RENACER CULTIRAL

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miércoles, 28 de marzo de 2018

El castillo-abadía de Montearagón, el “hermano pobre de Loarre”.
Los visitantes, que desde el este, llegan a la ciudad de Huesca son recibidos por la figura del Castillo-abadía de Montearagón. A pesar de que su color ocre se mimetiza con el árido terreno de la hoya de Huesca, es claramente visible desde varios kilómetros de distancia.
Como bien dice nuestro título, lo podemos considerar una especie de hermano pobre del Castillo de Loarre.  Mientras a este último llegan miles de visitas todos los meses, y gran parte de las inversiones públicas en Patrimonio. El castillo de Montearagón parece condenado al completo olvido por ambas partes. Todo ello pese a que claramente en la Edad Media fue totalmente al contrario, ya que nuestro protagonista de hoy, fue una de las sedes más importantes de uno de los poderes más influyentes de dicha época,  la iglesia cristiana.

Breve historia del castillo-abadía de Montearagón.

Las luchas de reconquista del joven Reino de Aragón, llevaron en el año 1085 al rey Sancho Ramírez a la conquista de esta colina situada a escasos 5 kilómetros de la ciudad de Huesca. El lugar era ideal para acometer la toma de la ciudad, por lo que el rey aragonés decide construir sobre los restos de alguna pequeña construcción árabe, lo que sería el puesto de control para la toma de Wasqa, como era denominada Huesca en tiempos de la Taifa de Zaragoza.
Las vistas desde el Castillo, idóneas para el control de Huesca.
La primera labor que debieron acometer sus conquistadores fue la construcción de las murallas defensivas donde alojar los edificios necesarios, para abordar sus propósitos. El primer edificio que se levantó, ya hacía presagiar su futuro, en concreto la Iglesia consagrada a Jesús Nazareno, de la cual ya existe constancia en el año 1086. Junto a la misma y en periodo comprendido entre los años 1086-1089, se levantaron las viviendas y edificios destinados a las tropas del rey de Aragón. Todo ello sin olvidar a los principales protagonistas del castillo-abadía de Montearagón, los monjes que tras instalarse en el recinto a modo de monasterio se acogerán la regla de San Agustín.
Este hecho parece ser crucial para el referido futuro del nuevo castillo-abadía, al ser bendecido por estos nuevos reyes, que además se convirtieron en su principal mecenas económico. Asimismo contó con la protección del Papa Urbano II y la consagración en el año 1090 en el monasterio de San Juan de la Peña.
De los escasos edificios que restan en pie, el palacio de los canónicos.
Aunque la conquista de Huesca deberá esperar algunos años, en los cuales las tropas cristianas fueron tomando posiciones alrededor de la capital oscense. Además en una de las batallas perdió la vida el rey de Aragón Sancho Ramírez, concretamente en 1094.  Tras lo cual le sucedió su hijo, adoptando el nombre de Pedro I de Aragón que junto a su hermano menor, por cierto solo de padre, y futuro rey Alfonso I el Batallador conquistarán definitivamente la ciudad de Huesca,  tras la célebre Batalla de Alcoraz a finales del año 1096.
A partir de ese momento nuestro protagonista de hoy perderá su principal condición defensiva. Pero se situará en primera línea, de la lucha entre religiosos, por el control de los nuevos territorios conquistados, por los reyes cristianos de Aragón. Por un lado el obispo de la recién recuperada diócesis de Huesca, y por otro el Abad de Montearagón se intentaran adueñar de cuantas más iglesias mejor, detrás de lo cual siempre existió el cobro de diezmos y ofrendas. Se calcula que durante el periodo que va desde su fundación, hasta mediados del siglo XIII, llegó a contar con más de un centenar de iglesias.
Restos de las dependencias de los monjes de Montearagón.
Una de las puertas de acceso

El declive de Montearagón.

Los motivos de dicho declive serán varios, y además en un amplio espacio de tiempo. Para comenzar en 1242 murió el infante Fernando de Aragón, según  diversas fuentes el Abad más importante que tuvo el monasterio. El problema su sucesión, en la cual se inmiscuirán los obispos de Valencia y Huesca, y que acarreará una importante pérdida de iglesias de las que tenía a su cargo  Montearagón.
El siguiente inconveniente importante le llegará en el convulso siglo XV, el cual comenzará con la pérdida sin sucesor del rey de Aragón, Martín el Humano en 1410, suceso que comportará una gran inestabilidad a la Corona. Este hecho repercutirá en el castillo-abadía de Montearagón en forma de robos y pillajes, lo que conllevará un nuevo refuerzo de las murallas, a pesar de lo cual no podrán evitar el grave incendio de 1477, que a punto estuvo de acabar con él.
El retablo de Montearagón elaborado por Gil de Morlanes “el viejo” en 1506, en la actualidad esta en la Catedral de Huesca.
A pesar de todos los males el siglo XVI parece que comenzó de mejor forma, con algunas remodelaciones y arreglos, como el fenomenal retablo de alabastro que decoró la iglesia de Jesús el Nazareno. Pero la puntilla le llegará poco después, concretamente en 1571 con diferentes Bulas Papales a cargo de Pio V, que le quitaron casi todas sus propiedades cediéndoselas a los obispados de Huesca, Jaca y Barbastro. A pesar de lo cual continuará su camino monástico hasta 1835, que tras la guerra de Independencia y la desamortización de Mendizábal el año siguiente llevarán al castillo-abadía de Montearagón  a la completa ruina.
En 1834 el castillo-abadía de Montearagón tenia esta magnifica presencia.

El castillo-Abadía de Montearagón en la actualidad.

En este punto debemos volver al título de nuestro artículo, lo de hermano pobre de Loarre es una evidencia cuando visitas los dos. A pesar de que 1976 se iniciaron las campañas de rehabilitación y consolidación, estas nunca han contado con un soporte firme por parte de las instituciones, por lo tanto en mi opinión no ha dado ningún fruto. Ahora parece ser, que las últimas noticias que  llegan abren un hilo a la esperanza, de ver algún día este espacio museizado y puesto en valor, sin duda la mejor manera de conservar el patrimonio histórico. Aunque por otro lado los 1,4 millones de euros puestos sobre la mesa del Ayuntamiento de Quicena, hoy día responsable del edificio, se me antojan muy escasos.
Tras las vallas se acceda al castillo
Aún así el recinto se puede visitar y realmente vale la pena, algunas partes nos pueden llegar a recordar su glorioso pasado. Por otro lado destacar que para efectuar las visitas se deben tomar precauciones, ya que no existen medidas de seguridad y conocer que el lugar que se está visitando es patrimonio de todos.
Por último os invito a conocerlo un poco mejor a través de las siguientes imágenes, que dan una triste muestra de lo que queda de tan glorioso pasado.
Mas info: dehuesca
http://caminandoporlahistoria.com/montearagon/

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