RENACER CULTIRAL

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sábado, 17 de marzo de 2018

Indómita y brava, de Manuel García Cartagena.

A1
Publicado el: 10 marzo, 2018
http://hoy.com.do/indomita-y-brava-de-manuel-garcia-cartagena/
Una antología en el campo tipológico textual que sea es una selección. Seleccionar es escoger de un corpus pequeño o grande. El antólogo literario tiene ante sí cientos o miles árboles de un bosque frondoso y elige los troncos-maderas que entiende que son los más representativas tanto del bosque o árboles que poda. Acéptese o no, el antólogo (leñador y ebanista) le dice al lector: esto es lo mejor que he podido encontrar luego de mi búsqueda. Organiza desde la perspectiva que asuma lo que entiende que es lo más granado que ha producido el movimiento, maduración y evolución de la naturaleza de ese terreno. Su ejercicio supone una revisión del canon que desemboca en una validación o refundación del mismo, aunque explícitamente no lo exprese. Esta antología se nos oferta con el paratexto de un territorio indómito y bravo, título extraído del Himno Nacional dominicano, composición simbólica fundacional (“Mas Quisqueya la indómita y brava…”) que legitima la República Dominicana como territorio independiente a partir de 1844.
El antólogo tuvo la libertad absoluta para escoger sus árboles y luego talar separando entre hojas y maderas. Para ello aplicó un criterio metodológico (textocéntrico en este caso) que él justifica y explica en su estudio preliminar. Sostenido o no sostenido para otros, lo cierto es que los ejercicios de selección terminan siendo inherentes al gusto. Digo lo anterior porque en la tradición literaria dominicana la antología se concibe como el resultado del gusto del antólogo. De ahí que cada cual esgrima el derecho a ejercer los suyos. Es una de las muchas manifestaciones de la libertad se diría. “Indómita & Brava, Poesía dominicana, 1960-2010”, 569 págs.., estudio, selección y notas, de Manuel García Cartagena”, es posiblemente la primera antología poética dominicana que aplica un criterio teórico posterior al auge de las nuevas teorías literarias, que justifica sus selecciones en aras de la calidad.
Habría que considerar primeramente que en términos receptivos esta antología está lanzada hacia un público internacional. Fortalece lo que digo el que la haya publicado Editorial Amargord (España, 2017) donde de seguro no haya muchos lectores y conocedores de poesía dominicana. Los elegidos son 32 voces poéticas presentadas con anotaciones críticas muy bien argumentadas. Sin duda alguna, MGC es uno de los críticos mejor formado, conocedor y más comprometido con el oficio literario en la RD.
Otro de los méritos de esta antología es que incluye una muestra generosa de la producción de cada uno de los poetas capaz de ofrecer una idea de los temas, ritmos, sentidos y estilos que han trabajado. MGC se excluye así mismo. Se trata de una jugosa selección suficiente para motivar o desmotivar a los lectores. No obstante, en lo que concierne a su inserción en la historia y contextos literarios del país surge una pregunta, entre otras posibles: ¿Se puede entrar a una tradición literaria en In medias res desconociendo lo previo? Quizás la lectura de otras antologías generales (como las de Franklin Gutiérrez-1998- y la de Manuel Rueda -1996-, por ejemplo) podrían servir de bastón para el lector extranjero que desconoce total o parcialmente el trasfondo histórico de la poesía dominicana.
En 1999 el historiador Frank Moya Pons publicó una bibliografía de la literatura dominicana con un corte que va desde 1820 hasta 1990. Se trata de 170 años de producción literaria nacional. El autor censa un total de 2,777 obras publicadas de las cuales 1,584 corresponden al género poesía para un 57 por ciento. Haría falta darle continuidad a este valioso aporte de Moya Pons para determinar si la tendencia hacia la publicación de libros de poesía se ha mantenido, ha menguado o ha subido. En otra investigación también valiosa, el escritor y bibliógrafo Miguel Collado empadronó en 1993 (ya generales, regionales, temáticas o generacionales, etc.) más de 30 antologías poéticas dominicanas. A las identificadas por Collado habría que sumar las que se han publicado desde finales del siglo XX hasta lo que va del siglo XXI que son decenas. Con estos dos estudios de sociología literaria se hace contundente que la poesía es lo más cultivado y antologado en la literatura dominicana.
