo emisario del Papa. (Monseñor Odescalco, Obispo de Pena) Su objetivo no es otro que acabar con las dudas que pueda tener Juan de Austria antes de enfrentarse a los turcos y, por descontado, repartir la gracia de Dios entre los soldados cristianos. A su vez, el religioso organiza varias penitencias piadosas como ayunos, hace una confesión general entre los combatientes y lleva a cabo una procesión. Finalmente, da su bendición a cada uno de los barcos del puerto.
Agosto - septiembre. 1571.
En Mesina, antes de partir, es necesario que más de4.000 soldados españoles embarquen en las galeras venecianas, pues estas cuentan con un número muy pobre de infantes en su interior, están mal equipadas y, a su vez, no tienen con suficientes combatientes como para poder asaltar los bajeles enemigos. Esta medida es aceptada a regañanadientes por el veterano oficial de 75 años Sebastián Veniero.
Tampoco puede hacer mucho más que tragarse la disposición, pues viene del propio Juan de Austria. El bastardo también ordena a sus galeras (que cuentan con 5 cañones en proa) que retiren las hermosas esculturas de la proa de sus cascos ysierren los espolones para que, llegado el momento de disparar, las balas sean más letales al seguir una trayectoria recta.
16 de septiembre. 1571.
La flota combinada sale con la vista puesta en el puerto de Corfú (una isla ubicada al noroeste de Grecia). A esta región llegan el 27 de septiembre. Por delante del grueso de la armada se destacan ocho naves de Juan de Cardona con órdenes de explorar la zona. Una vez en Corfú, los buques de la Santa Liga se encuentran con un espectáculo dantesco: la zona ha sido atacada por los turcos, que han destrozado la ciudad a placer y sin apenas oposición. Los oficiales, y especialmente el hijo bastardo de España, claman venganza.
28 de septiembre. 1571.
Los exploradores informan a Juan de Austria de que la flota enemiga ha sido avistada en el puerto de Lepanto. El bastardo real organiza un consejo de guerra para determinar la forma en que actuará la armada combinada. Parece que ha llegado el momento de combatir.
28 de septiembre. 1571.
A la reunión asisten Marco Antonio Colonna, Agostino Barbarigo (un noble veneciano encargado de dirigir una buena parte de las galeras de su país), el Comendador Mayor, el maestre de campo general Ascanio de la Corna, el marqués de Santa Cruz, Juan Andrea Doria, Cardona, los príncipes de Parma y Urbino, Paulo Jordán Ursino, el conde de Priego, don Miguel de Moncada y otros tantos. La mayoría son partidarios de enfrentarse de una vez a los turcos y expulsarles de las aguas. Todos, salvo Juan Andrea Doria quien, por miedo a que Ali Pachá cuente con una flota mayor de lo que creen, aconseja prudencia y no entrar en combate. Finalmente se decide luchar.
28 de septiembre. 1571.
Por su parte, Ali Pachá organiza también un consejo de guerra. En él, sus oficiales discuten acaloradamente la idea de enfrentarse a la Santa Liga. En principio, son muchos los que solicitan prudencia, especialmente Pertev, el general de infantería, quien reitera que la mayoría de los soldados son novatos y es la primera vez en su vida que se suben a una galera. No obstante, el general en jefe es tajante: el sultán les ha ordenado combatir a la cristiandad donde sea, por lo que lucharán. Esta decisión se ve reforzada por la asistencia al consejo de varios «capitanes ardorosos» ansiosos de combatir contra los enemigos de Alá. Habrá batalla.
3 de octubre. 1571.
La armada combinada leva anclas y endereza proas hacia Oriente. El viento les es propicio. Su plan es descender al sur, hasta las islas de Cursolari o Equinodas, y esperar hallar al enemigo en sus cercanías.
7 de octubre.
Es domingo. Como día dedicado al Señor, los soldados de la armada combinada escuchan misa en los diferentes navíos. Posteriormente, continúa la marcha.
7 de octubre.
Cuando la armada llega a la altura de la isla de Oxia, Juan de Austria recibe la noticia más importante de la jornada: velas en el horizonte. Son los buques de Ali pachá. Las diferentes galeras cristianas piden una reunión para determinar el siguiente paso a seguir. Todo queda a la espera de la respuesta del bastardo real. Juan de Austria es tajante: «Señores, ya no es hora de deliberación, sino de combate».
