RENACER CULTIRAL

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domingo, 28 de julio de 2019

Las verduleras de La Latina, mujeres de armas tomar.

El Motín de la Alcachofa tuvo lugar cuando comenzaron a llegar noticias de que las verduras que se vendían en el Mercado de la Cebada estaban contaminadas. La peste era una vieja conocida de los vecinos de la capital. En otoño de 1884 había llegado al puerto de Alicante un barco de vapor procedente de Marsella con alimentos contaminados. En los 133 días que duró la epidemia se contabilizaron 1366 muertes. Una catástrofe sanitaria que se cebó principalmente en los barrios más pobres del sur de la capital.


Las verduleras que trabajaban en La Latina a finales del siglo XIX pueden considerarse el primer movimiento feminista obrero de la capital. Promotoras de diferentes revueltas cuando su economía familiar peligraba, protagonizaron el Motín de la Alcachofa en el Mercado de la Cebada.

Entre todas las revueltas que se sucedieron en la capital a finales del siglo XIX y principios del XX, el llamado “Motín de la Alcachofa” es el menos conocido. Fue protagonizado por las verduleras en el barrio de La Latina. Mujeres que cuando intuyeron que sus negocios podían irse a pique reaccionaron conjuntamente. 
Una revuelta en el mercado
Con estos antecedentes, el miedo invadió a los madrileños ante los rumores de que las alcachofas portaban virus, bacterias o microbios que hacían enfermar la población. Esto provocó que los vecinos dejaran de comprar en el mercado, que cada vez tenía menos clientes. Las verduleras no tardaron en darse cuenta de que sus negocios corrían peligro.
Hartas de esta situación, echaron la culpa a las autoridades de no hacer nada al respecto. Su actitud de descaro y protesta es, probablemente, la que ha motivado que una de las acepciones de la palabra “verdulera” en el diccionario sea “persona descarada u ordinaria”.
Ante la magnitud del revuelo montado por las mujeres, cada vez mayor, el Gobernador Civil del momento, Raimundo Fernández Villaverde, acudió al mercado tratando de apaciguar los ánimos. Lo que se encontró fue un recibimiento que no había previsto. Las verduleras se unieron para arrojar una lluvia de alcachofas que no gustó nada al político. 
Manifestaciones en las calles
Las Fuerzas de Seguridad actuaron con contundencia. Cuentan las crónicas de la época que se repartieron bastonazos entre las mujeres, lo que provocó que la situación se trasladara a las calles, dejando heridos por sable y armas de fuego. Hubo mujeres presas e intentos de asalto a las cárceles por parte de las compañeras con el fin de liberarlas.
Durante varios años las verduleras actuaron como auténticos agentes de movilización política de las clases populares y los comerciantes. Entre los lemas que se escuchaban en las manifestaciones estaban “¡Pan para los pobres” y “¡Que mueran los verdugos del pueblo”.  
Movimiento obrero femenino
Cuando la prensa de la época se hacía eco de las protestas, sin embargo, parecía estar más interesada en el aspecto físico de las manifestantes que en las consignas que intentaban transmitir al pueblo. 
Así, se puede leer en periódicos de la época que una de las líderes, María Ugalde, de unos 20 años, tenía “un rostro hermoso” y estaba “muy bien peinada”. A otra de las manifestantes, Petra Algarra, se la definía como “muy morena, de ojos vivos y también joven”, y se hacía alusión a que “llevaba una boina encarnada que le sentaba de maravilla”. 
Desde finales del siglo XIX a principios de los años XX las verduleras lucharon intentando evitar subidas de impuestos y cargando contra los abastecedores e intermediarios que ponían en peligro su forma de ganarse la vida.

Junto con las cigarreras de la Fábrica de Tabaco de Lavapiés, a las verduleras de La Latina se las considera precursoras del movimiento obrero femenino en España. Mujeres revolucionarias y guerreras, aunque sus hazañas no aparezcan detalladas en los libros de historia.

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