Tras el emergente interés en la literatura dominicana en ultramar es que se publica la antología de MGC a finales del 2017. Salvo algunas excepciones como la de Antonio Fernández Spencer (Nueva poesía dominicana, 1953), y a quien está dedicada la suya, la selección de MGC es respuesta a una insatisfacción con lo ya existente en el escenario antológico poético dominicano. Es sabido que al interior del campo literario, el tópico de las antologías es el que más polémicas genera en cualquier lugar del mundo. La literatura dominicana no escapa de estas disonancias dado que cada vez se publica una nueva antología.
Otra de las bases teóricas sobre la que se apoya “Indómita & Brava” es la propuesta por Alfonso Reyes (1938) para su diseño. Esta, según escribe el mismo antólogo, se compone de: “elaboración de una bibliografía, lo más completa posible relativa a la historia de la literatura de los periodos que se abarcarán en el estudio (campo); elaboración de una historia literaria que permita organizar cronológicamente el cuerpo integrado por las obras/autores más relevantes de los períodos estudiados; elaboración de la antología a partir de la organización a la que condujo la historia literaria previamente producida”; y por último, “elaboración de una bibliografía exhaustiva de las obras pertenecientes al o a los géneros antologados”. (Indómita / Brava, pág. 37).
Posterior a Alfonso Reyes, tanto el comparatista Claudio Guillén (1985) como José Francisco Ruiz Casanova (2007) han reflexionado de manera convincente sobre las antologías. Por el papel de seleccionador, editor, crítico y ordenador, ambos destacan el rol del antólogo en el proceso y resultados. El antólogo aparece como un conocedor que se abroga el derecho de decirle al lector: esto es lo tienes que leer. El antólogo es así un súper lector de lo intratextual al ubicar textos ya existentes en otro orden de lectura. Es también un conservador, ello porque desde la antigüedad las culturas tienden a seleccionar y a preservar para sobrevivir en el futuro. Las antologías están lanzadas hacia la posteridad. No obstante, acota Ruiz Casanova, el mayor consenso de las antologías se reduce a la frase: “Esta no es mi antología”. Aun coincidiendo en muchos casos en lo que compete a los incluidos y excluidos no cuestiono esta antología de MGC. Esa es su selección doble (poetas y poemas) de 40 años de poesía dominicana.
Marcada por gran agudeza y perspicacia crítica en cuanto a las valoraciones justificatorias que el autor hace en la presentación de la cada uno de sus poetas elegidos, la antología MGC no sigue el tradicional orden cronológico ni pretende hacer historia literaria, aunque esta última no la desdeña implícitamente del todo. Privilegia la textocentricidad como ya se dijo. Sus anotaciones críticas son ejemplares.
En la RD se han hecho todas las antologías posibles: generales históricas fundacionales, regionales, generacionales-promocionales y algunas temáticas, entre otras. Falta la antología por consulta, la que reúna democráticamente a una cantidad considerable de críticos, estudiosos y conocedores de poesía y que estos realicen una votación de acuerdo con un cuestionario que diseñe el propio equipo. Esta requeriría de un coordinador que se encargue de tabular estadísticamente los resultados. La cantidad de poetas y poemas representativos que se escogerían sería la primera tarea de este grupo de trabajo. Cuando tengamos esa antología podremos decir con más propiedad y cierta autoridad colectiva relativa quién es quién en la poesía dominicana. La propuesta está lanzada. En justicia, habría que decir que aunque de manera informal (quizás por falta de recursos y de apoyos) ya el bibliógrafo Miguel Collado ha logrado algunos avances importantes en esa dirección. Mientras tanto, vale la pena que lectores y estudiosos de la literatura dominicana lean a “Indómita/Brava”.

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