7 de octubre.
El joven Ali Pachá tiene un momento de duda al ver las cuantiosas velas de la armada combinada. Estas se acrecientan cuando dos de sus oficiales (Pertev y Uluch-Ali) le instan a retirarse y ponerse al abrigo de una serie de castillos aliados ubicados en la costa. La respuesta del emisario del sultán es tan clara como la de Juan de Austria: no le dará la satisfacción a los cristianos de ver como huye. La batalla está servida. Don Juan ordena cortar los grilletes de los prisioneros condenados a galeras y entregarles armas. De buena mañana, los dos bandos comienzan a formar sus líneas de batalla en el golfo de Patras.
7 de octubre.
Desde la capitana turca (en la que se encuentra la bandera verde del Profeta que garantiza la victoria contra los infieles) empieza a salir una música de címbalos y trompetas que es seguida por el resto de las naves musulmanas. El jolgorio es espectacular. Por su parte, el silencio reina en las galeras cristianas.
7 de octubre.
Con el frío de la mañana apremiando la llegada de la contienda, Don Juan decide dar una última arenga a sus soldados antes de comenzar la lucha. Para ello, se sube a una pequeña fragata y recorre el frente gritando el siguiente discurso a los venecianos: «Hoy es día de vengar afrentas. En las manos tenéis el remedio de vuestros males. Menead con brío y cólera las espadas». A los españoles, por su parte, les añade: «Hijos, a morir hemos venido, a vencer, si el cielo así lo dispone. No deis ocasión a que, con arrogancia impía, os pregunte el enemigo: ¿dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre que, muertos o victoriosos, gozaréis de la inmortalidad».
11: 00.
Poco después, Don Juan vuelve a «La Real» y, sobre las 11 de la mañana, dispara un único tiro sobre «La Sultana». Signo de que comienza el combate.
Las galeazas se mueven
-Mientras las seis galeazas son remolcadas hacia el frente de la formación española (dos por cuerpo de ejército) empujadas a su vez por dos galeras cada una, el viento -que llega del este- cambia y adquiere un rumbo opuesto.
-Los cristianos se han tomado esto como una señal divina. Ahora son ellos los que tienen la capacidad de usar el viento para maniobrar, mientras que los turcos deben sacar los remos para poder mover sus buques. A su vez, el humo provocado por los disparos (tan molesto en batalla) ya no les volverá a la cara, sino que se dirigirá hacia los turcos.
-Don Juan de Austria ordena a Andrea Doria que no se separe de la fuerza principal y cubra su flanco derecho. Le preocupa sumamente la actitud del oficial, quien parece estar más atento de no perder sus propias naves que de vencer a los infieles.
-Mientras las galeazas se ubican frente a los tres cuerpos de la Armada combinada, los marinos se arrodillan para lanzar una breve plegaria a los religiosos embarcados. Estos les dan su bendición. Hoy será un gran día para la cristiandad.
-A voz en grito, Ali Pachá ordena avanzar, superar las galeazas venecianas y trabar combate con el cuerpo principal de la Santa Liga. Acompañados de un gran jolgorio, los navíos turcos se lanzan al ataque.
-Como estaba previsto, las seis galeazas lanzan una terrible lluvia de plomo sobre las galeras enemigas. El griterío musulmán se acalla ante el estruendo de los incontables disparos de estos ingenios adelantados a su tiempo.
-Se ha disipado el humo. Los cristianos esperan ansiosos. ¿Habrán funcionado los ingenios artillados? La respuesta es negativa. A pesar de que han causado grandes daños en dos galeras enemigas (a las que han enviado al fondo del mar) su actuación no ha sido determinante. Al menos, han desbaratado el orden inicial de los turcos.
-Los enemigos de la cristiandad ponen proas hacia la flota combinada tras pasar de largo las galeazas, ubicadas a una milla de los cuerpos principales. Ahora va a comenzar realmente la batalla.
Comienza la lucha en el flanco izquierdo cristiano
-En el flanco izquierdo español, Siroco se ha adelantado con intención de arrollar a Barbarigo y rodear el centro de la formación española. El veneciano sale a recibirle. A estos movimientos les sigue un intenso fuego de artillería entre ambos bandos.
-A pesar de que Don Juan ha ordenado a Barbarigo pegar sus galeras a la costa, este ha dejado un hueco entre sus barcos y la tierra suficientemente grande como para que lo aproveche Siroco.
-El musulmán ha visto que puede introducir varios barcos en ese hueco. Se ha lanzado como un loco hacia él con la intención de superar los buques de Barbarigo y atacarles por la espalda en un fuego cruzado letal.
-Barbarigo ha leído las intenciones de su enemigo, pero teme quedar encallado con sus buques cerca de la costa, así que se limita a cañonear al enemigo -que ha introducido varias galeras en su flanco- y no le corta el paso. El movimiento de Siroco ha sido intrépido, pero ejemplar.
-Los barcos de ambas flotas casi pueden tocarse en el flanco izquierdo. Barbarigo da la orden de fuego, al igual que Siroco y, además de los cañones, cortan el aire las flechas musulmanas y los proyectiles de los arcabuces cristianos.
-Hacia Barbarigo se dirigen ocho galeras enemigas. Siroco quiere terminar de un golpe con el ánimo del flanco izquierdo cristiano acabando con su hombre al mando y con su galera capitana.
-Tras varias descargas de proyectiles, una flecha perdida ha impactado en el ojo izquierdo de Barbarigo. El veneciano ha muerto al instante. Ha pagado caro el no cubrirse con un escudo de la lluvia de saetas para demostrar su valor y enardecer el de sus camaradas.
-En el flanco izquierdo se mastica la desesperación. Uno de los oficiales más destacados de Barbarigo, Marino Contarini –también su sobrino-, acude en auxilio de su tío con su galera.
-Sin embargo, el buque del oficial Marino Contarini ha sido rodeado y poco puede hacer. El valiente capitán encuentra la muerte tratando de socorrer a su ya fallecido familiar y su buque está a punto de ser hundido en varias ocasiones.
El centro, frente a frente
-Mientras, en el centro, se desarrolla una lucha de egos. Don Juan, al distinguir a «La Sultana» al frente de la formación enemiga, ordena lanzar a «La Real» contra ella. Ali Pachá, en contra de lo que le exhortan sus consejeros, le devuelve el reto y da la orden de embestir a la capitana cristiana.
-Entre la amalgama de buques, todos los soldados pueden ver como «La Sultana», con su proa más recia y contundente, embiste a «La Real». Ha destrozado buena parte del frontal de su enemiga (el castillo de proa) con su espolón, y ambas han quedado encalladas.
-Tras el impacto inicial, ha llegado la hora de la artillería. Los cañones frontales de «La Sultana» escupen fuego sobre su enemiga, que hace lo propio. Ambas acaban con la vida de decenas de marineros. Sin embargo, el de la capitana cristiana es mucho más eficiente debido ya que carece de espolón y escultura en su frente. Mientras, el fuego de los cañones de Ali Pachá apenas ha alcanzado las jarcias.
-Una vez que se disipa el humo, los arcabuceros sueltan una terrible andanada sobre el buque de Ali Pachá. Desde el mismo, devuelven el golpe, pero con flechas. Ambas cubiertas han quedado casi desiertas. La orden dada por Don Juan de esperar y disparar a quemarropa a sus enemigos ha sido acertada. Y es que, los arcabuces carecen de precisión a larga distancia y es necesario usar una buena cantidad de tiempo para cargarlos.
-Un grito resuena por la cubierta de la galera cristiana. ¡A la carga! La batalla hombre contra hombre comienza. En el desconcierto, varias galeras aliadas se han acercado para socorrer a sus respectivas capitanas. Estas se han ubicado paralelas a «La Sultana» y a «La Real» y les envían hombres constantemente para que no sean tomadas por el enemigo.
-Como un rayo, han acudido en ayuda de «La Real» las galeras de varios capitanes cristianos como Colonna, Veniero y las de los príncipes de Parma y de Urbino. A Ali Pachá, por su parte, le socorren Pertev, Caracush y Mahamut Saiderbey.
-Apoyado por sus 300 arcabuceros, Don Juan demuestra su destreza en batalla con la espada en primera línea. Ali prefiere disparar desde la retaguardia con su arco. Una nueva descarga de arcabucería deja momentáneamente a «La Sultana» sin defensores. Sin embargo, rápidamente llegan de las galeras cercanas más combatientes. Parece que la capitana otomana es imposible de tomar.
-Colonna, que ayuda fervorosamente a su capitana, resiste heroicamente. Repentinamente, la desesperación de Colonna aumenta. Una galera turca se dirige hacia su barco con la finalidad de embestirle y mandarlo al fondo del mar.
-Por suerte, Juan Bautista ha observado el movimiento y se ha interpuesto entre ambas, hundiendo al enemigo. Colonna vivirá, aparentemente, un día más. Mientras, el combate sigue siendo encarnizado entre las capitanas. Los jenízaros, hábiles guerreros de élite, están poniendo en problemas a los soldados de los Tercios. En el centro, la tensión va en aumento.
-Con el flanco izquierdo desarbolado y el centro en plena refriega, todo indicaría que en el lado derecho de la contienda se estaría viviendo una batalla encarnizada... Pero nada más lejos. Doria, por miedo a perder sus naves, se mantiene a distancia de su enemigo más cercano, Uluch.
Flanco derecho disputado
-Uluch se ha desplazado al flanco izquierdo de Doria para intentar rodear su fuerza. El objetivo es acabar con sus navíos y, llegado el momento, acosar el centro de Don Juan. Álvaro de Bazán, por su parte, permanece atento con su flota de socorro para prestar ayuda a «La Real» si es necesario.
-Doria ha decidido seguir a Uluch y está desplazando sus barcos al flanco derecho español para evitar ser rodeado. Desde la capitana, en plena refriega, Don Juan se ha dado cuenta de que Doria ha dejado desprotegido el centro de la fuerza. Ordena hacerle señales para que vuelva a su posición y no se aleje más. Doria ha ignorado los avisos. Considerando que no debe lealtad a Don Juan, ha decidido continuar su avance hacia la derecha para evitar ser rodeado por Uluch.
-Uluch, que estúpido no es (quizá no se podría decir lo mismo de Doria) se ha percatado de que su enemigo ha dejado un hueco que debe utilizar. Aprovechando la mayor rapidez de sus galeras, ha izado velas y sacado remos y se dirige hacia el flanco sin protección del contingente de Don Juan y, más concretamente, hacia la capitana de Malta.
-El prior se ha percatado de la desgracia que le traerá la actuación de Doria. Observando que varias galeras turcas se dirigen hacia su flanco derecho, dispone a sus hombres para la defensa. Hasta entonces sus soldados habían rendido cuatro galeras enemigas y espera que puedan rechazar ahora a los otomanos hasta que llegue ayuda. Uluch ha atravesado un buen trecho de las aguas, va a caer sobre el prior Justiniano.
-Las galeras han chocado. Como era de esperar, Uluch ha aprovechado su ventaja y enfrenta a cientos de sus hombres contra la solitaria galera de Malta. El combate es encarnizado. Los caballeros se defienden hasta la muerte. Al cabo de varios minutos, poco queda ya de los aguerridos defensores. Tan solo el prior, herido con cinco flechazos, y otros dos caballeros que, de tantos golpes que atesoran, son dados por muertos.
-Uluch ha rendido a la capitana de Malta y capturado al prior. Ahora, se dispone a arrebatarle su bandera (una soberana ofensa) y remolcar el barco capturado a lugar seguro.
-Álvaro de Bazán, viendo la brecha que existe en la formación, se apresura a cubrir el hueco dejado por Andrea Doria. Ha logrado llegar hasta esta zona después de socorrer el flanco izquierdo con su flota. Este movimiento obliga a Uluch a ser muy cauto en la zona.
-En esas andaban las cosas por el derecha mientras que, en el flanco izquierdo, la situación pinta cada vez peor. Sin Barbarigo, sin un líder, parece que toda la defensa a ha venirse abajo. No obstante, todo cambia cuando toma el mando de la capitana Federico Nani, en quien el fallecido líder veneciano había tenido gran fe. No le faltaba razón a Barbarigo.
-A las órdenes de Nani, el flanco se ha rehecho y la capitana ha logrado tomar, apenas sin ayuda, una de las mejores galeras turcas al asalto.
El flanco izquierdo se recupera
-El flanco ha empezado a tambalearse para los turcos en la izquierda cristiana. El musulmán Siroco, hasta ahora claro vencedor, no sabe qué hacer ahora ante la renovada gallardía veneciana. Muerte, galeras embistiéndose unas a otras… En el flanco izquierdo la lucha se está recrudeciendo.
-¡Increíble! Tras un golpe fortuito en su galera, Siroco ha caído al agua.Varias galeras acuden hacia Siroco para salvarle (en el caso de los musulmanes) o para hacerle preso (en el caso de los cristianos).
-Al final, la primera en llegar ha sido una galera veneciana quien, lejos de dar tregua al corsario turco, ha decidido cortarle la cabeza.
-Muerto el perro, se acabó la rabia. Sin un líder al que seguir, los turcos se están retirando y, debido a la cercanía con la tierra, están abandonando sus buques para huir por la costa. Los venecianos les persiguen. La venganza está servida, y el flanco ganado.
Victoria de «La Real»
-Con el flanco izquierdo conquistado, el combate se traslada al centro del despliegue español donde, después de dos horas, en las dos capitanas se sigue luchando a capa, espada, arcabuz y arco. El cansancio puede con los defensores de los dos bajeles. El calor es asfixiante; la sed les reseca las gargantas. Los mástiles están llenos de balas metálicas o cuentan con decenas de saetas clavadas. Pero nadie se rinde.
-Tras llegar hasta la popa de «La Sultana» hasta en dos ocasiones, y ser rechazadas en el mismo número, los españoles dirigidos por los capitanes Lope Figueroa y Moncado logran finalmente desbaratar la defensa a ultranza de los jenízaros. Lejos de lo que puede dar a entender el resultado final, la galera de Juan de Austria, que lucha tan expuesto como cualquiera de sus hombres, hubiera caído probablemente sin la ayuda que Luis de Requesens le prestó con dos galeras por la popa de la turca.
-Por un instante, pareció posible que Juan de Austria y Ali Pachá cruzaran aceros, pero viendo la oportunidad Marco Antonio Colonnaacudió con su galera a descargar una ráfaga de arcabuzazos contra la maltrecha galera turca. Álvaro de Bazán también se une al combate que tiene lugar en el corazón de la contienda entre los principales almirantes cristianos y musulmanes.
-Al mismo tiempo que su guardia personal cae, Ali Pachá es herido de muerte por un arcabuzazo en la frente. Al fin, tras dos horas de contienda, parece que la lucha se decanta del lado cristiano. Posteriormente, algunos dirían que un malagueño le cortó la cabeza y la ensartó en una pica pero, a día de hoy, es imposible de saber.
Retirada turca
-Sin líder, y con la defensa desbarata tanto en el flanco izquierdo como en el centro de la formación, los turcos comienzan a retirarse. Los que no, son aniquilados. Sin embargo, para el Marqués de Santa Cruz todavía queda una cuenta pendiente. Como alma que lleva el diablo, sale para el flanco derecho navegando tras la remolcada galera de Malta. Su objetivo es liberarla y recuperar la bandera robada a la cristiandad.
-La misión le sale bien a Álvaro de Bazán en su persecución de Uluch Alí, pero solo a medias pues, aunque logra acercarse a ella y obliga al musulmán a cortar los correajes de la nave que remolcaba para salir del golfo cuanto antes. No logra recuperar la bandera.
-El herido ejército musulmán todavía atacará de forma desesperada una vez más. Casi por despecho, 16 galeras toman el flanco derecho de 8 cristianas en las que están embarcados más de 500 soldados del Tercio de Sicilia. Estos se aprestan a la defensa y, a pesar de que solo salen 50 con vida, logran detener la última carga musulmana.
-El número de galeras que se fue a pique siempre ha sido un misterio, aunque los católicos lograron apresar 117, 13 galeotas y 3.500 reos.
-La victoria es cristiana cinco horas después del comienzo de la contienda. Andrea Doria, en su regreso desde el flanco derecho, ha conquistado y rendido varias galeras.
-La batalla ha terminado. El gasto en vidas ha sido increíble. Por el lado cristiano, han dejado este mundo 8.000 soldados (2.000 de ellos españoles e italianos), mientras que, por parte de los musulmanes, 30.000 y 8.000 prisioneros.
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